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Carlismo.
Orígenes.
Analicemos ahora brevemente lo que significó el carlismo en España. Para ello, qué mejor que la Wikipedia y algún que otro artículo divulgativo en prensa.
El carlismo es un movimiento político español de carácter tradicionalista y monárquico legitimista derivado del realismo fernandino que surgió durante la primera mitad del siglo XIX en oposición al liberalismo, al parlamentarismo y al secularismo. Pretendía el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español y el llamado reinado social de Jesucristo. En sus orígenes propugnaba la vuelta al Antiguo Régimen, y posteriormente desarrolló una doctrina política inspirada en la tradición española y la Cristiandad medieval.
A lo largo de su historia, la organización política del carlismo fue conocida como Partido Carlista, Comunión Católico-Monárquica, Partido Jaimista, Comunión Legitimista o Comunión Tradicionalista, entre otros nombres. Combatiendo el liberalismo, hizo bandera de la defensa de la religión católica, España y la monarquía tradicional resumida en su lema Dios, Patria, Rey, con el añadido de Fueros.
Como movimiento de extraordinaria prolongación en el tiempo, el carlismo fue una fuerza importante en la política y la prensa españolas desde 1833 hasta el final del régimen franquista en la década de 1970. Protagonizó numerosas guerras y tentativas en el siglo XIX, entre las que se destacan las guerras civiles de 1833-1840 y 1872-1876. Durante el Sexenio Revolucionario, la Restauración alfonsina y la Segunda República actuó en la política parlamentaria y tomó parte en la conspiración contra la República y en la guerra incivil española de 936-1939 con la milicia del Requeté (Wikipedia).
Imagen 15. El pretendiente carlista Carlos María Isidro, pintado por Vicente López.
La situación poco clara a la muerte del rey Fernando VII provocó que se proclamasen simultáneamente reyes de España por una parte la pequeña Isabel, apoyada por su madre y por los liberales, y por otra el infante don Carlos, defendido por los tradicionalistas. Estos, que predominaban en el norte y nordeste de España, consiguieron que Navarra, las provincias vascongadas, el interior de Cataluña y el Maestrazgo se manifestasen con las armas a favor de don Carlos. El alzamiento sería llamado muy pronto carlista. Madrid y el resto de España aceptaron, sin excesivos problemas la regencia de María Cristina, una vez proclamada Isabel II como reina con sólo tres años.
Pero la cuestión no era tan sencilla, pues Carlos IV, padre de Fernando VII y del infante don Carlos, ya había firmado una pragmática en sentido contrario: a falta de descendientes varones, una hija podía suceder a su padre como reina. Ahora bien, su legalidad y su vigencia eran discutibles. Fernando VII la quiso renovar, pero n lo hizo de un moda claro ni definitivo, pues en sus constantes titubeos de última hora declaró sucesivamente herederos de la Corona, primero a su hija -bajo la regencia de María Cristina, madre de la niña- luego a su hermano y por fin otra vez a su hija.
Tras un agitado y controvertido reinado, marcado por la arbitrariedad y el autoritarismo, Fernando VII, último representante de la monarquía absoluta en España, fallecía en Madrid el 29 de setiembre de 1833.
Dejaba dos hijas. Isabel de tres años y Luisa Fernanda de dos, fruto de su matrimonio con María Cristina de Borbón-Nápoles, su cuarta esposa, El monarca fallecido dejaba también un hermano, don Carlos María Isidro, y este era, según la ley sálica implantada en España, quien debía sucederle legalmente.
Imagen 16. Bandera de España del siglo XIX con el lema carlista. Colección de Íñigo Pérez de Rada.
Este enfrentamiento provocó tres guerras inciviles, las tres guerras carlistas como se conocen. Y algún que otro levantamiento. Resumiendo, sería:
Primera guerra carlista. 1833-1840. Caracterizada por su crueldad y arbitrariedad en los distintos fusilamientos, hay que destacar la epidemia de cólera que llegó a Madrid. Se hizo creer al pueblo que los estragos de mortandad que ocurrían eran efecto de un veneno activo que habían arrojado a las fuentes los frailes, que eran conocidos por sus ideas absolutistas, lo que desencadenó la matanza de frailes del 17 de julio de 1834.
