FRANCISCO DE ROJAS GARCÍA. 29. DE MEMORIAS Y OLVIDOS.

Viene de  https://lopez29532mollina.blogspot.com/2024/04/francisco-de-rojas-garcia-28-sobre-su.html



    Dentro de la ciencia histórica el testimonio oral es una de las fuentes que se utilizan para la reconstrucción del pasado. 

Los mitos, las leyendas, también pueden considerarse como fuentes de tradición oral. Hay una diferencia fundamental entre ambos. El testimonio oral reconstruye unos hechos con revelaciones de primera mano de testigos presenciales. Útil para cualquier estudio de historia contemporánea.


    Cuando hablamos de leyendas, de mitos, el recuerdo se hace a través de generaciones. Y ya sabemos lo que ocurre cuando no hay nada que fije ese conocimiento. Cada familia, cada persona, puede dar una visión deformada de algo que su padre o su abuelo le contó. 

    De ahí que haya que acudir a fuentes documentales para contrastar y para afianzar conocimientos. 


Queda en el recuerdo la lección de un sabio profesor de literatura hablando sobre las deformaciones de la tradición oral cuando ponía de ejemplo aquel famoso romance sobre el incendio de Roma y Nerón viéndolo desde la roca Tarpeya:

Mira Nero de Tarpeya

a Roma cómo se ardía.

Gritos dan niños y viejos 

y él de nada se dolía.

 

    Y cómo la transmisión oral había cambiado el primer verso en algo ridículo. Tan ridículo que ya el mismo Cervantes hizo mención. 

    Este verso quedó en:

Marinero de Tarpeya...



    Hoy no queda nadie vivo que hubiera conocido a Francisco de Rojas. 

    De ahí que el recuerdo que se pueda tener de él está más cercano al mito, a la leyenda, que a un testimonio cierto. 

    Los que tenemos recuerdos brumosos del personaje no los tenemos en modo alguno como recuerdo directo, sino recuerdos de lo oído a nuestros abuelos, que sabían vagamente del personaje, pues vivía fuera y cuando venía no contaba a sus paisanos la realidad de su vida. 

    A nadie, en su sano juicio, se le ocurriría pensar que De Rojas llegara a su pueblo y contara las cosas que la prensa de Madrid decía de él. O de la forma de cómo amasaba su fortuna. Simplemente se le creía y en paz. Simplemente no se le cuestionaba su vestimenta, sólo se le (la) admiraba. 

    El hecho de haber publicado libros, de salir en los papeles, cuya importancia era algo que nadie ponía en duda en la Mollina de principios del siglo XX, ya era motivo más que suficiente para creerse todo lo que el personaje -o alguien cercano- dijera a sus convecinos.


    Por eso sería interesante que alguien indagara en la memoria colectiva sobre De Rojas para averiguar quién o quiénes empezaron a fraguar la mitología del personaje en el imaginario colectivo de Mollina.

     Apuntamos desde aquí una hipótesis: Florentino Ruiz, su sobrino político, depositario de sus libros en Antequera y beneficiario de su jugosa herencia. Desde 1915, año de su matrimonio y venida a Mollina, hasta su muerte en 1943 -veintiocho años- tuvo tiempo de disfrutar lo que su tío político había afanado. Su cargo de alcalde durante más de un año en la dictadura de Primo de Rivera podía haber influido también.


    Pero bueno, la memoria tiene una parte muy importante que va ligada a ella: el olvido. Aunque nos parezca que memoria y olvido son términos contrarios, en realidad no es así. 

    El olvido es el ayudante, el complemento a la memoria. Por el olvido conseguimos vaciar nuestro depósito de recuerdos para guardar nuevas informaciones. Así que, como decía un colectivo de autores en sus apuntes de Historia Oral en el Instituto de Historia de Buenos Aires, en 2001: Memoria es la capacidad humana para recordar y olvidar aquellos momentos, personas y hechos que por su importancia ya sea negativa o positiva, merecen ser olvidados o recordados, este complejo proceso tiene un importante papel en el aprendizaje de la persona y en la transmisión de información a otros individuos y que quizás la enseñanza que nos deja también le sea útil a otros.


