FRANCISCO DE ROJAS GARCÍA. 11. 1879. VUELTA A ESPAÑA COMO CAPUCHINO. VALENCIA.

 

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Vuelta a España como capuchino.

1879. Mientras Max Liebermann pintaba Jesús entre los escribas y William Adolphe Bouguereau su Nacimiento de Venus… Mientras Fiódor Dostoyevski publicaba Los Hermanos Karamázov, Henrik Ibsen, estrenaba su Casa de Muñecas y José Hernández publicaba su Martín Fierro… Mientras Thomas Alva Edison inventaba el dinamo para alumbrados por incandescencia, Siemens la locomotora eléctrica y mientras Wilhelm Wundt creaba el primer laboratorio de psicología, separando la psicología como ciencia independiente… Mientras Franz von Suppé estrenaba su opereta Boccaccio 


    …Francisco de Rojas García volvía a España convertido en fray Lorenzo de Mollina.



1879-1880

    Luis Amigó, en su autobiografía nos dice en su parte II, capítulo XII:

El día 4 de octubre de dicho año 1879, en la festividad de nuestro Seráfico Padre San Francisco, se abrió de nuevo el convento de Santa María Magdalena, en Masamagrell, en el que se reunieron varios padres de los exclaustrados (64). Y para dicha festividad fue enviado por los superiores a cantar su primera misa el padre Francisco de Valencia, mi connovicio, que había quedado en Antequera al mandarme a mí a la fundación de Santander. A dicho convento de la Magdalena fue destinado mi también connovicio padre Lorenzo Mollina, el cual deseaba mi traslado allí y me escribió para que yo lo pidiese; pero yo ni pensaba en ello, ni menos hubiese hecho nunca diligencia alguna para esto.

Imagen 65. Vista aérea actual del Convento de la Magdalena de Masamagrell.

 

 

    Allí empieza De Rojas su carrera como predicador.  Y al poco tiempo empieza a anunciarse en la prensa católica.

    Su primera aparición en la prensa –que sepamos- es el  23 de junio de 1880 en el diario religioso-político La Unión Católica, de Valencia, que anunciaba en su página 1 que en la iglesia de Montesa y Temple, a las seis de la tarde de ese día, domingo, habría un ejercicio solemne en el que predicaría el R.P. Lorenzo de Mollina, del convento de la Magdalena.

Imagen 66. Página de La Unión Católica, de Valencia, del 13 de junio de 1880.

Imagen 67. Recorte de prensa de la primera vez –que sepamos- que De Rojas aparece en un periódico.


    La iglesia a que se refiere es la situada en la Plaza del Temple, 1, de la ciudad de Valencia, mandada construir por Carlos III. El monasterio lo ocupa hoy la Delegación del Gobierno en Valencia. La impresión de estar dentro de un gran edificio como éste debería ser apabullante para un fraile cuya iglesia parroquial –entonces de dos naves, y no muy amplias- no podía competir ni en riqueza ni en calidad artística con esta del Temple o con algunas de las que después contaron con su presencia.

Imagen 68. Aspecto actual de la iglesia del Temple de Valencia.

 

    Otras treinta y tres veces más aparecerá Francisco de Rojas –Lorenzo de Mollina- en la prensa valenciana hasta el 27 de marzo de 1881. Los medios serán –aparte de La Unión Católica- El Almogávar, diario ultramontano como se hacía llamar, y una vez en El Graduador, periódico político y de intereses materiales, y otra vez en La Lealtad, periódico monárquico, órgano oficial del partido católico y tradicionalista.  Las crónicas son las más de las veces de una grandilocuencia que hoy nos suena a ingenuas.


    Aunque en algunas de esas veces sólo aparece el anuncio de un sermón hay otras que sí que son sustanciosas. Algunas de esas reseñas son bastante legibles, así que las pondremos tal cual, en recorte. Otras las transcribiremos. Precisamente La Unión Católica del día 22 de junio de 1880 traía en su página dos esta crónica:

Imagen 69.  Primera parte de la crónica de La Unión Católica, de Valencia, del día 22 de junio de 1880.


Imagen 70. Segunda parte de dicha crónica.



    Este mismo periódico traía en su edición del día 29 de junio de ese año otra crónica. Podemos deducir que la cifra de comuniones que dio el informante del señor Díaz de Escovar era falsa. Se quedó corto.  La crónica decía así:

Imagen 71. Primera parte de la crónica aparecida en La Unión Católica, de Valencia, el 29 de junio de 1880. 

Imagen 72 . Segunda parte de la misma.


    En su edición del día uno de julio el periódico reconocía la errata: no era Antonio, sino Lorenzo.


    A finales de agosto de 1880 se encargó de una misión en el pueblo de Pinero durante tres días.


