JUEGOS FLORALES EN MOLLINA. 1913


Imagen 1. Felisa Díaz y su corte de honor. Mollina. 1913. 

 



    La aparición de la fotografía con la que abrimos ahora esta publicación ha hecho que modifiquemos algo el orden de las imágenes que acompañan el relato de los Juegos Florales organizados en Mollina en 1913. Unos juegos que fueron un poco accidentados. Así ocurrieron los hechos: 



    El domingo trece de julio de 1913 el Heraldo de Antequera, año IV, número 182 sacaba en primera página la convocatoria de unos juegos florales en Mollina con un vocabulario anticipador de lo que serían esos juegos.  La convocatoria decía así:


(DE MOLLINA)


Juegos Florales.


Ya es un hecho, gracias a la iniciativa D. Francisco de Gozar Andrade la celebración en este pueblo de unos Juegos Florales con motivo de los festejos de Agosto.
 Mollina: la urbe modesta.si que también agrícola, deja por un instante la gañana epopeya del arado, la coyunda simbólica del igüedo, la mansa quietud del pegujal bendito.
 Reina y señora de la feraz campiña, rompe sus vestiduras de almidonada cretona, y añorante y gentil se enchufa, graciosa el casco de Minerva.
 Brilla su escudo refulgente, y allá van los rayos de la cultura perforando la cabeza del campesino esclavo, del eterno paria que llora en los pegujales. ¡Bien; muy bien! Así se labora por la patria grande.
He aquí los temas y premios de los citados Juegos Florales, que el día 15 de Agosto tendrá lugar en esta villa.


Tema 1º.
Poesía con libertad de asunto y extensión.
Premio: Flor natural y un objeto de arte.


Tema 2.°
Trilogía de sonetos sobre el tema Patria, Amor, Fides.
Premio: veinticinco pesetas.


Tema 3º.
Medios para estrechar las relaciones entre el obrero y el patrono agrícolas.
Trabajo en prosa que no exceda de 15 cuartillas.
Premio: veinticinco pesetas.


Tema 4º.
El celibato y la vida conyugal.
Trabajo festivo en prosa, cuya extensión no exceda de 20 cuartillas.
Premio: veinticinco pesetas.


Condiciones del certamen:
 1ª. Los trabajos deberán ser inéditos y originales.
2ª. Todos los trabajos irán firmados con un lema y en pliego aparte cerrado el nombre y domicilio del autor.

El plazo de admisión termina el cita 5 de Agosto próximo a las 12 de la noche; hasta cuyo dia y hora recibirá los trabajos en Mollina el Secretario del Jurado Don Francisco de Cózar.


El Jurado calificador lo integrarán personas competentes de Antequera y Mollina.


Será mantenedor de los Juegos, el jóven antequerano D. Enrique Moreno Rivera.—Juan Pelota.


Imagen 2. Página de El Heraldo de Antequera con la convocatoria de los juegos. 





    El ejemplar de esa misma publicación del día diecisiete de agosto de 1913, año IV, número 187 traía, como era de esperar, una crónica de la feria de Mollina de lo más cariñosa y amable. Aún no había sucedido lo que sucedió. Decía así:

: FIESTAS EN MOLLINA :

La falta de espacio nos impide dar una  extensa nota de los festejos celebrados en Mollina.

 Sin embargo hemos de consignar que este año se ha visto el vecino pueblo más concurrido que nunca. Antequera toda se había trasladado a la expresada villa.

 La becerrada resultó un espectáculo graciosísimo, produciéndose incidentes cómicos que hicieron a los espectadores echar los hígados de risa.

 Los juegos florales estuvieron muy bien.

 Fué reina de la fiesta la Srta. Felisa Diaz, formando su corte de amor hermosísimas muchachas, entre las que recordamos las Srtas. de Gómez, Ruiz y Carrión. El mantenedor, (nuestro estimado compañero Juan Pelota) leyó un discurso muy bonito, que los aplausos le obligaron a interrumpir repetidas veces, siendo estruendosos los que oyó al terminar.

