FRANCISCO DE ROJAS GARCÍA. 28. SOBRE SU LIBRO DE VIAJE A TIERRA SANTA.

 


 Viene de https://lopez29532mollina.blogspot.com/2024/04/francisco-de-rojas-garcia-27-sobre-los.html



     Antes de entrar a analizar muy por encima el libro de Francisco de Rojas sobre su viaje a Tierra Santa tenemos que ponernos un poco en situación.


 

    El nivel intelectual de los destinatarios de los libros de De Rojas es fácilmente deducible leyendo cualquiera de ellos. Para que nos vayamos haciendo a la idea: en ese tiempo se vendía –tanto en la corte, como en otras ciudades- este grabado:

Imagen 396. Grabado con el Verdadero retrato de N.S. Jesu-Cristo.


 


    El nombre completo del grabado es Verdadero retrato de N.S. Jesu-Cristo, igual al que Pablio Lentelo gobernador á la sazón en Judea envió al Senado Romano.


    Este Pablio Lentelo es, más que probable, Publio Cornelio Léntulo Escipión (15-52), político y militar romano del siglo I que desarrolló su carrera durante el imperio de Tiberio y Claudio. Hacia el año 41 alcanzó el proconsulado de Asia.

 

    O sea, que Publio Léntulo encarga en el siglo I un retrato de alguien que murió unos años antes de ser él procónsul. Y el pintor lo hace en un estilo de pintura adocenada y dulzona del siglo XIX, mediante un retrato de alguien representativo de una raza centroeuropea rubia más que de un judío del siglo I.

 

    Además Léntulo le manda al Senado Romano la descripción del personaje:

    “Poderosos senadores:

Imagen 397 Primera parte de la descripción de Jesús.

Imagen 398. Segunda parte de la descripción de Jesús.



 

    El dibujo parece ser de los hermanos Casse, ahora desconocidos, impreso en los talleres  de A. Bès, litógrafa activa en París entre 1830 y 1848.

 

    Por si fuera poco, abajo incluye un sello que recuerda a las armas pontificias, suponemos que para dar más fuerza de autenticidad al grabado.

 


    Pues bien, este grabado se vendía. Y se le rezaba. Si ponía verdadero retrato es que era un retrato verdadero. Sin más cuestionamiento.

 


    Desde el lógico respeto a este pensamiento y a esta gente, hoy es inadmisible creer a pies juntillas en esa historia. Una cosa es el Jesús de los Evangelios y otra muy distinta el personaje representado en este grabado parisino.



     Pasemos ahora a los libros de viajes a Tierra Santa. 

Quien ha estudiado este asunto con más profundidad es el profesor Víctor de Lama de la Cruz, Profesor Titular del Departamento de Literaturas Hispánicas y Bibliografía en la Universidad Complutense de Madrid.  

Aparte de sus estudios sobre César Vallejo, La Celestina, o poesía de la Generación del 27, entre otros, en 2012 empezó una línea de investigación sobre los Viajes a Tierra Santa en los Siglos de Oro.

    Se puede leer algo de sus estudios en https://xn--revistadefilologiaespaola-uoc.revistas.csic.es/index.php/rfe/article/view/1236 o buscando Tradición e hibridismo en los libros de peregrinación a Tierra Santa de los siglos XVI y XVII. O también en - “Algunos testimonios sobre el mantenimiento y la restauración de los Santos Lugares de Palestina (siglos XV-XVIII)”, Goya (Revista de Arte), nº 372 (julio-septiembre 2020), pp. 192-207. También en Un repertorio de viajes a Tierra Santa en la edición del Viaje a Jerusalén de 1733/1748. Burriel, Mena y el arte de medrar en la corte, aparecido en el Boletín de la Real Academia Española (BRAE- Tomo XCVII, cuaderno CCCXVI- julio-diciembre de 2017) disponible en http://revistas.rae.es/brae/article/view/195  o también en - “Los viajes a Tierra Santa en los Siglos de Oro: entidad y fortuna de un género olvidado”, Revista de Filología Española, 99-1 (2019), pp. 89-112. 

