REIVINDICACIÓN DE LA CULTURA EN LA REPÚBLICA.

Aparte de las lógicas reivindicaciones de mejora de las
condiciones laborales y de jornal recogidas en las páginas del semanario
socialista antequerano La Razón, dirigido por el
mollinato Antonio García Prieto, las voces que se alzan en la comarca lo hacen
con un mismo fin: reivindicar la cultura como medio de liberación de la clase
trabajadora. Al hablar de cultura en aquel tiempo se referían al conjunto de lo
que hoy serían educación y cultura. Para los luchadores en la España
republicana era algo único. De Mollina aparecen varios artículos con esta
temática.
En el número del 20 de marzo de 1932, año III, núm. 61
Andrés González Páez se dirigía a la mujer con estas palabras:
Mujer proletaria!
II.
Prometí continuar,
compañera, la para mí ardua tarea de explicarte cuál debe ser tu actuación para
contribuirá la emancipación del proletariado. Y hoy, animado y decidido, tomo
la pluma para ver si logro conseguirlo.
No es preciso tener la
ciencia de Platón,, ni la sabiduría de Sócrates, ni la inspiración de
Beethoven, para saber que la causa donde estriban todos los males que venimos
soportando es en la incultura, en el analfabetismo tan grande que existe. “Un
pueblo inculto es un pueblo esclavo”.
Pues bien, compañera:
he ahí lo que debemos combatir todos: la incultura. No me olvido que nosotros,
los trabajadores de la tierra, los que servimos al señor de horca y cuchillo de
la edad antigua, o al señor feudal dueño de vidas y haciendas de la edad media,
o al patrono" y terrateniente de la edad moderna (¡es lo mismo!) nos es de
todo punto imposible, dada la exigüidad de nuestros salarios—¡salarios de
hambre!—dedicar unos céntimos para adquirir libros en que podamos instruirnos.
No me olvido tampoco
de que ni aun tenemos tiempo suficiente para estudiar, ya que todo el día hemos
de estar sobre di pesado y agotador trabajo de nuestra profesión y el tiempo
que tenemos de descanso, aunque cogiésemos el libro no podríamos estudiar,
porque nuestro cerebro estaría incapacitado y no podría retener el estudio ni
las consecuencias que de él se derivan.
Todo son obstáculos,
pero no “imposibles” de salvar, compañera. El amor los vence todos. Y tu amor
de madre por aquel hijo que amorosa meces en tu regazo, de aquel pedazo de tu
alma que es carne de tu carne y sangre de tu sangre, te dará fuerzas y ánimos
para que salgas airosa de tu empeño. ¿Quién mejor que tú, madre, puede enseñar
a tu hijo las primeras letras del silabario? ¿Quién mejor que tú, con más
cariño, con más alegría, con más entusiasmo, puede incubar en tu hijo el deseo
de estudiar, de aprender, de amar a la vida, para que cuando sea hombre tenga
toda la entereza, toda la virilidad de un hombre consciente, que no se deja
atropellar por nada ni por nadie? ¿Es que no sentirías una satisfacción inmensa
cuando en la paz del hogar y a la luz de una modesta bujía enseñaras a tu hijo
las primeras letras?
Una madre tiene una misión más alta que
cumplir que la de criar a un hijo para que después sea explotado y esclavizado
vilmente.
Debe poner todo su esfuerzo en educarlo para
que no sea el juguete a capricho de la infame burguesía.
“Un pueblo instruido
es un pueblo libre”.
ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ.
Mollina, marzo 1932.
Este mismo miembro de la Sociedad Obrera El Progreso
escribía en La Razón del día 3 de
abril de 1932, año III, núm. 63, en su página 3 lo siguiente que nos muestra
otra de las características de esta publicación, el anticlericalismo:
ESCRIBIENDO UN
ARTÍCULO
Unos golpes dados en
la puerta me hacen levantar la cabeza de mi trabajo, al mismo tiempo que una
voz conocida:
—¿Se puede?
— Entra, digo por toda contestación.
Es Antonio Rojas, a quien me une una amistad
sincera desde mi infancia. Juntos hemos trabajado y juntos luchamos.