    El hecho de que la Corporación Municipal de Mollina quitara, acertadamente, el nombre de Monseñor de Rojas a la Plaza de la Encrucijada durante el periodo de la transición democrática contribuyó -entre otros motivos- al olvido de De Rojas entre las generaciones más jóvenes. 



Memoria colectiva


    Hay elementos comunes en la memoria colectiva de Mollina, al menos entre los más mayores. 

Un niño -apodado Caco- que jugaba a misa y a predicar en una higuera del Portugalejo. Un niño salido de una familia humilde. Una madre que suplica el perdón al rey. Un cura confesor de la reina...

    Pues bien, lo de la súplica al rey es más que probable que fuera cierto. 

    Alfonso XII pasó por Antequera en abril de 1887, cuando tenía diecinueve años. Tenemos una jugosa descripción del viaje en https://www.cervantesvirtual.com/obra/impresiones-de-un-viaje-a-andalucia-con-sm-el-rey-don-alfonso-xii/  Así que no es descabellada la imagen de una madre suplicante ante un rey por su hijo -carlista-. Ya sabemos que pudo volver a España gracias a la amnistía concedida por ese rey.

    Lo que es inadmisible, viendo los documentos que aquí han aparecido, es que Francisco de Rojas fuera confesor de la reina. 

    No aparece en ninguno de los medios clericales que tan a favor estaban con el Padre Mollina. 

    No hay que ser muy avispado para suponer que de haber sido el confesor de la reina el que dijo los exabruptos contra Alfonso XII o el que afanara el capital de la viuda rica de Chinchón, los medios hubieran recogido esta circunstancia con bastante amplitud.

    Sin embargo, este desatino de adjudicar a Francisco de Rojas el calificativo de confesor de la reina quedó grabado en la memoria colectiva de Mollina. 


    La anécdota, algo ingenua:

    Le dice la reina -recién muerto Alfonso XII- a Francisco de Rojas:

-¿Tú sabes dónde está mi marido?

    De Rojas responde.

-En el infierno.

-Ea, pues ya no me confiesas más. 



    Esta anécdota, oída recientemente a una señora octogenaria, coincide con lo oído hace décadas a personas nacidas a finales del siglo XIX.

    Esta misma señora cuenta haber estado en la casa de la calle del Aire, número cuatro. 

    Iba acompañando a su madrina que había estado allí en la escuela. Una señora, viuda, les enseñaba un arca donde guardaba unos ropajes. Lo que más recuerda -además del pasamanos- eran unas borlas que, ufanamente, la señora enseñaba. También enseñaba una especie de banqueta donde estuvo de cuerpo presente De Rojas. El ataúd no podía estar en el suelo porque era monseñor. 

    Vamos a atar cabos. La señora sería María Josefa Rojas Luque, sin de delante de Rojas porque lo perdió con la llegada del registro civil. El tiempo debería ser la segunda mitad de los años cuarenta del siglo XX, ya que esta señora enviudó de Florentino Ruiz Gutiérrez el 30 de diciembre de 1943, cuando éste contaba setenta y nueve años, según consta en el Registro Civil de Mollina, sección 3ª, libro 35, folio 84, número 60, a causa de una asistolia. 

    Por cierto, la madrina de la informante había estado en la escuela aprendiendo de memoria oraciones y algo de costura. La ahijada afirma que su madrina no tenia idea de números. 

    Esta información nos hace insistir en la idea de que lo que había en la calle del Aire número cuatro, no era una escuela al uso, sino una escuela de doctrina.

    Hay que tener en cuenta que ya en el siglo XIX había escuelas de instrucción pública sostenidas por el Ayuntamiento. 

