INSPECCIÓN GUBERNAMENTAL A AYUNTAMIENTO CONSERVADOR. 1916
Para entender un poquito todos estos rifirrafes entre
liberales y conservadores de finales del siglo XIX y principios del XX tenemos
que hacer unas consideraciones:
-Aunque en el fondo de la cuestión de la reforma municipal
en un sentido centralizador y uniformador frente al particularismo propio del
Antiguo Régimen estaban de acuerdo las dos tendencias del liberalismo español –moderada
y progresista- en lo demás la polémica era constante. De ahí la multiplicidad
de disposiciones legislativas sobre esta materia que se dieron en esa época.
Los puntos de mayor discordia fueron los relativos al control de la autoridad
municipal por parte del gobierno y la mayor o menor extensión del sufragio en
las elecciones. Para los moderados el
alcalde era el representante del gobierno en el municipio, por lo que debía ser
nombrado por la administración central, mientras que los progresistas
consideraban que el alcalde era la autoridad ejecutiva en el municipio, pero su
cargo debía ser electivo.
-El sistema electoral era bastante restringido. No podían
votar todos los vecinos. Antes de la aparición del sufragio universal masculino
en 1890 impulsado por Sagasta solo podían votar los titulados, propietarios,
contribuyentes… A finales del siglo XIX sólo podían votar en España unas
850.000 personas, un cinco por ciento aproximadamente de la población.
-La renovación de los Ayuntamientos se efectuaba por mitad
cada dos años, con lo cual se trataba de conseguir una cierta continuidad. En
la reforma constitucional de 1876 éste se consideraba un Delegado del Gobierno,
pero también administrador del pueblo. El rey elegía de entre los concejales el
alcalde de las poblaciones importantes.
-El nueve de abril de 1916 se celebraron elecciones
generales con sufragio universal masculino. Ganó el partido Liberal y
Liberal-Demócrata con 203 escaños. Su jefe era el conde de Romanones. Le siguió
el partido Liberal-Conservador -que
gobernaba en Mollina- con ochenta y ocho escaños. Su jefe, Eduardo Dato.
Conservadores Mauristas, con 17, Conjunción Republicano-Socialista, con 13,
Lliga Regionalista, con 13 y otros aún más minoritarios hasta hacer un total de
dieciséis formaciones representadas.
-Muchos de los cambios en el Ayuntamiento de Mollina de esa
época no los debemos achacar a elecciones municipales, sino a lo anteriormente
expuesto. Cuando un grupo veía que había ganado las elecciones en Madrid o
había triunfado una revolución o había vuelto un rey…se presentaba en el
Ayuntamiento a reclamar la alcaldía. Así ocurrió en 1868 –acta del veintitrés
de setiembre- , en 1873 –acta del dieciséis de febrero- cuando militantes del
partido Republicano se presentas en el Ayuntamiento solicitando en nombre de su
partido la presidencia del mismo. El Alcalde, en este caso, decidió entregarse,
aunque de mala gana, ya que no tenía órdenes al respecto. En 1875 –acta de nueve de octubre- nuevo
Ayuntamiento monárquico.
De ahí que el tres de setiembre de 1916 el Heraldo de
Antequera saca en su primera página la noticia de la inspección gubernamental a
ayuntamientos. Nótese que el gobierno
era Liberal-Demócrata y el gobierno municipal Liberal-Conservador.
Decía así:
Los delegados en
acción
Olvidándose el
Gobierno, o por lo menos, el Ministro de la Gobernación, del pregonado
saneamiento de costumbres públicas que incorporara en todo momento a la
actuación suya, ha autorizado que caiga sobre los pueblos de este distrito, una
lluvia de delegados administrativos que vienen a traernos la felicidad y el
progreso. Antequera, Mollina, Humilladero y Fuente Piedra, tienen el alto, el
empinado honor de ser visitados por unos señores que traen las instrucciones
consiguientes a la finalidad de cubrir la fórmula indispensable en que se apoye
la suspensión de los concejales conservadores, si es que utilizando los
recursos teatrales esos -del bastón de borlas, que no sabemos si serán éstas moderno
adorno de bastones y por ello las usen, porque insignias de autoridad no pueden
ser; de las carabanas, acompañadas de la Guardia Civil, quedando la fuerza a la
puerta de las casas consistoriales^ cual si se esperase de un momento a otro
entrar en fuego; y de otros recursos puramente efectistas, no lograrán las
renuncias de los ediles.
