QUEJAS POR EL ABASTECIMIENTO DE AGUA. 1930


Imagen tomada en la Fuente de Mollina algún tiempo después de las quejas de 1930.





Ya vimos en la publicación de este mismo blog de doce de junio cómo las fuerzas conservadoras habían celebrado a bombo y platillo la traída de aguas a Mollina en mayo de 1926.

Pronto empezaron los problemas derivados de una mala construcción y conservación: rotura de tuberías, quema del motor… Hasta que, aproximadamente, en 1932 el Ayuntamiento desiste de esa traída de aguas.

Hasta 1930, en la dictablanda del general Berenguer, no se oyen voces discordantes a esa alegría por la traída del agua al pueblo. La Razón, órgano socialista de las sociedades obreras, editado en Antequera y dirigido por el mollinato Antonio García Prieto, apareció el treinta de agosto de 1930. Ya en su número 2 del día cuatro de setiembre de ese año, aparte de hablar sobre la feria y sobre la visita de García Prieto a Mollina para dar un mitin el día siete, ya habla sobre los problemas del agua. Decía: 

Nos hemos visto sorprendidos con una disposición del Alcalde, que nos ha dejado turulatos.

El hecho es el siguiente:

Para evitar que haya aglomeración en las fuentes públicas no se podrán llenar cubos, botijos, ni otra clase de artefactos que no sean cántaros de barro o de lata; pero sí pueden llenarse las pipas que en carros, propiedad del Alcalde y de otros terratenientes como él, tienen para su servicio y el de sus fincas. ¡Vamos, una cosa así, como decir «justicia, pero no por mi casa».



En el número 6, de dos de octubre, hacía referencia al problema de haber dejado a la Fuente de Mollina sin agua, al sacarla toda para el uso en el pueblo, exagerando la cantidad de casas en los alrededores de la misma:



Los vecinos colindantes a la antigua fuente, que suponen más de cien caseríos, se nos quejan, y con sobrada razón, que porqué no se ha dejado siquiera un caño para su servicio y también, que como carretera general hay una obligación a que esa fuente no esté seca.

Cuando estemos bien informados, que será muy pronto, vamos a demostrar ciertos hechos que han de causar una sensación muy grande en nuestro pueblo, pues el hecho en sí como sea verdad, va a traer cola.



En esta noticia parece haber un problema de transcripción del original enviado desde Mollina a la imprenta en Antequera. Lo más lógico es que el primer párrafo se refiriera al agua y el segundo a la herencia de doña Ascensión Granados Blázquez. El cajista debió de suprimir la entradilla a la noticia a la que se refiere ese párrafo.  De hecho, en el número siguiente, de nueve de octubre, tras otra noticia sobre el recaudador decía:



Nota. —En nuestro número anterior decíamos que cuando estuviéramos bien informados denunciaríamos un caso que, de ser cierto, causaría gran sensación. Hoy podemos anticipar que nuestras pesquisas van por buen camino y que dentro de poco se sabrá todo.



En el número 12, de trece de noviembre ya se nos da pistas sobre ese asunto. Decía:

 Debido a la expectación que ha despertado en este pueblo de Mollina la noticia que dábamos en números anteriores, de que cuando supiéramos fijamente el asunto del Convento hablaríamos con claridad, hoy decimos que dicho asunto se está tramitando; y como sea cierto lo que nos dicen, de que ese edificio que existe en la plaza no lo dejaron para el objeto a que hoy se destina, sino para Asilo de ancianos, nos veremos precisados a denunciar el hecho y a exigir responsabilidades, desde la primera Comunidad que allí se instaló y del Ayuntamiento de entonces hasta la fecha.



Pero volvamos a lo que interesa en esta entrada que es el problema del agua.



En el número 8, de dieciséis de octubre de 1930 decía La Razón:



Llevamos un mes sin agua, pues las cañerías de las fuentes están inservibles después de haber gastado una fortuna en dotar de agua al pueblo y ahora resulta que nada de lo hecho sirve y que se debe más de lo gastado, consecuencias todo esto de la «buena» administración caciquil que aquí padecemos y que hace lo que quiere con perjuicio del pueblo y en beneficio de ellos.

