FRANCISCO DE ROJAS GARCÍA. 06. SITUACIÓN DE LA IGLESIA EN MADRID EN TIEMPOS DE SU SEPARACIÓN DE TOLEDO. CREACIÓN DE LA DIÓCESIS DE MADRID-ALCALÁ.

 Viene de https://lopez29532mollina.blogspot.com/2024/01/francisco-de-rojas-garcia-05-situacion.html



    Cuando en 1606 Felipe II traslada la capitalidad de España a la villa de Madrid lo hace haciendo caso omiso a  los consejos de su padre Carlos I que le había dicho: So quieres conservar tus reinos deja la capital en Toledo, si quieres aumentarlos, llévala a Lisboa, y si quieres perderlos, trasládala a Madrid. 


    Esta decisión personal de Felipe II llevaba implícita el que en Madrid no hubiera obispo. Algo insólito en las diversas ciudades capitales de reinos católicos. Felipe II tendría su corte en Madrid, pero sin las complicaciones de tener que compartir su realeza con alguien tan poderoso como el arzobispo de Toledo. Éste siguió gobernando una extensa diócesis -lo que hoy son las provincias de Madrid, Toledo, Ciudad Real y partes de las de Cáceres y Badajoz- teniendo además la consideración de Sede Primada de España. Madrid, históricamente se encontraba entre las cabeceras de dos sedes, Toledo y Alcalá de Henares, ésta última desaparecida en la Edad Moderna.

    El hecho de la capitalidad de Madrid no fue reconocido constitucionalmente sino hasta 1931. Posteriormente la Constitución de 1978 volvería a recogerlo en su artículo 5. 

    El 30 de noviembre de 1833 se aprueba el decreto por el que se crean las actuales provincias. Era el principio de la regencia de María Cristina, siendo ministro de Fomento el motrileño afrancesado Javier de Burgos y del Olmo. Este dato es fundamental. Cuando se crea la diócesis de Madrid se le da como territorio la provincia civil del mismo nombre. 


Creación de la diócesis de Madrid-Alcalá. 


    En el concordato de 185, bajo el reinado de Isabel II, la Iglesia recuperó algunos de los bienes desamortizados y se garantizó una cantidad de dinero por parte del Estado para su funcionamiento. Pero, además, se recogió lo siguiente: En atención a las poderosas razones de necesidad y conveniencia que así lo persuaden; para la mayor comodidad y utilidad espiritual de los fieles, se hará una nueva división y circunscripción de diócesis en toda la Península e islas adjycentes. (...) Se erigirán nuevas diócesis sufragáneas en Ciudad Real, Madrid y Vitoria. 

    Más de veinte años después de este acuerdo se materializa la separación de Madrid de la diócesis de Toledo. Con el título de obispo de Madrid-Alcalá, Narciso Martínez Izquierdo, nacido en Rueda, diócesis de Sigüenza, y obispo de Salamanca, toma posesión de su nueva diócesis el 2 de agosto de 1885. Provisionalmente la catedral se instala en la colegial de San Isidro, en la calle de Toledo. La tarea de organización de la nueva diócesis era ingente. 


    Antes de analizar la caótica situación de la nueva diócesis de Madrid-Alcalá recordemos que ya el siglo anterior el rey Carlos III -creyente y de misa diaria- llegó a prohibir el asentamiento en la corte de nuevos curas y frailes dado el desbarajuste en el número de clérigos y la competencia entre ellos. 


    Narciso Martínez Izquierdo, primer obispo de Madrid-Alcalá se propuso ordenar la diócesis. Este afán de poner las cosas en su sitio le provocó el odio y el enfrentamiento con muchos clérigos que hacían de su cargo un modo de vida con el que alimentar a sus familias -sobrinas incluidas-. Así que el 18 de abril de 1886, domingo de Ramos, un cura acabó con su vida. Cayetano Galeote, cura de Vélez-Málaga, una de sus víctimas la reforma del clero, trabajando en Madrid, le asestó tres balazos. 


                           

Imagen 24. Retrato mortuorio del obispo Narciso Martínez Izquierdo, obra de José Nin y Tudó, conservado en el Museo del Prado. 



    A raíz de este hecho podemos ver la situación de la Iglesia en Madrid. 

