FRANCISCO DE ROJAS GARCÍA. 09. UN POCO DE LITERATURA. LA GALERÍA LITERARIA MALAGUEÑA DE DÍAZ DE ESCOVAR. FRAY GERUNDIO DE CAMPAZAS.

 


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Un poco de literatura. 

La Galería Literaria Malagueña de Díaz de Escobar. 

    En 1898 apareció en Málaga la Galeria literaria malagueña: apuntes para un indice biografico bibliografico, relativos a escritores hijos de esta provincia, residentes en ella o que han escrito respecto a la misma / por Narciso Diaz de Escobar [sic]. El autor era Narciso Díaz de Escovar, 1860-1935, abogado, periodista y escritor malagueño.

    La última página impresa en el ejemplar conservado en la biblioteca de la Diputación Provincial de Málaga es la 648.

    Son cientos los personajes que aparecen en las páginas de esta Galería. 

    Francisco de Rojas aparece en las páginas 403, 404, 405 y 406.


    Para poder entender lo que pone en esas páginas referidas al señor De Rojas hay que fijarse en el modo de publicación de este tipo de obras.

    

Imagen 49. Portada de la Galería Literaria Malagueña.

 

 

    El señor Díaz de Escovar no escribía cada una de las biografías aparecidas en su Galería. Lo que hacían los autores de este tipo de obras era contactar con personas en toda la provincia en busca de información. Con la información recogida el señor encargado de la edición del libro –en este caso Díaz de Escovar- elaboraba una ficha con cada autor.

De ahí que la diferencia en el tratamiento de cada uno de los autores aparecidos en la Galería es escandalosa. De un autor sin importancia literaria alguna como De Rojas aparecen cuatro páginas.

 De Luis Barahona de Soto, ilustre escritor del siglo XVI, aparecen sólo diecinueve líneas.

 De Serafín Estébanez y Calderón, que se estudiaba en los manuales de literatura del antiguo bachillerato, aparecen dos páginas y cuatro líneas, muchísimo menos que del señor De Rojas. 

De Pedro Espinosa, máximo representante de la escuela antequerano-granadina de poesía del siglo XVI, también estudiado por todos los bachilleres de España, aparecen página y media, menos de la mitad que el señor De Rojas. 

A Cristobalina Fernández de Alarcón, citada por Lope de Vega en su Laurel de Apolo, y con poesías insertadas en el tomo 31 de la Biblioteca de Autores Españoles, le dedica poco más de media página. 

A don Vicente Espinel y Adorno, poeta y creador de una estrofa en castellano le dedica dos páginas y media y dos líneas.

 A Juan de Vilches, destacado poeta antequerano del siglo XVI lo despacha con dieciocho líneas. 

A Salvador Rueda, precursor del Modernismo, estudiado incluso en el bachillerato actual, le dedica dos páginas. 

A Rosa Gálvez de Cabrera, página y media.


Por si esto no fuera poco, podemos insistir sobre la falta de rigor en este tipo de publicaciones si hacemos caso a algunos nombres. No olvidemos que a finales del siglo XIX en la ciudad de Málaga no había ningún establecimiento de estudios superiores, si exceptuamos el Seminario Diocesano que, lógicamente, estaba restringido a estudios eclesiásticos. De ahí que la gran mayoría de nombres que aparecen tienen que ver con el clero. Aunque su participación en la literatura fuera nimia, o incluso ridícula.  


Veamos algunos ejemplos:

Alcántara Navarro (José) Sacerdote y escritor místico. Nació en Archidona. Fué Canónigo del Sacromonte de Granada. Como orador sagrado tuvo buen nombre.

Godoy (Fray Francisco de) Escritor antequerano. Se conocen algunos trabajos eruditos suyos.

Granados Blázquez (José) Poeta antequerano. Colaboró en “El Museo” en 1880

Guerrero Talavera (Antonio) Escritor nacido en Antequera. Fué virtuoso sacerdote. Se conserva un libro manuscrito sobre curiosidades antequeranas, debido á la pluma de este escritor, el cual está en poder de su pariente D. Miguel Talavera Muñoz.