    Son varias las apariciones de estas escuelas públicas en las actas municipales: en la del 27 de abril de 1860 se nos dice que había 80 niños en clase. En la del 8 de setiembre de 1878 se nos dice que el maestro cobraba nueve reales al día, cifra que no está mal si la comparamos con lo que cobraba un capataz -1,75 ptas.- o un jornalero -1,25- realizando trabajos para paliar el paro obrero según nos dice el acta de 6 de agosto de 1882. Según la del 22 de agosto de 1893, el maestro cobraba 825 pesetas al año y, según acta del 8 de julio de 1885, el ayuntamiento pagaba al maestro de música y al organista. Ya a principios del siglo XX tenemos constancia de abundantes documentos con los traslados, adjudicaciones, etc. tanto de maestros como de maestras públicos. 

    Todos con su correspondiente titulación. Don Florentino Ruiz, encargado de la escuela de la calle del Aire, 4, no sabemos si la tenía.


    Nadie en Mollina hablaba de la expulsión de De Rojas de la orden capuchina. A pesar de haber venido a Mollina ya afeitado. Entre la familia se comentaba que se había disgustado con los capuchinos. 


    Acabemos con el apartado de memoria popular colectiva en Mollina con respecto a Francisco de Rojas.

    Más de uno decía: ...cuando hizo fortuna...

    Al igual que nadie se hacía eco de la cara afeitada de alguien que era capuchino, nadie se planteaba cómo era posible que un fraile hiciera fortuna. 


    Y nadie hablaba de que quien estaba siendo beneficiario de ella era su sobrino político.

     La Iglesia no disfrutó jamás de esa fortuna. 


    Para cerrar el capítulo de memoria pongamos un ejemplar de la colección Calle del Aire de la editorial Renacimiento de Sevilla. Esta colección dedicada a la poesía nos recuerda el olvido en que Mollina sumió a su Calle del Aire.

 

Imagen 412. Un ejemplar de la colección Calle del Aire de la Editorial Renacimiento.

 


 

    Pasemos a estudiar un poco los olvidos.

 

Ayuntamiento


    Ya vimos cómo el Ayuntamiento de Mollina, reunido el día 31 de agosto de 1916 a las ocho de la tarde, o sea, veintiséis horas después del fallecimiento del autotitulado Monseñor, se reúne. 

    Asuntos: los de puro trámite. 

    Ninguna palabra de recuerdo ni de agradecimiento a De Rojas. 

    Ninguna mención al Monseñor. Ninguna lágrima por el Protonotario Apostólico. Ningún lamento por la muerte del Pastor Árcade Romano. Ningún plañido por el Caballero del Santísimo Sepulcro. Ningún quejido por el canónigo mitrado. Ningún lloro por –como decía poco antes el mismo Ayuntamiento- el etc. etc. ¿Cómo interpretamos eso?


    Tampoco la prensa antequerana, tan cercana al clero, se acordó. 

    Ni el boletín oficial de la diócesis



Cien malagueños notables



    Aunque no sabemos si olvido premeditado o bien que no hubo posibilidad de publicar un segundo tomo, lo cierto es que en 1956 Antonio Bueno Muñoz publica el primer tomo de Cien Malagueños Notables (240 páginas, rústica, peso 310 gramos, impreso en los Talleres Tipográficos Urania. Málaga y con edición patrocinada por la Diputación Provincial de Málaga y la Caja de Ahorros Provincial) 

    En ese tomo aparecen sólo cincuenta, teniendo previsto aparecer en un segundo tomo la biografía de Rojas de Mollina (P. Francisco) Religioso (1852-1909) (sic) 

Aún en 2024 esperamos la aparición del segundo tomo anunciado.

Imagen 412. Portada del libro de Antonio Bueno Muñoz. 


Imagen 413. Página del libro de Bueno Muñoz donde se anuncia la publicación de la biografía de De Rojas que no apareció.



