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Siglo XIX en España.
Economía y sociedad.
España pasó de tener una sociedad estamental dominada por la nobleza y la Iglesia, a tener una sociedad de clases en la que la nobleza tuvo que compartir su poder con la burguesía comercial, la burguesía industrial y la burguesía financiera. La población española casi se duplicó, pasando de once millones en 1800 a dieciocho en 1900, debido a las mejoras sanitarias y al aumento de la producción.
El primer
intento de quitar el poder a la nobleza y la Iglesia lo realizaron las Cortes
de Cádiz durante la Guerra de Independencia española (1808-1814), pero no
tuvo éxito porque cuando se acabó la guerra y volvió Fernando VII (1814-1833),
la nobleza y la Iglesia recuperaron sus privilegios y se repuso el sistema
absolutista.
Al morir
Fernando VII y empezar la regencia Mª Cristiana de Borbón (1833-1840)
empezaron a cambiar las cosas de forma definitiva. Se acabó con los privilegios
de los estamentos y se instauró la igualdad ante la ley. La Iglesia dejó de ser
el principal propietario de tierras porque sus tierras fueron confiscadas y
subastadas por los gobiernos liberales. Esto se conoce
como desamortizaciones. Lo mismo se hizo con las tierras comunales de los
ayuntamientos durante el reinado de Isabel II (1843-1868), lo que
perjudicó a los pequeños campesinos. De esta época es la venta de los terrenos
de la Camorra, tradicionalmente de los bienes de propios de la Ciudad de
Antequera, aprovechados por los habitantes de Mollina para uso particular, pero
en comunidad y que servía como complemento a su precaria economía.
Durante el
siglo XIX, sobre todo durante el reinado de Isabel II (1843-68), se
produjo la industrialización con la incorporación de máquinas en las
fábricas y la construcción de una red radial de
ferrocarriles que tenía como centro Madrid, aunque el primer ferrocarril
español se inauguró en 1837 en Cuba, entre La Habana, Bejucal y Güines. La
parte negativa de este evento es que en la construcción de sus 23 kilómetros
murieron más de dos mil trabajadores, muchos de ellos en régimen de esclavitud,
legal en aquel tiempo en esa parte de España.
Ya en 1848 se inauguró el primer tren en la España peninsular entre
Barcelona y Mataró. El tren que pasaba por Fuente Piedra tendría que esperar a
1865.
España se
industrializó, aunque en menor medida que otros países de Europa occidental.
Además, esta industrialización no fue pareja en todos los territorios. La
industria textil se concentró en Cataluña. La siderúrgica, que había tenido
unos primeros intentos en Marbella, se concentró en Vizcaya; la minería en Asturias, León, Sierra Morena y
cuenca minera de Río Tinto. Esta última, sobre todo, en manos británicas.
Pequeñas zonas industriales aparecieron en Madrid, Valencia, Zaragoza, Alcoy…
Aunque hubo
éxodo rural y las ciudades crecieron, la industrialización fue limitada así
que la agricultura siguió siendo el sector económico que ocupaba a la
mayor parte de la población. Por eso se siguieron produciendo crisis de
subsistencia y serán frecuentes las revueltas campesinas. No olvidemos
que lo que se conoce como Revolución de Loja empezó con los sucesos de Mollina
el 24 de junio de 1861.
Las duras
condiciones laborales de los trabajadores de la industria y el desigual reparto
de los beneficios hizo crecer la conflictividad laboral en forma
de manifestaciones y huelgas que empezó durante el reinado de Isabel II. En
este período se crearon los primeros sindicatos obreros.
Durante la
etapa posterior, el Sexenio Democrático, los sindicatos y otras
asociaciones obreras se asociaron formando la sección española de
la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores). En este período
tuvieron un papel muy activo organizando huelgas, revueltas y sublevaciones lo
que llevó a su ilegalización en el período posterior: la Restauración. En esa época, en Mollina, ya había una
Federación Local de la Internacional Hispánica a mediados de 1881.
Imagen 1.- “Viva la Pepa”, obra de
Salvador Viniegra, 1912, Museo Histórico Municipal de Cádiz. Representa el
momento en que las Cortes de Cádiz promulgan la Constitución de 1812.
Política interna.
España pasó de ser una monarquía absolutista a inicios del siglo, a una monarquía parlamentaria. La consolidación de la monarquía parlamentaria tuvo varios momentos importantes dignos de recordar.
Reinado de José I. 6 de junio de 1808 a 11 de diciembre de 1813.