 

 

    Para no alargarnos demasiado:


    La peregrinación a la Ciudad Santa de Jerusalén y la visita a los Sagrados Lugares en que Nuestro Señor Jesucristo obró el misterio de la Redención fue desde la antigüedad una de las más piadosas demostraciones del fervor de los cristianos.

 

    Ya San Jerónimo acogía a peregrinos en Belén empleando en ese acogimiento gran parte de las riquezas de sus discípulas Santa Paula y Santa Melania y compañeras. También la Insigne Orden de San Juan tuvo en sus principios esa finalidad.

 

    En nuestro idioma empezaron pronto las narraciones de estos viajes bastante pronto. En 1498 Martín Martínez D’Ampiés publicó en Zaragoza su Translación del Santo Viaje de la Tierra Santa, del Rmo. Bernardo de Breindembach, deán de Maguncia. En 1603 se publicó en Valencia la traducción del viaje hecho por el italiano Christiano Adricomio Delpho.

 

    A partir de 1531 ya hay obras escritas en castellano directamente.

 

                Sin embargo la seriedad de muchas de las obras distaba mucho de lo que hoy tomamos por ese concepto.

 

 

    A raíz del Concilio de Trento (1545-1563) la Iglesia se interesó por examinar la veracidad de todo lo referente a las vidas de los santos y las reliquias. En toda la edad Moderna –sobre todo en el Barroco- la compraventa de reliquias fue algo enormemente escandaloso. Incluso en el siglo XIX, y hasta bien entrado el siglo XX, los poderes eclesiales tuvieron que advertir a los fieles sobre gente que intentaban negociar con la buena fe de la gente.


    Ponemos aquí un recorte del Boletín del Clero del Obispado de León –Año XXXII, número 22, de 29 de mayo de 1884- en el que reproduce una circular del Arzobispado de Valladolid advirtiendo de un grupo de vendedores de recuerdos de Lourdes, advocación que en aquellos tiempos estaba muy de moda.


Imagen 399. Aviso del Arzobispo de Valladolid sobre vendedores-timadores.

 

 


    El Jesuita Jean Bolland (1596-1665) fue quien empezó a trabajar metódicamente en la tarea de deslindar historia y leyenda en la hagiografía cristiana. 

    De hecho la Societé de bollandistes, con sede en Bruselas, sigue dedicada a estos fines. Desde el año 2000 ya no está integrada sólo por jesuitas.


 

    Decimos esto porque en el libro de Francisco de Rojas aparecen determinadas expresiones y atribuciones que no tienen mucha relación exacta con la realidad. Digamos que entre De Rojas y la Societé de bollandistes había una distancia enorme.


 

    Recordemos ahora que la versión digital del libro Viaje a Tierra Santa de Francisco de Rojas está a disposición de todos en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacinal de España, aquí: https://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000088018

 

 

    Empecemos con un poco de catecismo.

     Los cultos reconocidos –al menos en nuestros tiempos de bachillerato- por la Iglesia Católica son tres: Latría, dulía e hiperdulía. El primero, latría, es el culto de adoración. Ese culto se debe sólo y exclusivamente a Dios. Adorarás al Señor Tu Dios, y sólo a Él darás culto. (Lucas 4:8) Otra cosa es el culto de dulía reservado a los santos como veneración, nunca como adoración. La hiperdulía, como veneración, está reservada a la Virgen María. Pero, repetimos, el culto de latría, está reservado sólo y exclusivamente a Dios.

 

    Pues bien, Francisco de Rojas en su libro explicando el viaje a Tierra Santa mete la pata en algo tan sustancioso. Ya en la introducción habla de que tuvo la indecible dicha de adorar y besar repetidas veces el sepulcro del Divino Salvador.

