ALMIREZ I 1932-1935

 

Antonio Fernández Pozo en la fotografía aparecida en la revista madrileña Crónica el veinte de enero de 1935.




No hay duda de que el personaje más presente en todas las conversaciones mollinatas entre los infantes, adolescentes y jóvenes de la época franquista fue Almirez.

 El hecho de haber salido en una página de la revista El Caso en los años sesenta, que lográbamos ver muy de tarde en tarde y bastante ajada y con trozos sin poderse leer, ya daba cierto aire de leyenda a esa figura.

 El mismo titular -El último bandolero- no hacía más que acrecentar esa leyenda.

 


Los primeros datos en libro sobre este personaje aparecen en 1968 cuando Florentino Hernández Girbal saca su segunda serie -la primera sería en 1963- sobre Bandidos célebres españoles. Este Florentino fue un personaje renacentista y con una vida bastante ajetreada si tenemos en cuenta lo que nos dice la Wikipedia:

 

 

Florentino Hernández Girbal (Béjar, Salamanca, 17 de junio de 1902 - Madrid, 6 de agosto de 2002), periodista, escritor, crítico musical y de cine, historiador y biógrafo español.

Biografía

Hijo de una familia obrera, de padre y abuelos tejedores y de abuelas y madre canillera y costureras, desde muy joven cultivó las letras y durante varios años ejerció el periodismo en Valladolid y Madrid, trabajando también en la primitiva industria del cine mudo español como montador (por ejemplo, de Rosas y espinas 1927, o de La malcasada, 1926), operador o exhibidor. Escribió relatos y crónicas, entrevistas y análisis cinematográficos para las páginas de El Cine, Popular Film, Cinema Variedades y Cinegramas. Antes de la Guerra Civil era miembro de U.G.T. y miembro de la Logia Matritense número 12; durante la guerra fue miembro de la Asociación de Intelectuales Antifascistas y trabajó para la "Sección cinematográfica" de la revista Altavoz del Frente. Algunas referencias sugieren que militó además en el PCE, ya que formó parte del consejo de administración de la productora "Film Popular" desde 1937, una empresa creada por PCE en la guerra que realizaba la edición periódica del noticiario España al día con versiones en inglés y francés y que produjo también reportajes y documentales propagandísticos y distribuyó no sólo producciones propias, sino ajenas, como por ejemplo largometrajes soviéticos. Fundó en ese mismo año la revista Nuevo Cinema. Encarcelado al término de la Guerra Civil por "delito de adhesión a la rebelión", se le condenó a 30 años de cárcel, pena conmutada hacia 1942 por otra de 12 años y que cumplió entre la cárcel de Alcalá y el penal de Ocaña, lugar en que coincidió con Miguel Hernández, quien ya le había sido presentado por Alberti en 1938. El 19 de marzo de 1943 se le concedió libertad condicional, y en 1943 marcha a Barcelona, donde casa con María Iglesias Clavero e intenta retomar su vida emprendiendo con nombre supuesto varios negocios dedicados a la floristería, gran pasión de su mujer; pero en octubre se le declara en busca y captura y es apresado de nuevo en 1944; en 1946 vuelve a escaparse y se le juzga de nuevo por masón; hasta 1955 no logró regularizar su situación, dedicándose desde entonces a escribir biografías sobre españoles ilustres y desde 1956 retoma sus colaboraciones periodísticas con nombre supuesto escribiendo sobre temas musicales e históricos para las revistas Ritmo e Historia y Vida; en octubre de 1959 una comisaría de Barcelona lo "localiza" y le encausa para 1963; en la vista de ese año se paraliza por fin su proceso por masón. A su muerte su testamento adjudicó su biblioteca, de unos 8.000 volúmenes, a la Casa de la Cultura de Béjar y su archivo personal al Casino Obrero de esa misma localidad.

Ha recibido la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, la del Ayuntamiento de Béjar y la insignia de oro del Grupo Cultural San Gil y nombramientos como el de académico de la Academia de Bellas Artes de Valladolid, socio de honor del Casino Obrero de Béjar, miembro del Centro de Estudios Bejaranos e hijo predilecto de Béjar, y premios como el de la Diputación de Barcelona y el de la Sociedad General de Autores.

 

 

 

El texto que aparece a continuación se ha sacado de su obra Bandidos célebres españoles (en la historia y en la leyenda), segunda y última serie, segunda edición, Ediciones Lira, Madrid, 1977, páginas 480 a 482. Nos dice:

 

Al tiempo que "Pasos Largos" continúa su vida de cazador furtivo, aparece en la provincia de Málaga un maleante que da bastante que hablar. Es natural de Mollina, tiene treinta y un años, pero no los representa porque su estatura no rebasa el metro y medio y es de un aspecto enfermizo y débil. Se llama Antonio Fernández Pozo, aunque todos le dicen "el Almirez". Por los días del crimen de la Fuenfría entra a robar en un molino de Antequera en unión de otro sujeto a quien llaman "el Copao". Sorprendidos por la Guardia Civil, se entabla un tiroteo y éste resulta muerto. "El Almirez" herido, huye. En su camino se encuentra con el vecino de Mollina Jesús Casero, que regresa de su finca de la Molinilla. Encañonándole con su escopeta le quita una pistola y mil quinientas pesetas que lleva encima, producto de una venta. Luego se refugia en la imponente sierra de Carmona, que a mil metros de altura está llena de oquedades y desfiladeros. Abundan en ella las cuevas con expresivos nombres: la de los Organos, la de la Higuera, la de los Porqueros, la del Acebuche... Su intención, según parece, es reunirse con el hijo o el sobrino de Flores Arrocha, que sigue huido.