Con la invasión francesa y la proclamación de José I como rey de España (1808) se produjo una guerra civil entre sus partidarios, los afrancesados, y el ejército francés, contra sus detractores, autodenominados los patriotas. Este conflicto -en buena parte civil, ya que además de ejércitos extranjeros lucharon españoles contra españoles- pasó a la Historia como la guerra de Independencia (1808-1814) En esta guerra murió cerca de medio millón de españoles -uno de cada 24- y se produjeron grandes destrozos materiales en las ciudades y en las vías de comunicación. Los mandos del ejército francés saquearon tesoros artísticos -religiosos sobre todo-. Los contrarios al nuevo rey impuesto por Napoleón convocaron a representantes de todas las provincias -incluidas las ultramarinas-en las Cortes de Cádiz de 1812. Siguiendo las ideas liberales las Cortes elaboraron la Constitución de 1812 en la que se declaró que la soberanía, es decir, el derecho a ejercer el poder directa o indirectamente, lo tiene la nación española a través de sus representantes. La nación liberal es aquella formada por el conjunto de los ciudadanos con los mismos derechos. Las Cortes de Cádiz querían a Fernando VII como monarca al que creían prisionero de Napoleón. Por su parte consideraba a los españoles de ambos hemisferios en igualdad de derechos y obligaciones.
José I Bonaparte tomó algunas decisiones mal vistas por el clero principalmente. La abolición de la Inquisición, entre otras medidas modernizadoras, fue una de ellas.
La España de José Bonaparte, también conocida como la España napoleónica, fue un vasallo del imperio francés, al igual que el reino de Holanda de Luis Bonaparte, el reino de Wetsfalia de Jerónimo Bonaparte o el reino de Nápoles de Joachim Murat, casado con Carolina Bonaparte.
Imagen 2. Francisco de Goya. Grabado de la serie Los Caprichos. Mujer condenada a la hoguera por la Inquisición.
Según Manuel Moreno Alonso, José I ha sido probablemente el rey más calumniado de toda la historia de España. "Desde el primer momento se impuso una caricatura -inexacta, calumniosa, insostenible, por completo discutible- que ha llegado hasta nuestros días". Lo mismo opina Rafael Sánchez Mantero, aunque cree que "es hoy un personaje más conocido y mejor valorado". _El poeta Manuel José Quintana fue uno de los que más se distinguió en la difusión de esa caricatura como cuando se refierió al ambiente en que se movía el rey, desde el seno de sus festines impíos, de entre los rufianes viles que le adulan y de las inmundas prostitutas que le acompañan. Dos de los insultos más difundidos por los patriotas Pepe Botella el de Rey de Copas ni era un borracho, ni un jugador empedernido-. Estos motes se basaban en dos órdenes firmadas por José I en febrero de 1809. Por la primera se liberalizaba la fabricación, circulación y venta de naipes; por la segunda se desgravaba la venta de aguardientes y licores. También se le tachó de tuerto cuando no era en absoluto cierto. El historiador Juan Mercader Riba advirtió en 1971 en su libro José Bonaparte, rey de España. 1808-1913 que de ningún modo, máxime ahora, a tantos años vista, pueden ser incluidos estos vocablos -Pepe Botella, Tío Copas y demás por el estilo- en una historia ecuánime y rigurosa, y no solamente porque nunca correspondieron a la auténtica realidad, sino porque siendo como son el engendro de mentalidades obtusas y torpes, o en el mejor de los casos, obnubiladas por una santa indignación, en nada favoecen al pueblo que en mala hora hubo de acuñarlas.
Más recientemente Víctor Mínguez Cornelles ha señalado que los tópicos y las calumnias sobre su persona pervivieron durante doscientos años, y el que pudo haber sido el mejor rey y el impulsor de la modernización progresista del país quedó para siempre en la memoria popular e intelectual transmutado en el rey intruso y borracho que el pueblo expulsó. Pocas veces una campaña propagandística apoyada en la manipulación de la imagen ha tenido tanto éxito.