—¿Qué haces?—me
pregunta.
—Ya lo ves: escribo.
Por su expresión
pronto me hago cargo de la situación. Viene algo contrariado y en su semblante
se adivina un gran pesar. Yo lo comprendo y con voz natural le digo:
—Siéntate y habla. ¿Qué ocurre?
—Una nueva traición,
amigo; una nueva traición.
Cogiendo las cuartillas que hay esparcidas
sobre la mesa:
—Con tu permiso.
—Léelas—contesto.
Estoy haciendo un trabajo para LA RAZÓN.
Y en voz alta lee lo
que sigue:
“E1 obrero español, y en particular el obrero
andaluz, atraviesa hoy por uno de los
momentos más críticos que puede imaginarse. La República por él traída con sus
votos, hoy le sirve de opresión. La burguesía, pasados los primeros momentos de
confusionismo, extiende sus tentáculos de pulpo y aprisiona en la enmarañada
red de sus criminales instintos las ansias populares. Los trabajadores se
encuentran defraudados en sus más íntimos sentimientos. Ellos coadyuvaron al
advenimiento de la República confiados en que este régimen habría de calmar un
tanto su sed de justicia y su hambre de pan.
Y sin embargo, se vienen cometiendo los
abusos, las mismas traiciones que se cometían en los tiempos de la derrocada y
nefasta Monarquía. El caciquismo actúa ahora con el cinismo más desvergonzado;
los obreros se encuentran sitiados por el hambre. Es el recurso vil y criminal
de esta clase burguesa que nada sabe de honradez, de humanidad ni de esa fe
cristiana de que tanto alardean. Millares de familias se encuentran en la
miseria más espantosa. El Gobierno se hace sordo a las peticiones y protestas
de los obreros, y de esta manera se va creando una rebeldía, una sed de
venganza que nada ni nadie podrá contenerla, y que en su día dirá todo el odio
que hay reconcentrado en el alma de los obreros”...
Mi amigo deja de leer, queda pensativo y
después de un corto espacio de tiempo dice:
—Nada, que es imposible continuar soportando
tanta injusticia. El cacique «religioso» de este pueblo obliga a los
trabajadores a que se afilien at comité republicano que tiene constituido, y si
así no lo hacen no tienen que pensar en dar un jornal, quedando por tanto
reducidos a la miseria y al hambre. Pero más que todo lo que me extraña es que
elementos que por su significación radical y revolucionaria merecían la
simpatía de los trabajadores, como así les consta a ellos, hoy se encuentren
aliados con el cacique, sirviendo los intereses de esta clase reaccionaria y
siendo instrumentos ciegos para sus maquiavélicos planes.
Por eso me produce una indignación grande esta
clase de abusos intolerables de obligar por medio del hambre a que los obreros
tengan que sumarse a ellos.
He escuchado con atención las palabras de mi
amigo, y después de darle una chupada al cigarro que mientras escribo tengo al
alcance de mi mano, le digo:
— En verdad que en todo cuanto has dicho
llevas razón. Pero he de advertirte que los que desertando de nuestras filas se
pasan al enemigo para entorpecer nuestra obra de emancipación, al mismo tiempo
que ellos son sus propios tiranos, sin tener en cuenta que mientras más colaboren
con el cacique más se prolongará el estado actual de cosas, y sus hijos
seguirán siendo explotados y sufriendo en sus carnes maltrechas el latigazo y
el estigma odioso de la esclavitud; esos obreros, esos compañeros nuestros,
repito, nos traicionan, no por hambre, sino porque no tienen una visión clara
de la realidad y en su cerebro no ha entrado la luz d^ la verdad ni de la
inteligencia. Son obreros que ni siquiera saben cuál es la primera letra del
abecedario. Porque el que sustenta una ideología, el hambre puede hacerle
vacilar o en todo caso caer, pero se levanta, ten por seguro que se levanta.
Además, que ésos que dicen que se pasan al campo opuesto porque le dan trabajo,
no han querido pensar que siguiendo entre nosotros, entre sus compañeros y
hermanos, trabajarían también, pues los obreros que los patronos tuvieran que
invertir tendrían que sacarlos de la Sociedad.