    De ahí pasó a Puzol. Dejamos aquí como ejemplo lo que decía La Unión Católica en su número del 11 de setiembre de 1880 sobre los efectos lacrimógenos de los sermones del padre Mollina. Puzol no fue el único pueblo que se emberracó con nuestro fraile. Fueron algunos más. Tanto lloraban que su fama fue creciendo y creciendo.

Imagen 73.  Crónica del corresponsal de La Unión Católica, de Valencia, del día 11 de setiembre de 1880.


Imagen 74. Interior de la iglesia de los Santos Juanes de Puzol. Imagen de DecorFlor Puzol.

 

 

 

    Luego se traslada a Rafelcofer. De esa estancia tenemos una jugosa crónica anónima aparecida también en La Unión Católica. Los detalles de cómo era una feria en el último tercio del siglo XIX son aclaratorios en grado extremo. Nada que ver con las ferias actuales. La atracción principal era el Padre Mollina. Apareció el día uno de octubre de 1880:


“Rafelcofer, 27 de setiembre de 1880

Sr. Director de LA UNIÓN CATÓLICA.

Muy señor mio: Con la confianza de suscritor, me dirijo á V. en esta ocasión, suplicándole tenga á bien publicar en las columnas de su excelente periódico, la siguiente descripción de las fiestas religiosas que ayer terminaron en este pueblo.

Señor director, copiosas lágrimas brotan de mis ojos, cuando en mi imaginacion se reproducen las escenas conmovedoras que en estos días han colmado de grandes satisfacciones el corazon de los piadosos habitantes de Rafelcofer. ¿Save V. por qué?  A instancias de nuestro amante y querido señor cura D. Antonio Artés, y de nuestro inteligente y activo señor alcalde D. José Barber, hemos alcanzado el singular favor de tener entre nosotros al jóven misionero capuchino R.P. Lorenzo de Mollina, tan célebre ya en este reino por su elocuencia y celo apostólico, quien ha pronunciado los discursos de estas brillantes fiestas. La prermanencia entre nosotros del sábio y virtuoso misionero, es la que ha dado á nuestras fiestas, este año, una solemnidad extraordinaria.

Si careciera de tinta, escribiría con sangre de mis venas esta pobre carta, para ofrecer á V. y a los lectores de LA UNIÓN CATÓLICA, el relato festival de de los resultados de la predicacion de tan distinguido religioso.

El martes último, dia 21, salió en un lujoso carruaje á la estacion de Gandia una comisión de fiestas presidida por nuestros señores cura y alcalde, para recibir al R. P. Lorenzo y al jóven lego que le acompañaba. Salieron de Gandia á las once del dia, y á eso de la una, el eco armonioso de las campanas anunció la proximidad del padre misionero, y escitó el entusiasmo de los habitantes de Rafelcofer, que salieron al encuentro del ilustre predicador, cuyas manos y hábito deseaban besar. ¡Qué ovacion! Cosa parecida no la he visto sino en la visita pastoral de los Obispos: los hombres y las mujeres, los ancianos y los niños se agrupaban enternecidos en torno del jóven y respetable capuchino, que para todos tenia palabas de dulzura y cariño, y una estampita ú hoja de propaganda.

Abriéndose paso por la apiñada muchedumbre, y acompañado de las dignas autoridades, pasó á la iglesia para visitar al SANTISIMO, y despues de unos momentos de oracion subió al púlpito para saludar al pueblo de Rafelcofer, que llenaba completamente las naves del templo. Pronunció un breve y conmovedor discurso, valiéndose del saludo de Jesús á sus discípulos: pax vobis. Desde entonces quedaron suyos los corazones, el respeto y las simpatías de todos los hijos de Rafelcofer. El P. Lorenzo se retiró á la abadia, en donde el señor cura le habia dispuesto un digno hospedaje para todos los dias de su permanencia entre nosotros.

Por la noche, reunidos todos en la iglesia, despues de rezado el santo Rosario, nos manifestó el R.P. desde el púlpito, que para el domingo próximo concedia á nuestra iglesia un Jubileo: nos hizo una clara esplicacion del cordon de San Francisco, y de los privilegios de que disfrutan los que los ciñen; y ha sido tanto el entusiasmo por esta devocion, que ha bendecido y ceñido más de mil cuatrocientos cordones. Todos los dias á las siete celebraba la santa Misa, y concluida esta, nos dirigia preciosas pláticas encaminadas todas á encender y avivar en nuestras almas el amor á Dios y á nuestros prógimos, y el desapego del mundo.

La corporacion municipal y personas más notables de la poblacion han visitado al reverendo misionero, y han rivalizado todos en protestas de respeto y amor.