Aprovechando el ejemplo de la independencia norteamericana y la situación de guerra y de debilidad en la España peninsular, las provincias españolas americanas comienzan a independizarse. En 1810 Colombia será la primera en separarse. Un año más tarde, Paraguay y Venezuela. La Argentina lo hará en 1816, ya con el reinado del infame Fernando VII. Le seguirá Chile en 1818. En 1821 lo harán México, Perú y las nuevas repúblicas centroamericanas -Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá-.El Ecuador obtendría la independencia en 1822. El Uruguay en 1828. La nueva República Dominicana lo haría ya en tiempos de Isabel II en 1844. La España ultramarina se quedaría sólo en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que ya a finales del siglo XIX fueron tomadas por el joven imperio estadounidense, con resultados de verdadera humillación, sobre todo en las Filipinas. México, país hispano, por su parte sufrió la pérdida de más de la mitad de su extensión en 1848. Con la excusa de que los cerca de veinte mil habitantes de Texas de origen civilizado se habían rebelado contra la abolición de la esclavitud por parte de México, los U.S.A. decidieron tomar partido los los habitantes ricos texanos, así que declararon la guerra -que ganaron- y se anexionaron California, Nevada, Utah, Arizona, Colorado, Nuevo México y Texas.
Reinado de Fernando VII. 19 de marzo de 1808 a 6
de mayo de 1808 y de 4 de mayo de 1814 a 29 de setiembre de 1833.
Cuando acabó la guerra comenzó el reinado de Fernando VII (1814-1833).
Conocido como El
deseado y El Rey Felón, es
considerado el máximo exponente de rey absolutista y el más deficiente que ha
gobernado España. De origen y cultura franceses al igual que su antecesor
hablaba francés en familia. Hijo de Carlos IV –al menos oficialmente- y de
María Luisa de Parma, era el noveno hijo de los catorce que tuvo su madre.
Creció aborreciendo a ésta y al favorito Manuel Godoy.
Siendo príncipe de
Asturias conspiró contra su padre junto a los descontentos con la política del valido
Manuel Godoy. Condenado por el proceso de El Escorial en 1807, pidió y obtuvo
el perdón de su padre. Esto no le impidió encabezar el motín de Aranjuez por el
que arrebató el trono a su padre y derribó a Godoy del poder en 1808. Fernando ya había mantenido contactos con
Napoleón a lo largo de sus conspiraciones. Pero ese mismo año se encontró con
que el emperador invadía España, le hacía apresar y conducir a Bayona y le
obligaba a devolver la corona a Carlos IV, sólo para forzar la abdicación en el
hermano del propio Bonaparte.
Mientras estaba recluido en Valençay, valle del Loira, el pueblo español asumió por su cuenta la resistencia contra la ocupación francesa y el proceso que habría de conducir a las Cortes de Cádiz y a la elaboración de la primera Constitución española de 1812. . El rey cautivo se convirtió en símbolo de las aspiraciones nacionales españolas. De ahí el sobrenombre de el Deseado.
Por el tratado de Valençay de 1813 Fernando VII recuperó el trono. Tan pronto llegó a España aceptó la invitación de un grupo de reaccionarios -Manifiesto de los persas- y restableció la monarquía absoluta del siglo anterior, derogando la Constitución y la obra reformadora realizada por las Cortes. Aparte de resistirse a reformar las caducas estructuras del Reino, realizó una sangrienta represión contra los movimientos de inspiración liberal triunfantes en buena parte de Europa. Los problemas financieros derivados de la pervivencia de los privilegios fiscales y la insuficiencia del sistema tributario tradicional se fueron agravando al mismo tiempo que España iba perdiendo todo protagonismo internacional. Fue incapaz de reaccionar ante el proceso de emancipación de las colonias americanas. Cuando envió tropas al mando del general Rafael del Riego para recuperar el control sobre América, éste dio la vuelta y obligó al rey a aceptar la restauración de la Constitución de 1812. Tras el llamado Trienio Liberal (1820-1823) el rey llamó en su ayuda a las potencias absolutistas de la Santa Alianza, las cuales enviaron a los Cien mil hijos de San Luis al mando del duque de Angulema, restableciéndose de nuevo el absolutismo. Durante diez años -década Ominosa- Fernando VII recrudeció su odio vengativo contra todo lo que sonara a liberal, dejó que se perdiera el imperio en América, anuló la obra legislativa progresista de las Cortes y llevó a la Hacienda Pública a la quiebra.
En los últimos años de su reinado la única preocupación del monarca era abolir la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres y así volver al derecho sucesorio tradicional de Castilla por el que las mujeres podían reinar. En 830, año de la abolición de la Ley Sálica, nació por fin un heredero tras cuatro matrimonios, pero resultó ser hembra. Carlos María Isidro de Borbón, hermano del rey y Príncipe de Asturias hasta entonces, viéndose apartado de la sucesión en beneficio de su sobrina, pasó a encabezar el descontento de todos aquellos reaccionarios contrarios a cualquier apertura.