Yo no le echo la culpa nada más que a la
incultura, que es el obstáculo con que iremos tropezando en todos los momentos
de nuestra lucha.
Nos levantamos y
salimos a la calle.
Ante nosotros pasa el
cura, quien nos saluda haciendo una hipócrita reverencia.
Mi amigo y yo nos
miramos, mientras él se entraba en el templo... donde se propaga la doctrina de
Cristo.
ANDRÉS GONZÁLEZ PÁEZ
Mollina y marzo.
Justo al lado de este artículo aparecía otro con nombre
sonoro: ¡Cultura! ¡Cultura! En ese
mismo número, pero en su página 2 aparecía una carta de otro mollinato, Francisco
Doblas Álvarez:
A los traidores del
Socialismo
Tengan entendido todos
cuantos injustamente y sin conocimiento de causa combaten los ideales del
Socialismo, que yendo contra ellos, no sólo van contra toda la humanidad sino
incluso contra ellos mismos. La Sociedad hoy en día tiene muchos enemigos que
la persiguen de muerte, que le han declarado la guerra sin cuartel; pero tengan
en cuenta los que cbntra ella conspiran que el día en que la libertad humana
brille, con todo su egoísmo se tendrán que arrepentir de las calumnias y las
arbitrariedades que están cometiendo con sus mismos hermanos de trabajo.
Hambriento antes de vociferar contra ella; antes de injuriarla y antes de
coaccionar a los que tengan afán a ella.
Lee, estudia, ínstrúyete, en una palabra, y verás
como sin sociedad y sin unión no pueden vivir más que los vagos, los burgueses
y parias políticos.
Gozan con vernos muertos de hambre, mientras
nuestra ignorancia les lleva las llaves para guardar los caudales. Por eso mi
pensamiento dice que acabemos ya de desechar esas cadenas que nos oprimen; pues
a mi parecer, creo que ya ha llegado la hora de poder conquistar nuestra
reivindicación. No lo dejemos por más tiempo, porque mientras nosotros
esperamos los burgueses se preparan, y nuestra victoria será más difícil
alcanzarla.
FRANCISCO DOBLAS
ALVAREZ.
Cortijo de Santillán
(Mollina).
En la edición del 22 de mayo de 1932, año III, núm. 70 era
José Morente Bermúdez quien desde Mollina decía:
A la opinión pública
Ya cumplida la fecha
del primer aniversario de la República, viene a mi memoria la fecha tan memorable
del 14 de abril de 1931, día en el cual y gracias al esfuerzo de todos los
buenos españoles triunfó el régimen que ha de ser el pedestal para nuestras
reivindicaciones. Día de júbilo. ¡Cuánta alegría, cuánto regocijo!
Yo no pude menos que
regocijarme al ver el cambio tan radical que se operaba en España. Pero fué más
mi satisfacción al ver a mi pueblo de Mollina pictórico de entusiasmo porque
comenzaba una era de libertad que nunca había conocido. Mas, poco a poco, ha
ido trocándose esto en una fantasía.
No es culpa de la República esta situación que
por desgracia padecen la mayor parte de los pueblos rurales, soportando a los
farsantes que, sin querer a la República, se introducen solapadamente en ella
para seguir mangoneando como antes, sin pensar que son harto conocidos, puesto
que siempre han explotado al pueblo valiéndose de la ignorancia de las masas
trabajadoras, que nunca han sabido el papel que desempeñaban, por cuyo motivo
sus hijos han pasado miserias y, por desgragracia (sic),las seguiremos
padeciendo mientras todos no despertemos del letargo en que estamos sumidos.
Es necesario que todos, absolutamente todos
los buenos mollinenses (sic), nos
coloquemos de una vez en el sitio que nos corresponde ante los demás pueblos
civilizado (sic). Tengo entendido que nuestro país progresará a pasos
agigantados, y sería una vergüenza que los buenos hijos de Mollina
consintiéramos formar a la cola de los demás pueblos de España.