Y en este punto, bueno es que sepan los
delegados, y quienes les convenga saberlo, que no hay renuncias.
Los ediles
conservadores del distrito, son todos ciudadanos honrados, conscientes de sus
actos, que saben que no han ejecutado ninguno que merezca la persecución de los
tribunales, y por tanto, nada tienen que temer.
Las renuncias en estas
circunstancias, significarían algo indigno de ellos, y ellos no van a
indignidades.
El partido conservador
qué acaudilla el Sr. Luna Rodríguez, les pidió que se sirvieran prestar su
valioso concurso en la administración de los Municipios, y ellos, dando pruebas
de patriotismo y abnegación, estuvieron prontos a sacrificarse en bien del
interés común. Cumplieron honradamente su misión. Hoy, por que se oponen a que
los pueblos sufran ciertos gravísimos perjuicios, de todos conocidos, porque se
niegan a que los intereses del vecindario sean objeto de enormes daños, se les
pretende retirar de los Ayuntamientos, y ellos, ya que acataron las
indicaciones del partido, y ocuparon el cargo edilesco a costa de sus
particulares quehaceres, pues no hay ni un solo concejal conservador que
carezca de medios de vida, y esto es importante, estiman deber supremo para con
sus ciudadanos y su partido, mantenerse en el puesto de honor en que se
encuentran, ya que es la hora del peligro para el vecindario.
Que se empeñan los
adversarios en que haya suspensiones, procedimientos judiciales, etc., etc pues
venga todo lo que viniere. Nada ha de quedar impune. El partido conservador
cumplirá ahora como siempre sus más sagradas obligaciones, defendiendo a los suyos, en todos los órdenes, cueste lo que cueste. Por fortuna, tienen los
conservadores bien demostrado, que saben defenderse.
Y no debe preocupar a
esos señores delegados ni a otros señores que no lo son y sin embargo
deleguean, lo que pueda ocurrir a los concejales conservadores, tanto en
Antequera como en los pueblos de su zona. En estos, como en nuestra ciudad,
hállase trazada una norma de conducta adecuada a las circunstancias. Con que,
agradeciendo mucho el interés que se toman por nuestros amigos de esos pueblos,
pueden reservarlo en favor de los titulados liberales, si es que los hay allí.
En los momentos en que escribimos estas
líneas, los delegados se han presentado a los Ayuntamientos oficialmente. Han
solicitado que se les faciliten varios documentos para ver si encuentran aunque
sea el más fútil motivo en que basar la resolución gubernativa. Desde estos
instantes, hasta el de salir a luz pública este número, no puede presumirse lo
que haya de suceder. ¡Quién sabe! Hay muchas versiones. Y como pudiera resultar
indiscreto consignar algunas, vale más callar.
El exdiputado Sr. Luna
Pérez y demás personalidades del partido, trabajan aquí, en Málaga y en Madrid,
contra el atropello en proyecto.
A continuación aparece una carta de los concejales
antequeranos a la prensa. Y por último:
Confiemos, pues, en la
justicia de la causa que persigue el partido conservador del distrito. Se
acepta como base esencialísima de toda política, la administración municipal
recta y beneficiosa exclusivamente para el pueblo, podrá mantenerse paz
absoluta; se piensa, siquiera, desviarse algo de esa senda, estaremos
dispuestos a la lucha.
En su número de veinticuatro de setiembre de 1916 y en su
primera página el Heraldo de Antequera contaba la sesión del ayuntamiento de
Mollina donde los concejales conservadores oyen indiferentes las acusaciones
del delegado gubernativo mientras que el representante progresista –Juan Palomo,
futuro alcalde- se hace destacar entre el público. Decía así:
DESDE MOLLINA
Sr. Director de
HERALDO DE ANTEQUERA.
Muy señor mío y de mi más alta consideración:
Ruego a V. dé cabida en el popular diario que tan dignamente dirije, a estas
mal trazadas líneas por lo que le quedaré altamente agradecido.
El día 7 del corriente
fué convocado este Ayuntamiento por el Sr. Delegado del Excelentísimo
Gobernador Civil de esta provincia para dar lectura ante esta Corporación, al
pliego de cargos contra la misma.
