ALMIREZ VIII. 21 DE ENERO DE 1935,
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PELIGROSA CAPTURA DE "EL ALMIREZ" EN MÁLAGA
MALAGA, 20.- Apenas conocidos en esta ciudad los sucesos desarrollados en la sierra de la Camorra y en el lugar denominado "Acebuche" dispúsose por las autoridades y jefes de la Guardia civil un servicio de vigilancia para evitar la fuga del temible bandido apodado "El Almirez", refugiado en una cueva, desde la que había agredido a la Benemérita causando la muerte del guardia civil del puesto de la Alameda José Pendón Pastor, al pretender, en unión de sus compañeros de Arma Antonio Reyes Martin y Diego García Morente, sorprenderle y detenerlo.
«El Almirez», peligroso maleante, avezado a la vida montaraz, es individuo de trágicos antecedentes. Ha sufrido numerosas condenas por robos y atentados a la fuerza pública.
Cuando más estrecho era el asedio que se había puesto a la cueva donde se hallaba refugiado, conversaba tranquila y cínicamente con los guardias negándose resueltamente a entregarse.
Uno de los guardias que cercaban la cueva—que aquí llaman «sima»—donde el bandido se hacia fuerte, pudo coronar la boca de aquélla y mirar al fondo.
Allí se veía el cuerpo del guardia civil muerto por el malhechor.
El cadáver de aquél habla sido arrastrado por el criminal, con objeto de apoderarse del máuser, y fueron inútiles cuantos esfuerzos se realizaron para rescatarlo, pues el bandido no cesaba de disparar contra los que asomaban a la cueva, que tiene unos ocho metros de profundidad.
La entrada es un agujero por el que un hombre pasa con dificultad.
Ante la obstinada y furiosa resistencia del bandido, dispuso el capitán de la Guardia civil que se montara un estrecho servicio de vigilancia para evitar que «El Almirez» pudiera fugarse, y, por e1 teniente coronel de la Benemérita, señor Rosas, que se activaran las medidas de violencia con objeto de obligarle a rendirse.
Este jefe ordenó que el teniente de la tercera sección de la quinta compañía, de guarnición en Málaga, con las fuerzas sometidas a su mando, agrandara la entrada de la cueva, cosa que efectuó rápidamente
. La obra destructora de las granadas no tardó en hacerse notar.
La entrada de la cueva era mayor, pudiendo bajarse fácilmente a la «sima» donde se hallaba el bandido, que lejos de arredrarse, persistía en su actitud ofensiva, no cesando de hostilizar a los guardias. Algunos familiares del guardia civil asesinado por el bandido asistían desde lejos a la lucha que éste sostenía contra los que le tenían cercado, siendo de los primeros que llegaron el médico titular de La Molina (sic), gran conocedor de «El Almirez».
Dada la resistencia de éste, que se negaba a entregarse, ordenó el teniente coronel de la Guardia civil que se presentaran voluntarios para descender a la cueva y entrar en ella, ofreciéndose el oficial y los16 guardias que custodiaban y rodeaban la «sima».
El teniente coronel advirtió, por última vez al bandido la conveniencia de que se entregara.
Este se negó resueltamente, hablando con gran tranquilidad y poniendo fin a sus palabras con nuevos disparos.
Entonces empezó el avance de los guardias que, con el teniente a la cabeza de ellos, se dispusieron a entrar, arrojando nuevas granadas de mano que, para evitar que destrozaran el cadáver del guardia civil, que yacía en el fondo, tiraban a la boca de la cueva con objeto de agrandarla más.
Esto se desarrollaba antes de que amaneciese.
Viendo el bandido que ya era inútil toda resistencia pidió a grandes voces que no disparasen más. Quería entregarse. Loe guardias cesaron de arrojar granadas de mano. Y apareció el criminal en la entrada de la cueva, de la que salía después de varias hora» de estrecho y riguroso asedio. Inmediatamente se constituyó preso, entregándose al teniente de la Compañía del cuarto Tercio Móvil de la Guardia civil, que era el Jefe que custodiaba la entrada de la cueva del bandido. Los guardias civiles se apresuraron a bajar a la «sima» para sacar el cadáver de su compañero y efectuar un registro, que dió por resultado hallar una vieja escopeta de dos cañones y fuego central, cargada con perdigones, y una pistola del calibre 9.