Al contrario; hay que
trabajar por figurar a la cabeza, si es posible, en la consecución de nuestras
aspiraciones. Es necesaria una unión estrecha y sincera para derrocar todo lo
malo y podrido y así, de esa forma, evitaremos que se contagie lo bueno que
hay. También es preciso que enseñéis a leer a vuestros hijos, que es la base de
la civilización, y que, sin duda, si a nosotros nos hubieran enseñado no
viviríamos en este estado de incultura, al contrario de nuestros enemigos, que
porque han tenido más instrucción han sabido aprovecharse de la ignorancia del
pueblo
. Compañeros obreros en
general: Bien sabéis los vejámenes de que hemos sido objeto. No consintáis que
nuestros hijos nos maldigan el día de mañana. Afiliaos a la Unión General de
Trabajadores y al Partido Socialista, y en estos organismos encontraréis todo
lo que en justicia nos pertenezca.
¡Viva Mollina! ¡Viva la Unión General!
JOSÉ MORENTE BERMÚDEZ.
Mollina, mayo 1932.
En su edición del día 16 de octubre de 1932, año III, núm.
91, en sus páginas 3 y 4 traía La Razón una
colaboración desde Mollina firmada por Fernando Ruiz. Prestemos atención al
final:
DE MOLLINA
Levantemos la nueva
sociedad
Desde las columnas de
este digno semanario me dirijo a la opinión pública.
Jóvenes camaradas.
Salud.
Os dirijo la palabra sólo por inculcar en
vuestra mente ese ideal sano y limpio que sentimos los hombres de buena fe y de
buena voluntad.
Yo, queridos
camaradas, que medito y pienso en nuestro porvenir; yo que confieso con todos
los hombres que sienten ansias de libertad, de amor y de compañerismo, quiero
indicaros el camino a seguir.
Camaradas: olvidando todas las rencillas,
todas las discordias y todos los fanatismos, incluso el religioso, podremos
algún día ser libres, podremos decir que hemos conquistado la liberación de
toda la humanidad.
Mientras no
estudiemos, mientras no luchemos clara y espontáneamente, seguiremos siendo el
instrumento de la clase capitalista.
No digo que luchemos
contra nuestros hermanos, sino que nuestras armas para la lucha sean el libro,
el folleto, o sea la pluma, la justicia y la razón, y el fruto de nuestros
conocimientos e inteligencia.
Yo, queridos jóvenes,
que me rebelo ante esta vida que soportamos, ante esta vida llena de abrojos y
espinos para la clase proletaria, mientras esos vampiros gozan de todas las
comodidades, mientras la clase explotada no puede cubrir sus más perentorias
necesidades, os digo:
Estudiad; levantemos la nueva sociedad en los
escombros de la sociedad vieja y caduca, démosle el golpe de gracia al
capitalismo, cumplamos las máximas de Cristo, que fué uno de los muchos que murieron
por predicar la verdad.
Y hoy esta clerigalla que predica la mentira,
éstos que se cubren con la máscara de la hipocresía, y van embaucando al mundo
con sus teorías, entorpeciendo y aniquilando la marcha del progreso, quieren
vivir a costa de aquel hombre que sacrificó su vida en beneficio de toda la
humanidad, diciendo que son sus ministros y sus representantes y que van
ejerciendo la caridad cristiana, y si llega un anciano a su puerta implorando
la caridad, no lo socorren. ¡Qué injusticias, qué arbitrariedades cometen los
ministros de Dios en la tierra!...
Y para terminar,
queridos camaradas: os recomiendo como base primordial, la cultura, la
instrucción, y, sobre todo, el libro como a nuestro mejor amigo.
FERNANDO RUIZ.
Esta asunción de los principios cristianos no es la única
vez que aparece en este semanario. Ya se aportará por aquí nuevos testimonios
donde lo que había que combatir no eran las enseñanzas de Cristo, sino la
utilización de las mismas por una clase clerical que vivía a costa de los
presupuestos generales del Estado. No olvidemos que éste proporcionaba más
dinero para el clero que para la escuela.
También en La Razón,
en la segunda página de la edición del año IV, núm. 110, correspondiente al día
26 de febrero de 1933 aparecía un escrito firmado con pseudónimo y origen en
Mollina con respecto a la enseñanza:
El apostolado de la
enseñanza
Ningún ser, por
inteligencia que tuviere, podrá ser juez
de sí mismo, por imparcial que fuere; van unidos a los defectos naturales, una
serie de pasiones y vicios, que le impiden tan alto honor.
