MOLLINA EN LA PRENSA TRAS EL 12 DE AGOSTO DE 1936




Se nos dice en los tres primeros versículos del capítulo 4 de la Epístola de Santiago:

1 ¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones que luchan en vuestros miembros?  2 ¿Codiciáis y no poseéis? Matáis. ¿Envidiáis y no podéis conseguir? Combatís y hacéis la guerra. No tenéis porque no pedís.  3 Pedís y no recibís porque pedís mal, con la intención de malgastarlo en vuestras pasiones.

Si es en las guerras donde las bajezas humanas se muestran más escandalosamente, en las guerras civiles, como nuestra Guerra Incivil 1936-1939, esas bajezas ahondan aún más. Pero también en las guerras podemos ver la limpieza de algunos seres frente a la suciedad moral de otros. Y esa limpieza y esa suciedad no son patrimonio de ningún bando. Están repartidas.

En el verano de 1936 veremos en una Mollina rota por el dolor de la sangre y la muerte la limpieza de corazón de algunos vencidos que arriesgaron su vida porque no se derramara sangre. El caso del dirigente socialista Juan Adalid Sánchez , Juanillo Burra, defendiendo a los propietarios, protegiendo la vida del párroco o de las monjas de los ardores revolucionarios contrasta con el río de sangre vertida después del 12 de agosto de 1936.

Dentro de los que más vertieron deberíamos recordar a aquellos que se subieron al carro de los vencedores y, con tal de hacer méritos para medrar, se ofrecían voluntarios para fusilar, para vigilar en las cárceles improvisadas a los vencidos, para rapar y dar aceite de ricino a sus mujeres, o para increpar a éstas cuando, en una tétrica procesión, las hacían dar vueltas a la plaza rapadas y cagándose por los efectos del purgante. También deberíamos recordar a los que delataban al vecino aprovechando el caos producido por la destrucción de la muerte. O de aquellos que se aprovechaban de la situación bélica para ocupar y disfrutar las casas arrebatadas a los vencidos.

Dentro de este grupo de los del corazón sucio habría que poner a aquellos que, por miedo o por bajeza moral, miraban a otro sitio instalándose en una criminal complicidad con los vencedores.



 Buena parte de la Iglesia alentaba ese odio. En la misa de campaña celebrada en la plaza el día 15 de agosto, día de la Virgen de la Oliva, de 1936, el celebrante, olvidándose de las enseñanzas de Cristo y de las octavillas que los aviones rebeldes tiraban sobre las poblaciones republicanas en las que se decía que EL CAUDILLO PERDONA Y REDIME, berreó:


BENDITO SEA DIOS. LAS CENIZAS DE NUESTROS SANTOS HAN SIDO REGADAS POR LA SANGRE DE QUIENES LOS QUEMARON.


Este celebrante sería muy posiblemente el capellán de las fuerzas ocupantes. El párroco de entonces, don Bartolomé Payeras Llinás, que había sido salvado por Juanillo Burra, no parece que fuera capaz de soltar tal exabrupto si tenemos en cuenta el comportamiento posterior mostrado por este sacerdote, bastante más a tono con los Evangelios.

Las Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, que menos de un mes antes habían sido alojadas por elementos republicanos de Mollina en casas de personas afines a la derecha para así preservar sus vidas, no alzaron su voz en la tragedia. No estuvieron ni con Cristo ni con Francisco de Asís, santo del que decían seguir su carisma. Prefirieron el silencio cómplice antes de mover un dedo para salvar la vida de quienes se las habían salvado.

Por supuesto esta suciedad de corazón no estaba en la generalidad de los vencedores. Los casos de Antonio Vergara Pérez, Remate, o de su hijo Antonio Vergara Casero, Vergarilla, de los que hablaremos más adelante son buena muestra de ello. O de aquellos otros, José y Francisco Ordóñez Díaz, por poner un ejemplo, que testificaron en verdad ante los tribunales, aunque éstos, en manos de militares mezquinos, no les hicieran a veces mucho caso.

La mediocridad, la medianía, el medio pelo, como siempre, asumiendo la parte más abyecta de la naturaleza humana. En los dos bandos.


A partir del miércoles 12 de agosto de 1936 Mollina casi no aparece en la prensa. Nada de los sufrimientos de los vencidos. Nada de la humillación de sus familias. Lo poco que aparece es de forma indirecta.

A los cuatro días de haber sido liberada de las garras de las hordas marxistas la ciudad de Antequera el semanario El Sol de Antequera publica un número –el 663 del año XIV-  el domingo 16 de agosto de 1936. Su adscripción a la parte más reaccionaria y clerical de la ciudad se hace patente más en esa edición. Sus cuatro páginas las abre un artículo del nombrado alcalde de la ciudad por el general Varela, Santiago Vidaurreta, La hora de la justicia.  También en esa primera página un editorial titulado Pocas palabras. En las páginas 2 y 3 hacían un repaso pormenorizado de las decenas de asesinatos y destrozos cometidos por las fuerzas obreras entre el domingo 19 de julio y el  viernes 7 de agosto. Asesinatos que en Mollina, por fortuna, no se cometieron, pero que en Antequera fueron de una crueldad y una saña indecibles. En esa misma página aparece un bando del general Varela que, suponemos, tendría también validez en Mollina. Decía:

