JOVEN SOCIALISTA MOLLINATO SE DIRIGE A LA MUJER. 1931
La Razón, cuatro de octubre de 1931.
En sus números de los días cuatro y once de octubre de 1931 –año
II, números 37 y 38- Andrés González Páez, de la Juventud Socialista de Mollina
publicaba un escrito dedicado a la Mujer Trabajadora, a la que llegó a calificar
de esclava de un esclavo.
Decía así:
A LA MUJER I
A tí, mujer; eterna compañera de infortunio,
dedico hoy mi pensamiento.
A ti, inocente vÍctima
de la sociedad actual, que con una abnegación sin igual sufres impasible el
peso de una responsabilidad que no tienes.
A tí, verdadera heroína, que luchando siempre
en medio de este caos pasas inadvertida a través del tiempo; pues por medio del
atraso mental en que te tiene sumida el hombre, no das a tu constante esfuerzo
una finalidad.
A tí, en fin, mártir mujer, en quien más que
en nadie se cebó la crueldad de los hombres haciéndote sufrir constantemente,
sin que aún hayas podido desasirte de la garra fatal que ahoga tu existencia.
Debo decirte, que esa
actitud que hasta ahora has venido adoptando, no es la que ha de librarte de la
esclavitud, de la ignorancia y de la explotación.
Piensa, reflexiona que
eres en la lucha una unidad, un soldado, un guerrero.
Pero esta lucha no tiene para tí atractivo.
Desconoces el fin, porque la tupida venda de infames prejuicios te lo impide. A
la par que el hombre, trabajas incansable como un autómata en la preparación de
una nueva vida que eres la primera en no comprender.
¿Quién te lo impide? La carencia de
conocimientos, la falta de una instrucción que despeje tu cerebro de prejuicios
insensatos que pretenden continúes por el tortuoso camino de la vida,
insensible a todo, sin voluntad propia.
Aún puede decirse que en tí, sólo vió el
hombre un instrumento de placer, un incentivo para alentarle después de un
decaimiento en la lucha.
Mujer, ¿no te rebelas?
¿no reclamas tu personalidad propia?
Las creencias
religiosas, tienden más que nada a perpetuar tu angustiosa vida. Y sin
embargo... crees en ellas como en lo más cierto de tu vida.
En ellas pones tu fe,
y parte de tu sacrificio que es sumamente estéril.
Es una mentira absurda ese punto luminoso que
te presentan y que te cautiva como a una incauta mariposa la brillante luz, en
la cual de seguro han de quemarse las alas de sus aspiraciones, que es la vida.
No quiero herir tu
susceptibilidad: nada más lejos de mi ánimo. Quiero, solamente, hacerte ver el
importante papel que representas en la vida y en el que eres tan mal pagada.
Para nada el hombre te consulta, y de ti se
sirve con la mayor naturalidad. Eres en realidad, esclava de un esclavo.
Pues bien, mujer: es preciso que aquí termine de
una vez y para siempre la horrible vida que arrastras con tanta pasividad. En
ello debes poner ese espíritu, esa abnegación que estérilmente gastas en lo que
al fin es para tí un eslabón más que añades a la cadena que te oprime con fuerza
tenaz y ahoga tus aspiraciones.
Es en tu liberación,
en tu libertad, en tu dignificación, donde debes poner ese espíritu de que
estás dotada, invencible, incansable, jamás desalentado, y que supera al del
hombre.
¿Me comprendes? ¿Comprendes a los que mejor
que yo, se han esforzado obstinadamente en hacerte ver tu horrible y humillada
situación?
¿Me dices que no? Mas ¡ah! yo sé que has leído
y has escuchado muchas cosas que como veneno se han filtrado en tí.
¡Si tú supieras que
esas leyendas y esos sermones son la liga que tus eternos esclavizadores ponen
para aprisionarte entre la enmarañada red de sus criminales intenciones!
¡Si tú supieras!...
Desgraciadamente no sabes, no han querido que sepas. He allí todo.
El que rebelándose
contra todo ese estado actual de cosas ha querido enseñarte la luz de la
verdad, ha recibido el premio a su osadía.
Pero la verdad por
mucho que quiera encubrirse, se vá abriendo paso a través de todos los
obstáculos, arrostrando toda clase de peligros, acompañada siempre del necesario
sacrificio, sacrificio heroico, sacrificio glorioso.
Permíteme que te diga
que ese Dios que te presentan todo justicia, todo amor y todo bondad, es
irreal. Que esta religión como tantas otras, es puramente falsa, porque todo
dogma que sostiene y fundamenta una religión es mentira.
