HISTORIOS-HISTORIAS. EL ANDAMIAJE DE LA MEMORIA






Nuestros primeros trabajos sobre la indagación del pasado común de Mollina datan de 1980. Las dificultades de estos trabajos eran múltiples. No solo no había prácticamente nada escrito y sistematizado sobre historia de Mollina, sino que lo poco que había estaba o falseado o inventado. Y lo peor de todo es que ese poco era creído a pies juntillas. Aún hoy quedan resabios de esa credulidad.

A ese empezar no de cero, sino de alguna falsedad que otra, se unía la dificultad de acceso a los archivos. El Archivo Municipal de Mollina se encontraba en un estado deplorable en la camarilla del ayuntamiento. La dejadez de funcionarios, alcaldes, concejales… sin dar importancia a papeles era lamentable.  La mudanza en dumper hacia las naves de La Molina no hizo más que empeorar aún más su situación. Las puertas abiertas a toda persona provocó la desaparición de documentos importantísimos para el estudio de nuestro pasado. Las primeras actas del consistorio, muchísimas fichas de personas en la dictadura… desaparecieron.  La corporación de 1987 intentó poner orden a lo que era –literalmente- un montón de papeles sin orden ni concierto. Un nuevo traslado en dumper consiguió que una escuela-taller ordenara con muchísimo esfuerzo todo ese montón de papeles.  Hoy el esfuerzo de esa escuela-taller y los de la archivera, Sra. Castellano López, hacen que podamos acceder a muchos documentos del pasado y preservar los de hoy para generaciones futuras.

Los otros archivos no contaban con sistemas informáticos –que no existían- así que todo era coger bolígrafo y papel e ir anotando cualquier indicio sobre nuestro pasado. Las pocas hemerotecas había que consultarlas in situ. Todos los desplazamientos, fuera del horario del trabajo, por cuenta propia y con las bullas del copiado a mano.

Hoy, aparte de la situación digna de nuestro Archivo Municipal, podemos acceder sin ninguna dificultad a la mayoría de archivos, casi todos digitalizados. Por poner sólo un ejemplo: a raíz de las investigaciones sobre el fraile del Portugalejo pudimos acceder a una cantidad enorme de cabeceras de prensa –de España y del extranjero- desde el sillón del ordenador. Cientos de páginas en las que aparecía Mollina en unos meses de trabajo intensísimo. Lo que antes hubiera supuesto muchísimo más tiempo y una cantidad de desplazamientos innumerables hoy la tecnología nos lo brinda sin apenas salir de casa.

De todas formas la estructura básica del conocimiento de la historia del pueblo ya se tenía con esas técnicas de copiado, fotocopiado y recorte de los años ochenta. En los años noventa, con los primeros ordenadores, organizamos toda la documentación que habíamos conseguido reunir, las clasificamos en carpetas e hicimos un disco al que titulamos HISTORIOS-HISTORIAS. EL ANDAMIAJE DE LA MEMORIA. Ese disco se repartió a todo aquel que mostró interés por nuestro pasado. Antonio Delgado, Miguel Ramos, Paco Campaña… tienen unos de los primeros ejemplares.

En el año 2004, cuando ya se podía transmitir sin disco, sino metido en pendrive, introdujimos un estudio preliminar y luego otro en cada carpeta explicando, desde ese 2004, el contenido de cada una o cómo se había conseguido esa documentación.

Pues bien hoy, dos mil dieciocho, con las posibilidades que la tecnología nos da, queremos publicar de nuevo todo lo que encierra ese disco. Esperamos que le sea de utilidad a cualquier persona que, desde la seriedad, quiera bucear en nuestro pasado común. Seguimos insistiendo en lo de siempre: la cita o no cita de lo visto en ese trabajo –este trabajo en el ciberespacio- siempre se dejará en manos de la catadura moral de cada uno. Por nuestra parte, siempre será un orgullo poder poner a disposición de quien se interese todo este trabajo.

El primer escrito que haremos público es la introducción a todos los trabajos, documentación y demás que se añadió en dos mil cuatro. Antes de darlo a conocer lo leímos en petit comité frente a un Mediterráneo completamente tranquilo y azul en una tarde de amistad y mollinería a Miguel Ramos y a Luciano Luque. Buenos ejemplos de ciudadanos mollinatos.  Hoy, catorce años después nos reafirmamos en lo que decíamos. Este es el escrito:









   La razón acabará por tener razón.