    Desconocemos si alguien tiene apuntes de este segundo tomo. 

Sabemos que Bueno Muñoz había editado anteriormente una guía de Málaga. Esta guía fue publicada a través de la empresa Publicitaria Diana, regentada luego por un hijo de Bueno Muñoz. 




Terciarias Franciscanas de la Sagrada Familia 



    Aunque no como fundador, sí como colaborador especial en la fundación de la orden, estuvo Francisco de Rojas.


    Fundada en 1885, la congregación celebró en 1935 su quincuagésimo aniversario. El Siglo Futuro, periódico como ya vimos carlista e integrista, traía en su edición del día 13 de mayo de 1935, número 18.600, página 27, una crónica sobre la fundación de la orden. La firmaba fray Ambrosio M. de Benaguacil con fecha del día 11. 


    Aparece en esa crónica varias veces el Padre Mollina. Quien la quiera leer entera lo puede hacer en https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=65087d0f-4f24-4049-8c49-fde68c935d96&page=27


     Aquí pondremos sólo algunos párrafos. 


    Empieza así: 


“Las Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia han celebrado sus bodas de oro el día 11 del mes actual.

Esta Congregación, que cuenta actualmente con cuarenta y tres casas, de las cuales once están en las Misiones: en Colombia, en Venezuela y en China, nacieron en Benaguacil, en el santuario de Nuestra Señora de Montiel.

 Fué iniciador de esta obra el Padre Ambrosio Roda, de Benaguacil, exclaustrado capuchino y tan padre de ella como fué madre de San Ramón Nonato la madre en cuyas entrañas se engendró.”


    Luego se enreda en disquisiciones sobre la imagen de la Virgen de Montiel y sobre la construcción de su ermita y luego templo.


Sigue:


 “El Padre Ambrosio Roda, que fué notabilísimo predicador en su tiempo, procesado y condenado a destierro de su pueblo por algún sermón contra el liberalismo; misionero durante nueve años en las Diócesis de Cuenca, a las órdenes de su Obispo, y también en Fernando Poo; condecorado con la gran cruz de Isabel la Católica; elevado en terna con el Beato Claret, y un Padre Diego de Cádiz para el Arzobispado de Cuba; capellán del Ejército carlista desde 1873 hasta que acabó la guerra, en que se recogió al convento de Capuchinos españoles en Bayona; restaurador con otros de los Capuchinos en España en 1877, de los que fué su primer maestro de novicios, y que vino a morir en el convento de Masamagrell el 1º de noviembre de 1880, deseaba fundar una Congregación de mujeres, dedicadas a la vida mixta, pero con mucho encerramiento, cuya casa matriz había de ser el santuario de Montiel.”


    Sigue con las reglas de la nueva orden y continúa:


“Desde el día de la Presentación de la Virgen, 21 de noviembre de 1851, hasta el 11 de septiembre de 1853, tomaron el hábito diecisiete jóvenes, que formaron la primera Comunidad. El 5 de octubre de 1854 falleció una de cólera morbo, y todas las demás fueron expulsadas el 24 de febrero de 1855.

En octubre de 1880 dio una misión en Benaguacil el P. Lorenzo de Mollina, Capuchino del convento de Masamagrell.

El P. Ambrosio, que estaba en este convento muy achacoso, y ya en vísperas de su muerte, se hizo traer a Benaguacil durante la misión para con su presencia y por medio del P. Mollina, interesar al pueblo en la restauración de sus monjas, como se consiguió. Tuvo ésta lugar el 20 de enero de 1881, muerto ya el P. Ambrosio, haciéndose la vestición con mucha solemnidad en la iglesia parroquial por el P. Mollina, siendo yo testigo, como monaguillo que era, quedando desde aquel día instalada en el santuario de Montiel la nueva Comunidad, que la formaban tres religiosas de la Comunidad primitiva del P. Ambrosio y seis nuevas.