 En el próximo número insertaremos la poesía premiada con la flor natural de que es autor, nuestro colaborador D. Antonio Velasco Martin. Han sido premiados varios trabajos de los redactores de este periódico Sres. Chacón y Bellido.



De esto deducimos que Juan Pelota era el seudónimo de Enrique Moreno Rivera.

El treinta y uno de agosto de 1913 en su página tres nos ofrecía el poema ganador de la flor natural.

Éste es el poema:


Los Juegos Florales de Mollina

Trabajo premiado con la flor natural

Tema 1º      Lema “Crucifixus”

Mi compañero



Lo tengo allí en mi cuarto.

 En su frente serena

La nube del dolor puso una arruga.

Una raya sangrienta,

Que tiñeron de rojo de claveles

 Las espinas arteras.

La expresión de su rostro

Tiene un algo de pena

Tan honda, tan callada,

Tan triste, tan inmensa,

 Que las lágrimas saltan a los ojos.

Que las mismas ideas

 Toman rumbos dolientes de amargura.

Toman rumbos dolientes de tristeza.

 

 El es mi compañero,

Cuando lloro, lo miro y me consuela

Y cuando estoy alegre,

Su faz marchita, que nubló la pena,

 Como por un prodigio

Parece que se alegra.

 En el marchar penoso de la vida

El me indica la senda

Y en la perenne lucha

El es el que me alienta;

Por eso en su mirada

 Brilla siempre un destello de clemencia,

 Y por eso en sus labios

 Jamás vibra una queja;

Siempre, siempre palabras de perdones

Están diciendo aquellas fauces secas.

 

En los días amargos de mi vida.

Cuando yo siento pena,

Cuando el dolor rugiendo a mi garganta

 Sube y me atenacea,

Cuando tienen mis ojos inundados

Lágrimas del pesar que me lacera,

Cuando me falta luz en las regiones Ignotas de la idea,

Cuando siento dolores en el cuerpo.

Cuando tengo e! espíritu en tinieblas,

Cuando me encuentro solo, cuando nadie

En mis horas de lucha me consuela,

 Me acuerdo de aquel Dios tan solo y triste

De aquel que cuando habló por vez postrera

Fue para perdonara sus verdugos,

A los que le pagaron con afrentas

 Los atroces martirios que, por ellos

En su pasión sufriera.

Me acuerdo de aquel Dios de los amores

Y miro a la pared desnuda, escueta,

Y le encuentro los brazos extendidos,

 Alli en mí cabecera,

Mirándome amoroso, compasivo.

Con ternura suprema.

 La fuente del consuelo

Va borrando del alma las dolencias

Y se van ahuyentando tos pesares

¡Tengo a mí Dios tan cerca!

 

¿Será ilusión acaso? ¡Quien lo sabe!

Pero en mis horas negras,

 Cuando yo lo miraba con angustia.

 Fulguraba en sus ojos la centella,

 Movíase su faz como si hablara .

Y su frente tornábase serena

Y aquellos labios cárdenos, exangües.

Que me enseñó a besar mi madre tierna,

Parecía que estábanme diciendo:

«Yo sé que tienes pená,

Yo sé que eres muy débil y la lucha

Es ruda y es sangrienta;

 Pero mira mi cruz y mis heridas,

 Mira a mi madre buena,

 Madre bendita, que también lo es tuya

Y verás retirarse las tristezas.

 Y es verdad, el consuelo

En mi apenado espíritu penetra;

Su poder, como el sol, cae amoroso

Sobre las lepras todas de la tierra.

 

El me inspiró de niño,

El me enseñó después la buena senda.

Solo una cosa pido,

Que cuando yo me muera

Me lo pongan al pecho y me acompañe

 Y me enseñe la senda.

Como me la enseñara en este valle

De luto y de miseria.

 Antonio Velasco Martín.




Imagen 3. Página con el poema ganador.. 