D’Alembert









Optimismo eufórico el de los enciclopedistas del siglo XVIII. El Hombre, animal capaz de pensar, ordenaba, clasificaba, entendía el mundo. No vale la magia, los arcanos, las supercherías que, desde siglos atrás, lo habían sometido. La luz –las luces- va a llenar un siglo y será capaz de iluminar los siguientes. Va a liberar al ser humano de ataduras ancestrales y va a romper anchos muros que separan a clases y estamentos sociales. Sin esa luz la Humanidad no podrá alumbrar la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, no podrá crear las sociedades modernas en las que hoy vivimos. Ni poner las bases científicas de los avances tecnológicos que vendrían después para dulcificar la vida. El Hombre –el hombre bueno, ya salió Machado- una vez adquirida la luz será capaz de irradiarla en forma de libertad, igualdad y fraternidad.



No hay que ser muy perspicaz para, viendo los siglos XIX y XX, darnos cuenta de que ese optimismo adolecía de un candor casi infantil. No por lo que deseaba para el Hombre, sino por el tiempo que se deberá tardar en conseguirlo y los vericuetos que habrá que recorrer. Todavía muchos pensamos, con D’Alembert, que la razón acabará por tener la razón. O mejor, para ser más exactos: la Razón acabará por tener la razón.







 A estas alturas muchos se preguntarán qué tiene que ver todo este preámbulo tan racionalmente reivindicativo con un CD que contiene documentos históricos de un pueblo como Mollina. En algo sí. Veamos. Este es un trabajo de historia local. Pero no es una historia local al uso, sino que entra en contradicción con muchísimas otras historias locales. Efectivamente, la inmensa mayoría de ellas más que buscar la luz reflejan el trabajo ímprobo de unos hombres que han dedicado sus esfuerzos a ennoblecer a sus pueblos. No importa lo que haga el vecino o lo que hubieran hecho sus abuelos. Hay que buscar, como sea, una persona, una familia, capaz de dar apellidos a todos esos vecinos. No importa las miserias padecidas, los esfuerzos realizados en repoblar terrenos baldíos, las amarguras de las familias rotas por la separación de un marido o hijo emigrante, las escaseces seculares en las instalaciones domésticas, las humillaciones padecidas por la prepotencia del señor, la negación del gurú de la tribu al conocimiento y al saber, el sometimiento servil a tantos y tantos poderes. Nada de esto importa. Hay que buscar apellidos. Como sea.





Y, la verdad, es que muchas veces estos historiadores locales llevan razón. Un día el señor Tal atravesó en calesa la plaza del pueblo. Otro día el señor Cual se hizo una casa frente a la iglesia para poder controlar mejor sus posesiones. Hubo un señor Mengano que, con los dineros sacados al resto de la población invirtió en su parcela de gloria construyendo una capilla, o un señor Zutano que compró un título nobiliario con el nombre del pueblo, aunque no lo pisara en toda su vida. De ahí sacamos la nobleza del pueblo. Podemos estar tranquilos. Ya tenemos apellidos que nos diferencien –al alza, claro- del pueblo de al lado.





Pongamos, sobre esto que se ha dicho, un ejemplo referido a Mollina y a una época reciente. Si pedimos a alguien que escriba sólo unas líneas sobre la Mollina de los años cincuenta y sesenta del siglo XX nos podemos encontrar con uno que nos cuenta que en ese tiempo el Generalísimo Franco, Jefe del Estado Español y Capitán General de los Ejércitos, liberador de España del yugo marxista, pasó por la carretera. El coche que lo conducía por tierras andaluzas aminoró la marcha al pasar bajo un arco triunfal levantado al efecto construido por unas personas muy entendidas y que, con letras de oro, decían al Gobernante: Franco, Mollina te saluda. Nada importa que las letras de oro fueran de purpurina ni que el Humilladero dejara un regusto amargo en  nuestros vecinos al conseguir que la comitiva aminorara aún más su marcha allí que aquí y que incluso se detuviera para ver a unas aceituneras haciendo demostración en la cuneta de sus habilidades. Franco pasó por Mollina. Y hay que dejar constancia de ese hecho a las generaciones venideras.





Otro nos vendrá a decir que en esas décadas lo más característico es que los 5.098 habitantes de 1950 se quedaron convertidos en 2.868 en 1975. Que esa pérdida poblacional habría que explicarla a la luz de las nuevas máquinas usadas en las explotaciones agrícolas –tractores, cosechadoras, sembradoras,...- por un lado, y el desarrollo logrado por las zonas urbanas de Cataluña, Madrid y País Vasco, por otro. Que esa pérdida definitiva de habitantes estaba acompañada por otra temporal de aquellos que iban a Francia y Alemania, prioritariamente, quedando Mollina con una población de ancianos, niños y mujeres en su gran mayoría.