Desaparecido por traslado del convento de Masamagrell el Padre Mollina antes de que pudiera profesar la Comunidad novicia, quedaron las religiosas huérfanas de dirección. En 1885 fueron a suplicar al P. Luis de Masamagrell se encargara de cuidar de ellas, y entonces recordó éste que estando en Bayona de estudiante con el padre Ambrosio, le dijo éste, como si fuera una profecía: «Así cuidarás de les meues monjetes.» Así cuidarás de mis monjitas, y de entonces se encargó de su gobierno.”




    Estaba claro que en el quincuagésimo aniversario se recordaba al Padre Mollina en la congregación.



    También aparecen noticias sobre el padre Ambrosio Roda.

     Éste fue capellán del ejército carlista desde 1873 y se refugió en el convento de Bayona y vuelve a España en 1877 para restablecer con otros más la orden capuchina en España. Preso por algún que otro sermón contra los liberales. En 1873 De Rojas tendría 22 años, o sea edad de hacer la mili. Sabemos por la biografía que nos dio El Motín que pasó a las filas carlistas. Los carlistas, como los otros, tenían capellán. Lógicamente más carcas –como se decía entonces- que los del ejército español. El padre Ambrosio pasa a Bayona. Francisco de Rojas pasa a Bayona cuando escapa del cautiverio del ejército español.

     Podemos deducir que el Padre Roda habría podido ser maestro de noviciado de De Rojas con mucha probabilidad. 

Imagen 415. Página de El Siglo Futuro con la crónica del 50º aniversario de la orden de Capuchinas de la Sagrada Familia.

 



    Como todas las órdenes –sobre todo las fundadas a finales del siglo XIX- las Hermanas Terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia son bastante celosas en la conservación de la memoria de sus orígenes. El busto de Luis Amigó –connovicio de De Rojas- preside cada una de las casas.


    Sin embargo, hoy, esa misma orden silencia al Padre Mollina. 

No aparece en su página principal:. http://www.terciariascapuchinas.org/capuchi/index.php?lang=es, ni tampoco en la Wikipedia, ni en ningún otro lugar. 


    No nos debe extrañar la posición de las Capuchinas de la Sagrada Familia. 

    Es algo bastante habitual en cualquier orden religiosa, cuando uno de sus miembros se destaca por comportamientos no muy plausibles, el silenciarlos.


    Ya los romanos lo hacían con la damnatio memoriae.

    Cuando el Senado romano decretaba oficialmente la damnatio memoriae, se procedía a eliminar todo cuanto recordara al condenado: imágenes, monumentos, inscripciones. Incluso se llegaba a la prohibición de usar su nombre.

    Popularmente en Mollina ejercían la damnatio memoriae novias despechadas después de una ruptura. Con la tijera recortaban de la fotografía la cabeza de aquel a quien habían querido o a quien habían sufrido.


    En el caso de la Iglesia Católica de estos últimos años tenemos algún que otro ejemplo sonoro. 


    Todos sabemos que Marcial Maciel fundó en 1941 los Legionarios de Cristo. Pues bien, si miramos en la Wikipedia o en cualquier otro sitio así nos lo dice. Pero si miramos en la página oficial de la organización http://legionariosdecristo.org/ veremos cómo su nombre ha sido expurgado de ella. Los Legionarios de Cristo reconocieron en 2019 los abusos de Maciel a sesenta menores y a partir de ahí, el silencio.


    De Sodalicio, fundada en Lima por Luis Fernando Figari, nos enteramos que hacen algo igual.

     Incluso durante algún tiempo pusieron en su página http://sodalicio.org/fundador/ lo siguiente:

Debido a las recientes noticias sobre las acusaciones contra nuestro fundador, hemos eliminado la información de esta sección.

    Hoy, ya ni siquiera aparece esta mención.