     Al lado de este poema aparece otra noticia relacionada con Mollina: con motivo de la cuestación para un hospital en Antequera el alcalde, Francisco Ordóñez Álvarez encabeza la lista de donantes de Mollina.



      El domingo veintiocho de setiembre de 1913, en su publicación del año IV, número 193 del Heraldo de Antequera todas las lisonjas hacia Mollina se vuelven en contra de ella. 
Mollina no paga los premios y eso se paga con dos escritos que aparecen en su primera página.  


El primero es en prosa y dice así:


::A un colega::


Amigo Bellido: Con las debidas precauciones te doy de sopetón la fatal noticia de que el Ayuntamiento de Mollina, en castigo al atracón de letras que le hicimos tragar al meterse en el toro de celebrar unos Fuegos florales (como allí les llamaron), ha decidido no soltar un cuarto de los premios que a tí y a mí nos otorgó el Jurado, y ni aún siquiera ha entregado la flor natural al poeta distinguido que ganó e! primero, cuando con un don pedro o un rosón hubiera salido del paso. ¡Triste gaje del oficio escritoril. Trabajar sin ganar un céntimo, y no solo esto sino que lo peor es el menosprecio que envuelve el pagar los cohetes y dejar in albis a los que osaron ingerir en el meollo mollinatesco trabajos literarios. Más nos hubiera valido que Juegos florales hacer unos Juegos de manos o unos Juegos de los que hacen  en las bodas.


Bien empleado nos está ir a buscar a Mollina el mirto de la poesía tú y yó los cinco duros ofrecidos al trabajo festivo, con los cuales yo contaba para cambiarlos en cuartos y emplearlos íntegros en molletes para decirle a mis chiquillos por las mañanas «comed de las letras paternas a la salud de la cultura mollínata».


 Pero !ay! que aquello solo fué echar guindas a la Tarasca. Sin embargo, aun no está todo perdido y la falta de los molletes literarios me enciende en justa indignación, y como por algo soy leguleyo aunque de secano, como los terrenos de Mollina, y es de ley satisfacer un premio ganado en un certamen oficial, voy a citar a juicio al Ayuntamiento de Mollina.


Son cinco duros que no tengo derecho a renunciar por que son 500 molleíes solemnemente prometidos a mis chorreles.


 Tu amigo


Papa—moscas.




El segundo es un poema que titulan Mollinada. 


Imagen 4. Cortito romance.



    El dicho de Ni ciudad ni villa y es más grande que Sevilla, referido a Mollina, sirve de guasa a nuestro poeta.




    El cinco de octubre de 1913 El mismo Papa-moscas acaba un artículo con este párrafo:

Yo voy a concurrir a ver si soy más afortunado en un certamen pescatorio que en cierto certamen literario, y si en los Juegos florales de Mollina han dejado mi premio en seco, en Bobadilla puedo sacar tajada aunque me lleve un remojón. De pescar solo un diploma o papel mojado a pescar un pez gordo y freirlo en adobillo, hay tanta diferencia como entre Jumilla y Mollina

 Papa-moscas.


Suponemos que este mismo es el autor de otro poema dedicado a nuestro pueblo a continuación del artículo mencionado y que ponemos aquí. El obispo a que se refiere es Muñoz Herrera.



Imagen 5. Otro romance. Algo más largo. 



    Por último el diecinueve de octubre de 1913 también el Heraldo de Antequera publicaba el artículo premiado y no pagado correspondiente al tema cuarto de la convocatoria de estos juegos florales:



El celibato y la vida conyugal.

Tema festivo de D. Rafael Chacón, premiado y no pagado en los Juegos florales de Mollina.



La Biblia nos dice que Dios creó el mundo en seis días, pero es dado suponer que esos períodos en que el Creador se tomó el trabajo de sacar de la nada tanta maravilla, no fueran precisamente meras jornadas de 24 horas como las que un simple mortal emplea en cualquier trabajiílo de poco mas o menos, sino que fueron espacios ilimitados de tiempo que por no haber almanaques entonces, no ha sido posible determinar.

