NÚMERO 0 DEL BOLETÍN UMBRAL. 1972

La Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educación y Financiamiento de la Reforma Educativa estableció la enseñanza obligatoria hasta los 14 años, cursando la EGB, Educación General Básica, estructurada en dos etapas. Tras esta primera fase de ocho cursos el alumno accedía al BUP, Bachillerato Unificado Polivalente, o a la recién creada FP, Formación Profesional. Con esta ley se reformó todo el sistema educativo, desde la educación preescolar hasta la universitaria, adaptándolo a las necesidades de escolarización. (Wikipedia)

Fue impulsada por José Luis Villar Palasí, ministro de Educación español desde 1969.

Esta Ley, tan necesaria para la modernización de España en el último tercio del siglo XX llegó a sustituir a la Ley Moyano, de 1857, que intentaba solucionar la deplorable situación educativa en España –con una de las más altas tasas de analfabetismo en Europa-  dividiendo la Enseñanza en tres niveles: Primaria, obligatoria y gratuita, de 6 a 9 años; la segunda enseñanza (enseñanza media, en la que se preveían la apertura de institutos de bachillerato y escuelas normales de magisterio en cada capital de provincia, además de permitir la enseñanza privada en los colegios religiosos, que recibirán especial consideración) y la enseñanza superior con las universidades (cuya gestión se reservaba al Estado).

La gratuidad de la enseñanza hasta el último tercio del siglo XX dependía en buena medida de la iniciativa de los municipios o de la iniciativa privada, de ahí que la diferencia entre escuelas y zonas fuera bastante notoria.

La Educación General Básica supuso un avance espectacular en la igualdad de la Enseñanza en España, no ya sólo por el aporte económico del Estado –limitado en un régimen ya abocado a su fin- sino por el empuje humano. La sociedad acogió la nueva Ley con esperanza y entusiasmo.
Lógicamente el capital humano en algo como la Enseñanza es primordial. De ahí que antes de la Ley de 1970 se organizaran los estudios de Magisterio. El plan de estudios de Magisterio de 1967 vino a sustituir a unos Planes de Estudio que, desde el de 1931, habían abandonado la modernidad: el plan de 1941 intentaba rellenar los huecos de los miles de maestros represaliados por el régimen ganador. Con un solo curso se accedía al Magisterio. Las asignaturas serían las que el Nuevo Régimen señalaban (mucha Religión y Moral Católica, Caligrafía, Costura, bordado en blanco y corte de ropa blanca…) Pedagogía, Prácticas de Enseñanza y Caligrafía. Los planes de 1942 y 1945 seguían insistiendo en lo mismo. No olvidemos que en aquellos tiempos modernidad en la Enseñanza era identificada con la República. El plan de 1950 avanzó algo, pero dentro de una España de mayoría rural. No olvidemos que en su tercer curso se estudiaba Agricultura e Industrias rurales. Para acceder a estos planes bastaba con tener el título de bachillerato elemental, de ahí que algunos alumnos aventajados ya podían estar impartiendo clase, incluso, con diecisiete años.
El plan de estudios de Magisterio de 1967 exigía a los alumnos tener el título de Bachillerato Superior. Tanto este plan, como el de 1971 reflejaban una España menos rural y más urbana. Hasta que llegó Bolonia…


Toda esta introducción –larguilla- viene a cuento por lo que tenemos que contar ahora.
En el curso 1972-1973 se empezó a editar en el Colegio Público "San Antonio" de Mollina -destruido hace pocos años por la incuria de un alcalde digamos errático y la indiferencia de una sociedad domada y adormecida- una revista escolar con el nombre de UMBRAL. La preparación de la misma con los clisés a máquina y dibujo con punzones, la tirada en multicopista -la misma que las clandestinas vietnamitas-, se hacía con el aliento de un personaje grandioso en su humildad: don José Gálvez.

 Periodista represaliado que encontró en la educación el cauce para su entrega a la sociedad.
Entre la experiencia periodística de don José Gálvez y la entrega juvenil de un plantel de maestros venidos al edificio construido mediante el Plan de Construcciones Escolares de 1959 se consiguió este boletín informativo. Muchos de los nombres que aparecen en estos boletines están todavía en la memoria de muchos.

Los boletines que se conservan lo son gracias al cuidado de María Dolores y Amparo López Velasco. No están todos, pero sí buena parte de ellos.
En este primer número –número cero titula la cabecera- del primer trimestre del curso académico 1972-1973 no aparecen nombres, aunque no hay que hilar mucho para ver la mano de don José Gálvez detrás de todo esto.
Aquí tenéis las cinco páginas que tenía este primer boletín.























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