    Asimismo las referencias a Germán Doig o a Daniel Murguía han sido expurgadas en las páginas oficiales de la organización. Aunque las referencias a todas estas personas no pueden ser expurgadas en toda la red.


    Conclusión. Las Capuchinas de la Sagrada Familia condenaron a Francisco de Rojas a la damnatio memoriae en la historia de su organización.

 

 

Gran Enciclopedia de Andalucía



    La Gran Enciclopedia de Andalucía es una enciclopedia editada por iniciativa privada y por primera vez en 1979, cuando se iniciaba el proceso autonómico de Andalucía.

     Se trata de una obra en diez volúmenes coordinada por José María Javierre y Manuel Ángel Vázquez Medel, que constituye la primera obra enciclopédica andaluza de gran envergadura. Los derechos de autor fueron comprados por la Junta de Andalucía en 1985.

    La publicación se hizo mediante fascículos semanales. El artículo correspondiente a Mollina salió a finales de 1980 aproximadamente.

    José María Javierre Ortas (n. Lanaja (Huesca); 5 de marzo de 1924 - f. Sevilla; 17 de diciembre de 2009) fue un periodista, sacerdote católico y escritor español. Fue director de El Correo de Andalucía durante los últimos años de la dictadura franquista. Hermano de Antonio María Javierre Ortas, cardenal de la Iglesia Católica.


    Cuando la Gran Enciclopedia de Andalucía contacta con el Ayuntamiento de Mollina para presentar el artículo que iba a salir unos meses más adelante sobre el pueblo, se nos encarga un estudio sobre el mismo. Con las limitaciones de aquel tiempo –enormes- se hizo. Y con las limitaciones de ese mismo tiempo se envió una fotografía. Aprovechando que el orden de publicación era el alfabético, nos encargamos de informar de dos hijos ilustres del pueblo. Uno de ellos, Francisco de Rojas García. Pues bien, no apareció. Y eso que la Gran Enciclopedia de Andalucía no dejó pasar a ningún eclesiástico de renombre –mayor o menor- andaluz.


 

Diócesis de Málaga


    Ya vimos cómo el Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Málaga silenció la muerte de Francisco de Rojas al mismo tiempo que recordó la del párroco de Mollina, muerto unos días después, en dos ocasiones.


    Recientemente la diócesis publicó en internet un artículo sobre Mollina firmado por doña Beatriz Lafuente, licenciada en Periodismo e Historia, casada desde 2011 y madre de un hijo, en el que se cita a De Rojas.


El artículo puede verse en https://www.diocesismalaga.es/patrona-de-la-diocesis/2014054556/mollina-tierra-de-vocaciones/


    La publicación lleva fecha de 3 de junio de 2021.


    Desconocemos quién fue el informante de la señora Lafuente. 

    Pensamos que es algo muy desafortunado colocar a Francisco de Rojas al lado de tantos mollinatos clérigos que lo dejaron todo para servir a los demás con su entrega. Algunos aún frescos en nuestra memoria y con sus nombres que nos suenan… Antonio Rubio, Paco Salinas, Luciano Luque…  Y Juan Francisco Rubio, que nos vive. Presbíteros, como De Rojas. Cierto. Pero con una honestidad inmensa.

 

    A pesar de que el 3 de junio se pusieron a todos estos al lado de De Rojas, cuando esa publicación se hace en papel, DiócesisMálaga Semanario de la Iglesia Católica en Málaga, año XXIV, número 1.236, Domingo XI del Tiempo Ordinario, correspondiente al 13 de junio de 2021, en su página 8 y última, sección Benditos pueblos, no aparece –felizmente- referencia alguna a De Rojas.

Imagen 416. Artículo impreso. Lástima de la atribución errónea de la autoría de la imagen de la Virgen de la Oliva a Navas Parejo.



Continúa en https://lopez29532mollina.blogspot.com/2024/04/francisco-de-rojas-garcia-y-30-apendice.html












  

 


 

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