RIFIRRAFE ENTRE SOCIALISTAS E IGLESIA POR MOR DEL CORTIJO. 1930
Ya salió en estas páginas la muerte de doña Ascensión
Granados Blázquez el veintidós de agosto de 1914 y la fortuna que dejó a la Iglesia:
lo que los antiguos conocían como La
Casería de la Plaza –los ya maduritos lo conocemos como El Colegio las monjas y últimamente
rebautizado con ese nombre de urbanización como Villa Ascensión-, esto es, el caserío del Cortijo de la Ciudad perteneciente a los bienes de propios de la Ciudad de Antequera que gracias a la desamortización civil pasó a
manos privadas en el siglo XIX. Pues bien, a este cortijo le añadió la suma de
75.000 pesetas, cantidad hoy irrisoria -450,75 €-, pero que si tenemos en
cuenta que por aquellos tiempos la Casería de Castaño se vendió por 12.500
pesetas – unos 75 €- podemos deducir que con el dinero que la señora Granados
Blázquez dejó a la Iglesia se podrían comprar seis cortijos como la Casería de
Castaño.
Para la gestión de todo ese capital instituyó un Patronato
en la villa de Mollina, para la educación de niños pobres y para el
sostenimiento de ancianos desvalidos, encomendándose este Patronato al Prelado
Diocesano y a sus sucesores con las más amplias facultades de administración y
disposición. Esta entidad llevará el nombre de Patronato de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo.
Lo que podemos deducir de las actuaciones de la Curia
Diocesana en Mollina con ese capital fue que, gracias a las gestiones del
vicario arcipreste de Antequera, la Casería
de la Plaza se convierte en Colegio a cargo de una joven congregación: las
Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María. En
unas primeras décadas solo para niñas y, cosa lógica, alejado de lo que hoy
consideramos una escuela. Pero nada más. Lo que parecía el premio gordo de
Navidad para el pueblo no se vio en nada más.
El malestar popular manifestado en conversaciones privadas –cualquiera
con más de sesenta años lo puede recordar- donde se hacía hincapié en que la señorita Ascensión había dejado aquello
para asilo- se hace público en 1930, en la dictablanda del general Berenguer,
en el número 12 del semanario socialista antequerano La Razón, de fecha trece de noviembre de 1930. En su página 4, después
de un escrito sobre la libertad firmado por A. González y F. Adalid aparece lo
siguiente:
Debido a la
expectación que ha despertado en este pueblo de Mollina la noticia que dábamos
en números anteriores, de que cuando supiéramos fijamente el asunto del
Convento hablaríamos con claridad, hoy decimos que dicho asunto se está tramitando;
y como sea cierto lo que nos dicen, de que ese edificio que existe en la plaza
no lo dejaron para el objeto a que hoy se destina, sino para Asilo de ancianos,
nos veremos precisados a denunciar el hecho y a exigir responsabilidades, desde
la primera Comunidad que allí se instaló y del Ayuntamiento de entonces hasta
la fecha.
La verdad es que no hemos encontrado esa noticia que daban
en números anteriores. Sí insinuaban que estaban investigando algo, pero nunca
refiriéndose concretamente al Convento,
aunque la gente de aquel tiempo pudiera saberlo leyendo entre líneas. La
posterior supresión por parte del Gobierno de este semanario –no volvió a
aparecer hasta ya instaurada la República- hace que no sepamos en qué
consistieron esas gestiones ni esas exigencias de responsabilidades.
Fuera como fuere hoy sabemos que el beneficiario de la
herencia fue la diócesis, no la congregación de franciscanas. Aquella, que
sepamos, nunca dio cuenta de lo que hizo
con la fortuna que la señora Granados le ofreció. Las monjas, con su carga
negativa de separación de clases no por niveles educativos ni por edad, sino
por clases sociales –los ricos o de pago, arriba, los pobres o paganos una
perra al día, abajo; los uniformes de ricos azul marino y blanco; los pobres
marrón y rayas rojas y blancas con cuello de plástico para ir a misa-,
consiguieron que Mollina tuviera un nivel de analfabetismo extremo menor que los
pueblos de alrededor.
Lo que sí sabemos es que la denuncia de La Razón sobre el posible
mal uso dado a la herencia de la señora Granados Blázquez publicada el trece de
noviembre de 1930 no fue hecha pública casualmente. Por El Sol de Antequera del día treinta de noviembre, año VIII, núm. 368,
página 6 sabemos lo siguiente:
VISITA PASTORAL
El señor obispo de la
diócesis estuvo hace unos días girando visita pastoral en las parroquias de
Mollina, Humilladero, Fuente-Piedra y Villanueva de Cauche, acompañándole el señor
vicario arcipreste.
En breve el ilustre
prelado vendrá a Antequera para Confirmaciones.
Lo que nos hace sospechar que la publicación de las dudas
sobre la herencia ese día trece tenía que ver más con levantar los ánimos contra
el prelado que con una voluntad cierta de aclaración.
Para los que os hayáis quedado con las ganas de saber qué
decía el escrito sobre la libertad publicado encima de lo del Colegio las monjas aquí va:
De los pueblos
Mollina
Para que el Socialismo llegue a alcanzar su
mayor grado de perfección, debemos luchar todos los jóvenes, poner toda nuestra
fuerza, todo nuestro valor, toda nuestra inteligencia.
Ayudar a nuestros
padres en esa obra es propio de buenos hijos. A luchar nos induce nuestro
espíritu, y allá vamos. Nuestra conciencia se rebela: las injusticias cometidas
con nuestros antecesores, son un motivo más para que luchemos. No debemos ser
víctimas del capitalismo, como lo han sido nuestros mayores. ¡Queremos
libertad! ¡Libertad soñada, Libertad ansiada! ¡Tenemos derecho! ¡Queremos
libertad!
No nos sometemos a un
régimen corrompido, envilecido, arbitrario, opresor.
¡Tiempo es ya, compañeros, dejemos de ser
esclavos! Un supremo esfuerzo, y todo lo corrompido caerá, sin que nada pueda
oponerse a nuestra fuerza.
¿A qué esperamos?
¡Basta de vacilaciones y prejuicios arcaicos. ¡Viva la Libertad! ¡Viva la
juventud!
Vuestros compañeros
A. GONZÁLEZ.--F.
ADALID.
La ilustración es una
reproducción de un dibujo realizado por Doblas, pintor autodidacta ya
desaparecido, donde se puede ver el Cortijo
de la Ciudad reconvertido en colegio.
Comentarios
Publicar un comentario