REPASO A LOS NÚMEROS 106 A 110 DE LA RAZÓN. 1933


La imagen corresponde a un fotograma de 'Las maestras de la República', documental / Foto: Fundación Cesáreo del Cerro.





El número 106 del semanario socialista antequerano La Razón, que apareció el 29 de enero de 1933 no traía información alguna sobre Mollina ni ningún escrito con este origen. Tampoco el número siguiente, 107, de 5 de febrero, traía nada.

El número siguiente, el 108, del día 12 de febrero de 1933 traía esto en su página 3. La entrega, el amor por el saber y fomentar unas conciencias más humanas como deber de todo buen socialista. La lástima: el escrito viene con pseudónimo:

Mis puntos de vista sobre el Socialismo

El día 30 de enero estuvieron en nuestra Sociedad los compañeros Juan Villalba y otros dos más cuyos nombres no recuerdo; pero fué el caso, que al discutirse la diferencia de ideales entre la clase trabajadora, supieron poner de relieve al auditorio que tuvimos el honor de oírles, en lo que venía a repercutir el que los trabajadores discutan sobre este tema; pues es en su propio perjuicio.

Al disertar el compañero Villalba sobre el referido tema y otros que también tocara, lo hizo con un acierto, que no puedo por menos que elogiarlo, y no crean que es hipérbole ni alabanza, pues sólo es el cumplimiento de todo buen socialista.

Cuando un orador se dirije (sic) a una corporación de obreros como somos los del agro, con bastante deficiencia de cultura la mayoría, deberían, a mi modo de pensar, hacerlo en esa o parecida forma. ¿Para qué envenenar más las conciencias? El obrero tiene la bastante rebeldía dentro de sí para la revolución que se viene operando en España. Si estamos sedientos de sangre ¿para qué lamentamos su derramamiento? ¿No sabemos que no está apto para otra cosa que para lo que fué encauzado? Encauzarlo por la ruta que le enseñaran, es el deber de todo buen socialista; forzarle a otra cosa, es enfrentarle con el poder constituido, y las consecuencias, desorientarle.

 Las doctrinas socialistas son muy hermosas en sí, y en ellas puede el obrero aspirar a todas sus reivindicaciones.

Explíquesenles (sic) ellas y el momento que vivimos para su desarrollo; pero si por el logro individual las desvirtuamos, no puede crearse el ideal. ¿Que el enemigo que hay que combatir lleva diferente táctica? Pues el programa es lo que nos hace falta. Sacrificando a los mejores, no le veo el resultado. El mal creo yo que se desvirtúa aplicándole el bien, que es el fin que a todos nos debe guiar, y así daremos puebas (sic) de redención según las teorías de Marx. ¡No es dejarnos atrapar, ni retroceder de lo conquistado! ¡Bien ganado lo tenemos, y bien caro nos ha costado! Pero la primera etapa de revolución se ha pasado, y ahora hay que aplicar la segunda, que debe ser la de hacer conciencias más humanas que las que nos legó el régimen pasado.

¡Sea el egoísmo para quien crea que se va a apoderar del mundo! (que harto loco está). ¡Sea la ambición exagerada, para el que se crea eterno! (que bastante equivocado vive). ¡Sea el orgullo para el que vea la felicidad en la vida material! (que no es de sabios).

 Pero los que quieran hacer una vida más justa, más equitativa, más humana, aconsejen el bien, orienten lo que esté a su alcance, enseñen al que no sabe, prescindan del egoísmo si quieren ser socialistas. Aunque nos critiquen y nos tachen de otras faltas, la historia a todos nos ha de juzgar y ha de ser el tiempo visto de lejos. Si el cambio operado a todos nos ha confundido, cuando las aguas vuelvan a su cauce se verán los escollos, y cada cual militará en el campo que le corresponda, y esta clase de ignorantes trabajadores que sin ton ni son critican a los que luchan, tengan en cuenta que el mal que éstos les hacen es defender una cosa que ellos son los que la aperciben en beneficio propio, pues el día que éstos abandonen la lucha, ese día han fracasado ellos.

