JOVEN SOCIALISTA MOLLINATO SE DIRIGE A LA MUJER. 1931





La Razón, cuatro de octubre de 1931.




El treinta de agosto de 1930 aparecía en Antequera La Razón, que se hacía denominar  Órgano de la Agrupación Socialista y Sociedades Obreras, Defensor de los Intereses del Pueblo.  García Prieto, mollinato, era el director.

En sus números de los días cuatro y once de octubre de 1931 –año II, números 37 y 38- Andrés González Páez, de la Juventud Socialista de Mollina publicaba un escrito dedicado a la Mujer Trabajadora, a la que llegó a calificar de esclava de un esclavo

 Decía así:

A LA MUJER I

 A tí, mujer; eterna compañera de infortunio, dedico hoy mi pensamiento.

A ti, inocente vÍctima de la sociedad actual, que con una abnegación sin igual sufres impasible el peso de una responsabilidad que no tienes.

 A tí, verdadera heroína, que luchando siempre en medio de este caos pasas inadvertida a través del tiempo; pues por medio del atraso mental en que te tiene sumida el hombre, no das a tu constante esfuerzo una finalidad.

 A tí, en fin, mártir mujer, en quien más que en nadie se cebó la crueldad de los hombres haciéndote sufrir constantemente, sin que aún hayas podido desasirte de la garra fatal que ahoga tu existencia.

Debo decirte, que esa actitud que hasta ahora has venido adoptando, no es la que ha de librarte de la esclavitud, de la ignorancia y de la explotación.

Piensa, reflexiona que eres en la lucha una unidad, un soldado, un guerrero.

 Pero esta lucha no tiene para tí atractivo. Desconoces el fin, porque la tupida venda de infames prejuicios te lo impide. A la par que el hombre, trabajas incansable como un autómata en la preparación de una nueva vida que eres la primera en no comprender.

 ¿Quién te lo impide? La carencia de conocimientos, la falta de una instrucción que despeje tu cerebro de prejuicios insensatos que pretenden continúes por el tortuoso camino de la vida, insensible a todo, sin voluntad propia.

 Aún puede decirse que en tí, sólo vió el hombre un instrumento de placer, un incentivo para alentarle después de un decaimiento en la lucha.

Mujer, ¿no te rebelas? ¿no reclamas tu personalidad propia?

Las creencias religiosas, tienden más que nada a perpetuar tu angustiosa vida. Y sin embargo... crees en ellas como en lo más cierto de tu vida.

En ellas pones tu fe, y parte de tu sacrificio que es sumamente estéril.

 Es una mentira absurda ese punto luminoso que te presentan y que te cautiva como a una incauta mariposa la brillante luz, en la cual de seguro han de quemarse las alas de sus aspiraciones, que es la vida.

No quiero herir tu susceptibilidad: nada más lejos de mi ánimo. Quiero, solamente, hacerte ver el importante papel que representas en la vida y en el que eres tan mal pagada.

 Para nada el hombre te consulta, y de ti se sirve con la mayor naturalidad. Eres en realidad, esclava de un esclavo.

 Pues bien, mujer: es preciso que aquí termine de una vez y para siempre la horrible vida que arrastras con tanta pasividad. En ello debes poner ese espíritu, esa abnegación que estérilmente gastas en lo que al fin es para tí un eslabón más que añades a la cadena que te oprime con fuerza tenaz y ahoga tus aspiraciones.

Es en tu liberación, en tu libertad, en tu dignificación, donde debes poner ese espíritu de que estás dotada, invencible, incansable, jamás desalentado, y que supera al del hombre.

 ¿Me comprendes? ¿Comprendes a los que mejor que yo, se han esforzado obstinadamente en hacerte ver tu horrible y humillada situación?

 ¿Me dices que no? Mas ¡ah! yo sé que has leído y has escuchado muchas cosas que como veneno se han filtrado en tí.

¡Si tú supieras que esas leyendas y esos sermones son la liga que tus eternos esclavizadores ponen para aprisionarte entre la enmarañada red de sus criminales intenciones!

¡Si tú supieras!... Desgraciadamente no sabes, no han querido que sepas. He allí todo.

El que rebelándose contra todo ese estado actual de cosas ha querido enseñarte la luz de la verdad, ha recibido el premio a su osadía.

Pero la verdad por mucho que quiera encubrirse, se vá abriendo paso a través de todos los obstáculos, arrostrando toda clase de peligros, acompañada siempre del necesario sacrificio, sacrificio heroico, sacrificio glorioso.