«El Almirez» ha ingresado en la cárcel de Mollina a disposición del Jefe de la Guardia civil de 1a línea de Antequera, que instruye las diligencias sumariales con un carácter urgente.
En cuanto al cadáver del guardia civil muerto por «El Almirez» quedó en la casa-cuartel de La Alameda, a cuyo puesto pertenecía.
ALGUNOS PORMENORES MAS
MALAGA, 21.—En la mañana de hoy hemos conseguido conversar con el teniente coronel de la Guardia civil señor Pirras, que dirigió la captura del bandido apodado «el Almirez», quien nos ha dado detalles interesantes relacionados con la misma.
Tuvo lugar la captura a las ocho de la mañana del domingo, en medio de una lluvia torrencial y de un frío intensísimo. La entrega ha sido emocionante.
El médico titular de Mollina, señor Medina Toledo, que conoce a «el Almirez», se acercó a la cueva, instando a Fernández del Pozo a que se entregase á las fuerzas de la Benemérita.
El criminal respondió desde el fondo de su guarida, que tiene varios metros de profundidad:
—¡Me entrego, pero con una condición...!
—¿Cuál?—inquirió el citado facultativo.
—La de que no me hagan el memor daño y la de que es usted quien tiene que bajar por mí.
En efecto, el señor Medina Toledo, amarrado a la cintura por una sólida cuerda, descendió hasta el fondo de la cueva donde se hallaba el bandido, y en estado de descomposición él cadáver del infortunado guardia civil Francisco Pendón.
El bandido, ante el temor de que las fuerzas que esperaban su salida disparasen contra él, se abrazó fuertemente al médico, saliendo de esta manera a flor de tierra.
Momentos después, ya esposado «el Almirez», los guardias Heredía y Montero, compañeros de la víctima, bajaron por él a la cueva, subiendo el cadáver en la misma forma en que se hizo con el médico y el forajido.
El cadáver de Francisco Pendón fué trasladado a Mollina, y en la casa-cuartel se improvisó una capilla ardiente por la cual desfiló el pueblo en masa y numerosísimos vecinos de otros colindantes.
El criminal ha sido trasladado a Antequera, en cuya cárcel de partido ingresó.
El cadáver del heroico guardia Pendón será trasladado a Málaga, proyectándose aquí un entierro que constituya un acontecimiento.—Mencheta.
Aparte de estos dos periódicos publicaron informaciones sobre el Almirez La Época, ABC, La Nación, La Tierra y La Voz, todos ellos de Madrid, así como la Hoja Oficial del Lunes editada por la Asociación de la Prensa de Madrid; de provincias lo hicieron Diario de Las Palmas; Diario de Avisos, de Santa Cruz de la Palma; Diario de Burgos; El Defensor de Córdoba; ABC, de Sevilla; El Diario Palentino; La Región, de Santander; La Voz de Menorca; Labor, de Soria y Pensamiento Alavés.
La imagen, tomada de la Crónica, corresponde al médico titular de Mollina en aquellos años -incluso hasta los primeros sesenta- don Cristóbal Medina Toledo, oriundo de Benamejí.
Como ejemplo de las crónicas aparecidas el día 21 de enero de 1935 traemos dos.
La primera de el Heraldo de Madrid, diario liberal, progresista.
Decía:
EL BANDIDO DE EL ACEBUCHE
La Guardia civil consigue reducir al maleante "el Almirez", que estuvo varias horas refugiado en una cueva desde la cual hostilizó a la fuerza armada y causó la muerte a uno de sus perseguidores
Los guardias tuvieron que lanzar bombas de mano contra la entrada del refugio.-'EI Almirez" se entregó al ver que sus esfuerzos eran inútiles. En el interior de la cueva se encuentra el cadáver del guardia civil muerto en la refriega
MALAGA 21.—La Guardia civil ha logrado capturar al bandido Antonio Fernández del Pozo, que, como comunicamos oportunamente, estaba refugiado en una cueva de la sierra de Carmona y en lugar denominado El Acebuche, y desde ella hostilizaba a la fuerza armada que intentaba detenerle.
