PURIFICACIÓN DE LA IGLESIA DE MOLLINA TRAS LA PROFANACIÓN. 1936




A finales del mes de julio de 1936 un grupo de exaltados del bando republicano, aprovechando que el alcalde José Rojas Palomino, Pepe Tirones, estaba en Málaga, asaltó el templo parroquial de Nuestra Señora de la Oliva. Con la luna en creciente se sirvieron de la oscuridad de la noche para llevar los bancos a la Casa del Pueblo y arramblar con todo lo que pudieron: retablos, cuadros, imágenes de una Trinidad, un San Pedro, una Virgen del Rosario, un Santo Entierro, una Inmaculada, la Santa Teresa regalada dos décadas antes por el obispo Muñoz Herrera y un Corazón de Jesús y un Corazón de María, estos últimos, según se ve en fotografías, de escayola. El San Pedro que coronaba el retablo principal, una talla popular trabajada toscamente, también lo recordamos por una fotografía. De las otras no hay documentos gráficos que nos den indicios de su calidad. Sólo el templete de la Virgen del Rosario fue fotografiado.

De nada sirvieron los llamamientos a la cordura de Francisco Delgado Llamas, El Sordo Inglés, o Antonio del Pozo, El Bizco Charro. Francisco Salguero Capitán, Tito, consiguió frenar la destrucción del Cristo de las Ánimas arguyendo que las ideas que defendía aquel Cristo cuya imagen iban a quemar eran las mismas que ellos defendían.

Una parte de los dirigentes republicanos no aprobó nunca esta profanación. Las autoridades municipales, aparte de no aprobar estos hechos, se vieron desbordados por una masa que sembró el miedo en el pueblo.

La iglesia quedó convertida en economato donde se repartían víveres a una población hambrienta que no tenía dónde acudir. La requisa y saqueo de cabezas de ganado y otros productos llevado a cabo en cortijos -muchas veces a punta de pistola- permitían el reparto de comida a la población. Ëste se hacía sobre una mesa de altar con el anagrama de María –posiblemente el altar mayor- y que hoy adorna el retablo que cobija a San Francisco en la capilla de las Ánimas.

Buena parte de estos relatos lo encontramos en el libro de Miguel Ramos, Días de plomo, del que tanto hablamos en este blog y que tan imprescindible es para entender la Mollina de esos días.

La advertencia del alcalde al párroco de que él iba a ausentarse del pueblo y no iba a poder sujetar a los exaltados tuvo su resultado en la salvaguarda de los vasos sagrados y otros objetos pequeños: el cáliz del inefable Francisco de Rojas García, la peana de la Virgen de la Oliva, las coronas, cetro y media luna de esta imagen, u otra media luna. Estos hechos, así como testimonios de algunas personas del bando vencedor hacen que cuando hablemos de la imagen de la Virgen de la Oliva regalada por el obispo Fray Alonso de Santo Tomás en 1687 hablemos de desaparición de la misma. Tengamos en cuenta que a falta de derramamiento de sangre por parte de la Mollina republicana el delito atribuible a ésta era lo que se decía en toda la posguerra: Éste fue uno de los que quemó la Virgen. Esta frase fue una sentencia condenatoria a decenas de personas que no infligieron daño personal a nadie.

Una vez ocupada Mollina por el ejército rebelde y perdidas cincuenta y siete vidas por hechos de guerra o por asesinatos sumarios tras la ocupación, quedaba restaurar el templo tras los destrozos ocasionados. De ello nos habla el periódico de la derecha antequerana.



