LAMENTOS LIBERALES. 1917




Recorte de La Unión Liberal, de siete de noviembre de 1917.




El siete de noviembre de 1917 La Unión Liberal, de Antequera, año III, número 97 traía en sus páginas tres y cuatro el escrito de un liberal mollinato que aún hoy sigue de actualidad en su fondo. 
Decía:

¿QUO VADIS?

No se crea que el título con que encabezamos estas líneas alude, ni remotamente, a la popular novela que también lleva este epígrafe.

Nuestro objetivo es llevar a la persuación, a la convicción más profunda, el crasísimo error que sustentan los que quieren transformar súbitamente «ípso facto» el modo de ser de la sociedad actual y redimirnos de los vícios inveterados que implantó el tiempo en nuestras costumbres, a través de los siglos que pasaran por innumerables generaciones.

Las plantas nocivas, que sin que las siembren, nacen expontáneamente con las demás de la cosecha, exigen cuidados más exquisitos que aquellas otras que constituyen, mediante operaciones previas, la alimentación, comodidad y bienestar de la especie humana. Por eso el labrador que desee óptimos frutos debe poner especial empeño en ir extirpando, a medida que salgan a la superficie, aquellas parásitas hierbas a fin de que no quede la más pequeña semilla, el más insignificante tallo, que serían bastante a plagar de gérmenes perjudiciales la-tierra en que se criaron, constituyendo un verdadero peligro para sucesivos rendimientos.

El labrador de la sociedad española representada por los gobernantes, que ha tiempo «viene padeciendo» nuestra querida patria, jamás se cuidaron ni se cuidan de estirpar de ella los elementos viciosos que la empobrecen y desacreditan ante los ojos de las demás naciones, llegando con semejante proceder hasta la corrupción de las sagradas virtudes cívicas, que por excepción obstenta uno que otro ciudadano de buena fe con el esplendor que dá la honradez y la intensidad de los actos, basados en el credo firmísimo de sus ideales, despojados de apasionamientos egoístas

 Y siendo tal el estado lamentabilísimo de nuestro infortunado pais, por la impericia, abandono o lo que sea de nuestros hombres de Estado, ¿quién es el médico que cure tan crónica como gravísima enfermedad?

Existen innumerables «doctores» que con diferentes tratamientos «se comprometen desde el Poder a devolver la salud perdida, inmediatamente que se les ponga en posesión de él».

Cura rápida, eficaz, de momento. ¡Qué sarcasmo! Los vicios y corruptelas, como las semillas malignas, hanse multiplicado extraordinariamente, prodigiosamente, arraigándose en el corazón del hombre de una manera tal, que es preciso un gran esfuerzo para su separación, cuidando de un modo especial el no dejar en este importante órgano la más pequeña raíz que más tarde pudiera retoñar.

La semilla de la discordia; el germen de la maldad; las raices de la ignorancia; la perversidad-ruin; la solapada hipocresía; la asquerosa calumnia; el robo; el crimen y demás enfermedades morales de que están sembrados los campos de la sociedad española, no pueden desaparecer «momentáneamente», como predican con elocuencia efectivista tantos como se titulan «honrados defensores” de nuestra patria.

 Cuando imperaba el régimen absolutista en nuestra España, se luchó titánicamente por derrocarlo para que «los derechos del hombre”, inalienables bajo el punto de vista de una buena filosofía, no continuaran desconocidos.

Se vertió mucha sangre, bastante sangre, la sangre necesaria para que en el suelo patrio naciera y se desarrollara la Libertad.  Más tarde, cuando los principios revolucionarios habían cristalizado en formas juridicas, y los desheredados de la fortuna esperaban brisas conductoras del oxígeno que había de dar elasticidad y vida la as conquistas realizadas, en beneficio de aquellas siempre proscriptas clases populares, se encontraron con que después del tremendo sacrificio y de la cruenta lucha, solo habían conseguido cambiar de posición, no de dolor. Seguían siendo los párias, los explotados, la carne de cañón, los héroes anónimos. Las mercedes, los honores, las condecoraciones, las granjerias de las altas posiciones, los provechos, y todo lo que había que valiera algo, en fin, fué a poder de los «listos», de aquellos que para llegar a las alturas tuvieron que poner el pie sobre el hombro encorvado del jornalero, del artista, del obrero que pereció en la contienda, buscando derechos que le usurparon eh (sic) el triunfo, aquellos que más chillaron, pero que estuvieron escondidos en el día del peligro.

