XXXVI PREGÓN DE LA VENDIMIA. PRESENTACIÓN DE FELIPE R. NAVARRO. 2024
La presentación que hizo Felipe R. Navarro, escritor, del pregonero del año 2024 estuvo a la altura del Pregón que vino después.
Ésta fue la presentación:
Buenas noches, amigas y amigos de Mollina, permitid que os tutee y permitidme deciros que yo bien podría reducir mi presentación del pregonero de la Feria de la Vendimia de 2024 a dos palabras, pero quisiera antes justificaros el porqué de elegir esas concretas dos palabras.
Cuenta Jesús Barquín, catedrático de Derecho Penal de la UGR y uno de los hombres que más ha hecho por el vino de Jerez en los últimos 50 años, que su acercamiento al vino surgió de su idea de arte, en el sentido de que "el vino es un sofisticado artefacto humano íntimamente ligado a la propia idea de civilización tal y como la entendemos nosotros. Ha conformado paisajes y ciudades -dice Barquín-, es protagonista de obras literarias y artísticas, está en el centro de desarrollos científicos como la ampelografía, pero también la microbiología que tantas vidas ha contribuido a salvar en los dos últimos siglos. Sin el vino no se comprendería la historia de Occidente, ni siquiera nuestra prehistoria a partir de finales del Neolítico." Esto es algo que las gentes de Mollina saben no sé si desde finales del Neolítico, pero sí desde luego desde la primera vez que alguien vio brotar vides en esta tierra y decidió darle al fruto goloso de esas vides un tratamiento y un destino que expresase, como dice Barquín, la idea de lo que debe ser la civilización. De ahí que esta Feria de la Vendimia se haya vinculado, como lo ha hecho, ensamblando una apabullante nómina de pregoneros y cartelistas que lo representan en su más alto grado, con ese logro humano que llamamos arte.
Voy a permitirme agregar algo a las palabras de Barquín: el vino es un sofisticado artefacto humano íntimamente ligado a la idea de civilización, y ello a través del cultivo no sólo de la vid, sino sobre todo de la memoria. El vino, para mí, es, en su esencia más pura, memoria. En la vendimia no sólo las uvas van a parar a las canastas; su interior contiene no sólo una pulpa de azúcares, vitaminas, polifenoles, sino también el afán y el estremecimiento de los hombres enfrentados a la tierra y en comunión con ella, una tierra regada con sudor y sangre de quienes la cuidan como uno cuida a sus hijos o a sus padres. Cada uva vendimiada contiene la dulzura pero también la ácida amargura de los hombres, sus coplas sin voz enronquecidas por el polvo y templadas bajo las lluvias, los fríos, y los soles. Cuando uno se acerca al fino, ya Marcel Proust explicó literariamente esto mejor que nadie, pone en marcha su memoria, una memoria particular que se incorpora sin diluirse en la memoria del mundo. Bebemos igual que leemos; para saber quiénes somos mientras caminamos los caminos de la historia.
De modo que cuando las gentes de
Mollina crearon la Feria de la Vendimia y la encabezaron con literatura, con
arte, se vincularon así doblemente a la memoria. Añadieron la poesía a la
poesía del vino, y recordemos que Aristóteles ya explicó que había más realidad
en la poesía que en la historia. Porque sólo la poesía, la literatura, el arte,
nos permiten transcender los meros datos, esos hechos que aparentan ser neutros
para copar el relato de la vida pero que las más de las veces suelen ser el
último ejercicio de manipulación de los vencedores. Ante eso, para evitar que
el batir de alas terrible del ángel exterminador de la historia barra lo que
pudo ser y a los que pudieron ser, a los que fueron arrancados de la existencia
como hierba mala o podados de modo salvaje con la intención de impedir que
diesen más frutos, surgió la literatura. La razón de la literatura es hacer
fructífera la memoria. Como afirma el filósofo Reyes Mate, la memoria es el
tribunal de la historia. Como afirmó el escritor peruano Manuel Scorza, la
literatura es el Tribunal Supremo de la historia. Y yo afirmo sin reservas que
todos estamos obligados a un deber de memoria, a construir una memoria que nos
traiga de vuelta a los silenciados, los olvidados, los vencidos: no tratamos
así de reescribir la historia sino de hacer justicia mediante esa memoria, una
justicia que nos reconcilie con la condición humana, con nosotros mismos, con
la civilización y sus mejores frutos.