En cuanto so tuvo conocimiento del suceso en esta Comandancia de la Guardia civil y se supo que había fallecido el guardia Francisco Pendón Pastor, herido por el fugitivo, se dispuso un estrecho servicio de vigilancia que impidiera la fuga del bandido. Este, desde su refugio, se hacía fuerte y mostraba gran cinismo al conversar con los guardias, negándose resueltamente a entregarse. La cueva tenía unos ocho metros de profundidad, y le servía de entrada un agujero, por el que pasaba difícilmente el cuerpo de un hombre.
Ante la resistencia del refugiado, el teniente coronel de la Guardia civil Sr. Rosas, dispuso que se emplearan granadas de mano para agrandar la boca de la cueva. El teniente de la tercera sección de la quinta compañía, de guarnición en Málaga, con fuerzas a sus órdenes, realizó esta peligrosa labor. Una vez que logró la Guardia civil agrandar la entrada del refugio de «el Almirez» se intimó de nuevo al bandido para que se entregara; pero éste, lejos de obedecer la orden, volvió a hostilizar a sus perseguidores.
Dada la resistencia de «el Almirez», ordenó el teniente coronel de la Guardia civil que se presentaran voluntarios para descender a la cueva y entrar en ella, ofreciéndose el oficial y los 16 guardias que custodiaban y rodeaban la cueva.
El teniente coronel advirtió por última vez al bandido la conveniencia de que se entregara.
Este se negó resueltamente, hablando con gran tranquilidad y poniendo fin a sus palabras con nuevos disparos.
Entonces empezó el avance de los guardias, que, con el teniente a la cabeza de ellos, se dispusieron a entrar, arrojando nuevas granadas de mano que, para evitar que destrozaran el cadáver del guardia civil muerto en la refriega, que el bandido logró arrastrar hasta su guarida para quitarle el mauser, se tiraban a la boca de la cueva con objeto de agrandarla más.
Al ver el bandido que ya era inútil toda resistencia, pidió a grandes voces que no disparasen más, pues quería entregarse.
Los guardias cesaron de arrojar granadas de mano.
El criminal apareció al fin en la entrada de la cueva, de la que salía después de varias horas de estrecho y riguroso asedio.
Inmediatamente se constituyó preso, entregándose al teniente de la compañía del cuarto tercio móvil de la Guardia civil, que era el jefe que custodiaba la entrada de la cueva del bandido.
Los guardias civiles se apresuraron a bajar a la cueva para sacar el cadáver de su compañero y efectuar un registro, que dio por resultado hallar una vieja escopeta de dos cañones y fuego central, cargada con perdigones, y una pistola del calibre 9.
«El Almirez» ha ingresado en la cárcel de Mollina
En cuanto al cadáver del guardia civil muerto por «el Almirez», quedó en la casa-cuartel de La Alameda, a cuyo puesto pertenecía. El detenido tiene pésimos antecedentes. Ha tomado parte en diversas agresiones a la fuerza pública y en algunos atracos. Hace varios meses se internó en' la sierra, pues era inminente su detención a consecuencia de uno de estos delitos.
Parece que buscó al bandido Flores Jiménez para unirse a él. Hace pocos días falleció la madre de «el Almirez» en el pueblo de Mollina, y al saberlo el bandido dijo a unos cabreros que tenía que ir a darle el último beso a su madre. Efectivamente, volvió al pueblo para despedirse del cadáver, regresando después a la sierra, ya perseguido de cerca por la Guardia civil. El sargento Raimundo Pérez, con varios guardias, descubrió en una cueva de la serranía de Carmona, conocida por El Acebuche, al fugitivo. El guardia Pendón se destacó para penetrar en la cueva, y en este momento recibió un balazo, que le produjo la muerte.