El jueves y viernes eran los dias preparados para solemnizar las grandes fiestas en honor de la Virgen bajo el titulo de Aurora Divina, y  de la devota imágen del Santísimo Cristo del Amparo. Innumerables forasteros iban acudiendo para escuchar los sermones del padre capuchino, y contemplar aquel hábito bendito que el tigre de la revolucion habia hecho girones cuarenta y cinco años hace. No es posible referir la devota actitud de un auditorio tan numeroso, recogiendo con avidez todas las palabras del orador apo (ilegible) lo profundo de los pensamientos las (ilegible) rmas y union evangélica cautivaron dulcemente la atencion de tantos fieles, conmovidos al escuchar las magnificencias de la Virgen Maria, y los rasgos de amor de su divino Hijo.

Las funciones de la iglesia no pan podido ser más brillantes, ora por la asistencia de sacerdotes, ora por el acierto en los músicos y buenas voces de los cantores: pero lo que ha dado á las fiestas una suntuosidad jamás vista, ha sido la elocuente palabra del sábio capuchino en el púlpito, su noble presencia, su fino trato, carácter simpático y su activo celo. No han faltado las salvas de miles de morteretes; dos castillos de fuegos artificiales, han dado vistoso remate á as procesiones; y dos cuerdas de cohetes, han divertido á los aficionados al final de las veladas.

La solemne procesion del viernes la presidió el R.P. misionero, quien, al terminar en la iglesia, dirigióse desde el púlpito á todo el concurso, haciendo con entusiasmo oportunas consideraciones sobre el acto que habia tenido lugar con tanta pompa, llevando en triunfo de la poblacion la veneranda é imponente imagen de Jesus Crucificado, y felicitó á todos los hijos de Rafelcofer por las magnificas protestas de fé que había presenciado durante los días de fiestas. Concluyó aconsejando á todos recogiesen su espíritu y se preparasen el dia siguiente sábado para la confesión y comunion del jubileo. Todo el ilustre ayuntamiento pasó luego á la sacristia para saludarle y prodigarle sinceras muestras de gratitud.

Pero, Sr. Director, aún no habíamos visto desplegada toda la actividad del jóven apóstol: en sus sermones y pláticas habia encargado á todos se aprovechasen de la extraordinaria gracia del jubileo y él se preparaba para recoger el abundante fruto de su fecunda palabra. Pasó todo el dia y noche del sábado oyendo confesiones, dando á su fatigado cuerpo tan solo un breve rato de descanso. A las ocho de la mañana del domingo celebró la Misa rezada de comunion con acompañamiento de armonium, precedida y seguida de de abreves pero sentidas pláticas que llenaban de fervor todos los corazones. El señor alcalde y demás señores del ayuntamiento y juez municipal figuraban al frente de la solemne comunion la más concurrida que se ha visto en esta parroquia, pues siendo los vecinos de este pueblo poco mas de 400, fueron 1.200 las comuniones.

A la hora oportuna se celebró la Misa solemne con esposicion de S. D. M. predicando el reverendo Padre misionero un sermón de la Divina Pastora muy adornado de bellezas oratorias, en el que manifestó el vivo placer que sentía al predicar de la madre y protectora de los capuchinos.

Por la tarde en la función de despedida el concurso de fieles fue numerosísima, acudiendo muchisimos forasteros jpara visitar el templo y ganar el jubileo. El acto fue en estremo conmovedor: el SANTISIMO estaba de manifiesto: concluida la visita dio el Padre la bendicion papal á todos los fieles que llenaban la iglesia y su plaza. Pero llegó aquel momento del sermón en que nuestro venerado misionero se valia ya de palabras de despedida, y las lágrimas asomaron á los ojs de todo el inmenso concurso, que por última vez iba á contemplar aquel ejemplar varon, quien delante de JESUS SACRAMENTADO, mezclaba sus lágrimas con las nuestras pidiendo al Dios del eterno amor por todos nosotros y por nuestros hijos. ¡Qué momentos aquellos! ¡Cuán sublime es nuestra religion! Tantos fieles todos poseídos de unos mismos sentimientos y reunidos como una sola familia, llorando delante del Redentor, la separacion de un enviado suyo. El cariñoso padre nos dio el último adios y bajó del púlpito dando antes un viva a Jesus Sacramentado contestado por todos con abundante llanto. Inmediatamente se levantó nuestro señor cura en el presbiterio, y entrecortada su voz por la pena de su corazon, manifestó que si Dios nos habia colmado de tantos dones en aquellos dias, habia sido por conducto del apóstol capuchino; y como breve plegaria á Jesucristo porél, y espresion de nuestra gratitud dio un viva al Padre misionero, que fue respondido por todos con esplosion de amor. Ultimamente revestido de los ornamentos sagrados y con asistentes, nos dio el Padre Lorenzo, con toda solemnidad, la bendicion del SANTISIMO SACRAMENTO.