La religión está basada en la obscuridad, en
la ignorancia, como medio de opresión para esclavizar a los pueblos…
Pongo punto por hoy, para continuar en el
número próximo.
ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ,
de la Juventud Socialista.
Mollina, septiembre 1931.
Hasta aquí lo publicado en el número 37. En el número 38
aparece esto:
A LA MUJER .
II
Continuando mi
interrumpido trabajo empezando de nuevo en el punto en que puse fin, sigo
pasando al papel las ideas que me sugieren el análisis del tema que trato.
El análisis, es la génesis; el principio de la
Sabiduría; la base de la Ciencia.
La Razón, el arma que por su eficacia
verdadera, desbarata los mitos y utopías que ingeniosamente han preparado los
hombres de mala fe, para embaucar y embrutecer a los pueblos, y vivir a costa
de ellos.
La religión es la
mordaza de los pueblos.
Es completamente
absurdo, concebir a un Dios, que tiene en sí todas las bajezas y todas las
vilezas de los hombres, y que además está hecho a semejanza suya. De existir
Dios (que no existe), no podría de ninguna manera ser ese que nos pintan sus
ministros.
Veamos: «Todo es obra de Dios; todo pasa
porque Dios quiere». De modo que si «todo pasa porque Dios quiere», no sólo las
buenas obras deben atribuírsele, sino también las malas. Siendo así, «él» es el
que arma la mano del criminal para que descargue e! golpe sobre su víctima. En
una palabra: Dios es un asesino, puesto que el hombre hace lo que Dios quiere.
Y ese no puede ser «Dios todo misericordioso, todo justo, todo bueno».
Además, Dios es infinito, y caso de
existir—que no puede ser de ninguna manera como nos lo pintan sus ministros—,
no puede la inteligencia de los hombres, que es finita, comprenderlo y mucho
menos analizarlo...
Me he detenido aquí,
mujer, para ponerte de relieve una mínima parte de lo mucho que pudiera
objetarse respecto a ese Dios, que con tanto celo defienden sus ministros.
Si alguna vez puedes
hojear la «Biblia», que es el libro de la religión católica apostólica romana,
y que la Iglesia hasta hace muy poco ha tenido prohibido que se leyera, busca
los Evangelios, y en ellos notarás infinidad de contradicciones.
Quiere decir que en
esos Evangelios, que nos asegura la Iglesia son escritos, o mejor dicho,
inspirados por Dios a los evangelistas, hay contradicciones. Es decir, un Dios
que se equivoca y que lo que en una parte asegura, en otra lo niega.
Resultado de estas
interpretaciones, fué el separarse parte de la Iglesia y convertirse al
protestantismo, a pesar de que en los concilios o reuniones que tenían, no
pudieron arreglar aquellas equivocaciones. ¿Iban a presentar a los ojos del
mundo un libro escrito por Dios y que sus páginas estuvieran llenas de contradicciones
absurdas?
Sin embargo, no creas,
mujer, que pudieron enmendarlo: ese libro de que te hablo, que estuvo prohibido
por la Iglesia el leerlo, contiene las mismas contradicciones que hace mil
años.
¿Y para qué hablar más de «eso»? La Ciencia, la
civilización, hará que caiga en informe montón, todo ese castillo falso y
antiestético que se llama religión. ¿Y sabes por qué? Porque la religión está
basada en un principio de obscuridad, y trabaja amparada por la sombra y la
ignorancia, y como la Ciencia es luz que ilumina las tinieblas y despeja la
inteligencia, no podrá resistir el encuentro. Nadie ha creído, ni creerá, que
la mentira pueda imponerse a la verdad, las tinieblas a la luz, ni la
ignorancia a la inteligencia.
Queda sentado de un
modo claro y sencillo, que la Religión está llamada a desaparecer. (¡Cuándo
será!)
Me he detenido en
estas aclaraciones, con el fin de esclarecer, aunque rudamente varios puntos de
vista que más llaman la atención; y prosiguiendo mi idea, vuelvo a llamarte
¡oh, mujer! para que con el mismo afán, con el mismo entusiasmo, con el mismo
optimismo que pones siempre en todas tus empresas, vengas con nosotros a
luchar, a trabajar, por un día más venturoso y más libre, en que no haya
ignorancia, ni esclavitud.
Tu amor de madre, será
la fuerza que te animará para que no decaiga tu espíritu.
En las filas
socialistas tienes tu puesto.
¡Por nuestra libertad, por la tuya, y por la
de tus hijos! ¡A luchar!
ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ
de la Juventud
Socialista.
Mollina, octubre 1931.
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