DINERO DE MOLLINA PARA EL MONUMENTO A ROMERO ROBLEDO. 1920




Francisco Romero Robledo nació en Antequera el ocho  de marzo de 1838 y murió en Madrid el tres de marzo de 1906. Ministro de Fomento durante el reinado de Amadeo I, ministro de Gobernación durante el reinado de Alfonso XII, y ministro de Ultramar y ministro de Gracia y Justicia durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena. Responsable del fraude electoral desde su posición de ministro de la Gobernación, mantuvo una fuerte rivalidad con Francisco Silvela dentro de las filas conservadoras. Su importancia dentro del régimen caciquil en la comarca fue enorme.

Casado tardíamente –a los treinta y ocho años- con la hija de un comerciante cubano con intereses en el comercio de esclavos se opuso a la abolición de la esclavitud y al sufragio universal –incluso el masculino-. Decía así el veintiséis de junio de 1876 en las Cortes Españolas:

Combatí yo entonces el sufragio universal, como le combato ahora, como le combatiré siempre, como le combatiré toda mi vida, aparte de otras razones, porque le considero instrumento de tiranía y enemigo de la libertad; porque el sufragio universal, que no es un derecho individual, y en esto parece que la opinion va siendo unánime, es una funcion política que exige condiciones de capacidad, que no tienen ciertamente aquellos que al depositar una papeleta en la urna no saben lo que hacen, no se han ocupado nunca de la vida política, no tienen la cultura de vida ni de inteligencia suficiente para ocuparse de los intereses públicos, ni para comprender la conveniencia de que los negocios del Estado lleven esta ó la otra direccion.

Sus vaivenes políticos –pasó de apoyar la revolución que destronó a Isabel II a formar parte del partido conservador, luego al liberal…- hacía que los políticos de los pueblos siguieran su pensamiento sin el más mínimo atisbo de crítica.

Era apodado el «Pollo de Antequera» —también fue conocido como «el Gran Elector»—, y disponía de unas notables dotes oratorias y de un dandismo que alimentaron extraordinariamente su popularidad, granjeándose un gran número de amistades y de adhesiones en la sociedad española de la época.  Sus incondicionales llegaron a ser conocidos como «húsares».

Ya en 1872 el Ayuntamiento de Mollina –acta capitular de veinticuatro de febrero- manda a un comisionado a Madrid a felicitar a Romero Robledo por su cargo de Ministro de Fomento, cargo que ocupó del veinte de febrero al veintiséis de mayo de ese año.

La Correspondencia de España, diario universal de noticias, en su publicación del día veinticuatro de setiembre de 1920 –año LXXIII, número 22.829, pág. 4- trae la noticia de la construcción de un monumento en Antequera a Romero Robledo. El Ayuntamiento de Antequera encabezaba la cuestación para el mismo con 5.000 ptas. Le seguía Azucarera Antequerana, con otras 5.000, José García Berdoy con 2.000, Francisco García Berdoy, con 1.000, y otros nombres sonoros de la ciudad. El Ayuntamiento de Mollina aportaba 500 pesetas.

El Sr. Bergamín pediría en el Congreso el bronce necesario para la estatua.

El veintiséis de setiembre de 1920 El Sol de Antequera publicaba la misma lista de donantes. Mollina, 500 pesetas.

El veintiséis de junio de 1921 El Sol de Antequera, año, IV, número 157, página 2, nos dice:

La estatua a Romero Robledo

En la calle de Larios, y en uno de éstos días en que deberes profesionales nos llevaron a la capital, tuvimos el gusto de estrechar la mano del escultor antequerano Paco Palma, como aquí le llamamos, dado el cariño que se le tiene y las simpatías con que cuenta.

Era muy de mañana, hijos del trabajo tanto él como yo, no teníamos tiempo para otra cosa, que para un somero cambio de impresiones de actualidad, y claro está que para él y para mi lo es siempre desde la iniciación del proyecto, el que sea un hecho la colocación de la estatua al eminente político antequerano.

 Como siempre, me habló de sus admiraciones y eternos afectos al antequerano ilustre, del entusiasmo con que trabaja en los proyectos y de sus anhelos por verlo realizado.

 Nos dice que están terminados dos proyectos y en ambos aparece sentado conforme a la estatuaria moderna; si bien varían los detalles del basamento conjunto, según la colocación sea, en la plazoleta que forma la Alameda del Deán Muñoz Reina, y la confluencia de las calles Cantareros y Estepa, o en la plaza de Guerrero Muñoz.

Afirma que la parte referente al monumento o sea lo que afecta al arquitecto, que lo es ya conocido en Antequera, D. Daniel Rubio; no está aún terminado por las ocupaciones que sobre este señor han pesado como arquitecto del Ayuntamiento de Málaga, hasta la designación del señor Bores Romero para el de Ingeniero municipal.

Sin embargo, como realmente los proyectos están terminados y lo que falta es el desarrollo de los respectivos presupuestos de gastos, es cuestión de poco tiempo el tenerlo terminado.

Ya tiene preparado Paco Palma, amplío local bajo que resulta magnífico estudio, donde trabajar en la ejecución del proyecto, y como con las cantidades ofrecidas hasta ahora hay suficiente para empezar a desarrollar el proyecto que la Comisión acepte, creemos que muy pronto empezarán a darse los primeros toques. En cuanto al asunto capital del bronce, abriga nuestro paisano temores de que no lo haya y cree fuera mejor pedir la cantidad necesaria para comprarlo, tomando por base, el que se concedió para la estatua del Capitán Moreno.

 Y como del resultado de esta entrevista hemos sacado la impresión de que muy brevemente ha de ser un hecho la presentación de proyectos a la Comisión; nuevamente recurrimos a la actividad y patriotismo de la citada entidad y muy especialmente a su presidente y secretario señores García Berdoy y León Motta, para que no se demore un momento la petición a las Cortes, de la cantidad precisa para el bronce, y una vez presentados los proyectos y elegido el que mejor parezca, se empiecen seguidamente los trabajos.

 MARIO.

La verdad es que este proyecto de Paco Palma era el tercero. El primero, encargado a Mariano Benlliure, el escultor más famoso de España en su tiempo, el segundo de los hermanos Casasola y este tercero se quedaron en eso, en proyectos. La calle de las Comedias de Antequera perdió su nombre y lo cambió por el de Romero Robledo –nombre felizmente repuesto por la democracia última- y se le colocó en la casa de esa calle una placa y poco más. Esa placa aún la podemos ver en la casa de los años setenta justo enfrente del pasaje Comedias-Lucena.

Las 500 pesetas de Mollina no eran una cantidad irrisoria. Si tenemos en cuenta que sobre 1915 se vendió una casa en la calle del Aire de Mollina –por cierto que aún no ha recuperado ese bellísimo nombre a pesar de los años transcurridos con ayuntamientos democráticos- de unos trescientos metros cuadrados por 500 pesetas, podemos ver cuánto dinero suponía. Una barbaridad.

Esta cantidad supuso –según el ex alcalde liberal Juan Palomo- el coste de la construcción del matadero municipal, aunque los conservadores consignaran unas cuatro mil.

En la imagen primera el entierro de Romero Robledo en Madrid, antes de su traslado a Antequera y caricaturas del mismo en El Motín, por Demócrito.






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