Guzman  (sic) (José ) Presbítero malagueño. Compuso y publicó en Diciembre de 1762 unos gosos (sic) y novena á el Santo Cristo del Portal.

Heredia (Pedro de) Escritor místico. En 1680 era Beneficiado del Borge, y según vemos en los apuntes de Medina Conde, que obran en la Biblioteca de Palacio, en la epi demia de dicho año en la que perecieron 800 vecinos del Borge, D. Pedro de Heredia fué un verdadero héroe de caridad y abnegación.

Ladrón de Guevara (Andrés) Escribió sobre materias canónicas. Nació en Velez Málaga. Fue estudiante del colegio de San Miguel de Granada. Ocupó el provisorato de Guadix.

Leal (Enrique)  malagueño, que comienza á darse á conocer.

Medina (Francisco) Poeta que residía en Málaga en  1724. Dedicó un soneto, que hemos visto impreso, al elocuente orador D. José Cornejo.

Moreno Fernandez de Rodas (José) Poeta antequerano. Su modestia es tanta cerno su inspiración. Tomó parte en la velada que el 10 de Enero de 1897 se celebró en Antequera, destinándose los productos al socorro de los heridos de Cuba.

Moreno y Galludo (Guillermo) Era Presbítero, residió en Málaga y le cree de origen americano ó al menos en América debió vivir algunos años. En 1837 publicó en nuestra ciudad un folleto, que hemos leído y era de interés para los agricultores.

Moreno y Gonzalez del Pino (Cármen) Escritora antequerana. Nació el 1.° de Junio de 1837. Se conocen algunas de sus composiciones habiendo sido esta poetisa tan modesta  como virtuosa. La caridad la encontró siempre dispuesta a  su servicio. Murió en Granada.

Peman (Concepción)  Residía en Velez.  Escribió algunos versos muy correctos é inspirados.

Pérez Jiménez (Mateo)  Sacerdote de este Seminario. Poeta de admlrable estro y escepoional (sic) dulzura, según Maesso Campos. Buen teólogo. Víctima de una afección pulmonar falleció  en Alhaurin el Grande, á los veinte y seis años de edad, en 1864,

Ramirez Reina (F.) Alumno del Seminario de Málaga en 1896. Es poeta inspiradísimo.

    

Imagen 50. Retrato fotográfico de Narciso Díaz de Escovar.

 

    Creemos que son ejemplos más que suficientes para dudar de la altura intelectual de la obra.


    Ya el mismo recopilador nos lo decía al final de este libro al anunciar una segunda edición que no vino: A la vez subsanaremos los errores en que podamos haber incurrido, especialmente respecto á fechas y naturaleza y quedarán corregidas erratas importantes, hijas de la forma en que este libro se ha llevado á cabo, muchas de las cuales estarán ya advertidas por la ilustración de nuestros lectores.


    La diferencia de estilo entre las distintas fichas de escritores hay que achacarlas a la forma de recopilación de datos para esta obra. 

    Hay tres ejemplos en los que los informantes se quejan sobre el poco espacio del que disponen.

     Uno de ellos es, precisamente, de quien informa sobre nuestro De Rojas. Dice: Deseariamos que este libro pudiera ser de mayor estension (sic), al objeto de detallar la biografía de este ilustrado sacerdote, gloria de nuestra provincia. Otro es el informante sobre Francisco Guillén Robles: Deseariamos disponer de mucho espacio para ocuparnos detenidamente de este ilustre malagueño, tan buen historiador como admirable literato. Y el otro es el informante sobre Antonio Fernández García, al que la Galería le dedica dos páginas. Empieza así: No hemos conocido escritor más fecundo ni periodista más incansable. Difícil trabajo es reducir su biografía á escasos renglones.


    Son muy escasas las noticias que el propio Díaz de Escovar da sobre sus informantes. Cuando habla de Gregorio Naranjo Barea, ex canónigo, Maestro escuela y Provisor del Obispado, orador sagrado y catedrático del Seminario, nos dice que fue este señor el informante sobre escritores del siglo XVIII.

    Hay un caso especial. La Alameda. Aparecen seis escritores del pueblo vecino. Y aparece el nombre del informante, el señor García Páez.