La misma noche del domingo á la una salia de Rafelcofer para coger el tramvia de Gandia y acompañado de los mismos que salieron á recibirle, habiendo sido obsequiado durante la velada con las últimas muestras de afecto y simpatia por parte de tados los hijos de Rafelcofer, en particular de las dignas autoridades. Al ausentarse nuestro inolvidable D. Lorenzo, ha dejado en nosotros un vacío difícil de llenar, y un no sé qué de melancolia y tristeza; pero la memoria de sus virtudes no se borrará jamá de nuestro corazon; reciba este testimonio de nuestra eterna gratitud. ¡Gloria á las órdenes religiosas! ¡Quiera Dios se restablezcan completamente en nuestra patria!

Suyo áfectisimo S.S.

Un amante de los frailes.


 

Imagen 75. Página de La Unión Católica de Valencia en la que aparece la crónica anónima de la misión en Rafelcofer. Primero de octubre de 1880.


Imagen 76. Torre de la iglesia de San Antonio y San Diego de Rafelcofer. Imagen de Josep Lluis, todopueblos.es

 


    El dos de octubre aparece en el mismo medio otro anuncio de sermón.  También el 30 de octubre,  a  Carcagente y Villanueva de Castellón, sólo que, esta vez, al lado había una crónica de la competencia. En este caso los jesuitas padres Mies y Laborda habían conseguido en Villajoyosa  repartir más de cinco mil Hostias en los cuatro días de misión.


    El 31 de octubre aparece otra crónica que incide en las crónicas anteriores y que, para no cansar, no ponemos. Resumimos: más de seis mil comuniones y más de mil quinientos cordones de San Francisco impuestos en Benaguacil. Recordemos que en las contiendas civiles del siglo XIX Benaguacil era una de las poblaciones valencianas con más militancia carlista. Y recordemos que los cordones se cobraban. Y bien.


Imagen 77. Púlpito de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Benaguacil, desde donde predicó el padre Mollina. Imagen de turismobenaguasil.com


 

    El cinco de noviembre de 1880 aparece en La Unió Católica una carta firmada por el padre Lorenzo de Mollina, misionero capuchino, en el que glosa la figura del padre Ambrosio de Benaguacil, que había sido su maestro de novicios en el convento de Bayona y había muerto el día uno. 


Imagen 78. Página de La Unión Católica del día 5 de noviembre de 1880 donde Lorenzo de Mollina se despide de un compañero.


 

    El día 23 anuncia para el día siguiente una carta que relataría la misión en Carcagente. Efectivamente, el día 24 apareció en la página uno de La Unión Católica: 

Imagen 79. Primera parte de la carta aparecida en La Unión Católica el día 24 de noviembre de 1880.

Imagen 80. Segunda parte de la misma.


Imagen 81. Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Carcagente.

 


    El 19 de diciembre de 1880 apareció otra crónica, esta vez en El Graduador, periódico político y de intereses materiales –como se denominaba en su cabecera- de Alicante. Esta vez la crónica relata la misión celebrada en Bañeras –actual Banyeres de Mariola- en la provincia de Alicante, pero archidiócesis de Valencia. Sigue con el mismo tono grandilocuente de las anteriores. El padre De Rojas debería de irse haciendo ya una idea de lo rentable que podía ser vivir de los sermones. Esto decía el periódico: 


Imagen 82. Crónica aparecida en El Graduador de 19 de diciembre de 1880.


Imagen 83. Vista actual de la Iglesia de Nuestra Señora de la Misericordia de Bañeras.


 

    La crónica aparecida cuatro días después de esta misma misión es bastante más jugosa. Aunque coincide en el número de Hostias -4.000-  con la anterior, nos da muchos detalles. Ya hemos visto que en los sermones del Padre Mollina la gente se hartaba de llorar. Pues bien, en Bañeras el señor De Rojas consiguió que la gente llorara incluso antes del sermón. Lloraba sin haberlo oído. Lloraban mientras fray Lorenzo de Mollina iba camino de la iglesia, con sólo verlo.  La Unión Católica, de Valencia sacó el relato de la misión de Bañeras en su primera página del día 23 de diciembre. Dos columnas y media de las cinco que tenía el periódico.  Vamos a reproducirla toda:


Imagen 84. Primera parte de la crónica de La Unión Católica del día 23 de diciembre de 1880.


Imagen 85. Segunda parte de la misma crónica.


Imagen 86. Tercera parte.


Imagen 87. Y cuarta.


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