Permíteme que te diga que ese Dios que te presentan todo justicia, todo amor y todo bondad, es irreal. Que esta religión como tantas otras, es puramente falsa, porque todo dogma que sostiene y fundamenta una religión es mentira.

 La religión está basada en la obscuridad, en la ignorancia, como medio de opresión para esclavizar a los pueblos…

 Pongo punto por hoy, para continuar en el número próximo.

ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ,

 de la Juventud Socialista.

 Mollina, septiembre 1931.



Hasta aquí lo publicado en el número 37. En el número 38 aparece esto:



A LA MUJER .

II

Continuando mi interrumpido trabajo empezando de nuevo en el punto en que puse fin, sigo pasando al papel las ideas que me sugieren el análisis del tema que trato.

 El análisis, es la génesis; el principio de la Sabiduría; la base de la Ciencia.

 La Razón, el arma que por su eficacia verdadera, desbarata los mitos y utopías que ingeniosamente han preparado los hombres de mala fe, para embaucar y embrutecer a los pueblos, y vivir a costa de ellos.

La religión es la mordaza de los pueblos.

Es completamente absurdo, concebir a un Dios, que tiene en sí todas las bajezas y todas las vilezas de los hombres, y que además está hecho a semejanza suya. De existir Dios (que no existe), no podría de ninguna manera ser ese que nos pintan sus ministros.

 Veamos: «Todo es obra de Dios; todo pasa porque Dios quiere». De modo que si «todo pasa porque Dios quiere», no sólo las buenas obras deben atribuírsele, sino también las malas. Siendo así, «él» es el que arma la mano del criminal para que descargue e! golpe sobre su víctima. En una palabra: Dios es un asesino, puesto que el hombre hace lo que Dios quiere. Y ese no puede ser «Dios todo misericordioso, todo justo, todo bueno».

 Además, Dios es infinito, y caso de existir—que no puede ser de ninguna manera como nos lo pintan sus ministros—, no puede la inteligencia de los hombres, que es finita, comprenderlo y mucho menos analizarlo...

Me he detenido aquí, mujer, para ponerte de relieve una mínima parte de lo mucho que pudiera objetarse respecto a ese Dios, que con tanto celo defienden sus ministros.

Si alguna vez puedes hojear la «Biblia», que es el libro de la religión católica apostólica romana, y que la Iglesia hasta hace muy poco ha tenido prohibido que se leyera, busca los Evangelios, y en ellos notarás infinidad de contradicciones.

Quiere decir que en esos Evangelios, que nos asegura la Iglesia son escritos, o mejor dicho, inspirados por Dios a los evangelistas, hay contradicciones. Es decir, un Dios que se equivoca y que lo que en una parte asegura, en otra lo niega.

Resultado de estas interpretaciones, fué el separarse parte de la Iglesia y convertirse al protestantismo, a pesar de que en los concilios o reuniones que tenían, no pudieron arreglar aquellas equivocaciones. ¿Iban a presentar a los ojos del mundo un libro escrito por Dios y que sus páginas estuvieran llenas de contradicciones absurdas?

Sin embargo, no creas, mujer, que pudieron enmendarlo: ese libro de que te hablo, que estuvo prohibido por la Iglesia el leerlo, contiene las mismas contradicciones que hace mil años.

 ¿Y para qué hablar más de «eso»? La Ciencia, la civilización, hará que caiga en informe montón, todo ese castillo falso y antiestético que se llama religión. ¿Y sabes por qué? Porque la religión está basada en un principio de obscuridad, y trabaja amparada por la sombra y la ignorancia, y como la Ciencia es luz que ilumina las tinieblas y despeja la inteligencia, no podrá resistir el encuentro. Nadie ha creído, ni creerá, que la mentira pueda imponerse a la verdad, las tinieblas a la luz, ni la ignorancia a la inteligencia.

Queda sentado de un modo claro y sencillo, que la Religión está llamada a desaparecer. (¡Cuándo será!)

Me he detenido en estas aclaraciones, con el fin de esclarecer, aunque rudamente varios puntos de vista que más llaman la atención; y prosiguiendo mi idea, vuelvo a llamarte ¡oh, mujer! para que con el mismo afán, con el mismo entusiasmo, con el mismo optimismo que pones siempre en todas tus empresas, vengas con nosotros a luchar, a trabajar, por un día más venturoso y más libre, en que no haya ignorancia, ni esclavitud.

Tu amor de madre, será la fuerza que te animará para que no decaiga tu espíritu.

En las filas socialistas tienes tu puesto.

 ¡Por nuestra libertad, por la tuya, y por la de tus hijos! ¡A luchar!

ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ

de la Juventud Socialista.

Mollina, octubre 1931.




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