 BANDO

 El Excmo. Sr. D. José Enrique Varela, General en Jefe del Ejército de Ocupación de esta plaza. Ordeno y mando:

Que habiendo llegado a mi noticia que industriales poco escrupulosos, aprovechando las anormales circunstancias por que atraviesa Antequera en estos momentos, tratan de hacer de ellas ocasión de lucro, elevando desconsideradamente el precio de los artículos de primera necesidad, de acuerdo con las facultades que me competen vengo en ordenar que se mantengan como máximos los precios que regían para las subsistencias antes del 18 de Julio del presente año, bien entendido que el industrial o comerciante que infrinja esta Orden será objeto de las más severas sanciones, que podrán llegar incluso a la aplicación de las penas que el Código de justicia militar y el Bando declarando el estado de guerra señalan para los que traten de perturbar el Orden público directamente o por medio de maquinaciones al efecto.

También se previene a todos los comerciantes dedicados a la venta de artículos de primera necesidad que acudan con urgencia a proveerse en los Almacenes de Córdoba o Sevilla de todos aquellos artículos aiimen0cios de que se encuentren insuficientemente surtidos, efectuando el transporte por medio de camionetas, y cuando los pedidos que hayan de realizar no sean bastantes para la completa carga de una camioneta se pongan de acuerdo con otros comerciantes de la localidad, a fin de completar entre ellos la carga útil del camión.

No dudo del patriotismo nunca desmentido de todos los antequeranos que contribuirán por todos los medios a su alcance a restablecer la normalidad, para lo que encontrarán en mi Autoridad todo el apoyo que necesitan como asimismo habrá mi Autoridad de ser inexorable con aquellos que intenten dificultar la vuelta a la normalidad en el más breve plazo posible.

Antequera 14 de Agosto de 1936

 En la página 4 hace un relato de la toma de la ciudad por el ejército rebelde. Entre otras cosas decía:

LA TOMA DE ANTEQUERA

Un nuevo episodio glorioso viene a añadirse a la Historia de Antequera con la llegada del bravo Ejército libertador que al mando del laureado general don José Enrique Varela ocupa esta plaza. La ausencia de uno de los varios oficiales antequeranos que venían con la columna, y al que habíamos requerido para que con su docta pluma describiera la acertada operación militar que determinó la ocupación de Antequera, nos fuerza a reducir el relato a unas notas que se nos han facilitado por distinguido militar.

 La columna se concentró en la zona de Puente-Genil-Estepa-La Roda, y emprendió la marcha a las tres del día 12. Esta columna estaba formada n.0 6, de Caballería n.0 7, de Marinería, Sanidad y fuerzas auxiliares y una gran masa artillera con cañones pesados.

 En primer lugar se ocupó Fuente-Piedra, sin resistencia, lo mismo que Humilladero. En Mollina hubo alguna lucha, pero la moral enemiga era casi nula, por lo que se venció fácilmente.

Después de dejar perfectamente guarnecidos dichos pueblos, se preparó el avance sobre Antequera, efectuándose un ataque fijante al Norte y otro envolvente por el Oeste y Sur. El asalto se dió después de una intensa preparación artillera y por la aviación, que deprimió al enemigo hasta el punto de hacerle huir vergonzosamente hacia el Sur.

Las tropas, con espíritu excelente durante toda la operación, hicieron su entrada en población a las ocho de la noche. Poco después la avanzada desfiló por el centro de la ciudad sin encontrar resistencia alguna y ocupó lugares estratégicos.

 Desde el amanecer las fuerzas recorrieron todas las calles de la ciudad, llenas de la blanca bandera de la paz, siendo vitoreadas y aplaudidas con un entusiasmo loco, especialmente por la infinidad de personas que habían estado amenazadas y perseguidas y veían en los valientes soldados y fuerzas auxiliares a sus libertadores.

 ¡Arriba España! se oía por todas partes, y el brazo derecho extendido y los brazales blancos sustituyeron prontamente al puño crispado por el odio y a los trapos tojos con que se quería imponer una dictadura de sangre y oprobio.

Todos los números a partir de este iban, como es lógico en tiempo de guerra, visados por la censura militar. De ahí que las informaciones deban ser tenidas como lo que son: fruto de la contienda.



La siguiente vez que aparece Mollina en la prensa es el día 18 de setiembre de 1936 y lo hace de una manera indirecta a través de su párroco, don Bartolomé Payeras Llinás y de unas escuadras de Falange Española creadas y entrenadas en poquísimos días. La Unión, diario de Sevilla, en su página encabezada por el titular de Reposición del Crucifijo en las escuelas decía:

En Fuente de Piedra (sic)

Con entusiasmo indescriptible, engalanados los balcones de las casas con banderas y gallardetes, lleno el pueblo de sol, alegría, vítores y entusiasmo, se han celebrado, en el día de nuestra Patrona María Santísima de las Virtudes, los actos religiosos y solemnes de la misa en su honor, y bendición y entrega de la bandera a la escuadra de Falange Española de la localidad.