El diario El Motín –anticlerical-, en su suplemento al número 16 del año VI de 22 de abril de 1886 reproduce un artículo de La Época –conservador- que nos dice lo siguiente:

 «Al hacerse cargo el ilustre prelado Sr. Martínez Izquierdo de la diócesis de Madrid-Alcalá, encontró al clero en la anarquía más grande que se pudiera pensar. El servicio parroquial, defectuosísimo y encubriendo verdaderos escándalos de inmoralidad y de impudencia; los curas señalándose por sus excesos en todas partes, amparados en la licencia é indisciplina en que se les tenia, razón por lo que los presbíteros calaveras de toda España, acudían á Madrid, donde se avecindaban. Se sabía de muchos que decían tres ó cuatro misas al día, dándose el caso de algunos seglares que también lo han hecho. No era esto solo; las asociaciones religiosas que habían brotado con fecundidad desastrosa para Madrid, al calor de este libertinaje en que vivía el clero, traían en explotación al pueblo católico, dominando sobre familias de la aristocracia y de la clase media, muy poderosas é influyentes. El clero, en fin, de lo que es hoy la diócesis de Madrid-Alcalá, vivía en el desenfreno, y casi todas esas asociaciones que recogían el dinero del fanático y la herencia de la beata para hacer balas y trabucos y gozar de perenne orgía, hacían de la religión el más repugnante comercio. Pues bien; en este estado de disolución moral y de anarquía, vino á gobernar la diócesis el virtuoso obispo que ha espirado el lunes, y sabido de todos es el rigor que desde el primer día empezó á desplegar contra el clero disoluto y contra las asociaciones, obligando á todo el mundo á recogimiento y disciplina. Como eran más los malos que los buenos, se vio en Ia necesidad de imponer severos correctivos, y el clero y las asociaciones le declararon por lo mismo sorda guerra; los unos por el castigo, los otros porque se les gobernaba y porque se les cerraba el comercio ilícito de la religión y se penaban severamente sus liviandades. Fíjese el público; fíjense los tribunales bien en estos antecedentes, que mucha luz, á lo que entendemos, puede sacarse de ellos. Lo demás... Siempre hay un fanático; siempre hay un loco que convertir en instrumento para matar á un reformador; para vengarse del que arroja á latigazos del templo á los mercaderes.»


Imagen 25. Página de El Motín donde se recoge lo que decía La Época sobre la situación de la diócesis de Madrid-Alcalá. 22 de abril de 1886.

 


Creemos que se entiende bien todo. Recalcar que aunque aparece en El Motín –anticlerical- éste lo copia de La Época –monárquico y conservador-. Impudencia, según la RAE significa “Descaro, desvergüenza”.

 


Este mismo diario –El Motín - copia de otro al que califica de muy conservador y muy católico –La Época - en su número 17 de 25 de abril del mismo año lo siguiente:

«No existía, según se ha venido  diciendo en todas partes, un registro de inscripción para saber las iglesias en que cada sacerdote celebraba, y algunas veces hasta los periódicos denunciaron el hecho de que presbíteros poco escrupulosos hacían el sacrificio diario en más de un altar. El pulpito y el confesonario se hallaban en el mayor abandono y, si hemos de creer el rumor público, en la dirección de las conciencias habla muchos abusos que corregir, y no eran menos los pecados de ignorancia que se hacía preciso castigar en los que ocupaban la cátedra del Espíritu-Santo. Finalmente, la conducta privada do muchos eclesiásticos no correspondía á la misión de desinterés, de rigidez  de costumbres, de notoriedad de virtudes, que hace respetable una clase que llena en la sociedad misión moral tan estrecha.» 


Imagen 26. Página de El Motín  del 25 de abril de 1886 citada.

 


Hasta aquí la cita en El Motín. Cotejado con el original de La Época-diario por antonomasia de la monarquía que se convertiría en prototipo de periódico aristocrático y conservador- número 12.122, año XXXVIII, del 19 de abril de 1886 vemos que es igual. Además, este último periódico abunda en lo siguiente:

“El gobierno de la nueva diócesis tenia, pues, que comenzar con duro rigor, si se habían de corregir estos abusos, en lo que de cierto tuvieran. El Sr. Martínez Izquierdo mandó recoger licencias y no darlas sino moderadamente y después de someter a los eclesiásticos de la diócesis á pruebas de capacidad y de costumbres morales, en relación con el alto ministerio de la Iglesia. Tal vez la energía desplegada en estas reformas, que merecían la aprobación explícita del Nuncio de Su Santidad y del Gobierno supremo de la Iglesia, haya producido algunos descontentos; tal vez se haya buscado por algunos de éstos el desquite en los escándalos de la publicidad.”


