EL TÍO MARTÍN Y ZUGASTI. 1880

 



 

Esperemos que a nadie se le ocurra levantar un monumento u homenajear al personaje del que ahora vamos a ocuparnos. Decimos esto porque viendo cómo está la comarca con FRITUR y las ganas de turismo a costa de vender a la madre incluso,  podría ocurrírsele a cualquier testa pensante la idea de dar lustre al Tío Martín.

 

El Tío Martín se llamaba en realidad Francisco Fernández Baena. Nació en Mollina alrededor de 1794 según todos los indicios. Nos cuenta Zugasti:

 

Durante su primera juventud, el Tio Martin habia sido mozo de mulas de don Diego Moreno, vecino de Mollina, provincia de Málaga; se casó á los veintidos años y vivió en su pueblo hasta que se trasladó con su familia á una huerta en el término de La Roda y perteneciente  á  don Francisco Pleites, natural de Estepa, provincia de Sevilla.

 

 Entonces tenia Fernandez Baena veintisiete años y permaneció allí hasta que en el de 1830, cuando contaba él treinta y seis de edad, arrendó otra huerta de don Francisco Morales, vecino de Casariche, en la cual residió hasta el de 1847, en que compró la mencionada y descrita huerta, que, á la sazón poseía, y que fué propiedad da don Juan Moreno, natural  y vecino de Estepa. El Tio Martin era un hombre alto, seco, huesudo, moreno, con los ojos extraordinariamente vivaces y cuya fisonomía revelaba un conjunto monstruoso de astucia, de codicia, de sensualidad y de salvaje fiereza.

 

Su traje habitual consistia en chaqueta, chaleco con grandes  botones de plata, calzón de punto azul, también con botonadura de la misma clase, ancha faja, pespunteados botines, zapatos blancos y sombrero calañés, á cuyo majo atavío se añadia un escapulario de la Virgen del Carmen y un rosario de cuentas gordas, que llevaba constantemente al cuello. Contaba en la época de la presente narración setenta y seis años; pero no obstante su avanzada edad conservaba todo al vigor de sus primeros años y toda la entereza  de su ánimo feroz y resuelto.

 

La vitalidad de su organización era tan grande y extraordinaria, como la energía inquebrantable de su carácter, de suerte que para requerir mozas, armar pendencias y acometer arriesgados y criminales negocios, con tal que fuesen lucrativos, demostraba mas resolucion, brío y audacia que sus propios hijos José y Francisco, los cuales, educados en la horrible escuela del crimen por su mismo padre, fácilmente as comprende que eran facinerosos consumados. 

 

Encubria, sin embargo, el Tio Martin sus brutales y perversos instintos, bajo la mas refinada hipocresía, hablando siempre á lo beato, y asistiendo con regularidad irreprochable á misa y á todas las funciones religiosas que se celebraban en Casariche, engañando así á sus convecinos, que le tenían por un hombre de bien y muy cristiano, supuesto que el solapado viejo, lo mismo pasaba las cuentas de su rosario con gran devoción, que atravesaba de parte á parte con su puñal el corazón de sus víctimas, y por lo tanto, jamás demostraba lo que era, sino en compañía de las gentes de su jaez, entre las cuales también tenía gran crédito por su valor, astucia, reserva y experiencia.

 

Así, pues, los bandidos de toda aquella comarca, no solo tenían en él gran confianza para que fuese cómplice en sus fechorías, sino que también le consultaban sus planes, los medios de ejecución, la conducta que debían seguir y los compromisos y aprietos en que se veían, porque el Tio Martin á todo sabia dar vado, y siempre aconsejaba la resolución mas segura, acertada y favorable á sus intentos.

 

 

 

El Tío Martín, nuestro ilustre paisano, fue cómplice de bandidos tales como El Alberto, Vaca Rabiosa, El Maruso y otros…  Su huerta llegó a ser conocidísima por el trapicheo que se llevaban los distintos bandoleros que secuestraban a alguien de dinero, los llevaban a la huerta del Tío Martín, éste los escondía en alguna de sus cuevas que tenían correspondencia con la cocina y si pagaban el rescate bien y si no ahí estaba El Tío Martín para darles muerte y enterrarlos en su finca. Su mujer, era la encargada de alimentar a los secuestrados.

 

Por cierto, otro de los bandoleros dedicado a este negocio era conocido como El Moreno de Mollina. Otro monumento. No vamos a ganar para estatuas.


Si queréis leer el relato de Zugasti sin comprar el libro entrad en http://scans.library.utoronto.ca/pdf/7/30/elbandolerismoes09zuga/elbandolerismoes09zuga.pdf que, aunque sea una universidad extranjera, el libro está en castellano.