 Ofició la Misa y bendijo la gloriosa enseña el virtuoso sacerdote y cura párroco de Mollina don Bartolomé Payeras, que ensalzó las glorias del Ejército y Falange Española, defensores de la iglesia y de la Patria. Actuó de madrina la virtuosa señora doña Maruja Guzmán de León, dando lectura a sentidas y patrióticas cuartillas.

Seguidamente usó de la palabra el distinguido joven y elocuente orador don José Rodríguez Lanzas, quien pronunció una briosa arenga.

Tuvo también palabras de encomio para Ramón Checa Palma, asesinado cobardemente en Antequera, por haber mantenido en Fuente Piedra los benditos ideales de Dios, Patria y Rey.

Al terminar el orador se dieron entusiastas vivas a España, al Ejército y a Falange Española.

Momentos después se realizó el desfile, que resultó brillantísimo. En él tomaron parte secciones de Sanidad Militar y Guardia civil y las escuadras de F. E., con bandera y música, de Alameda, Mollina, Humilladero y la Roda de Andalucía, así como escuadras infantiles de Puente Genil, Alameda y esta localidad, y escuadra femenina de F. E., de Alameda, distinguiéndose todos por su perfecta disciplina, aire y marcialidad. Asistieron al acto, además de nuestro digno comandante militar, don Antonio de Burgos, en representación del alcalde de Antequera, y jefe de F. E. de aquella localidad; nuestro alcalde, don Manuel López Rojas; juez municipal, don José Paniagua Maceda; médico titular, don José Rodríguez Zambrana; administrador de Correos, don Francisco León; secretario del Ayuntamiento, don Joaquín Zabala; representaciones de los pueblos antes mencionados y pueblo en general.  

Por la tarde, la banda de música, escuadras de Falange Española, escuadra infantil, autoridades y el pueblo en masa, recorrieron las principales calles, siendo reemplazados los motes que a estas puso el sectarismo de los últimos años, por los nombres gloriosos de Sanjurjo, Franco, Queipo de Llano, Mola y Varela y del heroico mártir de ideal, don Ramón Checa Palma.  El acto resultó emocionante y lleno del mayor entusiasmo.

Firmaba la crónica José Montero Trascastro.



El 20 de setiembre de 1936 era de nuevo El Sol de Antequera el que hacía referencia a Mollina. Decía en su página 6 dentro de su sección MOSAICO DE ACTUALIDAD:

El alcalde de Fuente-Piedra llamó desde Mollina a García Prieto, el día que avanzaba el glorioso general Várela sobre Antequera para decirle que una fuerte columna había ocupado aquel pueblo.

 «Nuestro» alcalde «popular» increpó duramente a su colega por haber abandonado su puesto, y el pedreño le contestó: «A ver lo que usted hace cuando llegue ahí la tropa!»

En efecto, ya sabemos que mediada la tarde García Prieto se montó en un brioso caballo blanco y se marchó diciendo que iba a Málaga por refuerzos...

Según dicen, el caballo lo conserva y con él se pasea por la sierra; pero ni pudo entrar en Málaga porque no lo dejaron, ni aparecieron por ninguna parte las fuerzas que prometió. ¡Cuántos infelices cayeron al presentarse confiados ante las tropas nacionales, creyendo que eran de los suyos!

La labor de la prensa en manos de los rebeldes contra García Prieto era de absoluto desprestigio para nuestro paisano. No olvidemos que la prensa era visada por la censura militar.



Por último el 18 de octubre de 1936 El Sol de Antequera, año XIV, número 672 daba una noticia sobre Mollina. La acusación de estas personas de Mollina –muy probablemente de filiación comunista, ya que uno de ellos aparece en las coplas de carnaval como tal- hacia el alcalde de Izquierda Republicana José Rojas Palomino, Pepe Tirones, es muy posible que fuera cierta ya que era normal que los alcaldes ordenaran requisar comestibles para el abastecimiento de la población. Decía así:

JUZGADO DE INSTRUCCIÓN

En esta oficina se siguen sumarios por los siguientes hechos:

 Por robo de 6.624 kilos de aceite, de la propiedad de los herederos de don Jerónimo Moreno Checa, que se hallaban en la finca Buenavista, término de Mollina y fueron sacados en los días del dominio marxista. Como presuntos autores han sido detenidos e ingresados en esta Cárcel, José Dxxx Dxxx (a) Cxxxxxx, Ramón Pxxxxxxx Cxxxxxxxx (a) Cxxxxxx, y Rafael Gxxxxxx Llxxxx (a) Chxxxxxx, que según parece han declarado que obraron en cumplimiento de órdenes del que entonces era alcalde de dicho pueblo.

Poco más abajo aparece otro sumario relacionado con Mollina y, muy posiblemente, también ordenado por las autoridades para el abastecimiento:

—Por robo de 10.700 kilos de harina y otros productos del vecino de Mollina don Gonzalo Vergara Casero, imputado a los marxistas.



La imagen corresponde a la primera página de El Sol de Antequera del día 16 de agosto de 1936.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares