EL CAPIRUZÓN SEGÚN PUERTAS TRICAS. 1989

 

Vista de los restos de murallas del fuerte romano del Capiruzón.





Rafael Puertas Tricas nació en Borjas Blancas (Lérida) en 1943 y murió en Málaga en 2008. Director del Museo de Málaga desde 1974 a 2005. Arqueólogo de formación, dedicó buena parte de su vida a la investigación de los restos arqueológicos de la provincia.

 

En el número 63 de la revista Jábega, editada por la Diputación Provincial de Málaga, correspondiente al primer trimestre de 1989, publicó el artículo Los siglos oscuros en la historia de Málaga (siglos IV a VII) que se reproducen a continuación enteramente, en el que aborda la época de finales del imperio romano hasta la dominación árabe.

 

En sus páginas 11, 12 y 13 hace un estudio del Capiruzón. Al final lo relaciona con otras edificaciones del norte de África, Siria y Palestina.

 

El texto es el siguiente:

 

 

 

4.  AGRICULTURA Y FORTIFICACION EN LA ANTIGÜEDAD TARDIA:

 

EL CASO DE MOLLINA

 

 

 

Durante las excavaciones arqueológicas de Mollina aparecieron diversas construcciones que nos revelan bastante bien a través de sus dos etapas constructivas, los cambios económicos y sociales que se operaron en el campo, en los últimos siglos de la España romana.

 

 

 

Aparecieron en Mollina en el nivel más bajo los restos de unas estancias cuadrangulares que formarían parte de una villa dedicada a la explotación agrícola de esta fértil zona.

 

 

 

Especialmente importante resultó el hallazgo de una pequeña fortificación más tardía, que constituyó una segun­da etapa constructiva correspondiente al período que estamos analizando aquí.

 

La planta de fortificación puede trazarse con bastante fiabilidad. Aunque hay pequeñas diferencias en las dimensiones (que nos deberían hacer hablar de un rectángulo) las atribuimos a pequeños fallos de muy poca importancia en la construcción. Por ello preferimos seguir hablando  de un cuadrado con una torre encada uno de sus vértices; torres que en su tiempo serían casi  iguales, aunque  modernamente se  les hayan arrancado los sillares, especialmente sus esquinas, y producido,  por tanto, una variación artificial en sus dimensiones. Solamente en  uno de  sus lados presenta la planta algunos problemas,  pues el lienzo de la muralla se interrumpe para dar paso a lo que hemos denominado un empedrado o especie de plataforma constituida por una compacta capa de gruesas piedras y cal, de planta rectangular. Aquí situamos nosotros la entrada al recinto, sin que podamos precisar con exactitud si se trata de una especie de pavimento reforzado o serviría como base de una gran construcción, quizás en forma de torre, en la que se abriera una gran puerta de acceso al recinto.

 

 

 

No sabemos con exactitud si el lienzo de la muralla continuaba al otro lado del empedrado y fue destruido modernamente, sin que ni siquiera hayan quedado huellas de cimentación, o bien el muro alargado del interior, bastante más estrecho, servía de cierre en esta zona, existiendo por tanto un retranqueo de la fortificación.

 

 

 

En el interior,  unos muros cuyas anchuras oscilan entre 0,50 a 0,60 m. corren paralelos a los lienzos amurallados, a una distancia media de 3,50 m. El conjunto se articularía en torno a un gran patio central. Una consideración de recinto militar, aunque susceptible de albergar una pequeña guarnición, de capacidad operativa limitada por el hipotético exiguo número o bien para servir de albergue defensivo a los habitantes de las cercanías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

S.   CRONOLOGIA Y FUNCION DE LA FORTIFICACION DE MOLLINA

 

 

 

Para la primera etapa constructiva podemos aducir el horizonte cultural constituido fundamentalmente por la cerámica común romana, con un conjunto importante que detallaremos en los capítulos siguientes; puede compararse provechosamente con el de Lacipo. A ello se unen los escasos hallazgos de terra sigillata gálica o hispánica, que nos inducirían a constatar la utilización del recinto en los siglos I y II d. C. Es cierto que los hallazgos numismáticos nos proporcionan en sí mismos fechas más antiguas; a nuestro juicio indican una circulación monetaria prolongada, que se acercaría al cambio de era. Nos encontramos ante una zona ya romanizada con pocas huellas, por no decir escasísimas, de poblamiento anterior a las fechas propuestas.

 

 

 

En cuanto a la cronología de la segunda etapa, al haber desaparecido el estrato arqueológico correspondiente, es difícil precisar una fecha concreta. Nosotros  pensamos  en  la segunda  mitad del  siglo III, pues tras las invasiones varias de la Bética los núcleos centrales de población o de las explotaciones agrícolas debieron de sentir la necesidad de fortificarse en plan defensivo. Dicho de otro modo, no pensaríamos, al menos en términos absolutos, en una fortaleza exclusivamente militar; por su tamaño tendría poca capacidad operativa para la ocupación del territorio.

 

 

 

 Este tipo de fortaleza cuadrada, con torres en sus esquinas. es poco conocido en la Península Ibérica, aunque tenga ya una larga tradición y copiosa literatura en otros países; se trata en principio, de paralelos exclusivamente tipológicos.

 

 

 

 Reiteramos finalmente, la diferencia constructiva y cronológica entre las estancias de la explotación agrícola y de la fortificación. Ambas etapas tienen, sin embargo, un factor común, ¿que es la hora de extraer unas conclusiones globales?

 

 

 

 Es seguro que nos encontramos ante una fortificación pequeña, pero ello no se deduce necesariamente que el modo de explotación agrícola de la zona, al menos en sus líneas genera­ les, hubiera cambiado radicalmente. Gracias al estudio de otros casos, debidos especialmente a Goodchid,  se tiende a considerar que estos emplazamientos serían granjas fortificadas más que fortificaciones en sentido estricto. Si en nuestro caso no podemos llevar tan lejos las conclusiones, podríamos concluir que los añadidos posteriores, que servirían posiblemente de almacenes, tienden a abonar estas consideraciones. Además, dichos añadidos posteriores no estarían muy lejanos en el tiempo de la construcción de las estructuras principales.

 

 

 

 No pueden señalarse paralelos tan pequeños para este tipo de construcción en Francia o en Alemania, apareciendo más bien en el Norte de África, Siria y Palestina. Se les aplica preferentemente la denominación de quadriburgium mejor que la de castellum. Según estos paralelos tipológicos la datación tendería a situarse a fines del siglo III, como sería el caso de Mollina, o en otros casos, en el siglo IV.

 

 

 

Este quadriburgium puede enmarcarse muy bien dentro de la recopilación de plantas realizada por J. Lander, y más exactamente en una de sus variantes. La primera tiene, además de las torres en los vértices, otra torre en medio de los lienzos amurallados y una o dos más pequeñas al lado de la entrada. Así serán los ejemplos de lrgenhausen. Schaan, y Muhattet el Haj , Deir el Khaf,Dionysias y Bourada. Nuestra fortificación se enmarcaría en una variante más simple; Gornea (ca. 294-303), Qasrbshir (306 d. C. y Qasr el Hallabat 213) se definirían, entre otras características, por las cuatro torres en las esquinas.

 










































                   








Y éstas son las imágenes correspondientes a Mollina:







 







 

 

 


Si queréis ver la comparativa del Capiruzón con otros de similares características lo tenéis en  https://lopez29532mollina.blogspot.com/2018/09/el-capiruzon-comparado-con-otras.html



 

 

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