Finalizada la guerra, hubo casos de excombatientes carlistas que, a pesar de haberse acogido al indulto del gobierno, fueron víctimas de acusaciones, persecuciones y encarcelamientos, lo que obligó a algunos de ellos a volver a echarse al monte. Fueron los conocidos como trabucaires en Cataluña y latrofacciosos en el resto de España, particularmente e La Mancha. Si embargo, no todos los que recibieron estos apelativos eran carlistas, sino que muchas veces se trataba de simples bandoleros que la literatura oficial confundía con los partidarios del pretendiente para desprestigiar el carlismo. (Wikipedia)
Y como siempre que había una guerra incivil en España, el control sobre la manifestación del pensamiento se da una vez más. Pongamos un ejemplo. tras la victoria de los liberales en 1840 piden informes al Ayuntamiento de Mollina sobre el cura párroco. Ya sabemos que mucha parte del clero -no toda- era partidaria del Antiguo Régimen. Nuestro Ayuntamiento, según lo recogido en el acta del veintiuno de octubre de 1840 responde a la autoridad que se había interesado que el cura, don Andrés Benítez y Delgado se llamaba, es un liberal, que, aunque públicamente no se expresa solo tertulia con los liberales. Desde el sitio que ocupa influye a los fieles la obediencia a los gobiernos legalmente constituidos, al progreso de las luces y el destierro de la crasa ignorancia y lo prueba el que este pueblo, embrutecido antes con las mayores (emper...ciones) en el dia se manifiesten un constante liberal decidido hasta el más rústico a derramar la sangre por la Constitución y su reina Dª Isabel II q.D.g.
Segunda guerra carlista. 1846-1849. No tan cruel ni sangrienta como la anterior. En ese tiempo el infante Carlos María Isidro había abdicado en su hijo Carlos Luis de Borbón y Braganza. La boda de éste con su prima Isabel II podía haber solucionado el problema de legitimidad entre ambos bandos, pero tampoco se pudo solucionar.
Alzamiento carlista de 1855. La revolución de 1854 y su orientación anticlerical hizo reaccionar nuevamente a los carlistas, sobre todo por la intención que tenían los progresistas de reformar la Constitución para proclamar la libertad de cultos. Contra ello los defensores de la unidad católica dirigieron exposiciones a las Cortes, levantaron su voz en la tribuna y en la prensa, y al cundir entre los pueblos la noticia de la pretendida reforma, hubo quienes quisieron recurrir al levantamiento en armas (Wikipedia)
Desembarco de San Carlos de la Rápita. 1860. Aprovechando el descontento por las condiciones de paz de la guerra de África por las que no se entregaban a España ni Tánger ni Tetuán, a pesar de la victoria obtenida, Carlos Luis realiza una nueva intentona que incluía un programa de gobierno para solucionar los problemas de España.
Alzamiento carlista de 1869. Como reacción a la inestabilidad política originada por la revolución de setiembre y la cuestión religiosa suscitada con la promulgación de la Constitución española de 1869, que sancionaba la libertad de cultos -en vulneración del Concordato con la Iglesia- muy pronto los carlistas trataron de llevar a cabo un alzamiento, en el que se iba a reivindicar especialmente la llamada unidad católica, defendida por los diputados carlistas en las Cortes y calificada por Don Carlos como símbolo de nuestras glorias patrias, espíritu de nuestras leyes, bendito lazo de unión entre todos los españoles en una carta-manifiesto a su hermano Alfonso que sirvió como exposición doctrinal de su causa. (Wikipedia)
La Escodada. 1870. Llamada así por el coronel José Escoda, quien fingió haberse aliado a los carlistas para así atrapar al pretendiente.