Como su obra mejor había de ser el hombre, tuvo Dios gusto en dejarla para la última, y una mañana muy tempranito, con un pedazo de barro cantarero, bien amasado, formó esa figura de dos pies, que tanto había de darle que hacer y tanto ruido había de meter sobre la superficie de la tierra, desde que anduvo a pié descalzo hasta que se paseó en bicicleta o automóvil y ha conseguido remontarse por las regiones aéreas.

No puede calcularse el tiempo que medió entre la formación del hombre y la de la mujer, pero es indudable y lógico que el Creador al traer al mundo aquel joven fuerte, inteligente y hermoso, dotado de libre albedrio, no iba a esclavizarlo inmediatamente casándole y dejándole una costilla menos, a él que tantas cosas habían de caer sobre sus costillas. Más bien quiso complacerse en dejarlo a sus anchas y en observar lo que daba de sí y como se las componía solo y campando por su respeto en el Paraíso aquel ejemplar masculino que sobrepuso a todos los animales creados.

El primer hombre, pues, pasó una larga temporada haciendo vida de soltero, cumpliendo esa ley que luego fué una norma práctica de las sociedades y familias posteriores, por la que todo hombre, antes de casarse debe correrla.

 Cuánto tiempo vivió Adán célibe es cosa que está en el misterio, pero la sana crítica calcula que no le dió lugar a hacerse solterón empedernido, dadas sus condiciones físicas y morales y que pronto había de cansarse de aquel estado insulso y egoísta en que el  hombre solo piensa en sus gustos y concupiscencias. La vida del Paraíso no se prestaba mucho a prolongarlo, pues en aquellos tiempos tenía pocos lances, y en cualquier jardín del Buen Retiro o Lux-Edem hay ahora mas diversiones y pasatiempos. No podia cazar porque todos los animales eran mansos y venían a acariciarle y una vez que quiso torear, el loro le lamió las manos y se echó como si le hubieran dado un gran volapié. Como alli no había más amo que é!, no podía desear nada de nadie ni entretenerse teniendo un pleito, y como nadie le contrariaba solía ponerse de mal humor.

 No tenia calor ni frío, hambre, sed, ni molestia alguna; en fin, se aburría de lo lindo y veía prácticamente que aquel estado feliz, en que la naturaleza ni cortaba ni pinchaba para él, era como luego se ha dicho, ni chicha ni limoná. Vivía en inocencia e ignorancia, posición social que a él no le hacía muy feliz y que había con el tiempo de hacer las delicias de muchos de sus descendientes, y si acaso aprendió algo en su consorcio con tanto bicho viviente fué un poco de Historia Natural. Llegó a ser su único entretenimiento observar la vida y costumbres de los animales y entonces le llamó la atención que ninguno de ellos estaba solo, como él, sino que formaba un par con otro análogo pero con alguna diferencia en su extructura, y vivían juntos siendo uña y carne y el uno para el otro. Los palomos y tórtolas arrullándose y dándose el pico le extasiaban, y le hacían mucha gracia las cucamonas que hacían las monas a los monos. Notó que había una época en que todas las especies se concentraban en si mismas sin echar cuentas de él, y entonces comprendió que el jefe superior del mundo creado, de aquella guisa estaba haciendo en el mundo un triste papel.

El, que antes hablaba con los loros, tornóse taciturno, y unas veces recorría vagabundo grandes distancias y otros le daba por estarse días enteros bajo un árbol que allí equivalía a no salir de casa. Algo pasaba en su ser, un no se qué le faltaba que no podia satisfacer su cuerpo ni su espíritu y comprendía que no era la misión de un hombre de su posición y categoría fastidiarse en aquel delicioso lugar en que por ser jardín virgen, tenia que andar a salto de mata.