    Sobre el escrito de De Rojas no tenemos constancia de su autor.

     Es más que evidente que no fue el propio Díaz de Escovar su redactor. Tenemos, entonces, que acudir al método de recopilación de datos de este tipo de obras para hacer una hipótesis sobre la autoría.

     Podría ser el cura párroco de Mollina de finales del siglo XIX. Aunque también podrían ser otras dos personas.

    Una, Pedro José Pedraza y Páez, antequerano de 1877 y, por aquel tiempo, estudiando teología en Roma. Según la Galería estaba escribiendo a finales de los noventa La Historia de las misiones de Las Siete Palabras, además de Trabajos Apostólicos del B.P. misionero Rojas de Mollina en la América Latina. Según este mismo informador de esta obra ya tenía finalizados los dos primeros tomos. 

          

Imagen 51. Uno de los libros de Pedraza y Páez editados por Sopena.

 

    Lo cierto es que consultando los datos de la Biblioteca Nacional de España el señor Pedraza parece que no siguió los estudios eclesiásticos. Dentro de la editorial Sopena se dedicó a publicar sus novelas –la mayoría de asunto historicista-. En 1900 publicó una guía de Roma para viajeros españoles. En total son veinte las obras suyas publicadas. Otra faceta suya fue la de traductor. Tradujo a Dostoievski, Sienkiewicz, Doyle, Hermanos Grimm, Tolstói, Verne y otros. En total la Biblioteca Nacional le reconoce treinta y ocho libros traducidos. Se desconoce la fecha de su muerte. Se sabe, eso sí, que en 1950 aún vivía. 

              

Imagen 52. Portadilla de la misma.

 

    Siempre desde el terreno de la hipótesis hay que afirmar que la participación de Pedraza y Páez –P. de Azar y Azpe firmaba algunas publicaciones- en la elaboración de la ficha enviada a Escovar sobre De Rojas es remotamente probable. Lo que sí es más que probable es que fuera el responsable de la inclusión de De Rojas en el Diccionario Ilustrado Sopena, ya que Pedraza formaba parte de la nómina de escritores de esta editorial.


    Pasemos a la persona que tiene más posibilidades de haber sido el informante para la Galería de Escritores. Para ello estudiaremos someramente a un personaje recordado por nuestros abuelos. Se trata de don Florentino Ruiz Gutiérrez. Había nacido en Riego del Camino, en la provincia de Zamora, en 1864 o 1865. Desconocemos su nivel de estudios. Cuando llega a Mollina se dice maestro. Sí sabemos que en 1912 los libros del señor De Rojas estaban depositados en Barcelona y en Antequera. En esta última ciudad en la calle de San Bartolomé, 23, y a nombre de don Florentino Ruiz.

    En el Padrón Vecinal de 1924 el señor Ruiz aparece domiciliado en Mollina en la calle del Aire –actual calle de Córdoba- número 4. Llevaba allí nueve años, o sea, desde 1915. Se había casado con María Josefa Roja (sic) Luque, sobrina de De Rojas. Hay que hacer notar que ese Rojas es el mismo que De Rojas, sólo que con la De perdida tras la implantación del Registro Civil.  Cuando se casaron, él tenía cincuenta y un años y su esposa, cuarenta y dos, aproximadamente. Todo apunta a un matrimonio de conveniencia. Los dos miembros del matrimonio sabían leer y escribir.


    En la casa, seguramente propiedad del cura De Rojas, vivían además Cristóbal Parra Luque de 48 años, sin saber leer ni escribir, tejero de profesión, ganando cinco pesetas al día y su esposa, Carmen Velasco Jiménez, de 32 años, analfabeta, venida desde la Alameda diez años atrás.

    Además vivía María Josefa Luque Rodríguez, de 72 años, viuda, analfabeta, viviendo siempre en Mollina.

    Deduciendo por los apellidos en la casa vivía don Florentino, su esposa –sobrina de De Rojas-, su suegra –cuñada de De Rojas-, y un sobrino de la cuñada con su esposa.

    Según ese Padrón don Florentino, de 59 años, ganaba un sueldo de mil pesetas anuales. Su esposa, de 50, se dedicaba al hogar.

