PRIMERA TRAÍDA DEL AGUA. 1925-1926
En el periódico La
Verdad, de Antequera, autodenominado periódico
independiente aunque afín al directorio militar, del 16 de mayo de 1926, año II, núm. 44 podemos
leer en su página 2 un relato del cese del alcalde, nombramiento del nuevo y
necesidad de traída de aguas:
La alcaldía de Mollina
El abastecimiento de
aguas
Fundándose en motivos
de salud y cansancio, tras labor de año y medio, ha renunciado el cargo de
Alcalde del vecino pueblo, don Florentino Ruíz. Las relevantes cualidades de
honradez, probidad y celo que siempre conocimos en el señor Ruíz, en los veinte
años que aquí habitara y desempeñare destinos oficiales, las ha evidenciado en
su gestión en la presidencia del Ayuntamiento de Mollina, puesto para el que
fué reiteradamente requerido, y en él se mantuvo hasta ahora por la insistencia
de quienes ejercieran sobre su ánimo cariñosa presión, y ante el convencimiento
propio de que accediendo a los deseos de sus superiores, de sus amigos y de sus
convecinos, prestaba un servicio al interés colectivo de la villa y del régimen
gobernante.
La edad avanzada hace que se sientan más
intensamente los efectos de las preocupaciones y trabajos, y el señor Ruíz
realmente no podía continuar sobrellevándolos. Deja el puesto, con la
consideración personal que a él fuere, y entre los respetos y los afectos del
vecindario mollinato.
Le sustituye otro
ciudadano excelente, D. Manuel Rubio Fernández. Es este un hombre joven e
instruido, honrado y laborioso; con iniciativas y deseos para hacer bien por
Mollina. Se espera allí mucho de él. La elección del señor Rubio se ha
verificado por unanimidad entre los concejales.
El señor Delegado gubernativo quiso dar con su
presencia realce a la toma de posesión del nuevo Alcalde, y acudió en el
momento de verificarse esta, asistiendo al cabildo y dirigiendo elocuentes
frases de aliento para perseverar en la obra bienhechora que desarrolla el
actual Ayuntamiento, especialmente en la ejecución inmediata del proyecto de
conducción de las aguas potables al pueblo, obra esta que perpetuará allí el
nombre de los beneméritos ciudadanos que tanto bien hacen por aquel vecindario.
El agua que se bebe en
Mollina dista como es sabido, varios kilómetros del poblado, y tiene que ser
conducida en depósitos, para ser vendida a precio que compense el gasto del
transporte. Si para las clases acomodadas supone algún gravamen ese gasto
diario, para las proletarias significa gran sacrificio, quebranto enorme, pues
cuando apenas se tiene para comer pan, muy duro es que hasta el agua que beben
les cueste el dinero.
El proyecto, pues, va a ser inmediatamente
ejecutado. El señor Moner ha puesto en ello decisivo empeño. Los principales
contribuyentes aquellos, han suscrito cuotas importantes, que cubren ya unas
veinte mil pesetas. La obra completa está calculada en cincuenta y cinco mil,
creemos.
Nos congratula muchísimo observar cómo
responden los pueblos a las excitaciones de redención y progreso.
También en ese periódico, pero el 26 de diciembre de 1925,
año II, núm. 76, se daba en primera página la noticia del desarrollo del plan
de la traída de agua a Mollina:
Mollina, con agua potable
El buen pueblo vecino;
el más importante de los que forman con la capitalidad el partido judicial de
Antequera; la villa de amplio término, en el que la riqueza olivarera ha tomado
incremento extraordinario, y la industria se intensifica y adquiere potencialidad
relativamente extraordinaria.
Mollina, con sus modernas y ricas
edificaciones en varias de sus calles principales; con sus buenos centros de
enseñanza, que ahora se aumentan; bien atendida la higiene y la beneficencia;
su administración municipal honrada, y sus hombres que aman al terruño que les
vió nacer; tiene el manantial de sus aguas potables, a varios kilómetros del
casco de población; y en paraje situado en plano inferior, con desnivel de
muchos metros, del en que está la zona urbanizada.
