REPASO A LOS NÚMEROS 86 A 90 DE LA RAZÓN. 1932
No aparecía el nombre de Mollina en el número 86, año III de
La Razón, semanario socialista antequerano dirigido por el mollinato García
Prieto, del día 11 de setiembre de 1932.
El número 87, aparecido el día 18 de setiembre traía este
cuento en la página 2:
EL LOCO
Dijeron:
Deja el arado en el
surco apenas abierto; deja la hoz en la rama que espera el vigor virgen del
injerto; deja el martillo sobre el yunque, la garlopa sobre el banco, la lezna
sobre la mesa, la aguja en el hilo, la lanzadera en el telar, la cuchara en la
cal; deja en cumplir tu primera obra de paz, de fecundidad y de amor para el
bien y para la vida de todos los hombres, y ve a la guerra, ¡oh joven de veinte
años!: la patria te llama.
Dijeron más aun:
Deja el libro abierto y la lámpara que ha
velado las primeras fatigas de tu mente con el bisturí que buscó trepidante en
la carne muerta la palpitación de la vida; deja el timón que guió tu nave al
infinito, el telescopio que reveló a tú mirada mortal los caminos de los astros
y la gloria del sol; deja la pluma que expresó tu palabra, el pincel sobre la
paleta, el arco sobre las cuerdas, el cincel sobre el mármol; desecha tu
pensamiento; suspende el ansia de tu alma ávida; olvida todo lo que te separó a
ti, hombre, del bruto, y ve a la guerra, ¡oh, joven de veinte años!: la patria
te quiere...
Dijeron más aun:
Deja a tu madre que te
ha parido con dolor y que te amamantó con la savia de sus pechos: a tu madre
que ve en ti su gloria y su felicidad; deja a tu padre inválido que te dió el
escaso pan a costa de sus muchos sudores; deja a tus hermanos pequeños que de
ti esperan el ejemplo y el apoyo: a tus hermanos que de ti esperan protección y
guía; abandona también a aquella que el Destino puso sobre tu senda: aquella
cuyo corazón inocente ha visto realizarse en ti su sueño dorado, su vida toda;
ahoga el grito en tu corazón, sofoca la queja en tu alma, devora el sollozo que
te sube a la garganta; oculta como una cobardía las lágrimas que asoman a tus
ojos, y ve a la guerra, ¡oh, joven de veinte años!: la patria te llama...
Y dijeron otras cosas
extrañas y tristes, grotescas y estupendas, pero todas cosas crueles; y ninguno
se sorprendió, nadie las discutió ni razonó sobre ellas, porque eran cosas
antiguas que habían sido pronunciadas desde hacía siglos, y desde siglos y
siglos habían sido escuchadas sin protesta. Y así, desde siglos y siglos, todos
han ido y van a la guerra.
El legislador dijo: —Es deber.
El magistrado: —Es justo.
El filósofo: —Es humano.
El sabio: —Es natural.
El artista: —Es bello.
El poeta: —Es glorioso.
El sacerdote:—Es divino.
Uno sólo entre todos, uno que tenía hambre y
sed, sueño y frío; que no tenía ninguna esperanza de comer y de beber, de
dormir y abrigarse, dijo:
— No es justo: ¡es inicuo!
Y todos se pusieron en su contra, lo
injuriaron y lo golpearon, y dijeron:
—¡Está loco!
Por la traducción,
PASTORA GARCÍA RAMÍREZ.
Mollina, septiembre
1932.
De nuevo tenemos que hacer una aclaración sobre la supuesta traducción
de la señora García Ramírez. Aunque La
Razón no lo cita, este cuento lo escribió el poeta y líder sindical y
socialista italoamericano Arturo M. Giovannitti (Ripabottoni ,1884 - Nueva
York,1959). En edición española apareció en El
Socialista del día 9 de diciembre de 1914, miércoles, número 2.025, año
XXIX. El final aquí está cortado y algo cambiado. El Socialista acababa:
-¡Es loco!
Y lo crucificaron.