Imagen 400. Introducción. Página 3.



    En la página 7 la adoración es a las reliquias de San Jenaro, patrón de Nápoles.

Imagen 401. Página 7. 




    Ya en la página 4 nos habla del coste del viaje. 

    Afirma que se puede hacer desde 2.500 pesetas, con todas las comodidades del mundo, y cero, en caso de auténtico y verdadero peregrino.

     El viaje de De Rojas tuvo que asemejarse mucho más a esta última cifra. El alojamiento lo hacía en conventos capuchinos. No olvidemos que, en esa época, seguía siendo fraile. En la página 9 dice que en el vapor de Nápoles hacia Egipto le hicieron un cincuenta por ciento -o sea la mitad del precio señalado en las tarifas, dice él- de descuento por ser clérigo. 


    En la página 60 dice que pagó con misas (sic) su hospedaje. No entramos en valorar esto.

Imagen 402. Página 60.




    NOTA ACLARATORIA: Las cursivas reflejan el texto exacto del libro.


    En la página 5 intenta usar el cante de Simeón (Lucas 2:29-32) con poca fortuna.


    Cuando habla de árabes parece que sufre una confusión entre raza, religión... Dice en la página 10: La mayor parte de aquellos árabes eran negros y corpulentos, vestidos con enaguas de colores, rotas y sucias. En la página 12 insiste:...no obstante de ser tan bueno el terreno, es casi estéril, por su desidia: la causa de esta esterilidad es que la raza árabe, que habita aquel terreno, raza procedente de Ismael, es ante todo guerrera, ladrona y holgazana.


    También en la página 12 nos regala un gazapo, esta vez lingüístico. Dice que la lengua oficial de Palestina, en tiempos de la dominación otomana, era el hebreo. No sólo en Palestina, sino en toda Turquía. Y eso que el imperio turco de esos años era bastante extenso. 

Imagen 403. Página 12. 



    Tras explicar los conventos de capuchinos que había en Tierra Santa, nos explica qué ver en Alejandría: Lo más notable que hay es: el gran convento delos PP. Franciscanos, sus colegios, talleres y dependencia...


    Explica los habitantes de Alejandría: Hoy tendrá unos 500.000 habitantes y de éstos 100.000 son europeos, 50.000 árabes, y los demás son cismáticos griegos y judíos, etc. 


    De nuevo confunde raza con religión.


    En la página 16 afirma que las tumbas de la mezquita están trabajadas con hermosas figuras en relieve y adornos góticos. (sic)


    Cuando llega a Jaffa, con sus calles sucias y estrechas, nos dice que hay 6.500 habitantes, divididos en latinos que son 450, griegos 375, maronitas 100, musulmanes 4.300, judíos 400, y los demás son protestantes, árabes y armenios.


    Lo primero que visitó, el convento de los RR.PP. Franciscanos.

Jaffa tiene tres escuelas, una de jóvenes niños que dirigen los RR.PP. Franciscanos y dos de niñas al cuidado de Franciscas de la Tercera Orden.



    En la página 18 nos informa de algo para él natural, pero a todas luces sorprendente.

     La casa de José de Arimatea y Nicodemus, que vivieron en el siglo I y suponemos que normalita, nada de gran monumento, se encuentra en el convento de los Franciscanos de Ramle, en pleno siglo XIX.


    En Jerusalén se hospedó en el convento de Capuchinos.

    Ciudad fundada, según De Rojas por el Patriarca Melkisedek en el año 1769 antes de Jesucristo, viene á tener hoy unos 14.500 habitantes que se dividen en judíos, cristianos y musulmanes. 1.200 son judíos, 5.500 cristianos y 7.560 musulmanes. La populación de Jerusalén se compone de un gran número de diversas naciones, como son : egipcios, coftos, abisinios, griegos, armenios, árabes, sirios, turcos y europeos.


