REPASO A LOS NÚMEROS 21 A 25 DE LA RAZÓN. 1931

El 14 de junio de 1931 salía el número 21 del año II de La Razón. En su página tres traía
información sobre el acuerdo tomado entre agricultores y obreros para las bases
de salarios. Decía:
Sociedad de obreros
agricultores de Mollina
En reunión celebrada
en la Casa Capitular del vecino pueblo el día 28 de mayo por la comisión
patronal, compuesta de los señores don Fermín Garrido Márquez, don José Luis
Velasco García y don Jerónimo Díaz Ramírez, y por la de obreros designados por
la Sociedad «El Progreso», José García Pérez, Pedro Llamas Rebollo y Antonio
Parrado Matas, bajo la presidencia del señor alcalde y presidente de la
comisión gestora don Antonio Rubio Casero, fueron aprobadas, después de
discutidas por ambas comisiones, las siguientes bases:
El jornal mínimo de todos los obreros de campo
será el de 5.50 ptas. diarias hasta el día 15 de noviembre próximo.
Premios, a más del jornal.-Segadores de
semilla, 2 ptas.; ídem de raspa,3.50; con herramienta de cabo largo, 0.75;
sacadores de remolacha de secano, 1.50; ídem de riego, 2; personal de era (un
carro cada hombre), 1; personal de máquinas trilladoras, 2; atadores de
máquinas, 1.50; carreros y arrempujas, 1.50; doma de bestias, 1; repartidores
de abonos, 1.75; sembradores, 2; veladores de ganados, 1; gasteros, 0.50.
Jornales mínimos de mujeres y niños:
Arrancadores de semillas, 4 ptas.; espesquizadores, 3; trilladores y pintadores
3.50.
Jornal mínimo de caseros y ganaderos: A seco,
5.50 ptas.; con la comida, 4.50; zagales de ganaderos a seco, 3; con la comida,
2.
No será admitido el
trabajo a destajo.
Será reconocida la
Sociedad en todo el término y los obreros serán mandados por un manijero de la
misma, como asimismo las mujeres y niños. Será obligación de los patronos
ponerle al personal agua buena y no de los pozos de las fincas, y los
dormitorios en buenas condiciones, siendo desinfectados y en buen estado de
higiene. También habrá leña suficiente en las fincas y casera que arregle las
comidas en buenas condiciones. A los gasteros que estén entregados en el personal,
le facilitará el patrono una bestia para que compre la comida a donde tenga,
por conveniente, siempre que sea dentro del término municipal.
A los obreros que
salgan de varada se les pondrá un vehículo o una caballería según el personal,
para conducir el hato, y lo mismo el día que termine la varada.
Los patronos estarán
obligados a no emplear obreros forasteros habiéndolos parados en la localidad.
En la misma página aparecía un escrito de Francisco González
en el que se felicita por la colocación obtenida por su hermano impedido:
Mollina
Recuerdos de una
madre.
Desde la tumba nos manda mi madre la
enhorabuena por haber sido nombrado alguacil mi hermano, el mismo día que hizo
los tres años que murió, con todo el sentimiento de verlo trabajar enfermo, sin
poder, cosa que no está dentro de la ley.
Ella hizo cuanto pudo por colocarlo, pero los
caciques imbéciles de este pueblo nunca le hicieron caso, y nosotros hemos
trabajado para que se mantenga honrado, que tanto le ha valido en estos
preciosos momentos, y hasta aquí lo que ha trabajado ha sido por la ayuda de
los compañeros que ha tenido, a todos los cuales, como al pueblo en general les
doy las más expresivas gracias, y lo mismo al dignísimo Ayuntamiento que hoy está
en el poder, por el acuerdo que ha tenido de ser el primero a quien han colocado,
porque tienen mejores sentimientos que todos los que le han antecedido,
reconociendo que esos destinos deben ser para los hombres que están
incapacitados para el trabajo y no para los vagos.