 Imagen 27. Página de La Época del 19 de abril de 1886.

 

 

Leyendo esto ya podemos colegir en qué sitio se situaba nuestro paisano De Rojas,  que largó unos quinientos cuarenta sermones mientras estuvo en Madrid, con días incluso en el que se ganaba el importe de hasta tres –incluso cuatro- sermones.

 


La prensa liberal, progresista e incluso anticlerical fue muy respetuosa con la muerte del obispo.  Por ejemplo  el diario La República en su número 694 del año III de 20 de abril de 1986 dice:

“Creeríamos ofender á nuestros amigos y juzgaríamos depresivo para nosotros, manifestar que condenamos, sin atenuaciones, el procedimiento del presbítero asesino, y que deploramos sinceramente la desgracia del obispo asesinado; bien entendido, que la deploramos sin acordarnos para nada de su carácter sacerdotal, ni de su jerarquía eclesiástica; compadecemos á la víctima del atentado en cuanto á hombre, no en cuanto á obispo! Y nos parece indispensable hacer esta salvedad, cuando hasta para muchos que se precian de demócratas y aun de librepensadores, el crimen es menos crimen, cuando la víctima es un padre de familia oscuro, un trabajador desvalido, ó una criatura desamparada, que cuando lo es un magnate, un personaje poderoso, un alto dignatario de la Iglesia. iOh! no. Admitamos la igualdad siquiera ante la muerte, que en efecto, á todos nos iguala.”


Imagen 28 Página de La República del 20 de abril de 1886.

 

El mismo El Motín, anticlerical y que tanto denunció las tropelías de nuestro P. Mollina, no tuvo reparos en publicar esto en su suplemento al número 16 de su año VI con fecha 22 de abril de 1886:

“Compadezcamos á los dos: al obispo y al clérigo. La desgracia y la muerte tienen fueros iguales. Nos creeríamos deshonrados á nuestros propios ojos, si arrojásemos una palabra equívoca sobre la víctima, tanto como si hiciéramos una apreciación que pudiera agravar la triste suerte del criminal. Ante una tumba abierta, y otra que puede abrirse, enmudecemos. Juzgar hoy al obispo, seria indigno; atacar al asesino, infame. Cuando el tiempo pase y la justicia pronuncie su fallo, entonces hablaremos; entonces, que no pueden nuestros juicios servir de heraldos al verdugo.”


 

Imagen 29. Página 2 de El Motín del 22 de abril de 1886.

 

 

    El 22 de abril de 1886 La Ilustración Española y Americana, publicada en Madrid, relata e ilustra el suceso del asesinato del obispo:

"El domingo de Ramos 18 del actual, a poco más de las 9 de la mañana, el Excelentísimo e Ilustrísimo señor don Narciso Martínez Izquierdo, obispo de Madrid-Alcalá, llegó en su carruaje acompañado de dos familiares ante la catedral de San Isidro, para oficiar de pontifical en la solemne festividad que conmemoraba la Iglesia. Gran muchedumbre ocupaba la acera, la escalinata, el atrio del templo y también la ancha nave del sagrado recinto, para asistir a la bendición de las palmas; apeáronse los dos familiares y luego el prelado, quien dio a besar su pastoral anillo a varias personas, mientras subía la corta escalinata, llegando entre numerosos fieles al atrio, y siendo allí recibido por el cabildo; un hombre que vestía ropa talar y tenía un sombrero de eclesiástico en la mano izquierda, rompió entonces por el grupo que rodeaba al señor obispo diciendo en voz alta: "permítame ustedes, dejenme paso"; acercose enseguida al venerable prelado, se inclinó ante él con fingido acatamiento, cual si intentase besarle el anillo, sacó entonces con la mano derecha un revólver que llevaba oculto y disparó un tiro contra el obispo, y enseguida situándose entre dos prebendados y un caballero, que se apresuró a auxiliar al obispo, disparó también otros dos tiros".