De ahí que yo afirme también que
quien vendrá ahora para pregonar la Vendimia encarna, mejor que todos lo que
que le han precedido en ese honor, la obligación civilizadora de construir una
memoria sobre la justicia, usando para ello la literatura. Porque si bien es
cierto que muchos de quienes le han precedido han hecho visible ese afán en sus
obras, y han contribuido así a la educación sentimental del pregonero tanto
como a la mía, la obra de quien ahora nos hablará respira entre las herrizas,
las colinas, los surcos y alberos de esta tierra de Mollina. Unió su gran talla
moral a su gran talla literaria para, tras fatigar anaqueles y legajos
infectados de dolor e ignominia, disolver la niebla del silencio hecha caer
sobre la vega y la sierra. Obras como Días
de Plomo, El agua de la memoria, Todas las noches se oyeron disparos, Un bosque de dolor, y El Nieto de la Virgen, están llenas de
los nombres que debían volver a pronunciarse para que no se los tragase el
olvido, para que no diesen en mero raspón amargo, en hollejo seco, los nombres
de las gentes de Istán, de Benarrabá, de Alameda, de Mollina, que los
vencedores de la sinrazón quisieron manchar, tachar, borrar. Una recapitulación
literaria no exenta de poesía por ser líneas de un poeta civil, afanado en la
lucha por los derechos, que es una lucha por la memoria. Nuestro pregonero ha
escrito su literatura con idéntico propósito con el cual creo que uno debe
abrir el vino; para unirnos a nuestros semejantes celebrando su alegría y
compartiendo su dolor, que así compartido se hace más liviano. Esos libros que
he citado constituyen un auténtico tribunal de la memoria, tanto como lo son
otros afanes en los cuales se ha volcado desde la Diputación de Málaga. Miradas del Tiempo, la colección que
recorre la memoria fotográfica particular de las gentes de los pueblos de la
provincia de Málaga, y que el pregonero ha venido poniendo en pie con nuestro
amigo José Antonio García Santos, es la fotonovela en cadena de gentes las
cuales ya no serán aventadas sin remedio por el tiempo.
El tiempo.
La narración da
aroma al tiempo, como afirma el filósofo Byung Chul Han. Aroma, tiempo, vino,
literatura, todos estos sustantivos forman parte del mismo campo semántico. La
criatura que pregonará la Vendimia este año ha construido su vida sobre una
admirable regla moral que le exige no perder la sonrisa mientras cura viejas
heridas y auxilia el perdón con relatos. Ha convertido Mollina, su Mollina, en
parte de ese campo semántico donde, sarmentosos de historia acumulada, como
diría Gil de Biedma, pueda haber paz en los cuerpos y en nosotros. Un relator
de la justicia y de la reconciliación, que canta su tierra, Mollina, conocedor
de que cada trozo de tierra cuenta la historia del mundo tanto como cada nombre
rescatado nos hace mejores, más civilizados, más hombres. Se puede amar esa
tarea de hacer justicia con la memoria literaria tanto como él, pero no más.
Por todo eso os decía al comienzo, amigas y amigos de Mollina, que bastaban dos
palabras para cumplir con este privilegio mío de abrir la puerta a un amigo, a
un hermano del alma, sólo dos palabras para celebrar a quien es el pregonero de
la Feria de la Vendimia de 2024: ¡POR FIN! ¡Don Miguel Ramos Morente!
Felipe
R. Navarro
Mollina, 6 de septiembre de 2024
La fotografía de Felipe R. Navarro presentando a Miguel Ramos está tomada de la página de Facebook del Ayuntamiento de Mollina.
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