Evidentemente la edición en El Socialista de este cuento venía en castellano. La fecha de publicación,
al comienzo de la Gran Guerra, muy oportuna.
El número 88, de 25 de setiembre traía en su página 2 unos
sueltos sobre Actos Civiles, o sea,
lo que sería en otros medios Vida Social.
Pues bien, decía:
En Mollina
Ha sido inscrito en el
Registro civil un niño del camarada José Rodríguez García y de su compañera
Pura Matas Zamorano con el nombre de Progreso.
Es el segundo hijo que esta pareja libra del
clásico remojón.
El número 89, aparecido el 2 de octubre de 1932 aparecía por
primera vez con seis páginas. En la última de ellas venía esto en el que se
hacía una referencia al problema del agua:
Mollina y los
traidores del régimen
Los procedimientos que
se siguen en este pueblo son para que se muera de hambre la clase trabajadora.
Y todo porque los obreros queremos justicia.
Los reaccionarios de aquí lo tienen todo
abandonado, se burlan del laboreo forzoso y de todas las disposiciones del
Gobierno, y cuando un obrero denuncia uno de estos hechos, queda burlado y
desatendido.
Hay que tener en
cuenta que el obrero sólo quiere que sea respetada la ley por los traidores del
régimen. Pero aquí la República no ha llegado. No sentimos sus saludables
efectos porque los que nos gobiernan son los mismos que nos gobernaron antaño,
con la variante que ahora se han hecho fervientes republicanos.
Aquí, en tiempos de las dictaduras, sangraron
al pueblo para traer el agua a éste, como así se hizo, y siendo alcalde el
mismo que hoy tenemos, nos dijo una noche que nos tenía que costar un cántaro
de agua veinticinco céntimos.
Eso nos lo dijo el día
4 de noviembre de 1930, a causa de que se había descompuesto la cañería, y en
el momento que ha cogido el mando, nos ha dejado sin agua en el pueblo, y en la
fuente principal todo lo ha inutilizado.
Por lo que sea, hoy vale un cántaro de agua lo
que quieren, y eso lo hacen porque para ellos es igual; pero a nosotros, los
asalariados, nos perjudican, que es precisamente lo que pretenden: que ni se
coma, ni se beba, ni se viva.
Compañeros: el remedio
está en nuestras manos, uniéndonos todos y no dejándonos atropellar más. Y así
unidos, hacerles que cumplan el laboreo forzoso, porque aquí hay una parte de
terreno que está abandonado por no tener dinero los labradores.
El término es corto y muy mal traído, y de ahí
resulta que nosotros moriremos y lo mismo nuestros hijos, de no obligar a los
burgueses a que nos den vida, y si no pueden porque les falta dinero, que dejen
la labor, porque lo contrario es hacernos traición a nosotros, al régimen y a
España entera.
UN OBRERO.
El número 90, que recuperaba las tradicionales cuatro
páginas, apareció el día 9 de octubre de 1932. Un joven mollinato
antimilitarista escribía:
¡CONTRA LA GUERRA!
A todos los jóvenes
españoles, sin distinción de ideologías
¡Jóvenes proletarios!
Muy pronto ingresaréis
en las filas del Ejército español. Mas antes, yo, joven también como vosotros,
quiero hablaros. Dispensar mi falta de elocuencia, porque, como vosotros, soy
trabajador. Con esto queda dicho que mi cultura es escasa.
Pero un deber de
conciencia me obliga a tomar la pluma para deciros mis pensamientos, por
mediación de este periódico, honrada y digna tribuna de los trabajadores, que
tienen la dignidad de defenderse del capitalismo, cáncer monstruoso de la
Humanidad desde siglos y siglos, y tienen además la capacidad, el valor de
atacarlo en todas sus formas, porque con ello colaboran a una obra redentora y
humana, cual es la total extinción del capitalismo sobre la superficie de la
Tierra.