El diario ultracatólico El Siglo Futuro traía su crónica dentro de una sección que denominaba La indisciplina social en la que mezclaba sucesos como este con la muerte de estudiantes extremistas, revueltas sociales...
EL BANDIDO DE EL ACEBUCHE
La Guardia civil consigue reducir al maleante "el Almirez", que estuvo varias horas refugiado en una cueva desde la cual hostilizó a la fuerza armada y causó la muerte a uno de sus perseguidores
Los guardias tuvieron que lanzar bombas de mano contra la entrada del refugio.-'EI Almirez" se entregó al ver que sus esfuerzos eran inútiles. En el interior de la cueva se encuentra el cadáver del guardia civil muerto en la refriega
MALAGA 21.—La Guardia civil ha logrado capturar al bandido Antonio Fernández del Pozo, que, como comunicamos oportunamente, estaba refugiado en una cueva de la sierra de Carmona y en lugar denominado El Acebuche, y desde ella hostilizaba a la fuerza armada que intentaba detenerle.
En cuanto so tuvo conocimiento del suceso en esta Comandancia de la Guardia civil y se supo que había fallecido el guardia Francisco Pendón Pastor, herido por el fugitivo, se dispuso un estrecho servicio de vigilancia que impidiera la fuga del bandido. Este, desde su refugio, se hacía fuerte y mostraba gran cinismo al conversar con los guardias, negándose resueltamente a entregarse. La cueva tenía unos ocho metros de profundidad, y le servía de entrada un agujero, por el que pasaba difícilmente el cuerpo de un hombre.
Ante la resistencia del refugiado, el teniente coronel de la Guardia civil Sr. Rosas, dispuso que se emplearan granadas de mano para agrandar la boca de la cueva. El teniente de la tercera sección de la quinta compañía, de guarnición en Málaga, con fuerzas a sus órdenes, realizó esta peligrosa labor. Una vez que logró la Guardia civil agrandar la entrada del refugio de «el Almirez» se intimó de nuevo al bandido para que se entregara; pero éste, lejos de obedecer la orden, volvió a hostilizar a sus perseguidores.
Dada la resistencia de «el Almirez», ordenó el teniente coronel de la Guardia civil que se presentaran voluntarios para descender a la cueva y entrar en ella, ofreciéndose el oficial y los 16 guardias que custodiaban y rodeaban la cueva.
El teniente coronel advirtió por última vez al bandido la conveniencia de que se entregara.
Este se negó resueltamente, hablando con gran tranquilidad y poniendo fin a sus palabras con nuevos disparos.
Entonces empezó el avance de los guardias, que, con el teniente a la cabeza de ellos, se dispusieron a entrar, arrojando nuevas granadas de mano que, para evitar que destrozaran el cadáver del guardia civil muerto en la refriega, que el bandido logró arrastrar hasta su guarida para quitarle el mauser, se tiraban a la boca de la cueva con objeto de agrandarla más.
Al ver el bandido que ya era inútil toda resistencia, pidió a grandes voces que no disparasen más, pues quería entregarse.
Los guardias cesaron de arrojar granadas de mano.
El criminal apareció al fin en la entrada de la cueva, de la que salía después de varias horas de estrecho y riguroso asedio.
Inmediatamente se constituyó preso, entregándose al teniente de la compañía del cuarto tercio móvil de la Guardia civil, que era el jefe que custodiaba la entrada de la cueva del bandido.
Los guardias civiles se apresuraron a bajar a la cueva para sacar el cadáver de su compañero y efectuar un registro, que dio por resultado hallar una vieja escopeta de dos cañones y fuego central, cargada con perdigones, y una pistola del calibre 9.
«El Almirez» ha ingresado en la cárcel de Mollina
En cuanto al cadáver del guardia civil muerto por «el Almirez», quedó en la casa-cuartel de La Alameda, a cuyo puesto pertenecía. El detenido tiene pésimos antecedentes. Ha tomado parte en diversas agresiones a la fuerza pública y en algunos atracos. Hace varios meses se internó en' la sierra, pues era inminente su detención a consecuencia de uno de estos delitos.