A las veinte en punto
declara el Sr. Presidente abierta la sesión.
Por el delegado del
Gobernador se dá lectura al pliego donde se acumulan cargos y más Cargos contra
todos los concejales, y sobre todo contra el Alcalde; que corno los demás
compañeros, que asisten a esta sesión escuchan, tranquilos, indiferentes, la
lectura del citado pliego.
El salón de sesiones
está completamente lleno destacándose la figura simpática y juvenil del célebre
Juan Palomo, el cual pasa unos momentos muy alegres mientras escucha la voz
dulce y sonora del delegado y como todo lo bueno dura poco, el Sr. Alcaide,
pide la palabra, y dice:
Señores al hacer uso de
la palabra, cúmpleme el deber de dirigir mi más cordial saludo a nuestros
ilustres jefes D. Eduardo Dato, D. Francisco Bergamin, D. Antonio Luna, D.José
Luna, D.José García y D.José León, a todos mis queridos compañeros, a cuantos
integran el partido conservador, ya todos los aquí reunidos, y añade: después
de oida la lectura del pliego de cargos que nos acumulan, sentimos la
satisfacción de que el pueblo vea que nuestra actuación es la adecuada a
hombres honrados, que no buscan el presupuesto municipal para robar al
vecindario, y que lo que se persigue con esta delegación, es sencillamente que
nos vayamos y abandonemos la defensa de los intereses de los vecinos.
(El público aplaude, y
se impone enseguida el orden.)
Con estos manejos
caciquiles dignos de sus autores –continúa el Alcalde- que en los últimos coleos
en este distrito y amañando expedientes, se pretende encausar criminalmente a
ciudadanos buenos, que sacrificando nuestros propios intereses hemos podido
realizar las mejoras de que disfruta el vecindario.
Nosotros hemos cuidado
demostrar ser agradecidos a la opinión popular que depositó en nosotros su
entera confianza, al traernos a regir los destinos del pueblo, y estamos
orgullosos de representarlo; pero hay varios individuos que pretenden asaltar
estos cargos valiéndose de manejos caciquiles indignos y asquerosos. Invito a
quien quiera á discutir la administración de etapas liberales y esta Mollina
recuerda en la última liberal, que por causas que todos conocemos, se cobraron
las rentas de Propios a estos vecinos con el ciento por ciento de recargo;
aquella fué una obra que otro trazó y Ios de aquí realizaron; antes de prestarse
a eso, debieron abandonar los puestos
. No es extraño que
este vecindario aborrezca a quienes tan mal lo trató.
Convencidos de que en
las filas políticas contrarias á nosotros no podían estar si habían de desear
que Mollina les quisiera, los hombres de prestigio que eran liberales, se han
venido al campo conservador, y aquí los hemos recibido con mucho gusto, y
ocupan el lugar que merecen, y el vecindario les aplaude su digna resolución.
Ante la opinión pública que es soberana,
espero tranquilo el fallo de este expediente. Conste que no defiendo el cargo
que ejerzo que mis amigos me han confiado, sin merecerlo; sabéis lo que
defiendo con esto, la obra realizada por el partido conservador que hemos
realizado todos, hasta sacrificando nuestros intereses.»
EL CORRESPONSAL
Mollina 12-9-1916
En la primera página de la edición del quince de octubre
este mismo periódico seguía arremetiendo contra los liberales.
En uno de sus párrafos dice:
Y como, por otra
parte, las situaciones de Poder de los llamados liberales, han sido tan desdichadísimas,
es lógico que se haya ido acentuando el aburrimiento, el descontento en esas
illas, y que de aquellas personalidades antes aludidas que un día constituyeran
el liberalismo, no haya quedado ninguna ya ha tiempo en este campo, en lo que a
Antequera, Mollina, Humilladero, Fuente Piedra y el Valle Abdalajís refiérese,
manteniéndose en Alora exclusivamente, hasta hace pocas semanas, núcleo liberal
importante…
Por último en su edición del veinticinco de octubre nos dice
que el ilustre y legítimo diputado por Antequera,
D. José de Luna Pérez se iba a reunir con los jefes políticos de Mollina,
Fuente-Piedra y Humilladero antes de regresar a Granada.
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