 Y el pueblo, el bendito pueblo, la masa incorrupta, siguió su calvario con espinas, caídas y dolores, olvidado, escarnecido...., Y vinieron nuevos apóstoles a sacarlos de la inercia, de la inercia producida por el escepticismo, cuyos nuevos apóstoles solo traían su palabra fogosa, sus argumentos convencionalistas, volviendo a ocupar sus escondites cuanto se iniciaba el peligro, para que las víctimas siguieran siendo los de siempre, los de mejor voluntad, los de grandes anhelos por la redención. Ellos, los apóstoles, tenían que «reservarse» para hacer la «felicidad» desde los puestos directivos ¿Que cual era el programa? ¿Que cual era la hipoteca para el cumplimiento del deber sagrado? ¡Ninguna!

No puede hacerse hipoteca para rebajar el cupo de la contribución territorial, para modificar el terrible de consumos, que gravita sobre el hambre del pobre y sobre la gula del rico y la extirpación del antipático contingente provincial que arruina a los pueblos en beneficio de las capitales.

No, no pueden hacerse, porque esas reformas dependen de Madrid, y en los pueblos la lucha se circunscribe a buscar la vara de la Alcaldía, la codiciada vara, origen de tantos conflictos y de tantos sinsabores y de miserias tantas.

 No dudamos que con cualquier programa, sea de quien proceda, definido explícitamente, cuyas doctrinas adaptables a las necesidades presentes, como por ejemplo el formulado recientemente por el eminente hombre público don Santiago Alba, pueda hacerse la evolución paulatina y constante para hacer desaparecer poco a poco, ese azote de calamidades que, si Dios no lo remedia nos llevarán a ser tributarios del vecino más codicioso.

 Lo que negamos rotundamente es poderlo hacer enseguida, al minuto, fundados en las poderosas razones que llevamos expuestas, aconsejando ahora el trabajo constante, asiduo y sin descanso para poder legar a las futuras generaciones mejor patrimonio que el que «disfrutamos», si aspiramos a alcanzar la bendición y el grato recuerdo de nuestros predecesores.

Permitidme para terminar, visionarios políticos, aldeanos, utópicos lugareños, si es que aguardáis los beneficios de una «inmediata y radical» transformación, «aquí».... en la España pecadora, que os diga. Con toda la lástima que me inspira vuestra ignorancia y el desacertado camino que habéis emprendido.

 ¿Quo vadis?

C. A. S. Mollina (Málaga) 27 Oct. 917.






Para llegar a interpretar las siglas C.A.S. tenemos que esperar al día veinticuatro de noviembre de 1917 cuando en La Unión Liberal, tras varias páginas denunciando el pucherazo en las elecciones y abusos en el censo, aparece en su página cuatro esto:

Desde Mollina

Sr. director de LA UNIÓN LIBERAL.

Antequera.

Muy señor mio y querido correligionario: Ruego a usted se digné dar cabida en el semanario que con tanto acierto dirige, a la adjunta copia de los escritos que, formulando recurso de queja contra la junta Municipal del Censo de Población de esta villa, por su negligencia en la distribución y recogida de los boletines individuales reglamentarios, para la renovación total del Censo electoral, fueron dirigidos al ilustrisimo señor Director general del Instituto Geográfico y Estadístico y ál señor jefe de la Sección de Estadística de esta provincia, con el fin de que tenga la debida publicidad.

Anticipándole por ello las más expresivas gracias, se repite de usted, como siempre, por su afmo. amigo y s. s. que le saluda y b. l. m.

 JUAN PALOMO

 Mollina 31 de Octubre de 1917.

