PROGRAMA DE FERIA DE 1981
Ese año el día de la Virgen cayó en sábado.
Cuando sonaba la música para baile agarrado era Joan Manuel Serrat quien cantaba No hago otra cosa que pensar en ti. La administración pública y distintas organizaciones de ámbito nacional luchaban por el control de las antiguas Cámaras Agrarias y, a pesar de que el Instituto Nacional del Consumo recibía más de dos mil llamadas diarias, y tras la crisis del aceite de colza desnaturalizado, aún no se había creado la Secretaría para el control alimentario, según denunciaba el profesor Valverde, de la Universidad de Granada.
El 25 de julio de 1980 había resultado elegido por sorteo como Hermano Mayor de la Hermandad de Nuestra Señora de la Oliva Ramón Segovia. Sin entrar en consideraciones sobre ese sorteo, la Junta de Festejos vio en esta elección una manera de acabar de una vez por todas con la presencia de elementos indeseables en la noche del quince de agosto en la plaza de Mollina. Así que el programa de la feria de 1981 fue el más mariano y el más olivariano de la Historia. Tanto es así que no queda más remedio que recordar a Santa Teresa de Jesús. La santa de Ávila había dejado dicho, no por ella, sino en boca de uno de sus personajes, que no son buenos los extremos, aunque sea en virtud. Y es que, la verdad, nos excedimos. Mucha azúcar, demasiada. Mucho almíbar, excesivo. Desmedido fervor mariano en un programa de feria oficial de un Ayuntamiento. Otra cosa es que los problemas de armas en la plaza esa noche de procesión se acabaron. Menos mal.
La confección del programa de feria fue como el año anterior: encargo a la imprenta de las páginas exteriores y elaboración en el Colegio Público de su interior a multicopista. Blas y Gregorio –que la tierra le sea leve- Palomino y Antonio García López, ayudados por las reglas de plantilla lo hicieron posible. Se tiraron seiscientos ejemplares.
La situación
económica del Ayuntamiento, igual o peor que en años anteriores. De pena. Así
que José Antonio Reina, Miguelín, Paco
Mantecao, y López se ponen en
marcha para, ayudados por los mismos de siempre, obtener dinero de donde fuera.
José Antonio Reina propone montar en
la falda de la Camorra una barra el día 15 de mayo de 1981, viernes, día de la
romería de San Isidro de la Alameda para así poder contar con fondos para la
feria.
Las
situaciones extremas, junto con la entrega extrema producen muchas veces
situaciones extremas, tal y como le dijimos a la señora Presidente de la
Hermandad en su momento.
Así que ese
día, con el calor de mediados de mayo, la escasez de medios, lo inhóspito del
paraje y todos los inconvenientes más que se quieran decir, había que añadir un
hecho producido el 23 de febrero anterior: Tejero había intentado un golpe de
estado.
Un folklórico
de lo peorcito de Andalucía, Juan Palacios, había sacado un disco sencillo con
unos Tanguillos del golpe por una
cara y unas Sevillanas del susto por
la otra. El éxito entre los nostálgicos del régimen dictatorial fue enorme. La
venta de cassettes en los bares de
carretera amplificó aún más el éxito entre los partidarios del franquismo y los
que, pretendiendo medrar en un posible cambio político hacia atrás, reían las
gracias a éstos. Así que a lo ridículo del esfuerzo para conseguir dinero para
la feria in extremis por parte de los
anteriormente citados, dentro de la barra, sudando a chorros y acarreando
cervezas, habría que añadir el aspecto mezquino de gente peligrosa –alguno de
ellos habiendo queriendo amenizar la
procesión en años anteriores- que jaleaban y cantaban voz en grito esas Sevillanas del susto. Una y otra vez ese
día las tuvimos que oír. La entrega desinteresada a la feria y al pueblo de
Mollina nos hacía tragar nudos cada vez que teníamos que servir cervezas a unos
impresentables. Pocas veces en mi vida yo, personalmente, me he visto en una
situación tan humillante como aquella.
Además de la
participación en la romería de San Isidro la Junta de Festejos de ese año
contactó con los dueños de la Discoteca Brothers y con el representante musical
y hubo actuaciones de gente como Pepe Suero, de actualidad en aquel tiempo. La
venta de entradas, cobro, control… todo gratis. Todo el beneficio, para la
feria.
El día nueve
de agosto, domingo, la Junta organizó una fiesta en la caseta también para recaudar
dinero para la feria. Juan Real, socio de la fábrica de colchones sita en la
calle de la Estrella, pintor en sus ratos libres, rapsoda, y con relaciones en
el mundo del flamenqueo se ofrece para traer a Mollina un grupo de aires
flamencos para esa noche. El espectáculo sería presentado por María Inmaculada
Concepción Jerónima Soriano Bolívar, andujareña de diecisiete años cuyos padres
eran amigos de Juan Real. El año anterior la señorita Soriano había sido
elegida Miss Andalucía Oriental –aunque en el programa poníamos que era Miss
Andalucía- . Lo que Mollina no sabía en aquel momento era que la futura
presentadora de televisión y conocida por todos como Irma Soriano iba a
adquirir experiencia como conductora de programas precisamente en la plaza de Mollina.
Como la
plaza no tenía camerinos para que los actuantes se pudieran cambiar, se habló
con el párroco para que cediera la casa cural con ese fin. En mitad de la
actuación, el concejal José Antonio Reina
recibe las quejas del cura por cómo estaban dejando los artistas las dependencias parroquiales. Efectivamente, efectuada
visita a la casa nos encontramos el desastre y desorganización más deprimente
que se pudiera ver. Así que el concejal y Antonio García López tuvieron que
recoger los bártulos de los actuantes y trasladarlos –a mano- al edificio del
antiguo Ayuntamiento. Fueron varios los viajes.