Parece que buscó al bandido Flores Jiménez para unirse a él. Hace pocos días falleció la madre de «el Almirez» en el pueblo de Mollina, y al saberlo el bandido dijo a unos cabreros que tenía que ir a darle el último beso a su madre. Efectivamente, volvió al pueblo para despedirse del cadáver, regresando después a la sierra, ya perseguido de cerca por la Guardia civil. El sargento Raimundo Pérez, con varios guardias, descubrió en una cueva de la serranía de Carmona, conocida por El Acebuche, al fugitivo. El guardia Pendón se destacó para penetrar en la cueva, y en este momento recibió un balazo, que le produjo la muerte.
El diario ultracatólico El Siglo Futuro traía su crónica dentro de una sección que denominaba La indisciplina social en la que mezclaba sucesos como este con la muerte de estudiantes extremistas, revueltas sociales...
Con respecto al Almirez, decía:
PELIGROSA CAPTURA DE "EL ALMIREZ" EN MÁLAGA
MALAGA, 20.- Apenas conocidos en esta ciudad los sucesos desarrollados en la sierra de la Camorra y en el lugar denominado "Acebuche" dispúsose por las autoridades y jefes de la Guardia civil un servicio de vigilancia para evitar la fuga del temible bandido apodado "El Almirez", refugiado en una cueva, desde la que había agredido a la Benemérita causando la muerte del guardia civil del puesto de la Alameda José Pendón Pastor, al pretender, en unión de sus compañeros de Arma Antonio Reyes Martin y Diego García Morente, sorprenderle y detenerlo.
«El Almirez», peligroso maleante, avezado a la vida montaraz, es individuo de trágicos antecedentes. Ha sufrido numerosas condenas por robos y atentados a la fuerza pública.
Cuando más estrecho era el asedio que se había puesto a la cueva donde se hallaba refugiado, conversaba tranquila y cínicamente con los guardias negándose resueltamente a entregarse.
Uno de los guardias que cercaban la cueva—que aquí llaman «sima»—donde el bandido se hacia fuerte, pudo coronar la boca de aquélla y mirar al fondo.
Allí se veía el cuerpo del guardia civil muerto por el malhechor.
El cadáver de aquél habla sido arrastrado por el criminal, con objeto de apoderarse del máuser, y fueron inútiles cuantos esfuerzos se realizaron para rescatarlo, pues el bandido no cesaba de disparar contra los que asomaban a la cueva, que tiene unos ocho metros de profundidad.
La entrada es un agujero por el que un hombre pasa con dificultad.
Ante la obstinada y furiosa resistencia del bandido, dispuso el capitán de la Guardia civil que se montara un estrecho servicio de vigilancia para evitar que «El Almirez» pudiera fugarse, y, por e1 teniente coronel de la Benemérita, señor Rosas, que se activaran las medidas de violencia con objeto de obligarle a rendirse.
Este jefe ordenó que el teniente de la tercera sección de la quinta compañía, de guarnición en Málaga, con las fuerzas sometidas a su mando, agrandara la entrada de la cueva, cosa que efectuó rápidamente
. La obra destructora de las granadas no tardó en hacerse notar.
La entrada de la cueva era mayor, pudiendo bajarse fácilmente a la «sima» donde se hallaba el bandido, que lejos de arredrarse, persistía en su actitud ofensiva, no cesando de hostilizar a los guardias. Algunos familiares del guardia civil asesinado por el bandido asistían desde lejos a la lucha que éste sostenía contra los que le tenían cercado, siendo de los primeros que llegaron el médico titular de La Molina (sic), gran conocedor de «El Almirez».
Dada la resistencia de éste, que se negaba a entregarse, ordenó el teniente coronel de la Guardia civil que se presentaran voluntarios para descender a la cueva y entrar en ella, ofreciéndose el oficial y los16 guardias que custodiaban y rodeaban la «sima».
El teniente coronel advirtió, por última vez al bandido la conveniencia de que se entregara.
