PROGRAMA DE FERIA DE 1978
Ese año el día de la Virgen cayó en martes, mientras en Madrid las fiestas de la Virgen de la Paloma, antes tan celebradas, pasaban sin pena ni gloria. El Ayuntamiento madrileño –franquista- no hizo ese año ni siquiera un programa de festejos.
En las discotecas y verbenas no dejaba de sonar Rivers of Babylon de Boney M.
Aunque el ejemplo de Madrid no nos debe dejar caer en el tópico de mal de muchos, consuelo de tontos, sí que debemos reflexionar sobre qué era la Feria de Mollina de ese tiempo.
Pero antes veamos someramente cómo se organizaba la Feria antes de la Dictadura de Primo de Rivera.
-Previo a los años veinte del pasado siglo no había lo que hoy se conoce como feria. Había una gran solemnidad religiosa –el día de la Virgen- único día feriado y festivo como tal en el pueblo durante el año. De ahí la expresión aún usada de más grande que un día de la Virgen. La solemnidad consistía en el anuncio de la víspera con cohetes y repique de campanas, una verbena la noche de la víspera, aprovechando que la banda de música estaba en el pueblo, la misa con la banda y la procesión.
Lógicamente el Ayuntamiento no intervenía en esa solemnidad. Una comisión –mayordomos- de la Hermandad de la Virgen de la Oliva era la encargada de todo. El Ayuntamiento de Mollina lo que hacía era colaborar económicamente con el grupo organizador. Sabemos documentalmente que en 1821 se le entregaron ciento cincuenta ducados a los mayordomos de la Virgen. En 1860 se le proporcionaron al hermano mayor de la Cofradía –sic- doscientos escudos. En 1871 fueron setenta y cinco pesetas. En 1895 fueron también setenta y cinco pesetas. Las mismas que en 1899, pero en ese año se le añadieron otras veinticinco como suplemento. La consignación de estos gastos era para la función de la Patrona. No para feria.
Recordemos que en esos tiempos los presupuestos parroquiales eran aprobados por la autoridad civil, que era quien aportaba la mayor parte de las cantidades para el mantenimiento de los gastos eclesiales. Además, la identificación Hermandad-Ayuntamiento era algo natural. Las personas dirigentes eran prácticamente las mismas en una y en otro.
-Ya en la Dictadura de Primo de Rivera el Ayuntamiento se va introduciendo en la organización de la feria y en la Segunda República -1933-es el Ayuntamiento quien se ocupa de ella. Lógicamente, sin intervenir ni promocionar aspectos religiosos de la misma.
-El franquismo, con su identificación con el nacionalcatolicismo supuso que los ayuntamientos hacían fiestas en honor de sus respectivas patronas. Se denominaban así, aunque hubiera actos –cada vez más- que no tuvieran nada que ver con el aspecto religioso.
-En contra de lo escrito en las portadas de las distintas
fiestas de los pueblos, la sociedad se iba abriendo en usos y costumbres. Concretamente en Mollina son recordados por
aquellos de mayor edad los gritos que don José Jabato Montosa, párroco entre
1949 y 1957, daba desde un balcón de la plaza para hacer desistir a las parejas
en sus arrumacos eróticos con la moda del baile agarrado: No tocadlas que no son vuestras, decía. Además insistía en su prohibición
haciendo referencia a que el baile se encontraba entre la iglesia parroquial y
la capilla del convento de monjas: ¡Entre
dos sagrarios!
Los siguientes párrocos, como era lógico, admitieron la costumbre del baile como algo natural. Con la llegada de curas cristianos en los últimos años del franquismo y los primeros de la transición, quedó claro que una cosa era la feria y otra los actos religiosos.
-Sin embargo, esta aceptación de la realidad no era admitida por todos los grupos sociales. Una minoría ruidosa y violenta se negaba a este reconocimiento. La llegada a la parroquia de curas cristianos, curas que anteponían el espíritu evangélico al poder temporal de la iglesia y a una religiosidad basada sólo en lo externo, exacerbó aún más este sentimiento.
A la feria de Mollina fueron llegando elementos, sobre todo de la vecina Alameda, que hicieron temer por una desgracia en la procesión de la Virgen de la Oliva. La aparición de esos elementos con pistolas en una feria popular con intención de intimidar al cura podría haber provocado una desgracia. Un grupo de jóvenes esperábamos a que el paso de la Virgen se encerrara para cerrar inmediatamente la puerta de la iglesia creyendo proteger así al párroco.
-Es cierto que algún que otro cura se las tuvo que ver con esos elementos: Benito Acosta, cura cristiano, y en Mollina entre 1974 y 1979, ya había sufrido agresiones en bares y otros lugares. Los curas de Mollina y de pueblos cercanos se vieron reflejados en pintadas en la casería de Colarte y en otros sitios.