 Los que suscriben, vecinos de esta villa, partido de Antequera, provincia de Málaga, mayores todos de 25 años y por tanto con derecho electoral, según lo estatuido en él artículo 1.° de la Ley de 8 de Agosto de 1907, puesto que no están comprendidos en ninguno de los casos de excepción, por incapacidad que se determinan en el artículo 3.° de la propia ley; ante V. I. con el respeto y consideración debidos, acuden con el presente escrito y usando de las facultades que les están reconocidas, atentamente exponen:

 Que debiendo llevarse a cabo muy en breve, en toda España, la renovación total del Censo electoral, según lo establecido en el artículo 10 de la Ley de 8 de Agosto de 1907 y las Circulares recientemente publicadas por la Dirección general del Instituto Geográfico y Estadístico, dependiente del Ministerio de la Gobernación, y no habiéndose aún distribuido en este término municipal, a domicilio, como ya ha debido hacerse por los Agentes repartidores que al efecto ha debido nombrar la junta municipal del Censo de Población, creada por la R. O. e Instrución de 27 de julio de 1910, que oportunamente fué reconstituida en la forma que taxativamente se determina en el artículo 17 de dicha Instrucción; los boletines individuales en que habían de inscribirse todos los varones de 25 o más años de edad, que tienen derecho a ser incluidos en el Censo electoral de .este Distrito municipal, hay que suponer o un abandono y negligencia inexcusable por parte de la referida junta, en el cumplimiento de su cometido, o que trata de amañar tos trabajos censales y por eso no ha dispuesto la distribución y recogida de boletines.

 En su consecuencia suplican a vuestra ilustrísima los recurrentes que habiendo por recibido este escrito, que va extendido en papel común, con arreglo a lo establecido en el articulo 61 de la ley de 8 de Agosto de 1907, por tratarse de asunto electoral, y teniendo por hechas las manifestaciones que en el fondo del mismo se contienen, se digne admitirlo y en su virtud adoptar las resoluciones que procedan, a fin de que por la mencionada junta local, se cumpla en todas sus partes lo mandado en las disposiciones relativas a la renovación total del Censo eleectoral  (sic) de este término.

 Gracia que por ser de justicia no dudan los recurrentes alcanzar de la rectitud de V. I. cuya vida guarde Dios muchos años.

Mollina (Málaga) a 30,de Septiembre de 1917.—Andrés Palomino, Cristóbal Alcalá Soriano, Juan Torres Cabrera, José Montalvo Vallejos, Francisco Borrego Casero, Francisco Rodríguez Ramos, Cristóbal Palomino Vegas, Enrique Gamito Molina, juan Pozo Palomino, Andrés Palomino Laguna, Juan Palomo, Antonio Carvajal  Capitán, José Muñoz Díaz, Carlos Palomo Carmona, Joaquín Prieto, Francisco Amas, juan Sevillano.—Todos con rúbrica.





De ahí podemos deducir que las iniciales C.A.S. pueden corresponder con bastante seguridad a Cristóbal Alcalá Soriano.



La situación política estaba bastante movidita. Las elecciones de nueve de abril de 1916 fueron ganadas por los liberales-demócratas del Conde de Romanones, pero ya sabemos que éste dimitió en enero de 1917 a causa de enfrentamientos con el ejército, que había creado las Juntas de Defensa.
 Al mismo tiempo, se rompió el Partido Liberal al ser expulsados del partido Manuel García Prieto y Santiago Alba Bonifaz. El gobierno de García Prieto, sucesor de Romanones, se rompió y el 11 de junio de 1917 Eduardo Dato formó un nuevo gobierno con conservadores, pero tenía una mayoría inestable, lo que provocó la convocatoria de la Asamblea de Parlamentarios. 
La huelga general de 1917, además, provocaría la dimisión de Dato el 3 de noviembre de 1917. Se formó entonces un gobierno de concentración nacional formado por liberales, conservadores y la Lliga Regionalista hasta que se convocaron nuevas elecciones el 24 de febrero de 1918.



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