Este se negó resueltamente, hablando con gran tranquilidad y poniendo fin a sus palabras con nuevos disparos.
Entonces empezó el avance de los guardias que, con el teniente a la cabeza de ellos, se dispusieron a entrar, arrojando nuevas granadas de mano que, para evitar que destrozaran el cadáver del guardia civil, que yacía en el fondo, tiraban a la boca de la cueva con objeto de agrandarla más.
Esto se desarrollaba antes de que amaneciese.
Viendo el bandido que ya era inútil toda resistencia pidió a grandes voces que no disparasen más. Quería entregarse. Loe guardias cesaron de arrojar granadas de mano. Y apareció el criminal en la entrada de la cueva, de la que salía después de varias hora» de estrecho y riguroso asedio. Inmediatamente se constituyó preso, entregándose al teniente de la Compañía del cuarto Tercio Móvil de la Guardia civil, que era el Jefe que custodiaba la entrada de la cueva del bandido. Los guardias civiles se apresuraron a bajar a la «sima» para sacar el cadáver de su compañero y efectuar un registro, que dió por resultado hallar una vieja escopeta de dos cañones y fuego central, cargada con perdigones, y una pistola del calibre 9.
«El Almirez» ha ingresado en la cárcel de Mollina a disposición del Jefe de la Guardia civil de 1a línea de Antequera, que instruye las diligencias sumariales con un carácter urgente.
En cuanto al cadáver del guardia civil muerto por «El Almirez» quedó en la casa-cuartel de La Alameda, a cuyo puesto pertenecía.
ALGUNOS PORMENORES MAS
MALAGA, 21.—En la mañana de hoy hemos conseguido conversar con el teniente coronel de la Guardia civil señor Pirras, que dirigió la captura del bandido apodado «el Almirez», quien nos ha dado detalles interesantes relacionados con la misma.
Tuvo lugar la captura a las ocho de la mañana del domingo, en medio de una lluvia torrencial y de un frío intensísimo. La entrega ha sido emocionante.
El médico titular de Mollina, señor Medina Toledo, que conoce a «el Almirez», se acercó a la cueva, instando a Fernández del Pozo a que se entregase á las fuerzas de la Benemérita.
El criminal respondió desde el fondo de su guarida, que tiene varios metros de profundidad:
—¡Me entrego, pero con una condición...!
—¿Cuál?—inquirió el citado facultativo.
—La de que no me hagan el memor daño y la de que es usted quien tiene que bajar por mí.
En efecto, el señor Medina Toledo, amarrado a la cintura por una sólida cuerda, descendió hasta el fondo de la cueva donde se hallaba el bandido, y en estado de descomposición él cadáver del infortunado guardia civil Francisco Pendón.
El bandido, ante el temor de que las fuerzas que esperaban su salida disparasen contra él, se abrazó fuertemente al médico, saliendo de esta manera a flor de tierra.
Momentos después, ya esposado «el Almirez», los guardias Heredía y Montero, compañeros de la víctima, bajaron por él a la cueva, subiendo el cadáver en la misma forma en que se hizo con el médico y el forajido.
El cadáver de Francisco Pendón fué trasladado a Mollina, y en la casa-cuartel se improvisó una capilla ardiente por la cual desfiló el pueblo en masa y numerosísimos vecinos de otros colindantes.
El criminal ha sido trasladado a Antequera, en cuya cárcel de partido ingresó.
El cadáver del heroico guardia Pendón será trasladado a Málaga, proyectándose aquí un entierro que constituya un acontecimiento.—Mencheta.
Aparte de estos dos periódicos publicaron informaciones sobre el Almirez La Época, ABC, La Nación, La Tierra y La Voz, todos ellos de Madrid, así como la Hoja Oficial del Lunes editada por la Asociación de la Prensa de Madrid; de provincias lo hicieron Diario de Las Palmas; Diario de Avisos, de Santa Cruz de la Palma; Diario de Burgos; El Defensor de Córdoba; ABC, de Sevilla; El Diario Palentino; La Región, de Santander; La Voz de Menorca; Labor, de Soria y Pensamiento Alavés.
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