Francisco Gómez Luque, cura cristiano, y en Mollina entre 1979 y 1983, sufrió varias agresiones, una de ellas por querer imponer en su parroquia las normas diocesanas frente a caprichos particulares.
La verdad es que estas agresiones, con ser graves, no eran nada comparadas con el brillo de las pistolas en una noche del quince de agosto.
-Por su parte la Hermandad de Nuestra Señora de la Oliva no seguía las normas diocesanas en cuanto a funcionamiento de este tipo de asociaciones. Las tradicionales reuniones del 25 de julio, Santiago, para hacer el sorteo en el que se elegía al hermano mayor del año siguiente y para hablar sobre la posibilidad o no de traer una banda de música se convirtieron en un ataque directo a los párrocos que tenían la mala suerte de tener que asistir a ellas. La presencia y la mediación de Gerardo Fernández Delgado –que la tierra le sea leve- Gerardillo- hacía que no pasaran a mayores las ganas de agresión hacia el párroco.
-La tradicional solemnidad del Día de la Virgen se fue ampliando poco a poco. Los dos días iniciales se ampliaron a tres. Ya en los años cincuenta del pasado siglo se llegan a los cuatro: catorce, quince, dieciséis y diecisiete de agosto. Daba igual en qué día de la semana cayera el Día de la Virgen. Esos cuatro días se mantuvieron hasta 1974 en que la feria, por primera vez, se iba adaptando según el fin de semana.
-En 1944 el programa de la feria anunciaba que la misma se celebraba con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Oliva. En 1955 eran las Grandes Fiestas y Feria de Ganados en honor de su Patrona la Virgen de la Oliva, En 1969 eran las fiestas anuales en honor de su Patrona la Santísima Virgen de la Oliva. En 1973 eran feria y fiestas en honor de su Patrona la Santísima Virgen de la Oliva. En 1974 eran feria y fiestas en honor de su patrona –sic- la Santísima Virgen de la Oliva, al igual que en 1976 y 1977. En 1978 el programa anunciaba Feria y Fiestas en Mollina con motivo del día de la Virgen de la Oliva. Algo bastante similar a lo anunciado en 1944. Sin embargo la portada del programa escoció a una parte de la sociedad mollinata. Se reproducía en ella la bandera de Andalucía. Sobre la banda blanca el dibujo de unas siluetas de cuatro jóvenes formando un conjunto musical, obra del párroco Benito Acosta, cura, dibujante y poeta. El programa se imprimió en Málaga y contó con el apoyo de Miguel Ramos, que ya en ese año y algunos posteriores ampliaba su trabajo en la Feria del Libro con su ayuda en la elaboración del libreto de la feria.
Esta escocedura hay que interpretarla desde el punto de vista temporal. Estábamos en plena transición y cualquier gesto era tenido como agresión. La no aparición de la imagen de la Virgen de la Oliva no había sido criticada en años anteriores, faltaría más. Ese año, sí.
Por cierto, la misa del día quince fue cantada por un grupo de jóvenes de Montilla. La Virgen, como en años anteriores, iba sin música.
-Hagamos un alto en estas consideraciones para introducir dos elementos comparativos. La Feria del Humilladero tenía lugar tradicionalmente alrededor del siete de octubre, festividad de la Virgen del Rosario. El Ayuntamiento de ese pueblo decidió trasladar la feria de octubre a junio –por San Juan- . La Feria de Fuente Piedra se venía celebrando desde tiempo inmemorial para conmemorar el nacimiento de María, ocho de setiembre, día de la Virgen de las Virtudes. Pues bien, el Ayuntamiento de Fuente Piedra decidió cambiarla al mes de julio- día de Santiago-. En ambos casos –que no fueron los únicos- la ciudadanía aceptó esos cambios. Las fuerzas vivas callaron. Eso sí, estábamos en la dictadura franquista. Eso explica ese mutismo.
-Lo cierto es que, no sólo en Mollina, sino en infinidad de sitios, las fiestas que en su origen habían sido religiosas se iban secularizando a gran velocidad. Hoy, sin ir más lejos, tiene muchísimo más tirón la Caseta de la Juventud, con su botellón cercano, que cualquier acto organizado por la Hermandad. Sin contar con la atracción que supone esta última actividad para los jóvenes de la comarca, criados y educados bajo el amparo y paraguas de la L.O.G.S.E.
Seguiremos con estas reflexiones sobre la feria cuando analicemos otros programas. Por ahora, veamos el programa de la feria de 1978. Antes, insistamos en algo que hoy se olvida: Ni Miguel Muñoz, Miguelín, ni Juan Andrés Palomino Rojas, ni nadie de la Junta de Festejos de ese año cobraba absolutamente nada.
Página 2.
Comentarios
Publicar un comentario