Al acometer el
Gobierno de la República el problema de la enseñanza, lo ha hecho, si no con el
ímpetu que la nación necesita, sí con el que puede, pues habido tan abandonado
como lo ha encontrado, que a mi torpe juicio le veo imposible saldarlo de
momento. Pero no únicamente al Gobierno hay que hacerle responsable de todo
esto, no, todos los componentes de la carrera del Magisterio español, deben
saber a ciencia cierta, cómo encontró, el Gobierno de la República, tan
primordial problema; debiendo reconocer a sí mismo, la misión que les está
encomendada, y deben poner de su parte, todo cuanto puedan en crear discípulos
que sean reflejo de éstos, que han sido los primeros en ocuparse del abandono
en que tuvieron gobiernos anteriores a tan resignada y sufrida clase.
Pero no quieran
encontrar la perfección en un estado tan imperfecto como el anterior; sería
pedirle “peras al olmo”. Hay sangrando multitud de problemas que todos reclaman
la misma urgencia. ¡Si vamos a echar sobre los hombres que rigen nuestros
destinos, todas las necesidades morales y materiales de que nos hallamos
desposeídos, sería no querer comprender la realidad de los hechos! Quédese eso
para otras clases sociales más insconcientes (sic), para su propia desgracia,
pero no para ésta que debe tener en cuenta, todo lo antes citado. ¿Que no es
reconocida de momento por los mismos beneficiados? No importa. Hay un título de
no recuerdo qué autor, que dice: «La vida es más»; y el tiempo, que nos ha de
juzgar a todos, dirá quién aportó más material a la reconstrucción que a
nuestra casa estamos haciendo. Ellos son los forjadores de artífices para tan
magna obra. ¿Que tiene que ser con tantas inconveniencias y sacrificios? ¡No
hay duda!, no tuviera méritos si así no fuese, pero háganse cargo que la misión
que les está encomendada es la de sembrar a manos llenas, y la de cosechar
tarde, y con las inclemencias que traen consigo el mal que tanto crece. Los que
sentimos en lo más íntimo de nuestro ser el mal estado en que se hallan los
locales para la enseñanza, en estos desgraciados rincones rurales, no podemos
por menos, que sentirlo con pena, y exponer de nuestra parte todos los medios
de que nuestra inteligencia mal cultivada disponga, y que nos digan el camino a
seguir y quién tiene el deber para mejorarlo en lo que a nuestro alcance esté,
o reclamaremos a quien proceda; pero si en vez de ir serpenteando por las
escabrosidades en que nos encontramos sumidos, se niegan a dar clase por no
reunir los locales las condiciones higiénicas que marcan las ordenanzas, bien a
pesar nuestro, y en vez de haber progresado, nos hallamos con los chicos en las
calles, y los boicoteadores del régimen republicano nos pueden decir: Ahí
tenéis un botón de muestra; tanto aumento en el presupuesto de enseñanza, y los
chicos sin escuela.
Maestro del pueblo rural: ¿no sabes que todo
repercute en el pueblo pobre? Pues el que tiene otros medios ponga de su parte
y tenga en cuenta que hay que tener un poco de carácter quijotesco y ejerza su
apostolado que es de sacrificio, y si el municipio todavía no ha urbanizado
esos locales como es debido, es porque son contrarios a la obra de
reconstrucción; pero no cierre las puertas ¡que esas sí que son santas!
EL DEL NÚMERO TRECE.
Mollina, febrero.
Precisamente de maestros trataremos en la próxima entrada de
este blog.
En la foto de eco republicano se ve una clase de ese tiempo -no en Mollina- con su maestra.
Si queréis saber algo más sobre construcciones escolares
podéis ver
https://www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/1975-240/1975re240estudios11.pdf?documentId=0901e72b818204fe
al que podéis acceder también desde este otro enlace http://www.juntadeandalucia.es/educacion/vscripts/wginer/w/rec/3199.pdf
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