FERIA DE MOLLINA VISTA POR ANTEQUERANO. 1920


Recorte de El Sol de Antequera, veintidós de agosto de 1920.






En el mismo número -año III, número 113, de veintidós de agosto de 1920- en que El Sol de Antequera en su primera página critica a la feria de esa ciudad -la llegó a calificar de esa feria legendaria que tanta fama ha tenido siempre, ha quedado en este año reducida a una feria de villorio (sic)- en su página tres habla sobre la feria de Mollina en términos mucho más favorables. 

Lo ya sabido: cada uno habla de la feria según le va.

 Decía así:


Las fiestas de Mollina

Como todos los años, el pueblo vecino ha celebrado fiestas en honor de su patrona la Virgen de la Oliva;
la afluencia de personas de todos los pueblos limítrofes, y en particular del nuestro, es tanta, que sus anchurosas calles se ven invadidas hasta el punto de casi poder transitar...
las carreteras, como ningún día del año, parecen un hormiguero por el continuo pasar de carruajes, automóviles, sitecaes (sic, suponemos que se referirá a los sidecars) y bicicletas...
el bocinazo, la sirena, la bocina gangosa, el cascabeleo, alegra tanto el viaje,, que se hace llevadera la molestia de tanta carga en los vehículos, como también hace soportar risueñamente la polvareda del camino...
un trago de manzanilla refresca la garganta, y más cerca o más lejanamente, una copla andaluza dá la nostalgia de una cara morena o de un cuerpo gitano...
ya se divisan las casitas, blancas como la nieve...
¡llegamos!...
¡mucha animación, alegría, música!...
en la plaza principal se quema una vista de fuegos artificiales...
muchachas paseando, que alborotan con su reir sencillo...
el día de la patrona llega, y en su honor se celebra una becerrada...
nuestro paisano Paco Herrera es el llamado a quedarse con dos novillos;
y después de bastante brega... los toneles que saltan al redondel a estorbar la faena del diestro, que por lucir sus facultades y hacer resaltar su poquita de finura, trabaja, despacha a ambos desgraciados astados, ¡que buena vida harían, cuando merecedores de tan mala muerte fueron!...
transcurrida que fué una hora del desfile, las sonoras campanas de la iglesia anuncian la salida procesional de la Virgen de la Oliva...
¡no es la carcajada sonora lo que se oye ahora!...
¡ya en las caras de las muchachas no se nota la alegría bullanguera de antes! ¡ahora es una alegria mística, que aún más embellecen sus caras sonrosadas...
¡triunfal sale la Virgen!,
y aunque no con suntuosidad de riqueza, y sí con la sublime humildad de olorosas flores, recorre las calles del devoto pueblo...
y atruenan el espacio los cohetes...
y el redoble del tambor marca el paso firme y sereno de la religiosidad...
¡el crepúsculo nos envuelve!
ya de noche las iluminaciones son muchas, los vivas se suceden, y la Virgen hace su entrada en la iglesia, orgullosa de tener unos hijos tan amantes...
el regreso... mejor es no contarlo...
ajetreados, maltrechos; cansados los cuerpos, en la carretera sólo se oye el bocinazo, que ahora molesta, el cascabeleo, monótono y pegajoso;
lo único que no molesta ahora es la exagerada carga en los vehículos, pues, apretados, unos sobre otros, los cuerpos descansan y no se siente tanto el frío del camino...
¡y quiera Dios que podamos contar algo el próximo año!
A U E K





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