Y ahora le digo yo a
mi hermano José, que cuando un cacique le dirija la palabra para felicitarle
como algunos lo han hecho ya, que no le dé cuidado de responderle: Retírate de
mí, criminal, que si hubiérais (sic) seguido en el mando hubiera llegado La hora de
tenerme que lanzar a pedir limosna, porque mi honradez no me dicta otra cosa,
que motivos tengo para hacerles que por fuerza se me mantuviera, pero sois unos
herejes cuando esto habéis consentido. Gracias que ya ha llegado la hora de que
las paguéis todas juntas, porque aunque saquéis la procesión estando prohibido,
no os escaparéis. Nosotros no os perdonamos, que somos el dios del perdón en
estos tiempos. Ustedes seguid con vuestros propósitos, que no tardará el
momento en que os desengañéis. Habréis de convenceros que ahora la blusa del
obrero es la que manda, que nunca ha estado la casa Ayuntamiento tan honrada
como en estos momentos. La monarquía ha desaparecido para siempre: sea
enhorabuena.
¡Viva el Socialismo! ¡Abajo los tiranos!
¡Mueran los explotadores del régimen!
FRANCISCO GONZÁLEZ.
Y ya en la página cuatro da cuenta del cambio de nombre de
calles tan dado en aquella época por los de uno y otro lado:
Mollina
El nuevo Ayuntamiento, reunido en sesión
extraordinaria el día 5 del actual, acordó cambiar los nombres de las calles
que a continuación se expresan:
Plaza de la
Constitución, Fermín Galán.
Romero Robledo, García Hernández.
García Sarmiento,
Pablo Iglesias.
Muñoz Herrera, Mariana Pineda.
Plaza del Albaicín, 14
de Abril.
Monseñor de Rojas,
Francisco Ferrer.
Plaza de la Verdura,
P. de Pí y Margall.
El número se cierra con una noticia esperanzadora:
Se crean 27 mil
escuelas.
«El Consejo de
ministros de ayer—ha dicho el ministro de Instrucción Pública a los
periodistas—ha sido fecundo y glorioso en lo que se refiere a Instrucción
Pública. Han sido aprobadas las bases para el decreto creando las 27.000
escuelas que faltan en España. Con sólo esta obra la República justifica ya su
advenimiento y satisface las más exigentes esperanzas.
De las 27.000 escuelas
creadas van a inaugurarse, antes de terminar el presente año, siete mil.
La Monarquía no había
hecho en cincuenta años la obra que la República ha sabido hacer en un mes.
El número 22 apareció el día 21 de junio de 1931. De Mollina
traía este texto de Andrés González en su página cuatro:
De los pueblos
Mollina
Desde el cortijo.
Escribo estas líneas bajo la sombra de un
olivo, después de la ruda faena de la siega.
Copioso sudor inunda
mi frente, y el papel donde asiento estas cuartillas queda manchado al contacto
de mis manos, que están renegridas por el trabajo.
Es la una de la tarde.
Los segadores, mis compañeros, también se hallan recostados.
Unos, han quedado
dormidos en un sueño reparador que mitiga el cansancio; otros, fuman charlando.
Apenas llegan a mí los rumores de la conversación.
Yo, con el lápiz en la
mano, quiero escribir y trasladar al papel todos mis pensamientos, toda la
emoción que embarga mi espíritu; pero las palabras se niegan a acudir a mi
mente.
Varias veces he comenzado y otras tantas lo he
dejado. Quisiera escribir algo que hablara al corazón; algo que dijera lo mucho
que en estos momentos siento...
Trazo unas líneas, y
como no responden a mis aspiraciones, las suprimo. Me resigno a no escribir; me
falta en este momento la inspiración.
Como no tengo sueño, cojo un libro que tengo a
mano, abro sus páginas y empiezo a leer. Pero me llaman la atención unas
palabras que claramente llegan a mis oídos y que son estas:
—¿Es justo—decía un
compañero—que el que todo lo produce, el que trabaja, el que día y noche se
desvela para poder llevar a sus hijos un pedazo de pan, después de tantos
sufrimientos, no pueda conseguirlo? ¿Puede el obrero seguir más tiempo
soportando sumiso esta vida azarosa y despreciable? ¿Qué se pretende con todo
este estado actual de cosas? Nosotros sólo anhelamos ver cubiertas las
necesidades más apremiantes de nuestra familia y de nuestro hogar. Queremos pan
para nuestros hijos y para nuestras compañeras. No podemos continuar por más
tiempo viéndolos desnudos, descalzos y hambrientos. ¿Porqué el que trabaja
tiene que pasar tanta miseria? ¿No escuchan nuestras peticiones? ¿Es que creen
que no es justo lo que pedimos?