En uno de ellos, entre la fatiga y la risa por lo ridículo de la situación,
ambos se sentaron en la acera de la esquina de la iglesia con sendos espejos,
muertos de risa, de cansancio y de aguante.
No todo fue
negativo en esa fiesta. El ballet rock juvenil Cyclops, formado por un grupo de
mollinatos jóvenes actuó esa noche y la del día 16. Grupos de sevillanas de
adultos y niños también lo hicieron. Juan Real, rapsoda, se lució esa noche
recitando, entre otros poemas, Tengo el
caballo a la puerta, del popular poeta albaicinero Manuel Benítez Carrasco.
Mientras Juan Real recitaba una jovencísima Loli Gálvez paseaba por el
escenario haciéndose aire con un hermoso pericón.
Tras las primeras elecciones democráticas municipales quedaron constituidas las diputaciones provinciales. En aquellos años, la de Málaga acostumbraba a ofrecer a los distintos ayuntamientos diferentes actuaciones. Ya el año anterior había ofrecido a Mollina el mago infantil o la de Antonio de Canillas el inmediato anterior. La guitarrista clásica Virginia Luque también fue costeada por la Diputación. , así como los grupos de teatro que actuaron el día 11, la actuación infantil de marionetas y la de Morenito de Córdoba. Esta corporación siguió ofreciendo bastantes actos a los pueblos hasta que ya más recientemente decidió concentrar en la ciudad de Málaga todo este tipo de eventos dejando a los pueblos pequeños en la situación actual.
No había
dinero para sustituir las ristras de bombillas que venían adornando el pueblo
durante la feria. Así que, como ya había algunas personas trabajando en el Plan
de Empleo Rural, se decidió hacer una copia de las que venían anunciándose en
la publicidad que llegaba al Ayuntamiento. No es que fueran iguales, pero daba
el pego. Y lo dio durante algunos años más. Carrión,
se encargó con unos cuantos compañeros, de su realización.
Pasamos ahora a analizar el programa en sí. La portada la ocupaba el blasón ya usado el año anterior y una imagen de la Virgen de la Oliva hecha el año anterior por Antonio López Palma –que la tierra le sea leve-, fotógrafo mollinato afincado en Fuente Piedra.
En su página
dos la Comisión de Fiestas reivindicaba la feria como una forma cultural y tradicional de nuestro pueblo, en honor de nuestra
Patrona la Virgen de la Oliva y que debemos conservar. La página tres
agradecía a la gente de Juan Real su actuación. Las siguientes páginas –también tiradas a
multicopista en el colegio- traían un alto contenido mariano. La página 5 traía un poema de M.C.M.C.,
iniciales de María del Carmen Muñoz Carmona,
titulado Mi pueblo que, tras
piropear a Mollina, acababa cantando el amor de Mollina a su Patrona. También
mencionaba las mantillas, tradición inventada el año anterior.
La página
siete traía un relato de historia ficción de Carmelo Moreno Muñoz –que la
tierra le sea leve- donde se celebraba la Candelaria quemando las vallas de la
feria en un futuro 1991 significando que el pueblo participaba activamente en
la misma. Pues bien, antes de la fecha vaticinada por Carmelo el Ayuntamiento
decidió retirar las vallas haciendo del baile un acto abierto.
La página
nueve reproducía un escrito de otro miembro de la Junta de Festejos y de la
Hermandad, Juan Andrés Palomino Rojas
–que la tierra le sea leve- titulado Mollina
por su Virgen y que firmaba en nombre de la Hermandad de Nuestra Señora de
la Oliva. Reivindicaba la ofrenda floral y la mantilla, tradiciones nuevas en
Mollina.
En la página
diecisiete aparecía un poema sobre la Leyenda
de la Patrona de Mollina, firmado por M.A.H.D., siglas que pertenecían a un
futuro famoso político mollinato, Miguel Ángel Heredia Díaz.
La página
diecinueve traía la letra de unas Sevillanas
p’al quince de agosto, firmadas por ©López’81, malísimo poema de circunstancias,
lleno de ripios y de tópicos, escrito por mí mismo y que por más tiempo que
dure en este mundo no seré capaz de avergonzarme de ellas como debiera.
La página
veintitrés la ocupaba el artículo Si
queremos, podemos, firmado por Antonio Delgado Carmona, en el que agradecía el trabajo realizado por miembros de la Junta
en la romería de La Alameda y reivindicaba la fiesta andaluza.
El día
catorce, la víspera, actuaron en la caseta municipal Los Romeros de la Puebla.
Los mismos que cantaron al día siguiente en la misa del día quince.
La elección
de este grupo no fue gratuita. El motivo era simple. Si actuaban el día
catorce, pagados por el Ayuntamiento, y el día quince, pagados por el Hermano
Mayor, podían ofrecer una tarifa bastante más arreglada con lo cual salían
beneficiados el uno y el otro.
El Hermano
Mayor de ese año, Ramón Segovia, disponiendo de una holgura económica considerable,
pagó de su bolsillo la actuación del grupo rociero en la misa del día quince,
la banda de música que tras años sin ella volvió a la procesión, los cohetes en
el encierro y un manto de brocado
rojo. Ya una vez hermano de a pie costeó
la banda de música en la segunda romería, 1983. Hay que recordar que los
hermanos mayores cesaban una vez entrada la procesión y tomaba posesión el del
año siguiente.
Éste es el
programa de la feria de 1981:
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