Aunque debía haber salido el día 6 de diciembre de 1938, El Sol de Antequera, que normalmente sale los domingos, sacó un número extraordinario el día 8 de diciembre para conmemorar la festividad de la Inmaculada y dedicárselo al ejército. En la página 4 de ese número –suplemento al número 679- aparecía la crónica de la purificación de la iglesia. No pone fecha, pero se puede suponer que la ceremonia tendría lugar el lunes 30 de noviembre de 1936. Decía:

Restauración de la iglesia parroquial de Mollina

En la villa de Mollina, como en tantos otros pueblos, fué saqueada la iglesia parroquial y destruidas sus imágenes, entre ellas la venerada Patrona Nuestra Señora de la Oliva. De la capilla que allí tienen las Religiosas Terciarias en su Colegio sólo pudo ser salvada, ocultándola, una imagen del Corazón de Jesús. Acordada la restauración de la parroquia, fué colocada dicha imagen en un altar provisional y el pasado lunes se verificó la bendición del templo, en el que se han hecho trabajos de limpieza y reparación.

 Para asistir a dicha ceremonia, fueron de ésta los sacerdotes don Clemente Blázquez, don Antonio Vegas, don Enrique Acedo y don Juan Ortega, y todos los seminaristas presentes en esta ciudad, así como don Juan Blázquez Pareja-Obregón, con su señora e hijas y don Antonio Vergara con su familia, siendo recibidos por el alcalde don Gonzalo Vergara, gestores don Rafael Fernández y don Felipe Rubio, párroco don Bartolomé Payeras, juez municipal don Juan Ordóñez; comandante del puesto de la Guardia Civil y otras personas.

A las diez se procedió a la bendición de la iglesia actuando el párroco y los señores Vegas y Blázquez de diácono y subdiácono, respectivamente, oficiando en el altar portátil, que tenía por fondo una gran bandera nacional con rótulo de «Viva Cristo Rey».

 Después del Santo Sacrificio fué organizada una procesión para trasladar al Santísimo desde la capilla del convento, cosa que se verificó con asistencia de numeroso público, así como concurrieron una sección de falangistas y otra de flechas y la Banda Municipal de esta ciudad.

Con el templo totalmente lleno se dijo la misa, escuchada con religioso silencio por los fieles, llenas de emoción principalmente las mujeres porque volvían a ver su iglesia restaurada.

 El señor Acedo pronunció un sermón de elevados conceptos, en el que comparó al pueblo de Israel con España; y dijo que si aquél por sus infidelidades mereció castigo como el nuestro, también tuvo la ayuda y protección divina como nuestra Patria la ha recibido de Dios al ser salvada por sus invictos generales.

Después el párroco excitó a los fieles a construir una nueva imagen de la Virgen de la Oliva, por suscripción popular; que sin duda ha de alcanzar pronto crecida cantidad.

Terminada la función religiosa, que resultó brillante y conmovedora, fueron obsequiados los forasteros e invitados a un refrigerio.





Extraña que la ceremonia estuviera presidida por la imagen del Corazón de Jesús salvada del convento de las Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María y no el crucificado de las Ánimas como hubiera sido lógico. Aunque si miramos el contexto de muertes en esos días –faltaban por contabilizar aún veinte muertes más de mollinatos acusados de la quema de la iglesia- convenía al bando vencedor ocultar la imagen. Hubiera sido un tanto a favor de los revolucionarios el respeto a la misma. Ya veremos más adelante cuándo se volvió a colocar, esta vez en lugar destacado. Las coronas y cetro y algunos enseres de la anterior Virgen de la Oliva fueron lucidos inmediatamente por la nueva imagen de Manuel Roldán de la Plata que no fue costeada por el pueblo, sino por Antonio Vergara Pérez en 1937. La media luna que aparece en las fotografías antiguas y que según los vencedores había sido quemada apareció intacta la víspera de la primera romería en 1982 y hoy procesiona el 15 de agosto junto con la peana desaparecida en el desgraciado incendio –de enseres, no olvidemos, no de la iglesia, que no ardió -de julio de 1936 y que sirvió de base a la Inmaculada de Roldán de la Plata desde noviembre de 1938 hasta la primera romería en que se colocó en la carreta construida para ello.



La primera imagen corresponde al retablo principal de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Oliva de mediados de los años veinte,  la segunda al altar colocado hoy en la antigua capilla de las Ánimas –hoy de san Francisco- procedente del antiguo amueblamiento de la iglesia y la tercera a la página del número extraordinario de El Sol de Antequera donde aparece la crónica de la purificación de templo.



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