Ello, ha significado
siempre perjuicio gravísimo para el vecindario en general, soportado con
relativo quebranto de intereses, por las clases sociales pudientes, y con
intenso daño determinado hasta en privaciones, por el proletariado. La familia
de posición o de la clase media, vése en el caso de gravar el presupuesto anual
de gastos, con capítulo importante exigido por la necesidad de abastecerse de
agua, enviando por ella vehículos o caballerías, para transporte de las
vasijas, o bien comprando el líquido servido a domicilio. La familia pobre,
está obligada a destinar parte del jornal diario, a costearse el agua que bebe,
mermando así el dinero que difícilmente alcanza para el pan y los demás
esenciales alimentos. Todo, es harto sensible.
El viril estímulo de
redención, mejoramiento y progreso que en todo el país imprimiera el movimiento
nacional del 13 de Setiembre, se ha manifestado en Mollina, entre otras cosas,
en la feliz iniciativa y acometividad de la grandiosa obra que supone, la
elevación en el manantial, de las aguas potables, a nivel que domine el centro
del poblado, y conducción de ellas hasta llegar a diversas fuentes que han de
instalarse en los distintos barrios.
A la cabeza de ese grupo de patriotas
mollinatos que han sabido recoger, encauzar y dirigir a realidades, las
intensas aspiraciones del pueblo, figuran apellidos de tantos prestigios allí,
como los de Vergara, Ordóñez, Rubio, Díaz, y otros muchos. Varios de estos
señores, han comprometido sus firmas, para levantar préstamo de cuantía algo
elevada, al objeto de disponer de metálico con que engrosar la suscripción pública
abierta, destinada a los gastos de la trascendental mejora. El Ayuntamiento por
su parte, coopera a la realización del objetivo, en forma acertadísima y
eficaz. El Alcalde, don Manuel Rubio, y todos los ediles, están prestando al
importantísimo asunto, toda la atención y celo que merece.
Hay otra personalidad,
que ha aportado gran entusiasmo a la magna labor, y prestádole toda su buena
voluntad y su patriotismo fervoroso. Trátase del Sr. Delegado Gubernativo, Don Joaquín Moner Sánchez. Ciertamente, que es
de su deber, dar impulso a cuanto redunde en pró de los intereses generales de
los municipios; pero, no siempre están al unísono los requerimientos del deber,
con los de la voluntad, ni con las prestaciones de la inteligencia.
Mollina, de aquí a pocas
semanas relativamente, verá caer el agua cristalina y rica en varias fuentes
distribuidas por los sitios estratégicos del pueblo. Gran día será para aquél
vecindario, el en que esto ocurra. De honda satisfacción debe serlo así mismo,
para los hombres que lo proporcionaron. Y no duden estos, que aparte el placer
íntimo que proporciona el dejar cumplidos altos deberes de ciudadanía; las
generaciones actuales y las venideras evocarán siempre con gratitud, tales
rasgos bienhechores.
El Sol de Antequera
de 23 de mayo de 1926, año IV, núm. 132, en su página 6 ya anuncia la inminente
inauguración de la obra:
IMPORTANTE MEJORA EN MOLLINA
La simpática y rica
villa de Mollina, va a ver al fin realizado su ideal de tener agua potable en
la población, gracias al desprendimiento de algunos acaudalados vecinos, que
tomaron la empresa con absoluto interés local, ajeno a partidismos.
En la tarde de hoy se verificará la inauguración de la obra
y de las fuentes públicas, a cuyo acto hemos sido especialmente invitados por
el alcalde don Manuel Rubio Fernández, por lo que en el próximo número daremos
la información correspondiente.
La Verdad, de 29
de mayo de 1926, año III, núm. 98 en su página 2 decía:
Las aguas potables en
Mollina
Anunciábamos que el
domingo se inauguraría el importantísimo servicio público de abastecimiento de
aguas potables, dentro del casco de población, de la vecina y rica villa.
Hubimos de dedicar hace poco tiempo, al elogio de esa trascendental mejora
acometida por el excelente actual Ayuntamiento de Mollina, y varias
personalidades de relieve en aquel pueblo, la efusión y el espacio en estas
columnas, que merece obra tan bienhechora.
Sería ocioso repetir lo que tan justamente
dijéramos entonces, del gran concepto social que se tiene, de los ciudadanos
amantes del bienestar colectivo, que en Mollina laboraron porque convirtiérase
en realidad hermosísima, lo que año tras año, transcurría el tiempo sin que de
proyectos y sueños pasare.
Los mollinatos han visto, con la alegría
inmensa del logro de una aspiración general, correr las aguas riquísimas del
espléndido nacimiento, por varias fuentes instaladas en sitios estratégicos del
poblado, en relación con las comodidades del vecindario. Ya no tiene que aguardar
éste a que sea conducido en cargas el cristalino líquido, en vasijas más o
menos salubres, desde varios kilómetros de distancia. Ya el pobre obrero, la
familia humilde, no necesita reunir dinero para comprar también el agua que
beba, como el pan que come. Y si en ese orden de necesidad primordial, la
mejora la satisface, tampoco es desatendible considerar su importancia en el de
la higiene. Hay dentro de Mollina, gratis, al alcance de todas las clases
sociales, agua excelente y abundante.
Con júbilo, pues,
justificadísimo, aguardaba el vecindario la hora de las tres de la tarde del
domingo, para presenciar el grato espectáculo de ver salir bulliciosas las
aguas de las fuentes públicas.
Estaban invitadas las autoridades civiles de
Antequera y otras personalidades. Llegado el momento, revestido el muy digno
Sr. Cura párroco, D. Rafael Corrales, auxiliado por el virtuoso sacerdote D.
Antonio Vegas Rubio, que festejaba así el beneficio reportado a sus paisanos
por tan gran reforma; bendijo el recipiente-depósito, admirablemente construido
y situado, que ha de recibir las aguas, procedentes del manantial y elevadas en
éste por motor eléctrico, a altura superior al nivel de la plaza principal de
la villa; y luego distribuirlas entre los distintos surtidores automáticos,
dispuestos en forma de evitar que se desperdicie el líquido.
Inmediatamente de
verificada la ceremonia religiosa, a que concurrió mucho gentío, y animara los
acordes de una orquesta; tuvo lugar otro acto análogo en la Plaza de la
Constitución, en donde se ha establecido bonito pedestal de hierro, que
sostiene gallardo candelabro para alumbrado eléctrico, y a la par lleva anejo
dos surtidores circulares de agua, con amplios vasos también de hierro. Al
concluirse la ceremonia de la bendición, el Alcalde de Mollina, nuestro querido
amigo don Manuel Rubio, hizo correr las aguas, entre aplausos de la
concurrencia.
Seguidamente
trasladóse la comitiva al templo, muy bien iluminado y decorado, siendo insuficientes
las amplias naves para contener tanto público. Se cantó a los acordes de la
orquesta el Tedeum, en acción de gracias por la mejora que el pueblo disfrutaba
desde ese día inolvidable, y el benemérito párroco pronunció desde el altar
mayor discurso elocuente, muy bello, tanto considerado en el aspecto meramente
piadoso, como en el patriótico y sentimental. De permitirlo el lugar sagrado,
habríase aplaudido mucho la discreta y sentida oración.
Concluido el religioso
acto, trasladóse el elemento oficial e invitados, al salón de la Casa
Capitular, exornado con gran gusto. El Sr. Rubio pronunció breves palabras de
agradecimiento a todos, por el concurso que se le prestara. El secretario del
Ayuntamiento, don Francisco Ruiz Pozo, fué invitado a leer unas cuartillas,
reseñadoras fieles de toda la gestación habida en la gran obra realizada, y
sintetizando actividades alentadoras de ella, voluntades fervorosas puestas al
servicio de la misma, y por ende merecimientos contraídos por varias
personalidades de Mollina, acabó destacando dos figuras en las que pueden y
deben condensarse los sentimientos de gratitud del vecindario, y pidió para D.