Aunque no consigue su propósito, durante algún tiempo "el Almirez" se siente allí seguro. Unicamente una vez baja a Mollina, su pueblo. Es con motivo de la muerte de su madre. Nadie le ha comunicado la triste noticia, pero, sin que se sepa cómo, él la conoce.

Ciertísimo es que cuando los vecinos están reunidos velando el cadáver aparece en la puerta de la habitación.

-Ejarme paso- ordena.

Se produce un movimiento de inquietud y susto. Las mujeres hacen ademán de salir. Los hombres adoptan una actitud defensiva. A todos les detiene el bandido con tranquilizadoras palabras.

-¡Ejarme!- repite con voz temblorosa-. No vengo a hasé daño a nadie. Sólo quio da un beso a mi mare.

E inclinándose sobre el blanco rostro de la difunta, en el que las luces rojizas de los cirios ponen engañosos arreboles, pasa su mano por la frente llena de arrugas en una lenta caricia. Luego deja en ella un largo beso.

Mientras sale reprimiendo un sollozo, los demás le siguen con la vista sin hacer el menor movimiento.

Días después, encontrándose "el Almirez" en la llamada cima de las Grajas, dispara sobre el sargento del puesto de Mollina sin alcanzarlo. Comunica éste a sus jefes dónde el bandido se encuentra y el capitán del puesto de Povedra ordena que se intensifique la persecución y se registren todas las cuevas de la sierra.

Una mañana del mes de abril de 1933, al amanecer, diecinueve guardias civiles al mando de un teniente se aproximan a la Cueva del Acebuche, donde "el Almirez" se oculta. Pronto la rodean. El guardia José Pastor se ofrece a bajar. Al iniciar su descenso un certero disparo del bandido le alcanza, matándolo. Su cuerpo rueda hasta la entrada. Arrástralo aquél al interior para quitarle el máuser y las municiones. A los requerimientos que los guardias le hacen para que se rinda "el Almirez" responde que usará al muerto como parapeto.

Comienza entonces el asedio. Son arrojadas varias granadas de mano para agrandar la boca de la cueva e impedir que el bandido asome. Retumban horrísimas las explosiones. Ruedan trozos de piedra entre una nube de polvo. La fuerza se lanza al asalto. Comprende entonces "el Almirez" que es inútil toda resistencia y grita:

-¡No disparen más! ¡Me entrego!

Cesa el fuego y a los pocos instantes aparece Antonio con los brazos en alto. Avanza y se ofrece inerme al teniente de la compañía de cuarto Tercio Móvil que manda la fuerza. Los guardias entran en la cueva y, después de rescatar el cuerpo de su compañero, recogen una vieja escopeta de dos cañones, de fuego central, cargada con perdigones, y una pistola de calibre nueve, la misma que el bandido robó a su vecino Jesús Casero.

Así acaba "el Almirez". No tiene el valor de Flores Arrocha ni el que "Pasos Largos" va a derrochar dentro de poco. Antes de sacrificar su vida, como los hombres cabales, prefiere pudrirse en un presidio. Mal final para un bandido. Ha demostrado no ser digno de sus compañeros de otros tiempos. Por eso nunca le cantarán en coplas.

 

 

 

A esta novelesca narración hay que hacerle unas cuantas consideraciones:

-La finca propiedad de Jesús Casero es Mollinilla, no La Molinilla.

-La Camorra tiene una altura máxima de 780 o de 798 metros según dónde te informes. La falda está a unos 400 metros de altitud.

-Es difícil transcribir con la ortografía castellana nuestra habla cordobesa. Pero lo que no se puede dejar pasar es mare. Decimos mae.

-El capitán suponemos que será el de Antequera, no el de Povedra, que no existe.

-La cima de las Grajas será más bien la sima de las Grajas.

 



Parece que esta narración la cogió de la prensa de los años treinta. Incompleta. Aquí se irá reproduciendo tal y como salió en su día comenzando por sus inicios y por partes, ya que el asesinato del guardia civil tuvo bastante repercusión en toda España.

 

Por último, decir que el calificativo de bandolero a nuestro paisano es excesivo. Le une con ellos su situación fuera de la ley o incluso el asesinato. Pero ni la época ni, podríamos decir, el currículum le hace merecedor a ese nombre.

 

La imagen de Antonio Fernández Pozo apareció en la revista madrileña Crónica el veinte de enero de 1935. Más adelante se reproducirán las tres páginas con fotos de esta misma publicación.





Continúa en 

Continúa en https://lopez29532mollina.blogspot.com/2018/07/almirez-ii-1932.html

Comentarios

Entradas populares