Pronto, jóvenes,
seréis soldados; abandonaréis vuestros hogares; dejaréis a vuestras madres,
ancianas muchas, con los ojos anegados en lágrimas. ¡Cuando más falta hacíais
en vuestras casas para ayudar a vuestros padres en el trabajo y librarles un
poco de sus penosas fatigas! ¡Cuando vuestros hermanos menores necesitaban de
vuestra ayuda y ejemplo!
Lo abandonáis todo;
vuestras tierrecitas, que con amor cultivabais, aunque el producto íntegro
fuera a parar a manos del capitalista; vuestros estudios, que incansablemente
proseguíais con el corazón henchido de esperanzas; vuestra actuación en el seno
de la Sociedad obrera a la cual pertenecéis y en la que lucháis con bríos y
denuedo, desinteresadamente, pugnando por establecer sobre el mundo una
sociedad más libre y más humana, donde impere el amor sobre todas las cosas; y
más aún, abandonáis a la que vuestro corazón ha elegido para compañera de
vuestra vida, a la mujer dulce y amorosa que le habéis hecho mil promesas de amor,
y ella con lágrimas en el corazón os despide resignada a la fría y cruel
separación!
Lo abandonáis todo,
todo, hasta vuestra propia personalidad: ¡sois soldados!
No sois nada, no
podéis tener la dignidad de vuestros actos porque dejáis de ser hombres con
sentimientos e iniciativas para convertiros en autómatas que obedecen a un
resorte, a una voz de mando o al toque de un clarín. No podéis opinar, ni
contradecir; sólo obedecer, obedecer ciegamente. Os entregan un fusil, machete
o sable y municiones. Os hacen marchar rítmicamente, como una máquina. No
podéis tener corazón; hay que acallar sus latidos; hay que hacerse sordo e
insensible a sus llamadas, no escuchar sus clamores. El espíritu de solidaridad
hay que enterrarlo. Y en muchos casos la represión a fuerza armada contra las
multitudes obreras que reclaman un pedazo de pan que llevar a sus hijos—¡a
vuestros hermanos, soldados!— sembrando la muerte entre los que seguramente
pueden encontrarse vuestros padres, vuestros hermanos...
¡Pensad, jóvenes, que
pronto váis a ser soldados! Pensad en vuestros padres, en vuestros hermanos, en
todos; y cuando con el fusil en las manos os ordenen hacer fuego sobre el
pueblo obrero, porque éste tenga una actitud digna, volver el cañón del arma
homicida sobre el suelo y no disparéis. ¡No disparéis, soldados! Antes, tomar
otra determinación más honrosa, más digna y menos sanguinaria.
No manchar nunca vuestras conciencias con la
sombra y la mancha de la sangre de un semejante que como vosotros sufre el
fatal martirio de la esclavitud.
Recordad que cuando de
nuevo dejéis las armas y volváis a vuestro pueblo, al rincón amado que os vió
nacer, para empuñar de nuevo la azada, el martillo, el pincel, el libro o la pluma,
tal vez otro día, cuando las injusticias del régimen capitalista hagan
enardecer vuestra sangre y crispar vuestros puños, y decorosamente queráis
reparar, como corresponde a hombres de dignidad, las injusticias que contra
vosotros comete el capitalismo, otros soldados—tal vez vuestros hijos, como
ahora pudiérais hacerlo con vuestros padres- descargarían sus armas sirviendo vuestro
cuerpo de blanco para el mortífero plomo de los fusiles.
¡Jóvenes proletarios
que váis a ser soldados: pensad que váis a servir los intereses del
imperialismo capitalista, que váis a las filas militaristas a combatir quizás a
otros hombres porque así lo exige el mantenimiento del actual privilegio de
castas! ¡Pensad, pensad, jóvenes proletarios que váis a ser soldados!.
Mas antes de que
tengáis esa investidura, antes de que marchéis a incorporaros a filas, cuando
todavía seáis «hombres», yo me despido de vosotros con un abrazo y una
esperanza.
FEMIO RENALDS.
Mollina y octubre.
Suponemos que Femio Renalds escondía otro nombre real.
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