 

Si lo que queréis es leer un resumen de sus fechorías lo podéis hacer en http://historiadecasariche2.blogspot.com.es/p/el-tio-martin.html  o en este otro enlace https://elsobrino.wordpress.com/2011/04/29/la-huerta-del-tio-martin/

 

Hay quien habla de que nuestro paisano, mudado a La Roda y luego a Casariche, fue quien inspiró a Valle-Inclán su obra Sacrilegio, última de las cinco obras que componen su Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte (1927). Así, por ejemplo, lo vemos en La creación de Sacrilegio, Harold L. Boudreau (University of Massachusetts, Amherst) en https://books.google.es/books?id=HVFXf8esrxoC&pg=PA354&lpg=PA354&dq=zugasti+relato+el+tio+martin&source=bl&ots=K47DDa5XDu&sig=H6YaVNzCB73xPAQ1O10YjPODaRo&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjH5OPHrorZAhVKwBQKHaBsCLIQ6AEIOzAD#v=onepage&q=zugasti%20relato%20el%20tio%20martin&f=false en su página 354.

 

Ya solo queda explicar quién fue Zugasti tan nombrado en esta página. Pues bien Julián Antero de Zugasti y Sáenz (Coria, 3 de enero de 1836-Madrid, 28 de noviembre de 1915) fue un político español, gobernador civil de varias provincias y destacado por su papel en la lucha contra el fenómeno del bandolerismo.

 

De origen vasco, sin embargo, nació en Coria en 1836. Se licenció en leyes y ejerció como abogado. Entró en política con la Revolución de 1868, tomando parte en la batalla de Alcolea junto al general Serrano. Fue miembro del Partido Progresista y diputado a Cortes en 1872, 1873 y en 1881 por el distrito de Coria. Fue también consejero de Estado, inspector general de Hacienda  y gobernador de varias provincias: pasó de ser gobernador de Toledo, en 1870, a ser nombrado jefe político de Córdoba, con ciertos poderes también sobre las provincias de Sevilla y Málaga, consagrándose sobre todo a combatir el bandolerismo, con notable éxito.

 

A su llegada a Córdoba hizo el siguiente comentario sobre la situación que allí encontró:

 

...gran número de crímenes impunes; muchos malhechores desconocidos para los tribunales; muchos protectores encubiertos y pertenecientes a todas las clases de la sociedad..., y miedo, terror, delaciones, corrupciones de la policía y funcionarios..., y también inconvenientes sin número que procedían del estado excepcional del país, después de una gran revolución...quebrantamiento del principio de autoridad hasta unos extremos jamás vistos; y finalmente insuficiencia absoluta de los medios ordinarios para combatir aquel desenfrenado bandolerismo que, con la insolvencia de la impunidad había crecido, como un coloso, y tomaba múltiples y diversas formas, como Proteo, bajo la levita, bajo la chaqueta, en los campos y en las ciudades.

 

Como gobernador civil de la provincia de Córdoba, entre 1870 y 1873 emprendió a cabo una importante lucha contra los bandoleros que actuaban en la zona. Zugasti creó una "Partida de Seguridad Pública" constituida por 100 efectivos y sujeta al reglamento de la Guardia civil. Mediante algunas novedosas y efectivas medidas, que rayaban a veces en la ilegalidad, consiguió la detención o muerte de 107 bandoleros, entre ellos seis de los más peligrosos bandoleros andaluces.​Las actuaciones personales de Zugasti, así como el establecimiento de nuevos puestos de la Guardia Civil en el territorio, fueron decisiva para acabar con los feudos de bandoleros de la zona cuya actividad se perdía ya en el siglo XVIII.​ Supervisó y documentó al respecto un estudio histórico fundamental en la bibliografía sobre esta lacra social, cuya redacción Rafael Salillas atribuyó al novelista cordobés por entregas Juan de Dios Mora: El bandolerismo: Estudio social y memorias históricas (1876-1880), 10 vols. En esta obra aparecen nombrados crípticamente por medio de anagramas las poderosas familias andaluzas que los protegían, por lo cual existen numerosos tomos estragados de la obra a causa de la censura de esas mismas familias.

 

El 28 de junio de 1886 fue nombrado gobernador civil de Madrid.​ Mientras se encontraba desempeñando dicho cargo, no atendió o distrajo su atención de los preparativos del frustrado golpe de estado republicano del general Manuel Villacampa del Castillo, por lo que fue destituido ese mismo año.

 

Moriría en Madrid en 1915.

 

Todo esto según la Wikipedia, tan útil en estos casos.

 


 Pues bien, el 26 de setiembre de 1880 El Globo, órgano del republicanismo posibilista, de Madrid, comenzó a editar en forma de folletín la historia de la Huerta del Tío Martín que Zugasti había escrito para su obra sobre el bandolerismo. De ahí nuestro conocimiento.

 

Algo más tarde –ocho de octubre de 1881- La América, revista quincenal con dieciséis a veinte páginas, afín al liberalismo progresista-democrático hace lo mismo durante varios números.

 

Las imágenes corresponden a portadas de libros de Zugasti, retrato de este autor y a El Globo.

























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