Antonio Vergara Pérez, que se proclamara hijo adoptivo de Mollina, y para D.
Manuel Rubio Fernández, hijo predilecto.
Salva de aplausos acogió la merecida y
simpática propuesta. Don Carlos Moreno, como Alcalde de la .capitalidad,
felicitó elocuentemente en nombre de Antequera, al Alcalde, Ayuntamiento y
personalidades coadyuvadoras de la benemérita obra ejecutada, alentando a todos
para proseguir en la senda del mejoramiento y progreso del pueblo en todos los
órdenes, y agradeciendo la consideración a que debíase su presencia en actos
tan patrióticos. Se aplaudió mucho al digno Alcalde de Antequera.
Reiterado ruego,
obligó a usar de la palabra, conociéndose en Mollina su elocuencia, al Sr.
Lacambra, y como el acto era de índole tal, que hacíase dable a todos los
Poderes tomar participación en el homenaje de simpatía ante tamaña obra de
mejoramiento, el Sr. Lacambra, como representante del Judicial, asocióse a la
satisfacción que sentía el vecindario mollinense, ante la grandiosa reforma
local, siendo muy aplaudidos los bellísimos párrafos del ilustre Juez.
También el diputado
provincial don Juan Rodríguez Díaz, tuvo frases de elogio efusivo para Mollina,
que fueron aplaudidísimas; y luego de brindar varias personas más, por que
continúe la labor bienhechora en el hermoso vecino pueblo, salió una comisión a
saludar personalmente en su domicilio, al hacendado don Francisco Ordóñez
Alvarez, impedido a causa de grave dolencia de asistir a los actos reseñados,
yá que ha sido uno de los más entusiastas alentadores de la mejora, prestando
su concurso personal y económico en ella.
Luego de aceptar los invitados, expléndido
obsequio de pastas y licores, retiráronse, quedando en todos gratísima
impresión de lo mucho bueno que pueden colectivamente realizar los hombres,
cuando saben posponer sus egoísmos personales, en aras de las conveniencias
generales del vecindario.
¡Cuántos alientos ha inspirado para ello, en
los buenos ciudadanos, el golpe de Estado del famoso 13 de Setiembre! Estaba
invitado de manera especial por todos los elementos valiosos de Mollina, el
ex-Delegado gubernativo D. Joaquín Móner; pero, a causa de tener algo enfermo a
su hijo, en una finca próxima a Villanueva del Rosario, no pudo asistir a la
inauguración del abastecimiento de aguas, empresa a que tanto entusiasmo
prestara el ilustrado y querido antequerano.
Por su parte El Sol de
Antequera un día más tarde, 30 de mayo de 1926, domingo, año IV, núm. 133,
traía su prometida crónica sobre la inauguración, eso sí, sin la ofensiva
palabra mollinense, sino usando la
digna mollinatos. Decía así en sus
páginas 3 y 4:
Importante mejora en
Mollina
Invitados por el alcalde de Mollina don Manuel
Rubio Fernández, aprovechamos un vehículo mecánico y allá nos trasportó, el
domingo a las tres, para presenciar el acto de bendecir la traída de aguas,
obra transcendental para un pueblo de la categoría de Mollina, que aunque posee
buen número do ricos-homes, en los Ayuntamientos nunca se han propuesto
desarrollar empresas grandes, a excepción de una mediana mejora promovida y
ejecutada por algún rico industrial, que aunque no es nacido en el pueblo lo ama
como suyo y por él ha laborado en lo que ha podido.
En épocas antiguas
hubo iniciadores de acometer esa mejora tan sentida; pero dada la situación del
nacimiento y lo elevado del enclavamiento de la villa, era empresa
completamente imposible por más deseos que tuviesen, hasta que ya los progresos
hicieron llegar hasta allí el potente flúido (sic) eléctrico, con el cual, y
con las bombas elevadoras, han resuelto el problema, influenciados por el
último delegado gubernativo, señor Móner, que se valió de la gran amistad que
le unía al rico propietario señor Vergara Pérez, para que éste, inmediatamente
de hablarle de la mejora para el pueblo, pusiera a su disposición 5.000
pesetas, y que con este gran impulso, citó a los mayores y patriotas
contribuyentes, de cuya reunión salió resuelto el asunto aportando cada cual
importantes cantidades, por lo que ha sido un hecho la realización de las
obras.
