MOLLINA EN LA OBRA LITERARIA DE EDUARDO MENDICUTTI.

 


 

                Si tuviéramos que pensar en algunos lugares ficticios creados para la literatura –en nuestro idioma- son dos los que nos vienen a la memoria en un primer momento. Gabriel García Márquez (1927-2014) creó a Macondo como lugar literario y lo hizo aparecer en algunas de sus obras: Los funerales de la Mamá Grande, La hojarasca, La mala hora, El coronel no tiene quien le escriba, Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo… y en algunas otras más. Pero, sobre todo, es en Cien años de soledad donde ese Macondo literario que nos recuerda a su Aracataca natal aparece como un testigo permanente de la historia que se nos cuenta. Por otro lado, Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901) en su monumental obra La Regenta nos hace suceder la historia en una ciudad también ficticia: Vetusta. Tras este nombre podemos adivinar a la ciudad de Oviedo. Estos ejemplos no son únicos, y de ahí que hayamos preparado esta entrada en el blog.

                Pasemos ahora a hablar de Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948), novelista y periodista autor de una obra premiada en numerosas ocasiones y traducida a varios idiomas, y cuyo activismo público le ha hecho ser considerado uno de los autores más importantes de la literatura homosexual en España. Su primera obra, Tatuaje, obtuvo el Premio Sésamo en 1973, aunque la censura impidió su publicación.

                La obra de Mendicutti, recorrida por personajes homosexuales, ha ido trazando, desde distintos aspectos, una auténtica "crónica ética" de un mundo marginal, pero que convive con todos nosotros sin que de él tengamos gran conocimiento. ​ La utilización de la ironía y el humor, que siempre empapa toda su obra, adquiere sobre todo en Los novios búlgaros, ​matices agridulces, tal vez porque es el humor de un hombre que prefiere comprender a juzgar y que intenta no perder pie. (Párrafo tomado de la Wikipedia)

                Tras haber aceptado el encargo del Ayuntamiento de Mollina, Eduardo Mendicutti pronunció el XXV Pregón de la Feria de la Vendimia el viernes 9 de setiembre de 2011.

                En octubre de 2013 aparece la primera edición de su novela Otra vida para vivirla contigo editada por Tusquets, de Barcelona, en su colección Andanzas. La novela –nos dice la solapa del libro- cuenta la relación entre un joven concejal de un pueblo andaluz, brillante, combativo y vitalista y un maduro escritor, aparentemente sereno y con tan pocas ilusiones como prejuicios, que vive en Madrid. La relación de estos personajes crece y se complica a través de mensajes, correos electrónicos, cartas y whatsapps.

En el personaje del escritor maduro podemos ver un trasunto del propio Mendicutti que figura en la novela como Ernesto Méndez.

                Muchas de las obras novelísticas de Eduardo Mendicutti tienen como escenario su ciudad natal: Sanlúcar de Barrameda. Pero el escritor no suele poner ese nombre. Utiliza La Algaida para referirse a su ciudad, consiguiendo de esa forma una suerte de literaturización de la población nativa. Incluso cambia el nombre de la patrona mariana: en vez de la Virgen de la Caridad, aparece la Virgen de la Misericordia. O la Fundación Ducado de Medina Sidonia lo hace con el nombre de Fundación Ducado de Santa Medina.

                Pues bien, en Otra vida para vivirla contigo aparece Mollina. No con el nombre de Mollina, sino como Mendilla. Con alguna que otra licencia literario-geográfica, pero aparece Mollina.

                En la página 77 de esa primera edición se abre el capítulo 5 de la novela: Aprenderás a decir palabras sucias. El capítulo empieza así:

                Más de la mitad de lo que me pagaron por exaltar los –por supuesto- fabulosos vinos cordobeses de Mendilla me lo gasté en ir a ver a Víctor a primeros de septiembre. Empleé una mañana entera en hacer el viaje, pero a Víctor le había escrito, por correo electrónico: “El viernes 9 estoy en Mendilla, entre Córdoba y Málaga, para lo del pregón de la vendimia, y duermo allí. He pensado en acercarme el sábado a La Algaida –el viaje es rápido y cómodo- para ver a mi madre y prolongar un poco el verano. ¿Qué planes tienes? ¿Podríamos vernos el sábado 10 para comer, o para tomar una cerveza por la tarde, o para tomar una cerveza por la tarde, o para cenar? Cuando tengas un momento dime algo, por favor. Un beso”.

                En la página 86 aparece:

                De entrada, le mandé a Víctor algún mensaje casi administrativo, que él respondía siempre con prontitud y delicadeza. Así le informé de que estaba ultimando la redacción del pregón de la Fiesta de la Vendimia del marco Mendilla-Corrales, y que estaría en Mendilla el viernes, 9 de septiembre.

                Y en la página 87:

                -No sé cómo va a salir –le confié-. Casi estoy tentado de inventar una excusa y volverme a Madrid directamente desde Mendilla.

                En la página 89 escribe:

                Como Mendilla estaba mucho más cerca de Málaga que de Córdoba, para ir de Mendilla a La Algaida tuve que levantarme, después del trasnoche del acto literario y social de la Fiesta de la Vendimia, a las seis de la mañana. Un taxi me llevó hasta la estación de Antequera, donde tuve que esperar un tren de media distancia que me llevó con mucha parsimonia a Sevilla, y de allí otro taxi –que me costó un congo- me llevó a La Algaida, donde comí solo en un restaurante del centro, porque no quería provocar ningún trastorno doméstico en el ceremonial de la comida de mi madre, y llegué a casa, entre unas cosas y otras, pasadas las cuatro.

                Más abajo en esa misma página y ya metida en la siguiente nos dice:

                Camino de la discoteca, guardando siempre entre nosotros una distancia decorosa, se interesó por mi vida en Madrid y por la Fiesta de la Vendimia de Mendilla, y me contó su barullo semanal de actividades educativas, municipales, solidarias, musicales y sociales.

 

                Hasta aquí las referencias a Mendilla-Mollina en esta novela de Eduardo Mendicutti. De su categoría literaria nos dice el escritor Fernando Iwasaki: Mendicutti es la reserva moral de la ironía y del humorismo en la literatura española… De ninguna manera es un escritor de novelas gay, sino un escritor gay de novelas fastuosas, espléndidas y descacharrantes.

 

                Las imágenes que acompañan a esta entrada son la portada de la primera edición de la novela a la que hemos hecho referencia, y las páginas 77 y 89 de la misma.

 


                Agradecemos a María Dolores López Velasco el habernos puesto en la pista para la realización de esta entrada.










 

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