Con gran atención y demostraciones de
asentimiento era escuchada la peroración del compañero, que siguió de esta
manera:
—Y además, por otra
parte: ¿Por qué mendigar lo qué tan en justicia nos pertenece, pidiéndolo
sumisos como el que implora la caridad pública? ¿No estamos convencidos de que
es inútil adoptar esta actitud pacífica cuando vemos que la mofa y la
indiferencia por parte de ellos, de nuestros explotadores, es la respuesta que
obtenemos? No somos partidarios de la violencia; pero tengan en cuenta que de
seguir así, ellos, sólo ellos, serán los responsables de lo que pueda ocurrir.
Porque sabremos arrancar por la fuerza, lo que se nos niega tan justamente
pedido.
Estas son, lector, las
palabras que oí, y reflexionando sobre ellas estuve unos momentos, hasta que me
sacó de mi ensimismamiento la voz del manijero, anunciándonos que había llegado
la hora de reanudar el trabajo.
ANDRÉS GONZÁLEZ.
El número 23, correspondiente al 28 de junio de 1931 no
traía nada relacionado con Mollina. Ese mismo día se celebraron elecciones a
Cortes Constituyentes. García Prieto se presentaba como candidato por la
coalición republicano-socialista.
El número 24, del día 5 de julio traía los resultados
obtenidos por Antonio García Prieto: tercero más votado en la provincia, con
48.665 votos. En esa misma primera página traía este anuncio:
Prieto - Sastre
Habiéndose hecho cargo
del taller de Sastrería un excelente cortador, lo pone en conocimiento de su
numerosa y distinguida clientela.
Pablo Iglesias núm. 23
Justo encima de ese anuncio traía el decálogo socialista:
Los diez mandamientos
de la Idea socialista
El primero, amar a la
Humanidad sobre todas las cosas.
El segundo, no hablar de ella en vano.
El tercero, santificar
las doctrinas socialistas.
El cuarto, honrar al
que se lo merezca.
El quinto, no matar.
El sexto, no abusar de
nuestra naturaleza.
El séptimo, no explotar.
El octavo, no alcahuetear ni mentir.
El noveno, respetar a las mujeres.
El décimo, utilizar
los bienes en beneficio de todos.
Estos diez mandamientos se encierran en dos:
en servir y amar a la Humanidad sobre todas las cosas, y en no dar al prójimo
contra una esquina. Amén.
En sus páginas tres y cuatro traía este texto:
Mollina
Compañeros: Dispensadme
si me preocupo de vuestra gloria y os digo que vuestra estrella, tan feliz
hasta aquí, ha estado turbada por la más vergonzosa e imborrable mancha. ¿A
quién mejor que a vosotros puedo dedicar hoy mis palabras?
Son estas para deciros
que debemos ser incansables en la lucha contra la tiranía burguesa, hasta
hundir en el abismo toda la podredumbre que corroe a la nación y ver barrida en
los pueblos la odiosa y funesta plaga del caciquismo.
¡Justicia queremos contra los verdugos del
pueblo, y leyes sociales humanas que nos amparen y borren la irritante
desigualdad existente, dando así satisfacción a los parias de la tierra, que
sólo comemos lo que tiran esos malvados chupópteros de nuestra sangre!
Derribemos también de su pedestal a los
hipócritas y mentirosos clericales, que hacen política desde los pulpitos,
entenebreciendo nuestras inteligencias, para seguir viviendo a gusto del brazo
de los poderosos.
Yo os digo con todo mi corazón: Animo,
compañeros, y adelante! No desmayemos en nuestro esfuerzo hasta que acaben para
siempre los explotadores del pueblo honrado y trabajador.
FRANCISCO DOBLAS.
El número 25 salió el día 12 de julio de 1931. En él García
Prieto se lamentaba de la injerencia de las fuerzas monárquicas en el
ayuntamiento antequerano y se nos daba cuenta de su viaje a Madrid, ya como
diputado.
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