MAESTROS DISPARES EN LA REPÚBLICA Y ANTES.

Ya desde el siglo XIX se tiene constancia de nombramientos
de maestros para el pueblo. Aquí hablaremos de aquellos de los que hay
constancia en la prensa y que más están en la memoria colectiva de nuestros
mayores –muy mayores-.
El primero es don Sebastián. Don Sebastián Delgado López
había nacido el 28 de setiembre de 1874 en la provincia de Granada. Ya en 1916
estaba en Mollina. En 1917 opositó para una escuela de más categoría –más sueldo-
y en mayo de 1918 consiguió traslado a Iznalloz. En noviembre de ese mismo año
salía publicada la vacante de la unitaria de niños de Mollina.
La importancia de este maestro es que con él se creó la
primera banda de música de las que tenemos noticias en Mollina. Algunas de sus
actuaciones ya han aparecido en este blog.
Al no saber Mollina retener a lo mejor de sí, lógicamente la banda
desapareció. Ya sabemos qué ocurrió con las dos siguientes. Lo que aquí
llamamos un esfarateferia.
En 1923 llegaba a Mollina procedente de Archidona doña María
de la Aurora González para la unitaria de niñas. Aún algunas personas la
recuerdan como la señorita doña Aurora.
El 24 de febrero de 1926, cuando Mollina contaba con 3.850
habitantes, se crea una segunda escuela unitaria para niños con lo cual ya son
dos los maestros en Mollina. El primero que aparece nombrado cuando ya estaba
creada esa nueva unitaria es don Fernando de Salozán y Hernández, que procedía de
Oirós-Carbia (Pontevedra) como maestro en Mollina. Estuvo aquí hasta 1930.
En junio de 1928 llega a Mollina, procedente de la de
Portalina, San Juan de la Rambla en Tenerife, don Federico López Ramírez. Domiciliado
en la calle Nueva tanto él como su familia eran furibundos ultraderechistas.
Algunas familias aún recuerdan cómo su esposa decía con su acento granadino a
sus vecinos: “A España le hace falta una talica”, refiriéndose a la necesidad
de terminar con los elementos izquierdosos.
Los socialistas mollinatos no le profesaban ninguna simpatía. Y con motivos.
Lo podemos ver en el semanario La Razón del
día 5 de marzo de 1933, año IV, número 111, que en su página 3 nos decía
alguien con pseudónimo:
La enseñanza en Mollina
Toda persona que haya
pasado por Mollina durante los dos últimos años habrá escuchado las infantiles
voces que cantan a modo de estribillo:
Mollina ya no es Mollina;
Mollina es un pueblo rico,
porque han puesto de maestro
al señor don Federico.
Y con el que suscribe habrá creído al oir esto que el tal don Federico
es un personaje fabulosamente rico que reparte su dinero a manos llenas, o bien
que posee un caudal inagotable de ciencia que llevará a sus alumnos al pináculo
de la cultura. ¡Nada más lejos de la realidad!
Un pueblo rico tendrá que ser
Mollina, pues si los padres quieren darle alguna instrucción a sus hijos
tendrán que pagarles un maestro particular y no contar en absoluto con el
concurso del «pedagogo» aludido, que aunque no se olvida nunca de percibir
mensualmente sus haberes en lindas pesetas, ha tomado su profesión a chirinota (sic)
y no va a la escuela ni para dar un recado.
Y eso, amigo don Federico, no
tiene la más insignificante disculpa, pues si bien ha pretendido usted cubrirse
con el cierre oficial de la escuela por deficiencias del local, creo que sería
más propio de una persona que alardea constantemente de su horror al
analfabetismo, recabar de las autoridades que le doten con urgencia de local
adecuado.
Pero no... A usted le es más cómodo hacerse maestro en el juego de
dominó y tresillo (que con tanta asiduidad cultiva) que enseñar a unos pobres
niños los rudimentos más elementales de la Ciencia.
Usted no tiene inconveniente en dar clase a los adultos, porque la
supresión de dichas clases mermaría su presupuesto particular en las equis
pesetas con que por ello se le gratifica, pero necesita tener el día libre por
completo para lucir por todas partes su elegantísima figura y dedicar buena
parte de su tiempo a torpedear a los elementos obreros y a los republicanos de
toda su vida, rodeado de una camarilla de origen caciquil de la que a la vez es
lacayo y mentor.
Esta es su labor negativa en
cuanto a su escuela concierne, pero aun es más lamentable su tolerancia y buen
compañerismo como presidente del Consejo local de primera enseñanza. Para nadie
es un secreto que una maestra se pasa en su pueblo todo el año y sólo va a
Mollina a pasarse unos días por sport. También se comenta mucho que cada vez
que la otra maestra hace uso de licencia la sustituye en la escuela una persona
que no tiene la capacidad legal necesaria para desempeñar dicho cargo.
¡Esto es intolerable! El
Gobierno de la República les paga espléndidos sueldos para que cumplan su
elevada misión docente. Los maestros deben corresponder a esto con desvelos en
pro de la enseñanza.
Y las autoridades e Inspector de
primera enseñanza deben velar por el cumplimiento del deber que les está
confiado y no tolerar que los niños de Mollina estén en el mayor desamparo por
el abandono culpable en que los tienen sus maestros, que más que elementos
culturales parecen aliados del analfabetismo.
EL LICENCIADO VIDRIERA.