Evidentemente, los dos llevan razón. Negar cualquiera de los dos párrafos anteriores es faltar el respeto a la ciencia histórica. Visto desde hoy nos pueden gustar más o menos esos hechos, podremos opinar y sentir cualquiera de ellos más cercano o lejano a nuestra historia familiar, a nuestra ideología, a nuestros intereses actuales. Ocurrieron. Ahora bien, si tenemos que elegir cuál de ellos ejerció una influencia en la vida del pueblo, cuál delimitó su futuro inmediato, cuál me puede explicar mejor la situación actual de Mollina no hay duda que optaríamos por el que habla de pérdida de población. Es cierto que Franco pasó cerca de la Caleta. Pero no es menos cierto que por esa época cientos de familias mollinatas iban a verse desgarradas por el fenómeno de la emigración.





Creo que con lo expuesto anteriormente está suficientemente explicado el por qué este trabajo de Historia Local no es un trabajo al uso. Quien busque aquí largos apellidos, gestas heroicas, batallas ganadas, residencias palaciegas... puede abandonarlo ahora mismo. Aquí la nobleza es la del trabajo. El sudor es su perfume. La lanza en otros, es aquí azada. La adulación servil del señor se oye en Mollina como grito de rebeldía. Y los dogmas de otros sitios se desmoronan en hechos contradictorios que aparecen, crecen, menguan y desaparecen cíclicamente.  De otra parte, buscar raíces históricas diferentes en un pueblo surgido de un reparto de tierras en plena Edad Moderna es, a todas luces irracional, por no usar otro calificativo más fuerte pero más exacto.





Este es un trabajo incompleto y fragmentario. Como dijimos al final del Historio de acá en 1987, sujeto a revisión y crítica. Seguimos con el mismo deseo de ver a personas que lo maticen, amplíen y divulguen. Con la satisfacción y orgullo de ver cómo de no tener apenas documentos históricos sobre Mollina en 1980  pasamos a contar con todo lo recapitulado en este CD. Y con el pesar de no haber podido –o querido-  ahondar en algunos aspectos que merecen más estudio.

Básicamente este es el trabajo de una sola persona. Con la ayuda puntual en algunos casos que, cosa lógica, se citan en los lugares que así lo requieren. Todo aquel que se reconozca en la Mollina abierta, en la Mollina tolerante, en la Mollina solidaria, en la Mollina que mira al futuro sin avergonzarse de su pasado,... puede hacer uso de él. Libremente. La cita o no de las fuentes se deja al arbitrio de la categoría humana de quien lo use.





Antonio García López

Mollina y setiembre de 2004.



Pues bien, una vez aclarado el sentido de todo este trabajo pasaremos a ir poniendo en el ciberespacio todo lo conseguido. Que disfrutéis.

©López, 2018


Comentarios

  1. Hola,
    Muy interesante este bloc sobre Mollina. ¡ mi pueblo! que abandone, pues mis padres emigraron en el año 1964.
    Estoy interesado en una fotografía del grupo escolar San Antonio, se inaguró, creo, en el 1961, situado detrás del cuartel de la guardia civil. Allí estuve hasta el 64. A ver si tengo suerte.

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    1. Gracias por tu lectura. Hay unas cuantas fotografías tomadas en el Colegio desgraciadamente destruido. Pocas, porque entonces la fotografía era un lujo. Creo que me dejaron algunas digitalizadas.

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    2. Hola,
      ¡Qué bien que tengas fotografías digitalizadas! , ¿podrías publicarlas en el bloc? Nos traerán muchos recuerdos a los que asistimos al colegio.
      Gracias de antemano.

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  2. Por cierto, ¿las fotografías aéreas de Mollina a que años corresponden?

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    1. Las tres primeras fotografías aéreas de Mollina son de mediados de los años sesenta. En cuanto a la publicación de fotografías digitalizadas era menester que se hiciera una página seria para publicación de recuerdos familiares. Hay publicadas en algunas páginas, pero sin seriedad y con una calidad mala.

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  3. ¡Gracias por la información!
    Si dispones de alguna fotografía digitalizada que se vea en conjunto el colegio, te agradecería que me la enviases, aunque no sea de buena calidad.
    Un saludo

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    1. Hay una página de Facebook titulada "No eres de Mollina si no..." que publica bastantes fotografías. Una lástima, porque muchas de ellas son interesantísimas. Alguien -digamos con poder- debería tener un buen escáner y tratarlas digitalmente. A ver si esta idea cuajara... Saludos.

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