Imagen 30.- Asesinato del Exmo. Sr. Obispo de Madrid-Alcalá en el atrio del templo de San Isidro. Grabado aparecido en La Ilustración Española y Americana el 22 de abril de 1886.


    El cura asesino era Cayetano Galeote Cotilla. Al momento del asesinato fue apresado y encarcelado. Galeote había nacido en Véle-Málaga en 1839. Nos dice la Wikipedia que tras ser ordenado sacerdote, Galeote fue destinado a Madrid, entonces aún perteneciente a la inmensa archidiócesis de Toledo. Tras unos años de servicio en Puerto Rico y en Fernando Poo, regresó a Madrid en 1880. Por estas alturas vivía ya amancebado con una mujer a la que llamaba "sobrina". Su carácter difícil y en ocasiones agresivo, unidos a su codicia, provocaban que tuviese que mudar constantemente de destino pastoral, así como de domicilio (siempre en compañía de su sobrina).


    En 1885 llega Martínez Izquierdo a Madrid, como primer obispo de la nueva diócesis recién creada. El prelado se propuso imponer orden y disciplina eclesiástica en un clero que tenía triste fama por lo relajado de sus hábitos, y Galeote no tardaría en caer: el rector de la capilla donde trabajaba en aquel momento aprovechó para quitárselo de encima. Posteriormente el obispo aprobó la destitución, y trató infructuosamente de convencer a Galeote para que aceptara un nuevo destino. Sin recursos, y sintiendo que había sido víctima de una injusticia, el rencoroso sacerdote decidió que el propio obispo lo pagaría.


. Fuera de los datos útiles de la Wikipedia decir que la sobrina se llamaba Tránsito Durda y Cortés, natural de Marbella, que en 1880 tenía 33 años. O sea, que su tío le llevaba ocho años.


    Por los datos del juicio sabemos que Galeote pertenecía a una familia de la que varios de sus hermanos padecían trastornos mentales. Cuando llegó a Madrid en 1880 fue adscrito a la iglesia de la Encarnación, con un sueldo de 2,50 pesetas diarias. Luego en San Ginés, y de ahí al Cristo de la Salud, en la calle de Atocha. Su carácter exigente y pendenciero le acarreó su despido. Sus quejas al obispo no fueron atendidas, de ahí su decisión de asesinarle. No cabe buscar aquí motivos teológicos, pastorales ni mínimamente religiosos. Tenía que dar de comer a su familia y, en aquel tiempo, un cura era un seguro de mantenimiento de ésta. 


    El Motín de fecha veintinueve de abril de 1886 decía:

Antecedentes del cura Galeote que publican los periódicos de Málaga: 

«El presbítero D. Cayetano Galeote, autor de la muerte del obispo de Madrid, es persona conocida en Málaga, donde tiene muchos parientes, entre ellos un hermano guardia civil y dos sobrinas modistas.

No hace mucho, en los últimos dias del mes de Marzo, escribió á varias personas de esta población, manifestándoles que se moria de hambre, pues el señor obispo de Madrid le habia recogido las licencias. En dichas cartas solicitaba alguna colocación particular para atender á sus necesidades más perentorias.

El padre Galeote estuvo colocado en Melilla y después pasó á Puerto-Rico, de donde regresó á Málaga, y se cuenta con este motivo un rasgo de generosidad del indicado presbítero. Habiendo traído de América algunos ahorros, los distribuyó entre sus parientes más pobres, en cantidad de unos 40.000 reales, quedándose solo con el dinero necesario para marchar á Madrid, donde tenia colocación segura.» 

Esta es la primera vez que llega á mis noticias un rasgo de generosidad de un cura, y aun cuando me entristece el pensar que ese cura es un criminal ante la ley, no puedo por menos de preguntarles á los que pasan por honrados:

«¿A que no sois capaces de repartir lo que tenéis entre vuestros parientes pobres'?»


Imagen 31. Página de El Motín del día 29 de abril de 1986

 


    A finales de ese mismo año de 1886 fue condenado a muerte. La presión de la prensa hizo que se solicitara un nuevo informe médico que, en diciembre de 1887, declaró su locura. La Iglesia aprovechó esa circunstancia para tapar el verdadero motivo del asesinato del obispo. Galeote fue recluido en el manicomio de Ciempozuelos. Murió el 3 de abril de 1922.