La maestra a la que se refiere el
escrito es más que probable doña Luisa García Rodríguez, que aparece en El Sol
de Antequera –conservador y más- del día 10 de setiembre de 1933:
NUEVO DESTINO
Por noticia particular sabemos que ha sido destinada para dirigir la
escuela preparatoria creada en el Instituto, la culta maestra nacional,
actualmente destinada en Mollina, doña Luisa García, esposa de don Manuel
González Danza, a quienes felicitamos.
Otra de las maestras destinadas en Mollina –no sabemos si la
que sucedió a la inefable doña Luisa- apareció en la prensa al haber dado a
luz. Nos dice El Sol de Antequera el
día 4 de noviembre de 1934 que doña Eusebia Checa Ciézar, esposa de don José
Jiménez Blanca había tenido un niño.
Para el curso 1931-1932, recién nacida la Segunda República
Española, se nombra a la otra unitaria de niños a don Ricardo Ruiz Arias, que
venía de la de Salares.
Al contrario que la de su compañero don Federico la labor de
este señor fue premiada en el concurso organizado por la revista pedagógica Escuelas de España. En el número de
marzo de 1934 aparecía su trabajo premiado. La calidad del mismo la
comprobaremos en la próxima entrada en este blog.
No fue el único premio recibido. El diario madrileño La Libertad en su edición del día 12 de
abril de 1935 en su apartado DE ENSEÑANZA
traía la relación de trabajos premiados en el Certamen Pedagógico Nacional
organizado por la Asociación del Magisterio de Ronda.
Al hablar de los premios decía.
Tema 1.—Premio del
ministerio de Instrucción pública: Una colección de libros de arte (18 tomos)
al trabajo que lleva por lema «Noli foras ire». Autor, D. Antonio J. Onieva,
inspector de Primera enseñanza.
Accésit de 125 pesetas
al lema «Pestalozzi». .Autor, D. Ricardo Ruiz Arias, maestro nacional de
Mollina (Málaga)
El lema elegido ya da idea del avance en el enfoque pedagógico.
Al día siguiente era el diario madrileño
El Sol el que daba noticia del
premio.
El Diario de Almería, periódico independiente de la mañana, del
día 22 de agosto de 1935 nos daba noticia de la Semana Pedagógica de Málaga,
organizada por la Asociación Nacional del Magisterio. El miércoles 4 de
setiembre se abriría la Semana y se cerraría el miércoles 11. Anunciaba para el
lunes 9
A las once, "Una lección de ciencias naturales",
clase práctica desarrollada por D. Ricardo Ruiz Arias, maestro nacional de
Mollina (Málaga).
La ponencia duraría hasta las once cuarenta y cinco ya que a
esa hora comenzaba una conferencia que trataría sobre "La paz por la
escuela", impartida por D. Alberto López Casero, maestro nacional de
Madrid.
El día 23 la misma noticia aparecía en el diario madrileño El Sol. El día 29 de agosto de 1935
sería el diario Ahora, también de
Madrid el que daba la noticia de la Semana Pedagógica y la intervención del
maestro mollinato.
A partir de ahí ya no tenemos noticias de él. La vorágine de
la guerra, donde las mejores mentes se perdieron, haría de él un mártir de la
enseñanza. Sin beatificación. Muy posiblemente cayera en aquella talica que reivindicaba no muy
cristianamente la cristiana esposa de su compañero escaqueador. Imagen bastante real de las dos Españas.
La República se encuentra con el problema educativo agravado
por las hambres en las clases populares. De ahí que en el Heraldo de Madrid y
El Sol, del día 2 de noviembre de 1933 apareciera lo siguiente:
Se han hecho las
siguientes subvenciones para cantinas
escolares: Vélez Málaga, 2.000 pesetas; Campillos, 1.000: Almgía, 1.000;
Miraflores del Vado (sic), 1.500; Teba, 1.000 ; Mollina, 1.000, y Ardales, 500.
Por último anotar que en la revista Magisterio Español, Revista general de la Enseñanza, año LXVII, número
9.192, del día 21 de setiembre de 1933 al hablar de las escuelas que son
necesarias crear para sustituir a las de congregaciones habla de crear cuatro
de niñas en Mollina. El 12 de octubre del mismo año repite la noticia. Sin
embargo el 22 de mayo de 1934 al hablar de las unitarias en Mollina, no
aparecen creadas esas unidades. Con la posguerra ya sabemos qué ocurrió.
La próxima publicación será el trabajo premiado de don
Ricardo Ruiz Arias. También aparecerá por aquí más adelante la obra de Elisa
López Velasco, natural de Mollina y una de las pedagogas de plástica y dibujo
más importantes de España con una obra que, a día de hoy, se estudia en algunas
escuelas de magisterio.
En la imagen, cantina escolar de Güéjar-Sierra aparecida en
el diario Ideal de Granada de 6 de diciembre de 1934. Se
ve a la maestra, Paquita Guerrero, sirviendo a sus alumnas una comida, en
domingo.
Me ha emocionado mucho leer rl nombre de mi abuela, muy querida, Aurora González Girela, maestra como yo. Tenía mi madre 1 año cuando mi abuela llegó a Mollina con sus dos niñas pequeñas: Aurora y Gracia ( mi madre). Ella venía de Archidona. Su marido, del que se divorció, era de una familia afincada en Antequera con su padre y hermano médicos Jose Águila, se llamaban ambos. Mi abuelo era Antonio.
ResponderEliminarA mi abuela, tan buena, la guardo en el corazón .
No me digas que eres hija de Gracia la de doña Aurora. Conocí a tu madre a principios de los setenta. Una hermana de mi madre vivía cerca, en la calle Ferrándiz. Aún cuando paso por la calle de la Victoria la recuerdo. Saludos.
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