Empezó a hacer una vida desordenadas volver tarde y a no recogerse de noche, Ya no le distraía el trino de los ruiseñores o el canto del cisne, y acabó por caer en malas compañías trabando amistad precisamente con el gallo, el animal mis disoluto, y el flamenco, el mas juerguista, que le llevaron a echar sus canitas al aire con algunas monas, únicas hembras del Paraíso que a ello se prestaban, porque las zorras en aquel tiempo eran todavía honradas.

Y he aquí como el primer hombre nos dá ejemplo de los efectos desastrosos del celibato. Adán acabó por andar en el Paraíso hecho un adán, como todos los que después, mejor o peor vestidos, le huyen a ser pescados por una hija de Eva ya sea por temor a ella o a la serpiente en figura de suegra. Pero si a Adán le perdió su mujer, ¿a cuantos no los salva una esposa rica, ya cuantos malos no corrije una Eva buena?

 No se sabe de cierto si es que Dios tomó cartas en el asunto y determinó sacar a Adán de aquella situación anormal, o si este por no conocer la vergüenza, abordaría de plano la cuestión, alegando no ser menos que los demás animales y pidiendo descaradamente hembra. De ahí viene que la mujer hubo de nacer a modo de cansa criminal, o de oficio o a instancia de parte.

Unos se inclinan a creer que fué Adán quien quiso casarse antes de tiempo, entusiasmado de ver a cada oveja con su pareja y que Dios, que pensaba retardarlo un poco, tuvo que acceder cuando vió que Adán decía: “a casarse tocan” .

Otros opinan que fué el Señor quien decidió quitar a Adán de aquella vida que se traía en el Paraíso, que era un mal ejemplo para la sociedad animal, de suyo morigerada, y que solo le había tolerado para poner de relieve a los futuros las ventajas del matrimonio sobre el celibato, y cómo este estado, aún al hombre más inocente y feliz y en pleno paraíso terrenal puede sacarle de quicio y ponerle en el resbaladero. Baste decir que los amigos divertidos traían a Adán a mal traer y en aquella vida y con tal sociedad pudo pasarle lo que luego a tantos otros, que por no buscar su media naranja, se lian con la primera mona que llega y que mona sigue siendo aunque la vistan de seda.

De todos modos, el ejemplo del primer hombre soltero, corriéndola su poquito y deteniéndose a tiempo para ser por sus pasos contados el primer marido y nuestro primer padre, es el justo medio que debe servir de norma a la humanidad casadera para que no haya esa funesta división de mal casados e incasables.

«El buey suelto bien se lame» pero no por eso deja de tener cuernos y por encima del temor a ciertos escollos están las ventajas que inclinan a la mayoría de los hombres a estar uncidos al yugo matrimonial, siendo la excepción de la regla los refractarios que hacen un papel equívoco ante la naturaleza y la sociedad.

Los célibes son como los murciélagos, ni ave ni bestia, y los hay tan descastados como el lobo, que abandona los hijos o tan cacos como el cuclillo, que ponen sus huevos en los nidos ajenos. Es una casta que es preciso desaparezca y ya se está ensayando el atacarles por el bolsillo, y asi como hay casados con feas por el dinero, muchos dejarán de ser célibes en cuanto todos los de su gremio paguen un arbitrio o se les recarge la cédula.

El matrimonio tal como debía de ser y como fué la intención de Dios al instituirlo está en la escena de Adán recibiendo por compañera a Eva acabadita de modelar por las manos del divino escultor, bella, pura y amante, cual la describe Milton, aunque no sabe si era rubia o morena. Dios tuvo el propósito de que los hombres fueran inocentes y felices y su vida conyugal se deslizara en una perpétua luna de miel, y así el primer matrimonio fué basado en el amor y en el desinterés. Le dió al primer hombre la primera mujer sin dote y sin ajuar, desnuda, sus cabellos por velo y su inocencia por corona de azahar. Fué el matrimonio modelo de la armonía y de la paz, sin padrinos, testigos, suegros ni cuñados, gratuito, sin amonestaciones, dispensa ni Registro Civil, y todo les auguraba eterna dicha, viviendo sin un sí y un nó, sin gastos ni déudas y sin quebraderos de cabeza por las modas y por el que dirán; pues Eva sabía embellecerse con flores y plumas y no necesitó ponerse en la cabeza redondeles o calderas boca abajo, ni se hubiera conformado a llevar vestido de medio paso o falda-pantalón. Era muy hacendosa y ya que no tenía que guisar, daba a Adán las frutas mondadas y solía hacerle conservas, pan de higos y en su tiempo requesones. El, aunque ocioso, se hizo muy casero y ordenado, ayudando a su mujer a barrer debajo del árbol que los cobijaba y de noche con una rama le espantaba los mosquitos.