    A poca distancia de la Vía Dolorosa se encuentra la casa de la Verónica. Recordemos, siglo I El palacio del rico Epulón se encuentra dentro del hospital militar. 


    Las páginas 29 a 32 están dedicadas a reproducir, en latín, la ceremonia de investidura en la basílica del Santo Sepulcro, el mismo día que De Rojas cumplía 33 años. Cuatro páginas en latín para un libro que se supone divulgativo.


    En la página 35 otro hecho asombroso. Debajo del Calvario estuvo la cabeza de Adán. Y lo explica:

Imagen 404. Página 35. 



    Al parecer nadie explicó a De Rojas la destrucción de Jerusalén en el año 70 por Tito. En la página 37 nos dice que está la casa de Anás, suegro de Caifás. Muy cerca está sitio donde fue detenido el cortejo fúnebre de la Santísima Virgen cuando la llevaban a darle sepultura. 


    Aquí, al menos, se pone de parte de la tradición de que María murió en Jerusalén. Otros dirían que en Éfeso. Pero De Rojas deja señalado el punto exacto donde se paró el cortejo mortuorio.

 

    Además nos relata un hecho milagroso:

Imagen 405. Página 38.




    A 40 metros, la casa de Caifás, otro ejemplo de vivienda jerosolimitana superviviente de la destrucción del emperador Tito. Y a unos 60, también superviviente, la casa donde María vivió con San Juan Evangelista. El cenáculo, en poder de los musulmanes, y que era propiedad de San José de Arimatea.


    Al lado del lugar donde San Pedro hizo penitencia por haber negado a Jesucristo está la casa de María, madre de Juan, con una iglesia que encierra, ojo, el lugar en el que la Santísima Virgen fue bautizada. 


    Otro ejemplo de supervivencia de edificio modesto en la Jerusalén del siglo XIX: Visitó también la casa de San Joaquín y Santa Ana, padres de María, que es hoy una iglesia y se ve el lugar donde residía la Virgen niña...


    A corta distancia se halla la Probatica Piscina, donde Jesús curó al paralítico y donde tenía lugar el prodigio de que un ángel movía las aguas y el primer envermo que entraba en ella, después del movimeiento, quedaba curado de la enfermedad que padecía. 


    Junto a Getsemaní está el lugar donde el Ángel anunció á la Santísima Virgen el dia de su muerte. (página 42) Buscamos en las sagradas escrituras este hecho y no lo encontramos. 


    La cúpula de la mezquita de Omar con 56 riquísimas ventanas, cuyos cristales de colores, de desconocido valor, representan pasajes del Viejo Testamento. (Pág. 44)


    En el convento de Franciscanos de la montaña de Judea dijo misa en el lugar donde la Santísima Virgen visitó á su prima Santa Isabel. Cerca se halla la fuente de la Santísima Virgen, donde iba por agua y á lavar la Divina Señora el tiempo que estuvo con sus parientes. 


    En Belén estuvo en el convento de padres franciscanos. Belén tenía 5.500 habitantes; de éstos 4.000 son católicos y los demás griegos y armenios. 


    En Belén se puede visitar la tumba de los Santos Inocentes. (Pág. 51)


    Una cosa sí que está clara. Los niños de Belén, en 1886, eran todos rubios. 

Imagen 406. Página 52.



    Hoy no. Los niños de Belén, por ejemplo los niños acogidos en el establecimiento franciscano de la Casa del Niño de Belén -regentado por misioneros de verdad- son más bien morenos.

Imagen 407. Niños acogidos en la Casa del Niño de Belén. Fotografía de religionenlibertad.com




    Cerca del Mar Muerto está el monasterio de San Sabas. Allí ocurrió esto:

Imagen 408. Página 55. 




    Hoy el convento tiene unos veinte frailes. Bastantes menos que los diez mil que llegó a tener. 