Conspiración de 1871. Amparados en la libertad ideológica del Sexenio Revolucionario los carlistas crearon una gran cantidad de publicaciones por toda España. Los liberales, viendo peligrar las conquistas cociales, atacaron muchos de los sitios donde se imprimían éstas. Muchos carlistas se echaron al monte, creándose las condiciones oportunas para una nueva guerra civil.
Tercera guerra carlista. 1872-1876. En esta fue en la que participó Francisco de Rojas, primero como soldado del ejército español y luego, tras la deserción, en el ejército carlista. En esta guerra los carlistas lucharon contra el gobierno provisional, contra Amadeo I, contra la Primera República y contra Alfonso XII. Éste, llamado El Pacificador, fue el ganador de la contienda. Las represalias, incautaciones de bienes... eran constantes en ambos bandos. El antequerano Romero Robledo, en el bando liberal, decretó, por ejemplo, la expulsión de España de todas las familias que tuvieran a su jefe o a alguno de sus hijos en las filas carlistas y ordenaba asimismo la detención de las personas conocidas por su adhesión o simpatía a la causa de los rebeldes.
Imagen 17. Emblema de los requetés sobre la bandera de la Cruz de Borgoña.
En este siglo XIX ya tenemos España dividida en dos mitades. Aquella de la que Machado nos dijo:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
Cada español, según Machado tendrá que elegir en cuál de las dos mitades se va a colocar. Esta decisión le va a marcar en su vida. La que va a hacer que sea perseguido o que mantenga un régimen que no pretende cambiar ni mejorar la sociedad en la que vive.
Esas dos mitades del siglo XIX se pueden retrata, somera y elementalmente así: por un lado los liberales, partidarios de una constitución progresista, cercana a los estados europeos más desarrollados, con un rey sometido a esa constitución; y por otro los carlistas, partidarios del Antiguo Régimen y de una monarquía absolutista como las anteriores a Fernando VII. La importancia de la Iglesia en este grupo sería fundamental. Cualquier ataque a la misma será interpretado como un ataque a la identidad e integridad de la nación. Aunque se aun ataque a sus privilegios. No importa.
El señor De Rojas García estaría en este grupo.
Podríamos traer aquí a dos escritores para que nos expliquen esta situación. Benito Pérez Galdós nos diría en uno de sus Episodios Nacionales: La pobre y asendereada España continuaría su desabrida historia dedicándose a cambiar de pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares. Otro escritor, también citado por Pérez-Reverte, Pío Baroja, vasco y con poca simpatía por los carlistas, decía: El carlista es un animal de cresta colorada que habita el monte y que de vez en cuando baja al llano al grito de ¡rediós!, atacando al hombre. También decía: El carlismo se cura leyendo, y el nacionalismo, viajando. La frase de Europa acaba en los Pirineos también salió de su caletre. De ahí que tuviera que buscar refugio en Francia en 1936 para salvar el pellejo. Como también criticaba a los del otro lado -espíritu libre- esa huida le sirvió para salvarse de los dos. Ya sabemos que, en España, la libertad espiritual no está bien vista y te da el título de fusilable en una de nuestras múltiples guerras inciviles.
La rama dinástica comenzada en Carlos María Isidro de Borbón, que usó el nombre de Carlos V, tuvo varios sucesores. El primero, Carlos María Isidro, fue pretendiente desde el 29 de setiembre de 1833 hasta el 18 de mayo de 1845. Le sucedió su hijo Carlos Luis, Carlos VI, 18 de mayo de 1845 hasta el 13 de enero de 1861. Luego Juan Carlos de Borbón y Braganza, Juan III, desde el 13 de enero de 1861 a 3 de octubre de 1868. Más tardes Carlos María de Borbón y Austria-Este, Carlos VII, pretendiente desde el 3 de octubre de 1868 a 18 de julio de 1909. Jaime Pío de Borbón y Borbón-Parma, Jaime III, desde el 18 de julio de 1909 a 2 de octubre de 1931 y Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este.Alfonso Carlos I, desde el 2 de octubre de 1931 al 29 de setiembre de 1936.