¡Cuándo llegará el día en que sean los obreros los que administren justicia! pues de seguro, que lo han de hacer mejor, porque conocen las privaciones, porque tienen más sensibilidad, y sobre todo porque son honrados



En el número 14 –uno antes de su cierre en esa primera etapa antes de la República- de fecha veintisiete de noviembre de 1930, decía:



Sucede que en este pueblo, uno de los más mal administrados que tiene la provincia, se hizo la traída de aguas con el dinero que cada vecino, en la medida de sus fuerzas, aportó para dicha empresa, recaudándose pesetas en la proporción que hacían falta.

Pues bien; se hicieron las obras con una ligereza y unos materiales tan deficientes, que ahora resulta que no tenemos agua, porque lo hecho no sirve para nada y hay necesidad de hacerlo todo nuevo, o de lo contrario seguir pagando el cántaro a 0,15.

Estas anomalías e injusticias que se cometieron por el Ayuntamiento de la primera Dictadura, hacen que el pueblo entero los señale con el dedo y diga a todos que la época del bandidaje y la mala administración no ha pasado aún, pues para demostrar que dichas obras se hicieron sin un criterio de claridad, a los vecinos no se les dió estado de cuentas de cómo se habían administrado las pesetas.

Lamentamos grandemente estas consecuencias y creemos no tardará mucho tiempo en que podamos exigir responsabilidades a los que tan mal administran el dinero ajeno.

UNA VÍCTIMA



En el último número de La Razón antes de su cierre por orden gubernativa, día cuatro de diciembre de 1930, la sección De los pueblos aparece en primera página en vez de en la última como sucedía normalmente. La crónica de Mollina abría la sección, firmada por El Corresponsal.  Con respecto al agua decía:

Y lo que dicen de las fuentes y que esto está bien administrado, basta conocer este dato para cerciorarse de lo contrario: El presupuesto de Mollina desde que vino la Dictadura hasta la fecha, se ha centuplicado y no se ha beneficiado el pueblo en lo más mínimo, pues la traída de aguas fué por suscripción popular, y administradas esas pesetas por personas ineptas, como lo demuestra el hecho de que ni se han rendido cuentas, ni lo que hicieron sirve para nada.



Cuando reaparece La Razón ya es en la República y el tratamiento a las noticias del Ayuntamiento son, lógicamente, distintas.
Aunque en la época republicana cuando gobernaban los antiguos monárquicos, apareció en La Razón, número 89, del dos de octubre de 1932:


Mollina y los traidores del régimen

Los procedimientos que se siguen en este pueblo son para que se muera de hambre la clase trabajadora. Y todo porque los obreros queremos justicia.

 Los reaccionarios de aquí lo tienen todo abandonado, se burlan del laboreo forzoso y de todas las disposiciones del Gobierno, y cuando un obrero denuncia uno de estos hechos, queda burlado y desatendido.

Hay que tener en cuenta que el obrero sólo quiere que sea respetada la ley por los traidores del régimen. Pero aquí la República no ha llegado. No sentimos sus saludables efectos porque los que nos gobiernan son los mismos que nos gobernaron antaño, con la variante que ahora se han hecho fervientes republicanos.

 Aquí, en tiempos de las dictaduras, sangraron al pueblo para traer el agua a éste, como así se hizo, y siendo alcalde el mismo que hoy tenemos, nos dijo una noche que nos tenía que costar un cántaro de agua veinticinco céntimos.

Eso nos lo dijo el día 4 de noviembre de 1930, a causa de que se había descompuesto la cañería, y en el momento que ha cogido el mando, nos ha dejado sin agua en el pueblo, y en la fuente principal todo lo ha inutilizado.

 Por lo que sea, hoy vale un cántaro de agua lo que quieren, y eso lo hacen porque para ellos es igual; pero a nosotros, los asalariados, nos perjudican, que es precisamente lo que pretenden: que ni se coma, ni se beba, ni se viva.

Compañeros: el remedio está en nuestras manos, uniéndonos todos y no dejándonos atropellar más. Y así unidos, hacerles que cumplan el laboreo forzoso, porque aquí hay una parte de terreno que está abandonado por no tener dinero los labradores.

 El término es corto y muy mal traído, y de ahí resulta que nosotros moriremos y lo mismo nuestros hijos, de no obligar a los burgueses a que nos den vida, y si no pueden porque les falta dinero, que dejen la labor, porque lo contrario es hacernos traición a nosotros, al régimen y a España entera.

UN OBRERO.












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