A las tres y media salió de la casa
Ayuntamiento la comitiva, precedida de una orquesta antequerana que dirigía el
señor Calmaestra, para trasladarse a donde se encuentra construido el depósito
de aguas. Dicha comitiva la componían, el citado Ayuntamiento; el cura párroco,
don Rafael Corrales; el alcalde de Antequera, don Carlos Moreno; el diputado
provincial, don J. Rodríguez; el juez del distrito, don Mariano Lacambra; el
sacerdote don Antonio Vegas, y otros muchos antequeranos y todo el pueblo de
Mollina.
Llegados al lugar
expresado, donde había instalado un altar, efectuó la bendición el párroco, a
los acordes de la orquesta y disparándose muchos cohetes.
Terminado este primer
acto, retrocedimos hacia la plaza de la Iglesia, en cuyo centro han colocado la
fuente principal, que tiene forma de candelabro, de hierro, con dos brazos, de
los que penden dos lámparas eléctricas a conveniente altura, los grifos para
dar salida al agua. Nueva bendición, y los acordes, vítores y aplausos abre el
alcalde, señor Rubio, los grifos, por los que con gran placer ven los
mollinatos salir el agradable y necesario líquido, que siempre tuvieron tan
lejano.
Después nos llevaron a la iglesia, que estaba
exornada con todas sus galas y un artístico altar profuso de luces y flores; y
rebozaba (sic) de hermosas feligresas que semejaban a (sic) frondosa huerta de
Santillán, en que tanto abundan las rosas, claveles y amapúis (sic).
Revestido de capa el
párroco, señor Corrales, y en el mismo atrio del altar mayor pronunció
elocuente discurso, elogiando merecidamente a la Comisión encargada de llevar a
feliz término la trascendental obra, que pone de manifiesto los recursos que
tiene un pueblo cuando la voluntad de algún hombre se propone vencer a la
apatía de miles, y este caso, dice, puede ser la primera piedra para el
resurgimiento de Mollina.
Seguramente que el
digno párroco, recibió un aplauso recóndito que nadie pudo oír por ser
imposible exteriorizarlo en el sagrado recinto. De la iglesia nos trasladamos
al edificio del Ayuntamiento, donde en el soberbio salón de sesiones habían
colocado la mesa, completamente atiborrada de finas bebidas, licores, dulces y
habanos, con que fuimos espléndidamente obsequiados los concurrentes.
El secretario del Ayuntamiento, don Francisco
Ruiz del Pozo, leyó unas cuartillas en las que hace el historial de la
importante mejora y en la cual felicita a las dos principales personas que han
puesto toda su voluntad y perseverancia hasta dar fin a las obras y a las que
el pueblo de Mollina debe eterna gratitud; éstas son, el alcalde, don Manuel
Rubio Fernández, y el presidente de la Comisión, don Antonio Vergara Pérez, y
dice que deben ser nombrados, el primero, hijo predilecto, y el segundo, hijo
adoptivo de dicha villa.
Una salva de aplausos
y vivas, cerró la terminación de la lectura.
El secretario, señor
Ruiz Pozo, fue felicitadísimo.
La capilla musical
ejecutó magistrales obras, durante el refresco; y una vez terminado éste,
salieron todos los concurrentes en extremo satisfechísimos, y los forasteros,
fuimos despedidos por las autoridades y enorme público con nutridos vivas y
aplausos.
En las imágenes de las primeras vistas aéreas de Mollina
tomadas a mediados de los años sesenta del siglo XX podemos observar al final
de la calle Alta -entre la calle Alta y la calle de la Estrella- el todavía no demolido depósito de la primera traída de aguas
a Mollina.
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