Ese idilio paradisiaco se repite continuamente en los siglos y todos los días lo estamos viendo en las mujeres de su casa, fieles y honradas, y en los hombres apegados al hogar y mas o menos comineros; y en cambio presenciamos también la triste condición del que no supo gustar de esas delicias y se privó de la compañera que le consuele en sus penas y le zurza ios calcetines.

Pero había de mezclarse la fatalidad, y el demonio en figura de serpiente había de meter la pata, y a él se debe que el matrimonio en sus tristes realidades variara de la esencia que el Eterno se propusiera darle, convirtiendo esta institución en un azar de felicidad o de desdicha, a que se condenó por su culpa la humanidad. Una manzana sin mondar que Eva presentara a Adán y que este mordió en mal hora dió al traste con la dicha humana. Dios maldijo a la humanidad y consintió que el demonio interviniera en la vida matrimonial valiéndose de la infidelidades, la vanidad, el dinero y las suegras, y puso el honor de los hombres en manos de las mujeres. Condenó a ellas a parir con dolor y a ellos a comer con el sudor de su frente, a llevar todas las cargas, pagar todas las cuentas y ser en todo orden editor responsable. A medida que la humanidad fué siendo más mala la cargó de calamidades: casero, modista, y sastre, cuellos postizos, zapatos caros y de punta estrecha, baúl y sombrerera para viajar y amor propio para aparentar y vivir «en el quiero y no puedo».

Adán y Eva después de su ruina, realizaron el «contigo pan y cebolla» Este ejemplo luego se ha repetido con poca frecuencia. Yo no diré que el matrimonio perdiera todo lo que Dios le impuso de abnegado y sublime, pero el diablo se encargó de poner la regla de que “en casa que no hay harina todo se vuelve mohína”.

Célibes que leáis estas líneas, imitad a Adán en dejar la sociedad de las monas y en no seguir frecuentando la amistad de gallos y flamencos, que para cada uno de vosotros tiene el Creador en mente una Eva y a veces la tenéis sin verla delante de las narices. A Adán soltero llegó el jardín amenísimo a parecerle un desierto; ¿y que hubiera sido de él viéndose solo cuando el D. José Espejo del Paraíso lo desahució plantándole en la calle, sin encontrar quien le alquilara casa por no tener fiador?

 Eva haciendo el primer taparrabos, la primera cama de hojas secas, sirviendo a su marido los primeros huevos crudos y consolándole en su aflicción por el bien perdido, prueba que el amor y el mutuo auxilio hacen en el destierro de la vida, un Paraíso del hogar. No hay que echar cuentas de ciertos purgatorios y de algunos infiernos, que son la excepción, ni hacer caso de aquel autor irónico que pintó así el matrimonio:

el hombre tras la mujer

y el diablo tras de los dos,



y en juntándose los tres,



¡ay! San Antonio nos libre



de la que se arma, amen,


ni tampoco dar importancia a aquello de que:

el hombre que se casa

 vive escamado,

pues hay otro símil más halagüeño de la vida conyugal:

el que llega a tener

esposa y casa

es cómo el pez que vive

 dentro del agua.



La imagen de la reinas de los Juegos Florales se conserva en el Archivo Díaz de Escovar en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Málaga, con el número 19.293 y orden 109 (5.6) Hay una errata. En vez de poner 1913, pone 1912.

 

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