    En ese año de 1924, el 9 de febrero, don Florentino Ruiz, con sesenta años, fue nombrado alcalde de Mollina en plena dictadura de Primo de Rivera. Hasta 1925.

    En esos años es cuando don Florentino ejercía de maestro. No como maestro de Enseñanza Primaria dependiendo del Ayuntamiento. Hay muchos indicios de que lo que había en la calle del Aire, número 4, era una Escuela de Doctrina. Los niños tenían que hacer la primera comunión. Así que acudían a la Escuela de Doctrina para aprender los conocimientos básicos de catecismo que les permitieran cumplir con ese rito y aprender memorísticamente algunas oraciones. No deberíamos olvidar que gran parte de los niños mollinatos en esa época empezaban a trabajar cuando tenían seis años y las niñas, a esa edad, tenían que ayudar a sus madres a la crianza de los hermanos menores o, con algo de más edad, servir como niñeras en las casas acomodadas del pueblo. Tampoco se puede olvidar que la preparación para la primera comunión consistía en el aprendizaje del catecismo y de oraciones básicas, todo a base de memoria, sin que el razonamiento entrara en estas enseñanzas.

    En el Padrón de Vecinos de 1930 en la calle de Monseñor de Rojas, la antigua Calle del Aire, número cuatro, aparecen viviendo ya sólo don Florentino y su esposa.

    En el Padrón de 1940 vuelve a aparecer don Florentino, de 76, con una antigüedad en Mollina de veintiséis años, y su esposa, de 67.

    En el mismo domicilio –ahora llamada calle del General Mola- muere don Florentino Ruiz el 30 de diciembre de 1943 a causa de una asistolia a los setenta y nueve años sin dejar descendencia.

    Dado que Francisco de Rojas García no dejó nada de lo que había afanado en Madrid –sobre todo lo sustraído a la viuda de Chinchón de la que hablaremos más adelante-, a su pueblo ni a la Iglesia Católica, es más que probable que don Florentino fuera el mayor beneficiado de los bienes acumulados por su tío político y cura. 

    Otra cosa sería la voluntad de De Rojas de dejar herencia a la Iglesia. En la diócesis no consta.

    Se puede deducir también, con todas las reservas, que don Florentino fue el que redactó la ficha para que Díaz de Escovar lo metiera en su libro.


    Retomando la Galería de Escritores de Díaz de Escovar tenemos que citar lo que el catedrático Cristóbal Cuevas dice sobre la misma y sobre el libro de Trinidad González Rivas sobre escritores de Málaga: …aunque en algunos aspectos seguían siendo aprovechables, carecían del rigor crítico exigible, y estaban además superadas metodológica, crítica y documentalmente.


    De lo anterior podemos deducir que la biografía de Francisco de Rojas García aparece en la Galería de Díaz de Escovar es poco o muy poco fiable en cuanto acercamiento a la figura de nuestro fraile.


Al final de este estudio se pondrá enlace para la consulta digital de esta obra. 



    Y ya que hemos mencionado a Cristóbal Cuevas pasemos a analizar el Diccionario de Escritores de Málaga y su provincia aparecido en la Editorial  Castalia en el año 2002 bajo la dirección y edición de Cristóbal Cuevas, catedrático de la Universidad de Málaga., que dirigió al Grupo de Investigación de la Universidad de Málaga “Recuperación del Patrimonio Cultural Andaluz” (HUM 159). A pesar de que supone un paso de gigante en cuanto a seriedad de la publicación y que aparecen los nombres de los encargados al final de cada uno de los artículos, tuvimos poca suerte con Francisco de Rojas.

            

Imagen 53. Sobrecubierta del Diccionario de Escritores de Málaga y su provincia.

 

    En la página 819 del mencionado Diccionario aparece Rojas de Mollina, Fray Francisco María de Lorenzo. Suponemos que se refiere al señor Francisco de Rojas García, Lorenzo de Mollina en la orden capuchina. Aparecen algunos errores pequeños: Da 1852 como fecha de nacimiento, en lugar de 1851. Su madre aparece como María Josefa de Molina, cuando en realidad era Josefa García de la Torre. Aparece el Marqués de Fuente, cuando se quiere hacer referencia al Marqués de Fuente de la Piedra.