Aunque Fernando VII derogó la Pragmática en un momento de enfermedad, cuando sanó la volvió a promulgar, dando lugar tras su muerte a los conflictos carlistas.
Precisamente en ese Trienio Liberal de 1820-1823 fue cuando unos cuantos mollinatos fueron a Sevilla a solicitar la demarcación de Antequera y la separación del Humilladero.
La vida íntima de este rey es, cuando menos, curiosa. Se casó cuatro veces, dos de ellas con sobrinas suyas. Era un joven inmaduro, afectado de macrogenitosomía -desarrollo excesivo de los genitales-, causa de la aparición tardía de los caracteres sexuales secundarios. De ahí que no se afeitara hasta seis meses después de la primera boda. El pene de Fernando VII llegaba a alcanzar los 30 cm. El escritor francés Stéphane Mallarmé, que lo había observado con sus propios ojos, lo describía como fino como una barra de lacre en la base, y tan gordo como el puño en su extremidad; además tan largo como un taco de billar.
Profundamente conservador absolutista, tenía siempre tendencia a la obesidad. Poco agraciado y de salud débil, era un fumador empedernido y comía muchísima carne, siendo su plato favorito el cocido.
De humor cruel, sumamente introvertido, no mostraba interés por los Asuntos de Estado.
Una de sus principales actividades era jugar al billar. Deseando agradar al rey, los otros jugadores procuraban fallar y hacer que las bolas le quedasen en buena posición para que así siempre ganara. De ahí viene la conocida frase: Así se las ponían a Fernando VII.
La nobleza aduladora
del rey, frívola y, en bastantes
ocasiones, analfabeta, castiza de misa y trono, prefería las modas y maneras
del populacho a las luces de la razón, el progreso y el buen gusto que ya
alumbraban a buena parte de Europa.
Imagen 3. Fernando VII retratado por Vicente López con traje de capitán general. 1814-1815.
Regencia de María Cristina de Borbón. 29 de setiembre
de 1833 a 17 de octubre de 1840. Regencia de Espartero.
Tras la muerte de Fernando VII se produjo la Primera Guerra Carlista (1833-1840), una nueva guerra civil en España, entre los partidarios de su hermano Calos, con ayuda de los absolutistas y los partidarios de la hija de Fernando VII, Isabel, dirigidos por su padre María Cristina de Borbón, con la ayuda de los liberales. Finalmente los carlistas fueron derrotados y los liberales accedieron al poder.
Como Isabel era muy pequeña, durante su minoría de edad estuvieron como regentes -gobernando temporalmente- su madre María Cristina de Borbón y después el general Espartero -que había vencido a los carlistas-. María Cristina de Borbón se casó en secreto poco después de morir Fernando VII, su marido y tío, con el joven miembro de la Guardia de Corps Fernando Muñoz, quien se convertiría en el duque de Riánsares, aunque la gente empezó a llamarlo Fernando VIII.
El matrimonio realizó todo tipo de negocios, entre los que se incluyeron la trata de esclavos africanos y los ingenios azucareros en Cuba,cuya mano de obra era esclava. También fue notorio el caso de uso de información privilegiada con respecto a la liberalización de aranceles de productos siderúrgicos que hundió a la industria española, pero que enriqueció al matrimonio.
María Cristina le había dado al ominoso Fernando VII dos hijas, ingún varón. Con Muñoz tuvo ocho hijos, más uno que nació muerto. Los embarazos los disimulaba con amplios ropajes, pero incluso así se decía por Madrid que la Regente es una dama casada en secreto, pero embarazada en público.
Sus enemigos políticos, los carlistas, le dedicaron coplillas a sus embarazos:
Clamaban los liberales
que la Reina no paría,
¡y ha parido más muñoces
que liberales había!
También fue famosa en esta época la canción popular dedicada a la Regente y que todos hemos oído alguna vez:
María Cristina me quiere gobernar
y yo le sigo, le sigo la corriente
porque no quiero que diga la gente
que María Cristina me quiere gobernar.
No se sabe muy bien si eran los carlistas los que le cantaban la canción a los liberales o eran éstos a los carlistas.
Posteriormente esta canción fue usada mucho en Cuba.
Imagen 4. Fotografía de la reina María Cristina de Borbón. Década de 1870.
Imagen 5.Retrato fotográfico de Agustín Fernando Muñoz Sánchez, segundo esposo de María Cristina de Borbón.
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