Mi enhorabuena a los camaradas de Antequera.

 EL DEL NÚMERO 13.

Mollina y febrero.

Tampoco el número 109, aparecido el día 19 de febrero de 1933 traía nada sobre Mollina.

El 110, de 26 de febrero traía otro escrito con el mismo pseudónimo en su página 2. La preocupación por la enseñanza, tanta como el desinterés hoy de la misma por las clases populares:

El apostolado de la enseñanza

Ningún ser, por inteligencia que tuviera, podrá ser juez de sí mismo, por imparcial que fuere; van unidos a los defectos naturales, una serie de pasiones y vicios, que le impiden tan alto honor.

 Al acometer el Gobierno de la República el problema de la enseñanza, lo ha hecho, si no con el ímpetu que la nación necesita, sí con el que puede, pues ha sido tan abandonado como lo ha encontrado, que a mi torpe juicio le veo imposible saldarlo de momento. Pero no únicamente al Gobierno hay que hacerle responsable de todo esto, no, todos los componentes de la carrera del Magisterio español, deben saber a ciencia cierta, cómo encontró, el Gobierno de la República, tan primordial problema; debiendo reconocer a sí mismo, la misión que les está encomendada, y deben poner de su parte, todo cuanto puedan en crear discípulos que sean reflejo de éstos, que han sido los primeros en ocuparse del abandono en que tuvieron gobiernos anteriores a tan resignada y sufrida clase.

Pero no quieran encontrar la perfección en un estado tan imperfecto como el anterior; sería pedirle “peras al olmo”. Hay sangrando multitud de problemas que todos reclaman la misma urgencia. ¡Si vamos a echar sobre los hombres que rigen nuestros destinos, todas las necesidades morales y materiales de que nos hallamos desposeídos, sería no querer comprender la realidad de los hechos! Quédese eso para otras clases sociales más insconcientes (sic), para su propia desgracia, pero no para ésta que debe tener en cuenta, todo lo antes citado. ¿Que no es reconocida de momento por los mismos beneficiados? No importa. Hay un título de no recuerdo qué autor, que dice: «La vida es más»; y el tiempo, que nos ha de juzgar a todos, dirá quién aportó más material a la reconstrucción que a nuestra casa estamos haciendo. Ellos son los forjadores de artífices para tan magna obra. ¿Que tiene que ser con tantas inconveniencias y sacrificios? ¡No hay duda!, no tuviera méritos si así no fuese, pero háganse cargo que la misión que les está encomendada es la de sembrar a manos llenas, y la de cosechar tarde, y con las inclemencias que traen consigo el mal que tanto crece. Los que sentimos en lo más íntimo de nuestro ser el mal estado en que se hallan los locales para la enseñanza, en estos desgraciados rincones rurales, no podemos por menos, que sentirlo con pena, y exponer de nuestra parte todos los medios de que nuestra inteligencia mal cultivada disponga, y que nos digan el camino a seguir y quién tiene el deber para mejorarlo en lo que a nuestro alcance esté, o reclamaremos a quien proceda; pero si en vez de ir serpenteando por las escabrosidades en que nos encontramos sumidos, se niegan a dar clase por no reunir los locales las condiciones higiénicas que marcan las ordenanzas, bien a pesar nuestro, y en vez de haber progresado, nos hallamos con los chicos en las calles, y los boicoteadores del régimen republicano nos pueden decir: Ahí tenéis un botón de muestra; tanto aumento en el presupuesto de enseñanza, y los chicos sin escuela.

 Maestro del pueblo rural: ¿no sabes que todo repercute en el pueblo pobre? Pues el que tiene otros medios ponga de su parte y tenga en cuenta que hay que tener un poco de carácter quijotesco y ejerza su apostolado que es de sacrificio, y si el municipio todavía no ha urbanizado esos locales como es debido, es porque son contrarios a la obra de reconstrucción; pero no cierre las puertas ¡que esas sí que son santas!

 EL DEL NÚMERO TRECE.

 Mollina, febrero.




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