    La verdad el que el poder de exageración del entonces Padre Mollina no tenía límite. Por muchos frailes que hubiera en ese tiempo, diez mil frailes son muchos frailes. 


Hoy la ciudad de Jericó es un miserable grupo de cabañas asquerosas, habitadas por unos 300 individuos peores que los beduinos y completamente salvajes. (Pág. 56)


    Se visita la casa de Lázaro, Marta y Magdalena.


También se halla señalado el sitio donde fueron devorados por dos osos 42 niños, que se burlaron y apedrearon al profeta Eliseo. (Pág. 58) 


    La gente, un poco espesa: ...las calles sucias, como toda la Palestina y Siria, muchas enfermedades de ojos, porque no se lavan sino es cuando van al río á purificarse de sus pecados y aprovechan aquella ocasión para quitarse las costras de porquería que tienen en la cara, manos y piés. (Pág. 62)


    Estuvo en el convento franciscano de Tiberiades. Loa habitantes de allí, mayoría judíos. ...tanto las judías como ellos, son rubios, con largos tirabuzones que les caen por el rostro. (Pág. 73)


    En la iglesia de Lubié hay dos ánforas de las que fueron llenas de agua cuando Jesucristo hizo el milagro de convertirle en vino. (Pág. 74) Cerca está la casa de Simón el Cananeo y un convento de franciscanos. Habrá unos 600habitantes, pobres y sucios, lleno todo aquello de pitas y cambrones. (Pág. 75) En esa misma página dice: Allí se visita la casa de San Joaquín y Santa Ana, y hay una capilla donde se conservan algunos objetos de estos santos varones, sobre todo una silla que dicen le servía á la Santísima Virgen. 


    En la página 84 se nos narra el milagro de San Zósimo con un león:

Imagen 409. Página 84. 



    En la página 86, otro milagro, éste en Beirut.

Imagen 410. Página 86.



    La Sinagoga fue convertida en iglesia y allí se venera el Crucifijo. Este Crucifijo lo había hecho el senador Nicodemus, compañero de José de Arimatea, que bajaron á Jesucristo de la Cruz; había pertenecido aquel Santo Cristo sucesivamente á Gamaniel, á San Pablo y á Santiago. 


    Ya de vuelta estuvo en Roma donde asistió Consistorio de la creación de Cardenales; estuve con el Santísimo Padre León XIII... 88)



    A ver. Estuvo en la basílica en el momento del Consistorio. No interpretemos mal. Estuvo con el Papa. Sí. Como hoy, por ejemplo, miles de peregrinos en el ángelus dominical. De allí pasó a París, admirando aquella Babilonia de los Baltasares de Europa. De ahí a Barcelona, Zaragoza y vuelta a Madrid. 


    El libro acaba con una larga oración de dos páginas en latín, para conseguir indulgencias. 




    Nadie quiera ver en todo lo anterior la más mínima falta de respeto. 

    Nos consta que hoy hay viajes organizados a Tierra Santa, muchos de ellos con una seriedad extrema y con un estudio previo de las Sagradas Escrituras. 


    Pero el expurgo que el Concilio de Trento quiso hacer con la milagrería, las reliquias y demás, no hizo mella en Francisco de Rojas. Creemos que pudo más la superchería aprendida en su infancia que unos estudios teológicos serios en un seminario. 



    Al libro de viajes de De Rojas le salió en 1896 un competidor bastante fuerte. Antonio Llor, presbítero, sacó una edición sobre un viaje similar al de De Rojas. Pero con una portada en color. Y con dieciséis cromolitografías en el interior, también a todo color. Con 735 páginas, casi diez veces más que el libro del exfraile. 

Imagen 411. Libro de Antonio Llor. Barcelona. 1896.




    Hoy podemos consultar ese libro en la biblioteca digital del Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, en este enlace: https://bibliotecadigital.aecid.es/bibliodig/es/consulta/registro.do?id=1982 


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