 

    Hay que hacer notar que el Código de Derecho Canónico prohíbe expresamente la ordenación de personas con problemas psíquicos. En la actualidad es el canon 1.041 el que lo explicita claramente.

 

    Si queremos saber más sobre la diferencia de trato de la Justicia frente a un delincuente perteneciente al clero o a un delincuente de salido de las clases trabajadoras podemos ver el libro de Salvador Daza Palacios y María Regla Prieto Corbalán, Lucifer con hábito y sotana, Clérigos Homicidas en España y América (1556-1834) Ediciones Espuela de Plata, Sevilla, 2013.


 

    Al obispo Martínez Izquierdo le sucedió Ciríaco María Sancha y Hervás. Nacido en 1833 en Quintana del Pidio, provincia de Burgos y en aquel tiempo diócesis de Osma, de familia humilde, convocó en 1888 el primer Congreso Católico Nacional. En 1892 fue nombrado arzobispo de Valencia, luego creado cardenal en 1894 y en 1898 arzobispo de Toledo. Allí murió en 1909 y allí se celebró la ceremonia de su beatificación el 18 de octubre de 2009.

Imagen 32. Ciriaco Sancha y Hervás en 1889 como obispo de Madrid-Alcalá. 



    El 5 de agosto de 1869 cumplió su sueño de fundar una congregación de religiosas para el cuidado de huérfanos inválidos y desamparados: la Congregación Hermanas de los pobres inválidos y niños pobres, posteriormente llamada Hermanas de la Caridad del Cardenal Sancha. 



    Acudamos de nuevo a la Wikipedia, siempre tan útil:

    Un Congreso Católico Nacional fue cada una de la serie de reuniones llevadas a cabo por  católicos españoles a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que trataban de articular una respuesta unida ante el clima sociopolítico de la Restauración, divididos como estaban entre ramas más posibilistas, que contemplaban la colaboración con el sistema y eran apoyadas por el Vaticano, y corrientes integristas.

    Se celebraron un total de seis congresos, el primero de ellos organizado por iniciativa del futuro cardenal Ciriaco Sancha y Hervás en la iglesia de san Jerónimo el Real de Madrid (abril y mayo de 1889), y los posteriores en Zaragoza (octubre de 1890), Sevilla (octubre de 1892), Tarragona (octubre de 1894), Burgos (setiembre de 1899) y Santiago de Compostela (agosto de 1902).


    Un Congreso Católico Nacional fue cada una de la serie de reuniones llevadas a cabo por  católicos españoles a finales del siglo XIX y comienzos del XX, que trataban de articular una respuesta unida ante el clima sociopolítico de la Restauración, divididos como estaban entre ramas más posibilistas, que contemplaban la colaboración con el sistema y eran apoyadas por el Vaticano, y corrientes integristas.

    Se celebraron un total de seis congresos, el primero de ellos organizado por iniciativa del futuro cardenal Ciriaco Sancha y Hervás en la iglesia de san Jerónimo el Real de Madrid (abril y mayo de 1889), y los posteriores en Zaragoza (octubre de 1890), Sevilla (octubre de 1892), Tarragona (octubre de 1894), Burgos (setiembre de 1899) y Santiago de Compostela (agosto de 1902).


    El posibilismo, como opción opuesta al radicalismo, al fundamentalismo o al extremismo era la rama más cercana al obispo Sancha. Esta rama optaba por la negociación y el compromiso con los adversarios. Políticamente estaría relacionado con el moderantismo, el reformismo, el revisionismo...


    Los integristas habían formado en 1888 el Partido Integrista, Partido Católico Nacional o Comunión Tradicionalista-Integrista. Partido de corte reaccionario, sostenía que el pretendiente carlista mantenía una actitud conciliadora con el liberalismo. Los católicos integristas tenían en el diario El Siglo Futuro su medio para difundir sus ideas. 

Imagen 33. Una sesión del Congreso Católico Español en la iglesia de San Jerónimo El Real de Madrid. Grabado del natural por Comba y aparecida en La Ilustración Española y Americana.

Continúa en https://lopez29532mollina.blogspot.com/2024/01/francisco-de-rojas-garcia-07-la-prensa.html
























 

Comentarios

Entradas populares