En abril de 1937 el general Franco disolvió la Comunión Tradicionalista en el que iba a ser el partido único del régimen: Falange Española Tradicionalista de las J.O.N.S. No obstante, Franco proclamó que el Movimiento de 18 de julio de 1936 era heredero del carlismo. Incluso el 9 de marzo de 1938, con motivo de la fiesta de los Mártires de la Tradición, nombró tenientes honorarios del Ejército a todos los veteranos supervivientes de las guerras carlistas. Legitimó a cuantos habían tomado las armas en el pasado contra la España constitucional. Llegó a calificar las guerras carlistas -desde el punto de vista carlista, no el constitucional- como cruzadas del siglo XIX además de definirlas como precursoras del Movimiento Nacional. Además de la famosa Guardia Mora, buena parte de la propia escolta de Franco estaría compuesta por requetés, o sea, combatientes del bando nacional surgidos de los Tercios de los Requetés, organización paramilitar carlista creada a principios del siglo XX. En la Guerra Incivil llegó a contar con más de 60.000 voluntarios repartidos en 67 tercios, que lucharon a favor del bando nacionalista con el objetivo de defender la religión católica y en oposición al marxismo.
Por último, y para poder centrarnos en la figura de De Rojas veremos la Ordenanza del Requeté, publicada en enero de 1934. Todo requeté debería amoldar su conducta, su pensamiento y sus obras a esta ordenanza:
Tú, BOINA ROJA, eres:
Soldado de la Fe y de la Santa Causa Tradicional. Tu ordenanza fija tus deberes, exalta tus principios y te encuadra para ser útil. Tu Trilema permanente:
DOS-PATRIA-REY
Procedes de la Elección entre los afiliados a la Comunión Tradicionalista. Eres por tanto, orgulloso y heredero de tus gloriosos antepasados. Te llamas "Boina Roja" porque eres soldado selecto, entusiasta, leal y la Tradición tiene en ti el más firme y valiosos sostén. Examina tu misión, recuerda viejas glorias, y verás cómo el pensamiento que te fige y el sentimiento que te anima, constituyen la substancialidad que informó la existencia y origen de la España inmortal.
DIOS:
La Fe fundamenta todas las virtudes del soldado "Boina Roja". Refuerza el espíritu con el culto a Dios. Sírvele siempre. Muere por Él, que morir así es vivir eternamente. Ante Dios, nunca serás héroe anónimo. La Tradición habla a tu alma, purifica tus sentimientos y te acerca a Dios. Ella enseña a amar a la Iglesia. Sé siempre Católico práctico, con conocimiento claro de los que Dios desea para servirle, que es el fin esencial. Tú, Soldado de la Tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios.
PATRIA:
Tu Patria es tu Nación; tu Nación, España. España: única e indivisible, en su rica variedad autárquica regional, es: Sublime arcano de tradiciones. Relicario de grandezas. Madre de Nuevos mundos. Luz de la Historia. Albergue de Santidad. Defensora de la Iglesia Católica. España, sin la cruz, dejaría de ser España. Estúdiala para conocerla. Conócela para amarla. Amala para honrarla. Ten presente que el más puro de los amores, después de Dios, es el de la Patria. Sé siempre católico práctico. Tú, soldado de la Tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios.
REY:
Monarquía cimentada en la cruz y rematada por la cruz. Altar de la Patria. Continuidad en los gloriosos destinos de España. Antiliberal por naturaleza. Antirrevolucionaria y guardadora del derecho, la justicia y la jerarquía.
El Rey
Tu Rey es el primer soldado de la Tradición. Jamás absolutista, pero que reina y gobierna. Verdadera autoridad y padre de los españoles. El Rey, en las instituciones tradicionales, dio a la Patria la primera categoría de la Historia. Los Reyes "liberales" la sometieron a poderes ocultos. En la hora de las responsabilidades, la dinastía legítima está libre de toda mancha. El primer soldado de la Tradición es el Rey de la Patria.
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