    Hay además dos errores de bulto. El primero es reproducir casi textualmente el texto del informante de Díaz de Escovar. Poco contraste de información. Por si fuera poco, la redactora adjudica al señor De Rojas las dos obras que Pedraza y Páez decía estar redactando en Roma sobre De Rojas y que jamás aparecieron. Además adjudica al fraile el Vademecum del peregrino español o sea de Roma a Roma en siete etapas,  cuando en realidad era obra de Pedro José Pedraza y Páez, impresa en Córdoba en 1900 y dedicada a don Bernardo Bouderé Bordenabe, señorito antequerano de procedencia francesa que ayudó al autor.

    La encargada de la redacción del artículo sobre De Rojas es doña Cecilia Vega Martín, persona vinculada a la enseñanza en la diócesis de Málaga.


    Si repasamos el artículo sobre Pedro José Pedraza y Páez aparecido en este Diccionario veremos cómo dan por finalizadas las obras La Historia de las Siete Palabras (sic) y Trabajos apostólicos del R.P. misionero Rojas de Molina en la América Latina (sic) obras que no aparecen reconocidas como publicadas, en la página que sobre Pedraza tiene la Biblioteca Nacional de España.


Fray Gerundio de Campazas.


    Si queremos hablar de Francisco de Rojas García debemos hablar de este personaje de nuestra literatura. Más de una vez fue comparado De Rojas con Campazas, así que veamos.

    José Francisco de Isla de la Torre y Rojo (Vidanes, León, 25 de abril de 1703-Bolonia, 2 de noviembre de 1781) fue un jesuita, escritor satírico y novelista español conocido en la historia de la literatura como el Padre Isla. 

    Cuando la Compañía de Jesús fue expulsada de España en 1767, el Padre Isla se exilió en Italia.

      

Imagen 54. Retrato del Padre Isla por Moreno de Tejada, conservado en la Biblioteca Nacional de España. 


    Publicó bajo el nombre ficticio de Francisco Lobón de Salazar, beneficiado de Aguilar y cura de Villagarcía de Campos, la más importante de sus obras, la primera parte de la Historia del famoso predicador fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, en 1758, que se agotó en tres días.  La segunda parte se publicó en 1768, ya exiliado el autor. Se trata de una novela de muy escasa acción, en la que se conjugan del modo más extraño dos elementos: una narración novelística satírica y burlesca acerca de los malos predicadores, que aún seguían el estilo pomposo y pedante de los predicadores  gongorinos del barroco, y un tratado didáctico de oratoria sagrada. En esta combinación intercala el autor además diversos cuentos y chascarrillos; se percibe en la obra el influjo de la novela picaresca y de Cervantes y lo que más destaca en la misma es su ingenio y su ironía. además de la habilidad en la humorística  parodia  de los sermones pedantes, a pesar de la prácticamente inexistente acción. (Wikipedia)

Imagen 55. Portada de la primera edición de Fray Gerundio... 1758.


    La trama de la novela es la siguiente: Su protagonista, Fray Gerundio, nace en Campazas, provincia de León, hijo del labrador Antón Zotes y de la tía Catalina Rebollo, su mujer. Tras estudiar sus primeras letras en la escuela rural de Villaornate y gramática latina con un dómine pedante y estrafalario de las cercanías, apellidado Zancas-Largas, decide de rondón meterse fraile, conquistado por la descripción de la regalada vida de convento que le hace un lego de paso por su casa. Acabado el noviciado sin haber entendido palabra en sus estudios, cae en manos del predicador mayor del convento, fray Blas, que toma a Gerundio por su cuenta, lo encamina hacia la oratoria y lo forma según su propio estilo. 


    Lo importante de todo esto es que Campazas quedó como calificativo de aquellos predicadores que usaban una oratoria heredada del último barroco: muchas palabras, ningún concepto. Palabrería hueca, resonante, pero sin una buena base intelectual. 


 

    Visto todo lo anterior, ya es hora de empezar con la vida y obra de Francisco de Rojas García. 

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